lunes, 11 de agosto de 2014

Mi Historia Como una Kajira. -5to Capitulo-

*Otras Vez, Vuelvo al Comienzo*



Conrrad Baxton”, una vez más regresaba a las manos de quien había marcado mi destino, una vez más regresaba al comienzo, de donde había partido, a mi mente, volvían los recuerdos, cada ve mas claros, recordar cuanto había sucedido, mis labios dibujaron una sonrisa, ahora incluso quizás volvería a ver a mi verdadero amo.

Recuerdo que cuando desperté, me sentía como si me hubiera bebido una botella entera de whisky  barato.

-“¿Dónde  demonios estas
Margaret?- Me preguntaba mientras estaba en la cola que avanzaba, haciéndome entrar al cine, una vez allí me moví buscando un buen opuesto para sentarme y  así disfrutar de la película a la cual me había invitado.  Margaret Ferrer era mi mejor amiga desde la primaria, juntas habíamos crecido he ido a la misma universidad , ella pertenecía al grupo de porristas, por eso siempre conseguía los mejores puestos para ver los partidos de fútbol;  no era que me gustaran los deportes, pero los chicos, eso era otra cosa; ella, era una chica esbelta, rubia de ojos azules, de muy buen cuerpo ágil y en verdad muy hermosa; nunca le importo que yo fuera incluso más robusta, ella me hacía sentir linda y deseable, incluso yo al igual que ella eramos codiciada por muchos de los chicos de la universidad, en el último semestre quizás el estar con ella me hacía también popular.
                Recuerdo que me ayudo mucho con mi problema en timidez desde la infancia, a causa de mis inseguridades, nunca tuve un novio en la escuela. Fue ella quien me hablo de sexo por primera vez, contándome con lujos y detalles todo lo relacionado con estar en la cama  con un chico, que debía y que no debía hacer, e incluso como; esos temas me hacían  ruborizar, y a pesar de que muchos me consideraban igual a ella, yo aún no había tenido mi primera experiencia sexual, al menos no con un hombre.  Ella no era una mala persona, ninguna de las dos, solo éramos populares, pero creo incluso en un tiempo se me llegaron  a subir los humos y aires de grandeza y era muy común el hecho que siempre existía la posibilidad de que pudiera desairar a algún tonto nerd.  Bien ese día había ido sola al cine, otra vez, mi mejor amiga me había plantado, como casi siempre lo hacía desde que éramos mayores de edad y estudiábamos en la universidad, y siempre era por salir con un chico nuevo, en este caso era del trabajo, e incluso me uso como excusa para despistar a su actual novio legal, y yo una vez mas había caído.

Ahora despertaba en una habitación o a mi parecer eso era, logre ver algo a mi alrededor, pero no podía enfocar bien la vista, solo vi dos hombres, creo eran caballeros, vestidos de traje uno de ellos hablaba español mezclado con un acento extraño (El Goreano), a otro si no le entendía nada, sentía frió, mucho frió, no me había percatado de que me había despojado de mis ropas, pero antes de volver quedarme profundamente dormida el hombre que hablaba de manera extraña se me acerco y sostuvo mi rostro entre su mano, y alcance a escuchar una frase “Kajira! Palabra que hasta ahora se quedaría  grabada en mi mente.-
 Ahora este extraño hombre vestido como una bándido, su túnica era de color oscuro me mantenía atada en las orillas de un muelle, el muello de Puerto Kar, había sido trasladada en carreta y luego tirada dentro de una extraña jaula muy pequeña en donde solo se podía estar de rodillas, el piso de la jaula estaba cubierto de paja; no se cuanto tiempo paso, pero al  llegar al puerto  me sacaron de la jaula, y aquel hombre me llevaba atada al cuello con una soga, de la cual tiró justo cuando me disponía a salir, un dolor intenso sentí y tropecé porque también llevaba las manos atadas a mi espalda y como no conseguí apoyo para bajarme caí de rodillas al suelo del muelle; El hombre me gritó algo en esa extraña lengua, logre incorporarme y le seguí los pasos lo mejor que pude, el seguía tirando de la cuerda, para  hacerme apresurar el paso, con cada tiron me hacía daño por lo que llorar era mi mejor defensa; llegamos a una especie de parada en donde descargaban las mercancías  de los barcos, desde allí pude ver a  hombres y mujeres ir de un lado al otro, yo en una batalla por cubrirme e intentar pedir ayuda grite tan fuerte como pude y por eso el extraño hombre se abalanzó sobre mí y me abofeteo, por lo que fui fuertemente atada y amordazada, me cogió del cabello y retorció entre sus manos y así me llevó más al fondo del muelle en donde me azotó con una fusta una especie de látigo que llevaba consigo y de un empujón me metió  otra vez dentro de otra pequeña jaula, en ella también solo se  podía estar de rodillas o sentada, tenía mucho miedo no lograba entenderles ni sabia como comunicarme.
                 Ahora solo entendía que debía de permanecer tranquila, y quieta. Al cabo de un buen rato unos hombre llegaron y me sacaron de la jaula, y este hombre  Conrrad Baxton  me había enviado con ellos a un lugar en donde unas mujeres me había dado como ropa una especie de rectángulo de tela con un orificio en medio por dónde meter la cabeza, me caía sobre los hombres y me llegaba justo sobre las rodillas, ataron en medio con una soga que me sirvió de cinturón, así me sentía más tranquila. Por ahora.-      

         Vuelta a la realidad: …Vi su expresión era de satisfacción, y quizás un tanto divertido:

  -“Nos volvemos a ver kajira!”- me coloque enseguida de rodillas y acerque mis labios a sus botas tipo sandalias, le beso y lamí sus dedos, uno a uno en agradecimiento y complacencia.

-“Ohh! Amo,  Conrrad, es un  placer para esta pobre kajira, poder servirle!”-me miro con descontento.

-“No te es permitido decir el nombre de tu amo kajira, que tus anteriores dueños no te lo enseñaron? me tumbe mas al suelo pegando mi vientre mas al  piso y besando con más ímpetu sus pies.

–“Piedad amo, piedad!, perdona a este tonta kajira que no es más que un animal, una simple esclava tonta y sucia!”- le dije mientras de mis ojos brotaban lagrimas de arrepentimiento, sabía que si no lograba convencerlo de mi torpeza y de que me perdonara el castigo seria brutal. – escuche su risa, ronca y agradable.

-"No eres sucia, te acaban de bañar y vestir para mí.” -Dijo burlón. 

“De pie esclava, quiero examinarte.”- enseguida me puse de pie, me coloque en la posición para ser evaluada, la espalda recta manos detrás de mi espalda, gacha la cabeza y mi cadera un tanto ladeada.

-“Estas preciosa, un tanto menos robusta de cuando te conocí, me imagino que tu amo te ha hecho pasar hambre para que pierdas unos cuantos Pesos.”  -Pesos es el equivalente a kilos en la tierra, se entiende por “1 piedra de Gor”  el equivalente a 1.8 kilogramos de la tierra y 10 pesos a 18,14 kg

Me sonroje al escuchar esto, el seguía dando vueltas a mi alrededor, sabía que se burlaba de mi peso y condición, pero que muy a su pesar yo era toda una rareza en este mundo.

–“No importa de cualquier manera ahora eres una “seda roja” y te voy a usar.” -inconscientemente levante mi mirada y alli quede desconcertada, aun se acordaba de aquella vez cuando había intentado usarme y se había encontrado con la desagradable tarea de abandonarme por ser para ese entonces “seda blanca” y por el cual habia podido conseguir  mucho oro.

-“No me mires así, sabes que tenemos una deuda pendiente y ahora que he pagado mucho por ti, haré uso de ese beneficio.” -El hombre se dio media vuelta y salió por donde mismo había entrado, yo me quedé allí parada con la boca abierta y completamente asombrada. Enseguida de su salida entraron las dos esclavas que me habían preparado para él, una de ellas entro toda extasiada y excitada… como si de algún actor de cine se tratara el hombre que acababa de salir.

-“¡Que amo más bello, he escuchado que nunca una esclava vuelva a ser la misma una vez que este la usa sobre las piles!”

- Sii, es verdad, aunque es también cierto que no usa una esclava dos veces!” comento la otra kajira; ambas me miraron y se hacharon a reír.

-“!Lo que sí me parece extraño es que te hayan comprado esclava, tú no eres más que una barbará!”  Me dijo girándose hacia mí una de las dos chicas. No hable, sabía que si les seguía el juego tarde o temprano quien saldría perdiendo seria yo.

                Me dirigí hacia un rincón cerca de una ventana y allí me arrodille, en ese momento entro Dina, quien se contoneaba con todo la elegancia de un felino hambriento de caricias. Me hecho una mirada de odio, y se postro delante de las dos esclavas quienes se apresuraron a arreglarle el cabello y a maquillarla para el amo.-

                Desde la ventana me sentía tan desdichada, tan triste con lágrimas corrieron por mis mejillas,  cuando las sentí, con rabia las limpie de mis rostro con el dorso de mi mano, aclare un poco mi visión y recostandome del vano de la ventana pude ver al amo Conrrad, que me observaba desde abajo; allí estaba de pie, tan endemoniadamente atractivo, sus labios dibujaban una media sonrisa atrevida e intrigante, quizás no lo había percibido antes, impulsivamente al darme cuenta que me miraba, mi reacción fue la de sacarle la lengua, no sé por qué lo hice, fue una actitud infantil de mi parte, lo admito,  pero ya lo había hecho, el se sonrió y meneó la cabeza  de una lado al otro, negando lo ocurrido, bajo su mirada y con la punta de su bota pateo una diminuta piedra. Más tarde aquella osadía me costaría cara. Me encogí de hombros, no me importo, me levante y me gire dándole la espalda a la ventana. Ahora estaba asustada. Mire hacia donde estaban las otras esclavas muy concentradas en lo que estaban haciendo. Eche una mirada por encima de mi hombro para divisarlo pero ya no estaba allí, se había ido.-

                Mi corazón comenzó a latir desesperadamente, sabía que él no vería bien aquella tontería que acababa de hacer.- Fuertes pisada escuche afuera en el pasillo, de repente unos soldados entraron, las esclavas corrieron a postrarse delante de ellos, mientras que Dina se dio el lujo de hacerlo con más calma, yo quede petrificada, era él, estaba de pie entre los dos guardias, estos ordenaron a las esclavas salir.

-“Fuera de aquí esclavas, vayan a la cocina.” -Ambas muchachas salieron corriendo, Conrrad no dejaba de mirarme con una sonrisa dibujada en su cara, yo casi sin poderme moverme, estaba petrificada. Dina se acerco a él, le coloco sus manos en su amplio y musculoso pecho, y le susurro casi como un ronroneo

-“¿Cómo puede esta esclava servir al amo?”- Conrrad la miro, había en su mirada un brillo de deseo. La rodeo con sus fuertes brazos y agarrando sus bien redondeadas nalgas, las apretó haciéndola pegarse más a él.

 –“No bella esclava, ahora no,…ve a mis aposentos quítate todas tus sedas y átate a la anilla, que está justo el pie de mi cama” -Dina sonrió de satisfacción, me echó una mirada de triunfo y salió no si  antes besarlo descaradamente y restregarle más su cuerpo al de él, este lo recibió con mucho placer. No sé porque razón, pero pude sentir una fuerte punzada en mi estomago, acaso sentía celos?!

          Ella salió, y el ordeno a los guardias que me ataran, los hombres uno a cada lado me tomaron con tanta rudeza, me ordenaron que me pusiera de espaldas para atar mis manos y pies, me colocaron brazaletes  de esclavas, ataron mis tobillos con tobilleras unidas entre sí con una cadenita de no menos de 40 cm, también me coloco un collar de acero alrededor de mi cuello que se ajustaba bien, me sentía incomoda, pero no proteste.

-“En pie, bestia!” -Grito uno de los guardias, y tiro fuertemente de mi collar el cual estaba atado a una cadena, el acto de levantarme me dolió y supuse que me dejarían marcas ya que para alzarme hice fuerza con el cuello el cual estaba atado a la cadena, no tenia apoyo mis manos estaban atadas a mi espalda,  y aun me dolía el cuerpo de los latigazos de la noche anterior en la plaza donde me había llevado para venderme.- Logre ponerme en pie y me enderece, con la espalda recta; los hombres se colocaron uno a cada lado, me sentía como un vulgar ladro a punto de ser llevado a prisión, mire a Conrrad, este me sonreía, divertido.

- “Creo que la esclava está muy bien vestida para solo ser una simple esclava que limpiara los establos de los Boskos, que la lleven abajo y le den ropa adecuada.” Los Bosk son bueyes salvajes de pelo largo que habitan en las llanuras. Tienen un cuello ancho,  y una gran cabeza con diminutos ojos rojos. Son de carácter salvaje como los Slin y por sus dos cuernos largos y afilados resultan en extremo peligrosos.

         Sentí mucho miedo, jamás había estado con semejantes animales, además me daban miedo como resoplaban cuando les pasaban cerca. Camine tras los guardias, y al pasar junto al amo, este me tomo de cabello me hiso girar un poco y subir mi mentón así que quede con mi rostro muy cerca del de él,
-“Que no piensas, dar un  beso  también  a tu amo!” y sin siquiera dejarme reaccionar, en ese momento me cubrió la boca con la suya por completo, dejándome  casi sin aliento en un beso tan profundo y descarado, que casi me hizo perder el equilibrio por cómo me  temblaban las piernas, casi no podía creer el extraño efecto que causo aquel beso, cuya sensación me duro un buen rato después.- 


                Afuera ya en los corrales, me encontraba parada, me había quitado las elegantes sedas y me habían puesto una ropas raídas y viejas de color gris, era un simple casmik que consistía en una rectángulo de tela con un orificio para la cabeza, y que me llegaba hasta debajo de mis rodillas y atado a la cintura con una soga ajustada.- El guardia me había dado un rastrillo para arar el piso en donde reposaban las bestias, me advirtió que no los molestara ni hiciera movimientos brusco cuando anduviera cerca de ellos, suspire de alivio cuando me di cuenta que los establos estaban vacíos, habían llevado a los Bosk a pastar, comencé la tarea, no sabía bien por dónde empezar, jamás había ni siquiera agarrado una escoba en mi vida. Comencé a barrer y a apilar las pacas de pasto en un rincón, el establo estaba bien sucio  había estiércol por todos lados, era desagradable el olor, seguí limpiando y recogiendo el estiércol, uno de los guardias me ordeno recogerlos y ponerlos en un saco, ya que luego mas tardes este estiércol era usado creo que como combustible para el fuego, estaba realmente concentrada en lo que hacía cuando de repente escuche unas pisadas detrás de mí.  


—“Hay que limpiar a los boskos” —me dijo Conrrad— “sacarles brillo a los cuernos y a los cascos.” Lo mire con la expresión horrorizada.

  –“P-p-pero amo, yo…, no…, le temo a esas bestias”! – el se detuve a solo dos paso de mí, yo aún permanecía de pie con la escoba en la mano, su mirada me recorrió entera, yo tenía la cara llena de polvo y mis manos y ropa estaban sucios y en mi cabello había pasto seco, su sonrisa retorcida me enfado muchísimo, sabía que me estaba comparando con la esplendida esclava que estaba en sus aposentos y que en este momento o quizás ya había usado bien y dejado satisfecho.

-También debes ir a buscar forraje.  Y el estiércol? - miro a su alrededor y camino hacia el saco que había divisado, lo abrió y observo lo que había dentro; volvió a cerrar el saco y  continuo revisando el establo ahora casi bien limpio; se me volvió a cercar y  alargo una mano y aparto un mecho de cabello que caía en mi rostro del cual prendía una brizna de paja, la agarro y llevo a su boca para masticarla.

-Umm, bien, luego podrás limpiar el carro y engrasar las ruedas” –tiro la brizna de paja al suelo y dijo antes de salir.

-Date prisa debes buscar agua del rio que corre a unos cuantos pasangs más allá, y cuando regreses ve a cortar la carne que hay que cocinar para la cena. ¡Vamos, que esperas? ¡Date prisa, perezosa! Y con su mano me dio una fuerte palmada en mi trasero cundo tire la escoba y  pase corriendo a su lado. La sensación de sentir su manos me hormigueo largo rato en mis nalgas, me apresure a hacer lo que se me había ordenado, pero… hacia donde debía ir?  cual rio? Como rayos saldría de esta ciudad si eso no le era permitido a ninguna kajira que no estuviera custodiada por un guardia o al menos ir en compañía de otra kajira. Me detuve a unos metros del establo y el estaba de pie recostado del marco de la entrada sus brazos estaban cruzados en su pecho me regrese y puse de rodillas delante de él.

-“Pensabas huir esclava ingrata?” –Me dijo con tono fuerte y arrogante.

-“Oh, no amo… solo pensé en ir a buscar el agua!” -le había dicho con la cabeza gacha sabía que había cometido un error.

-“Lo siento, amo.” –El se acercó a mi me ato con una cadena al collar y me llevo hacia detrás del establo, creí que me llevaría allí para azotarme, y cuando se detuvo allí frete a mi comencé a temblar de miedo, el se giro busco dos enormes cuencos en forma de vasijas sujetos por una sogas a modo de anilla de sujeción y me dijo:

-“Ten kajira, para el agua.” –me paso por un lado, tome de sus manos los dos cuencos y comencé a seguirle, seguía atada a la cadena que el llevada sujeta entendí entonces que el iría conmigo.

                Caminamos un largo trecho, realmente eran más dos pasangs, atravesamos una densa selva muy hermosa, yo observaba con detenimiento mientras caminaba en silencio detrás de él, la flora de aquel extraño lugar, era de una variedad de tonos y colores sutil e increíbles. Nunca desde que había llegado, había observado tales cosas, siempre había estado tras enormes murallas y pequeñas habitaciones oscuras;  Aparte de aquellos árboles florales, también había algunos de Ka-la-na, o árboles del vino amarillo de Gor.

-“Ese es un árbol de tur, el rojizo y de amplio tronco” –sus palabras me sacaron de concentración y me acerque hacia donde el estaba detenido a la vez que me señalaba hacia donde debía mirar.

–“Eso que ves allá, aferrándose a él, en un tur-pah.” -Se giro y me miro a los ojos. -“Es un vegetal parásito.” -intentaba explicarme como para que yo conociera mas detalles de aquellas plantas.

-“Es semejante a la vid de hojas rizadas, escarlatas pero más aovadas”; “No te parecen que son una gran belleza?” –Asentí y le sonreí, me encantaba ser tratada, aunque fuera por unos segundos, como una mujer normal y no como un animal.

                Más tarde junto a la orillas de aquel rió en donde se suponía debía recoger agua, me conto que hacía mucho tiempo atrás, se encontró un árbol de tur en la llanura el cual estaba al lado de un manantial, y de cómo  alguien lo habría plantado allí bastantes años  atrás y que de este árbol de tur tomó su nombre la ciudad de Turia. Yo miraba a mi amo con tanto entusiasmo en su mirada, supuso que era un gran conocedor de las plantas y las historias de este extraño lugar eran en verdad fascínante, me hizo recordar a mi anterior amo Vlad Von Castein”


                Se podía escuchar el fluir del agua que caía en el pequeño rió, me llamo la curiosidad las suaves y cristalinas aguas que emanaban de la cascada que estaba más allá, mi amo, se puso en pie se quito las sandalias que llevaba, desato su cinto,  y la vaina en donde tenía su espada, la recostó cerca de unos troncos, por impulso me gire para no verle hacer lo que me temía iba a hacer, desnudarse para darse un rico chapuzó en aquellas aguas tan frescas. Solo me gire cuando escuche el sonido de el lanzándose al agua, en realidad no eran aguas tan  profundas pero el igual se dejo caer para salpicar agua a su alrededor. Se le veía diferente, indefenso casi un niño, dio un par de  braseadas de orilla a orilla, y cuando hubo acelerado su corazón  y con la respiración agitada saco una mano y me hizo señal de que fuera con él.- “Esclava ven!, esta deliciosa” y enseguida se metió por debajo del agua y llego hasta la orilla en donde yo estaba de rodillas,
no lo veía salir, ya habían pasado varios minutos, así que me incline preocupada, ya llevaba tiempo allí abajo, temí que algo le hubiera pasado, ni burbujas, ni movimiento, me acerque más a la orilla, mis manos apoyadas en ella,  mi cara  casi estaba a un palmo de agua, cuando de repente unas manos me sujetaron  y al instante que el salía del fondo para jalarme dentro del agua, me agarro fuerte de mis manos y fui a dar de lleno al agua con todo y ropa.

                En vano intente aferrarme a la orilla, el no me lo permitió, me jalo por un tobillo y me arrastro más hacia el centro del rió en donde si era más profundo, no logre asir el suelo, ni apoyo, yo sabía nadar pero él no lo sabía, así que decidí jugarle el mismo juego, me hice la que no podía nada, fui muy buena actriz ya que él se preocupo y soltado una maldición se apresuro a nadar hasta donde yo estaba y me saco del fondo, me sostuvo por la cintura, mis manos se apoyaron en sus hombros y cuando aparto con su mano el cabello que tenia pegado en mi rostro le solté un chorro de agua que llevaba en mi boca y fue a dar directo a sus ojos, el me soltó de golpe dejándome caer otra vez en el agua, me impulse apoyando un pie en su bien marcado pecho y nade de espaldas para verle reaccionar, el seco su cara con una mano sonrió con picardía.

-“Pequeña Slin de rió ya verás cuando te pesque!” -Y me empezó a perseguir, entre risas comenzamos a jugar a ver si él podía pescarme, en más de una ocasión lo deje acercarse y lo despistaba nadando velozmente, hasta que en una de esas embestidas logro aferrarme por el cabello y ya no pude escapar. Me halo fuerte a lo que solté un grito de dolor.

-“Oh. Nooo amo, perdón, perdóname!”

-“Perdóname?, ahora pides clemencia, pequeña arpía?” me acerco a su pecho y abrazo dejando mis brazos aprisionado entre los suyos, logre soltar uno y ponerlos entre su pecho y el mío, toque lo acelerado de su corazón, mi mano se movió suavemente sobre su pecho y note como me miraba, de su rostro caían gotas de agua, observaba su boca, aquella boca ahora tan dulce, inconscientemente dibujaba pequeñas figuras con mi dedo sobre su pecho, mientras mi mirada seguía esos movimientos, sentí como me ruborizaba, percibí que en él también causaba un gran efecto aquella proximidad.

-“¿Qué intentas hacer, kajira?” -Me detuve en el acto, y entonces lo mire, y sonreí de una manera muy intima y coqueta.

-“Lo siento mi amo” “perdona a esta tonta kajira que no sabe ser más que un problema para su amo.”

-jajajajaj!” –Su risa rompió el silencio, aquella encantadora risa me hizo dar un vuelco en el corazón.

–“Tonta? Tu kajira? Jajajaj!, Deberé tener mucho cuidado cuando te tenga sobre mis pieles. Encantadora seda roja, me pagaras todas las malcriadeces que me has hecho desde que te tuve por primera vez. Me soltó no sin antes darme un suave y sensual beso en los labios.-

                Ya se acercaba la hora de comer, tomamos nuestras cosas y nos dispusimos a regresar, obvio yo llevaría los cuencos llenos de agua. El se acerco a la cascada y recogió el agua los lleno no por completo ya que sabía que debían de ser muy pesados para yo regresarlos en tan largo viaje.

               Camine detrás de él, con el peso a cada lado de mis hombros, camine apresurada para seguirle el paso, el no me había vuelto a poner la cadena al collar  así que no me tiraba de el para hacerme apresurar el paso, pero igual porque yo debía de seguirlo, en más de una oportunidad estuve a punto de volcar los cuencos, y me sentí aliviada cuando estábamos ya cerca de las murallas de  Ar.

                Al llegar a la Ciudad nos dirigimos al cilindro de mi amo, nunca había visto desde este punto de vista a la Gran ciudad de Ar, adornado por las luces, y sus enormes cilindros y altas torres; entramos y me dirigí a la cocina, ubicada en la parte baja del cilindro y que daba hacia un enorme patio en donde una vez ahí fui a colocar mis dos cuencos llenos de agua fresca, los vacié  dentro de unos barriles y los tape, deje los cuencos a un lado y me dispuse a sobar mis hombros y manos, las tenia entumecida, valla, si que este mundo era extraño; fue cuando añore mis días en la tierra en donde los hombres se apresuraban por corre un sillas para sentarme en un restaurant  o levantar algún paquete que se me hubiere caído del carrito en el súpermercado. Me estaba estirando cuando escuche venir desde la entrada de la cocina, la odiosa risa sensual de Dina.

-“Valla, la fea esclava ahora no es más que una sucia “recoge estiércol.” –fingí no escucharla. Se acerco a mí y parad junto a mi me tomo del hombro y me hiso girar de golpe.

-“ja!, mas te vale portarte bien y hacer bien  tu trabajo esclava o le diré al amo que te meta la cabeza dentro del saco de estiércol!” -La mire sin titubeo, ella era sin duda más alta que yo pero de seguro la superaba en fuerza, ya que yo era mucho más robusta y fuerte que ella. Mas sin embargo me gire y me disponía a seguir mi camino, era mejor evitar una altercado con esa chica y mas hoy que me encontraba realmente feliz por la maravillosa mañana que había pasado al lado del amo, y por haber estado en sus brazos en aquella pequeña intimidad dentro del agua. Me ruborice al pensarlo y fue cuando dina en un arrebato de ira por mi indiferencia me agarro por el cabello y tiro de mi hasta hacerme caer al suelo, intente asirla de la muñeca pero ella en un movimiento ágil me tiro al suelo y se coloco sobre mi y comenzó a darme de cachetadas y puñetazos, yo intente parar los golpes tratando de agarrarle las manos, las demás kajiras que estaba preparando la comida en la cocina al escuchar el alboroto salieron y al escuchar los insultos de Dina y mis gritos, y comenzaron a pujar por quien ganaría la pelea.

-“Dale Dina, es toda tuya!” -Escuche gritar a una chica- “No te dejes Kajira, tu puedes!” decían otras.  Sentía cada golpe en mi rostro y no podía detenerla, no me respondían los brazos estaba agotada, el esfuerzo de haber nadado y luchado a modo de juego con mi amo y luego el trayecto cargando los pesados cuencos llenos de agua, hicieron que mis hombros y brazos estuvieran adormecidos.-

-“Que sucede aquí!” –escuche la voz del amo- Basta bestias, que les pasa?”- estaba furioso y saco el látigo que llevaba consigo y dio un fuerte latigazo el cual fue a cruzar la espalda de Dina, esta se retorció sobre mi y con un grito como de una animal mal herido se lanzo de un costado, el amo la volvió a azotar un par de veces más sobre sus muslos y otra dos más sobre su espalda.

                Dina se acurruco junto a los barriles de agua, en posición de animal asustado. La mire con odio, y fue cuando vi al amo dirigirse a mí con el látigo en alto, dispuesto a golpearme a mi también.

-“Levántate kajira, quien empezó esta pelea?” –yo mire de soslayo a Dina estaba dispuesta a hablar cuando vi en sus ojos lagrimas; y vi como temblaba. Me puse en pie y baje la mirada, mi amo me levanto el mentón y vio que tenía sangre en el rostro, salía de mi labio partido y de un ojo que empezaba a amoratarse. –“Te ordeno que hables kajira.” - Me dijo acercando el látigo a mi rostro.

–“Y más te vale decirme la verdad.” –sabía que si mentía el castigo sería inminente y severo.

-“Fue dina, amo. Fue dina la kajira” –me gire y vi a dina parada cerca de los barriles las manos unidas frente a ella. Se había levantado y había confesado que fue ella quien comenzó la pelea. Mis ojos se abrieron con gran sorpresa.

-“Es eso cierto kajira? – Me pregunto el amo con una expresión severa en su rostro, se notaba que lo habíamos hecho enfurecer. – asentí con lagrimas en los ojos sabia que la castigarían más ahora que había dicho la verdad.

-“Dina está muy enfadada, Amo. La barbará es su preferida? Porque Dina paso la mañana desnuda y atada? Que no me desea amo?.Dina se había arrodillado delante del amo y besaba con gran devoción sus pies, mientras entre sollozos le preguntaba al amo y le decía el por qué de sus acciones.
-“Acaso la marca de Dina no es bella, como una Dina.” –mire su muslo, en aquel muslo había una marca profunda, precisa, hermosa, insolente, dramáticamente grabada, de tal manera que la belleza que proporcionaba a su pierna hacía que aquel muslo ahora sólo pudiera ser el de una esclava. Dina llevaba una marca, pero no era una marca como las que había visto antes, su marca, era más bien como una florecilla, parecida a una rosa, era extremadamente bella; de allí su nombre.


      Dina era el nombre de una hermosa flor, originaria del norte de las zonas templadas. Su representación se usa, para marcar a las esclavas y a menudo se usa nombre “Dina” como nombre para quien la lleve marcada en su piel. Cuenta una leyenda que un antiguo Ubar de Ar capturó, en un campo lleno de estas flores de  dinas, a la hija de un enemigo suyo, y  mientras esta huía, Él al darle captura la hizo su esclava allí mismo en el exuberante campo y sin reparo la llamó Dina. Hay quienes también dicen que el nombre puede deberse a que “es una flor delicada y hermosa” pero que de igual forma es, sin embargo, modesta y común, sin ninguna  importancia. Que al ser indefensa, puede ser fácilmente abrumada, para después ser arrancada y pisoteada, y si así se desea, desechada.

                Comprendí ahora las molestias de Dina, él le había prometido esa misma mañana ir a sus aposentos y por consiguiente usarla, y ella se quedo sola toda la mañana, atada y cual perra en celo deseosa de ser usada por aquel amo. Amo codiciado por muchas kajiras quienes darían su vida por estar en sus pieles, al costo que fuera.

                El amo le acaricio la cabeza y le dijo, -“Bella dina no tengas celos de tu hermana!” – dina me miro con odio en sus ojos; -Ella no es mi hermana, amo.” -dijo dina con tono chillón. –“Ni siquiera lleva una marca en su piel”. –dijo esto mientras gemía de dolor, y señalaba mi pierna.

                 Ahora lo  comprendía, la muy perra lo había planeado todo, como estaba celosa de que yo no llevara ninguna marca y aun así se había jugado todo por el todo, a costa de unos latigazos, lo había planeado todo y claro como no podía soportar el hecho de que el amo no la usara por estar conmigo.
                Fue entonces cuando la vi sonreír maliciosamente, cuando el amo no la veía, vi su mirada llena de satisfacción, y cuando el amo le dijo: -“Es cierto,- me miro, y dijo en voz alta, para todos en el patio escucharan. –“Esta noche llamaremos al Maestro del Hierro para marcar con hierro candente “la pequeña salvaje.” – Se puso en  pie y salió del patio justo por donde había entrado minutos antes.

                Dina se levanto, comenzaban a brotar sus marcas de latigazos en su espalda y piernas pero aun así lo hiso con toda elegancia y dignidad, me miro triunfante y se fue silbando una alegre tonada. Las demás chicas las siguieron se metieron a hacer lo suyo, menos una, era una, al parecer era de la cocina nunca la había visto, bueno,  yo no llevaba mucho tiempo que había salido a la luz.

-“Hola kajira, mi nombre es Melina, soy una esclava de la olla.” –la mire interrogante. –“jaja, quiere decir que  mi trabajo es encargarme de la cocina.”-“Ven te ayudare a limpiar tus heridas”. –y me ayudo a ponerme en pie.

                Nos encontrábamos en una especie de habitación, parecía más bien una alacena o depósito en donde se guardaban víveres y telas, así como barriles de vino y tinajas de miel, especies y otras cosas más, el olor era muy especial. Me hiso sentar sobre una camilla que estaba detrás de una especie de paraban que cubría y dividía el área en dos, se volteo y se acerco a un mueble con puertas de vidrio, que curiosamente me parecían las usadas en las boticas de los centros de asistencia médica,  saco un botiquín de primeros auxilios, de el con ungüentos y un frasco de desinfectante. Me limpio y curó mis  heridas. No aguante más la curiosidad, la mire mientras trabajaba curándome, y le pregunte.

-“Melina, como es... como se siente ser marcada? – melina me miro con tristeza. Su respuesta era más el consuelo de una madre que advertía a su hija sobre los peligros de la vida.

-Es cuando ya pasas a ser una verdadera esclava niña, cuando tienes un amo y señor al cual comenzaras a servirle con gran devoción  y darle orgullo, tu  dueño; y a partir de entonces, ya nunca más serás libre.”-De mis ojos brotaron lagrimas, de tristeza melina me abrazo y me dio un beso en la mejilla, lo hacía como quien te da calma para tu cuerpo.

  –No temas, todo pasara rápido y luego solo será un vago recuerdo, y en tu piel quedara el regalo más lindo que un amo le pueda dar a su esclava.

 -¡Que se celebre una fiesta! —Decía  dina—. Y que en el fuego de la fiesta se caliente un hierro para marcar a una esclava. No paraba de gritar por los pasillos del cilindro. Melina la enfrento en una de esa pasada y le ordeno que saliera de su lugar, que allí ella no fuera bien recibida.

 Me extraño que esta saliera sin protestar no sin antes echarme una mirada de burla.

                Ya comenzaba a caer la tarde y se avistaban en lo alto, las tres lunas de Gor;  Hombres y mujeres se apresuraron a preparar las fiestas. El bullicio se hacía presente yo estaba atada y amordazada, no comprendía el por qué de aquella vejación si no había opuesto resistencia alguna. Me entere que era por orden de “La primera muchacha”, esta era la que llevaba el mando dentro de la casa, era la kajira que se había ganado el puesto de la “manda mas”, y a la cual se debía de obedecer y llamar “ama” por ser la más vieja y experimentada de todas.

                A la señal de Conrrad los soldados a su cargo, me llevaron dentro de una pequeña jaula allí estaba yo sentada sobre mis caderas, con las manos atadas a mi espalda y amordazada, habían puesto sobre mi cabeza una capucha de esclava, aquella situación me asustaba muchísimo, me subieron a una especie de tarima enorme, se me ordeno salir de la jaula, como estaba cubierta me costó mucho salir de ella, una vez fuera se me obligo a poner de rodillas, supuse que estaba delante del amo Conrrad, puesto que todos vitoreaban y aplaudían, de  rodillas sentí como me jalaban la capucha y dejaban al descubierto mi rostros, el cabello se me alboroto, intente con un movimiento de cabeza echarlo atrás para poder verle directo a los ojos, las luces de los faroles y las antorchas lo hacían ver bastante misterioso, era otro hombre más rudo, mas fuerte, estaba vestido con una túnica roja, su torso estaba desnudo, su cabello era corto y estaba endemoniadamente atractivo, no sonreía. Al  lado de donde él estaba ardían unas brazas en donde habían varios hierros puestos en esas brazas, al lado de los hierros se encontraba un hombre con el torso también desnudo, que llevaba gruesos guantes de cuero, me colocaron cerca de él. Fue entonces cuando vi que no era la única muchacha que habían dos esclavas mas aparte de mi, estas eran dos chicas exactamente iguales, supuse que eran gemelas, estas estaban también desnudas atadas y amordazadas. Mi cuerpo no dejaba de temblar, estaba completamente desnuda, y hacia frio, o al menos eso creía, aun a pesar de estar cerca de las brazas temblaba. Vi como el amo ordeno al guardia traer a una de las gemelas esta era una chica en verdad hermosa, sus cabellos eran castaños claro, el resplandor de las luces los hacía parecer brillar, su rostro eran angelical, se levanto con ayuda de los guardias y la comenzaron a llevar hacia el potro de violación en donde fue subida y atada, vi como entre cuatro hombres le sujetaban fuertemente su muslo izquierdo, en ese momento vi al maestro del hierro acercarse con un enorme guante en sus manos y la vara de hierro candente con una letra en la punta, estaba en verdad caliente, al rojo vivo, vi a la muchacha moverse desesperadamente,  sus ojos casi se desorbitaban cuando este se acerco a su pierna, la muchacha comenzó a gritar que no la marcaran, cuando sintió el hierro caliente en su carne. Observe con horror aquella escena, sus gritos eran ensordecedor la chica lloraba a mares y no paraba de gritar. La multitud aplaudían y felicitaban a Conrrad. 

                La fiesta estaba en su apogeo,  la muchacha permanecía tirada en el suelo, unos guardias se apresuraron a  levantarla y llevarla otra vez dentro de su jaula, la cual fue sacada del escenario donde estaban ocurriendo los desagradables hechos. Con la otra gemela fue exactamente igual pero esta justo se desmayo cuando sintió el hierro candente pegarse a su pierna, el maestro del hierro ordeno a una de las kajiras, que estaban allí para asistir, que le echaran un balde de agua helada, la cual la hizo reaccionar, y entre gemidos y quejidos de dolor, tosió para expulsar el agua que había tragado. La liberaron del potro y cayó al suelo sin ninguna gracias, fue cuando  uno de los guardias ordeno venir al castigador y mando a que la azotaran diez veces por haberse desmayado.

                Cuando me llego mi turno, dos guardias me ayudaron a levantarme; a mi  collar me habían atado una cuerda de eslín y uno de los guardias a la señal del Maestro del Hierro  me arrastro hacia donde él estaba, y mientras me debatía en una lucha por no ir,  hasta el potro de violación me levantaron, y colocaron sobre este, al cual que me ataron.Conrrad Baxton quien me marco. Llore.
          Cerraron los maderos en torno a mis tobillos, mis muñecas y el cuello. Y entre varios hombres me agarraron el muslo izquierdo, yo al igual que las anteriores muchachas no dejaba de moverme, le rogaba que no lo hicieran, les suplicaba que temía al dolor, vi acercarse al amo, llevaba guantes gruesos y en su mano la vara de hierro; lo mire con mi rostro bañado en lagrimas y mi garganta seca de tanto gritar suplicar que no me hicieran daño, estaba ronca. En su mirada no encontré ningún tipo de emoción era como hacer algo habitual como si pasara las páginas de algún libro aburrido. Fue el mismo
                Fui marcado por el propio Conrrad, el fue quien apretó con el hierro mi pierna. Gemí y grite salvajemente, me retorcí incesantemente, cuando sentí el hierro escocer mi pierna, el olor carne quemada me invadió y nublo mis sentidos, enseguida me revolvió el estomago y vomite, el inmenso dolor me hiso girar el rostro y fue cuando mas allá en medio del centenar de hombres y mujeres, aun a través de mis lagrimas, pude ver a la esclava Dina reírse y aplaudir con gran deleite y emoción.
 
                 Me liberaron de los madero, caí al suelo retorciéndome del dolor. Sujetándome la pierna quemada. Puede percibir un silencio momentáneo, el cual fue roto  cuando escuche la voz de  mi amo hablar por primera vez en esa noche, y gritar, a la vez que alzaba los brazos:

-“Hay una nueva esclava en Ar.” -Llore amargamente. Hecha un ovillo en el suelo, por el dolor que sentía y más aun por que ahora era consciente de mi verdadera esclavitud. Escuche acercarse el tintineo de unas campanillas, campanillas de esclava, y fue cuando vi junto a mí, los pies desnudos de una mujer. En ese momento escuche el silbido del aire y el romper del látigo al caer en mi espalda, me estremecí. -¿Que no era suficiente el hecho de que me quemaran la piel  marcándome como a una animal? –Pensé.

  —Levántate. —dijo la voz de mujer. Alcé los ojos. Y me lleve la mayor de las sorpresas; era Dina, llevaba una hermosa túnica de seda amarilla, el cual dejaba ver su bien formado cuerpo en el que no había ya marcas de los latigazos que le habían aplicada en esa misma tarde,  sus cabellos estaban  recogidos por una cinta también de seda amarilla. Me miraba con el látigo en su mano listo para volver a dejarlo hacer si no la obedecía.

  Me levanté.

  —En pose de esclava. –volvió a ordenar.
  Obedecí, adoptando la hermosa pose.

  —Soy Dina —dijo. –La primera Muchacha. –Sabía lo que esto significada. Baje la cabeza y murmure.

  —Sí, ama. –me mostró ampliamente su sonrisa triunfante.

-“Amo.” –se dirigió al lugar donde se había ido a sentar Conrrad. Se arrodillo delante de el y pregunto:

-“Que nombre llevara la nueva esclava?” –dina se veía radiante envuelta en sus túnicas y con el látigo en mano,  apunto hacia mi; Asia alarde de su jerarquía.

                Conrrad se estaba divirtiendo con mi sufrimiento, lo odie con todas mis fuerzas, ya era bastante malo llevar un collar y con una inscripción que no sabía ni que decía ya que yo no sabía leer Goreano, sino que ahora me marcaba como a un animal y con esa horrible  letra K, marca de esclavitud.” -Conrrad se levanto de su sitio y se acercó a mí, se puso en cuclillas y me alzó la barbilla con una mano, mi rostro estaba húmedo de tantas lágrimas que aún brotaban sin parar.

–Cómo te llamas kajirita? –preguntó, con voz dulce, casi en un susurro, yo baje la mirada ruborizada, incapaz de verle a los ojos, realmente lo odiaba pero aquella manera de hablarme me derritió, como cuando estuve esa mañana en sus brazos y podía sentir los latidos de su corazón en la palma de mi mano. Ahora solo escuchaba mis propios latidos.

-“Ylram, si al amo le agrada.” 

-Ylram, -Repitió. Guardo silencio un instante, me acaricio la mejilla con el dorso de su mano, y se incorporo y desde allí respondió.

-Ylram. – repitió el nombre en voz alta.

-Es aceptable- comprendí entonces que ahora ese sería mi nombre un nombre que solo usaría una esclava.-

“La mitología Goreana tiene una historia que narra el origen de la esclavitud. Cuenta la leyenda que hubo una vez una gran guerra entre los hombres y mujeres de Gor. Las razones de esa guerra no se aclaran en los libros. Pero los hombres derrotaron a las mujeres y ganaron la guerra. Fue entonces cuando Los Reyes Sacerdotes temieron entonces que todas las mujeres fuesen asesinadas y no deseaban que esto ocurriera. Para protegerlas los Reyes Sacerdotes las hicieron hermosas, para que los hombres las encontraran atractivas. Sin embargo, esta belleza no se les otorgó sin un precio ya que decretaron también que las mujeres serían por siempre esclavas de los hombres.”



                                                                                           continuara...