Capitulo IX
Ahora,
eres libre…
...Sel-leen fue arrastrada hacia la
cabaña de Gannicus Leónidas, detrás
de ellos iba la bellísima rubia cuyo nombre era Dulce Miel, y es que los
hombres de Torvaldsland acostumbraban a poner los nombres de sus
esclavas según aquello a lo que se les asemejaban mas o fuera más destacado en ellas,
y el de la chica, era por el hermoso color de sus cabellos y su dulzura al
complacer.
Sel-leen quedo allí sentada sobre
una de sus caderas, su cabello le cubría entero el rostro, ocultándola para que
no pudieran ver sus lagrimas, la voz de Gannicus
retumbo en eco dentro de la cabaña casi vacía.
-¿Cómo
te llamas esclava?
–Sel-leen lo miro, sabía que no
debía pronunciar su verdadero nombre, e incluso no mencionar el nuevo dado por Zaltar, miro a la rubia quien permanecía
detrás del Tarnsman, volvió a bajar la mirada y respondió.
-¡Como
el amo desee llamarme! –
Gannicus volvió reír estruendosamente, ella apretó sus
pequeños puños en el suelo, y sin mirarlo se comenzó a poner de rodillas frete
a él, pero este le interrumpía y con voz seca le dijo.
-¡Aquí
no tienes que estar de rodillas! ¡Si tu Jarl no te lo ordena!. ¡Una hermosa
hembra debe estar siembre erguida! -Mientras decía esto
caminaba alrededor de ella, hasta posarse justo de tras de su bella dulce
miel, a la vez que metía una mano dentro de sus pieles y se
apoderaba de uno de sus redondeados pechos.
-¡…de pie demostrando lo hermoso que es un
animal y…que tiene! -dulce
miel gimió llena de excitación, sus labios se abrían invitándolo a ser besados,
el continuo.
-¡…lo
único que ella posee y que aun así no le pertenece!. –Cuando ya iba a besar
los labios de la hermosa rubia, quien se retorcía entre sus brazos, deseosa de
complacerle, el dejo de mover sus manos dentro de sus pieles y miro a sel-leen -¿Sabes
que es?, mi deliciosa bond! –Sel-leen lo miro con ojos bien abiertos.
-¡Su
hermoso cuerpo, ya sea vestido o completamente desnudo!- y diciendo esto con
una amplia sonrisa, de un tirón le arranco las pieles a dulce miel, dejándola
vestida únicamente con el collar de acero y la miro con descaro, mientras se paraba
frente a ella y ordenaba con un gesto que se pusiera de pie. No fue sino hasta
ahora que Sel-leen se percataba de que ella estaba completamente desnuda, que
su amo la había atado y amordazado pero no la había vestido, y que cuando huyo
del recinto de esclavas evitando que la barbará la atrapara no se había tomado
la molestia de tan siquiera buscar con que vestirse antes, y es que en Ar
algunas noches son tan cálidas que provocan la sensación de andar vestida aun
si se estaba desnuda. No fue sino hasta ese entonces, cuando el frio de la
villa le dio la bienvenida, y aun así, no se dio cuenta, hasta ahora, que eran
los nervios, o la costumbre de que su amo la dejara más tiempo desnuda que
vestida!, se horrorizo al darse cuenta.
Desde su poderosa altura sel-leen se
veía intimidada ente aquel hombre quien se comenzó a quitar la túnica que le
cubría la cabeza y daba vueltas alrededor de su rostro y que dejaba ver únicamente sus oscuros ojos.
Al descubrir su cara, esta quedo
sorprendida, no podía creer quien era, de hecho jamás supondría que aquel rudo
Tarnsman fuera el hombre que le enseño a usar la daga y a perfeccionar el uso
de su arco y las flecas de caza. Ella le reconocía pero él! ¿Se daría cuenta de
quién era ella?, sin dudas que no!, él la había conocido como el joven hijo de un viejo medico en el pueblo de
Turia, el cual, al morir su joven esposa al dar a luz a su única hija, se había
alejado de la ciudad para protegerla de el destino que seguro le esperaría a
cualquier mujer libre que haya quedado sola y desamparada. Pero aun así el
viejo Aarago, no se había perdido del
contacto con los habitantes de ciudad ni con ninguno que anduviese de paso, que
tanto hombres como mujeres que necesitasen de sus servicios como médico y
curandero él les pudiese prestar.
Sel-leen no recordaba su nombre o
tal vez si... Quizás el lo menciono en alguna oportunidad pero ella no lo
recordaba, se quedo de pie frente a él con las muñecas atadas al frente y con
la cabeza gacha guardo silencio mientras intentaba recordar como era su nombre.
Como si le leyera la mente el camino retumbando el sonido de sus botas en el
suelo de madera de la pequeña cabaña.
-Soy
Gannicus Leónidas, Capitán de las tropas de Tarnsmanes provenientes de la
ciudad de Thentis, aliado a las tropas de Ivar Forkbeard, guerreo por
naturaleza y cazador de las más bellas hembras de todo Gor. –Poso su
mirada en la bellísima rubia ahora desnuda quien se contoneaba delante de él y
descaradamente pegaba su cuerpo al de su Jarl invitándolo a que la tomara y la
usara allí mismo, se giro y se dirigió hacia sel-leen. y tocando con su mano el
mentón de la joven la levanto para ver su collar, en el se podía leer a quien
pertenecía.
-Y
Ahora… tu me perteneces!
-la joven comenzó a llorar.
-Mi
pequeña dulce miel. –la llamo sin dejar de mirar a sel-leen
-Ve
a casa del herrero y diles que hay una nueva bond a la cual deseo poner cuanto antes mi collar. -La rubia con una
amplia sonrisa salió corriendo en dirección a la puerta y justo antes de
abrirla y salir él le grito.
-Pero
antes vístete, no querrás morir de frio
allá afuera. – ella le sonrió se regreso cogió su vestido de lana que
estaba tirado en el suelo y se cubrió los pechos con él y salió corriendo por
la puerta.-
Cuando se quedaron solos, Leónidas la miro y le ordeno que se
pusiera de rodillas, ella obedeció, su cuerpo comenzaba a temblar a causa del
frio de las tierras de Torvaldsland, el
lo noto y enseguida cubrió su cuerpo con unas pieles que tomo de unos estantes
que habían allí en la pequeña cabaña, se acomodo frente a una pequeña chimenea
la cual estaba cargada de trozos de madera cortados y apilados justo para ser
encendidos en cualquier momento, el cogió un poco de paja que había en un
contenedor lleno de mas trozos de madera y paja en abundancia allí con el
chocar de unas piedras encendió la hoguera para calentar la cabaña.
Se levanto y le ordeno a sel-leen
que se acercara a ella para que estuviera más a gusto.
-Conozco
al que fuera tu amo!
– Sel-leen lo miro sorprendida y justo cuando intento abrir la boca para
pronuncia palabra se arrepintió a tiempo, Leónidas se dio cuenta de ello y se
hecho a reír.
-
Es raro que tuviera una esclava, es un mercader acostumbrado a viajar y a no
permanecer por mucho tiempo en un lugar especifico. El es errante casi un
proscrito, diría yo!-rio fuerte.
–jajaja! ¡y estaría dispuesto a apostar a que
jamás necesito capturar o comprar a una hermosa hembra, mucho menos que fuera
de su propiedad!. -La
miro con detenimiento, haciéndola estremecer de la cabeza a los pies jamás
ningún hombre hasta ahora, ni siquiera su amo Zaltar la había mirado de esa
manera tan descarada y lasciva.
-¡Tú
sin duda debes ser muy especial para él! –le dijo mientras se sentaba a un lado de ella con las piernas
cruzadas y con una vara de hierro con la cual comenzó a mover los maderos y
avivar mas el fuego.
-¡Amo…!- intento decir
sel-leen.
-No,
ya no dirás mas amo, o señor entiendes? Ahora soy tu Jarl y así debes llamarme
y a todos los libres.-le
dijo con voz seria.
-Si,
Jarl!- bajo la mirada humillada ante él.
-Mucho
mejor! -Se
sonrió, mientras giro la cabeza para verla unos instantes.
-Mi
Jarl, puedo hablar?- dijo
con timidez.
-¡Si!
…Pero antes debes decirme tu verdadero nombre, el que usabas antes de que te
capturaran!
Sel-leen lo miro sorprendida, el se
había dado cuenta de que ella no siempre fue una esclava, acaso si se acordaba
de ella? No era posible! En ese entonces ella era para él un chico.
-Sel-leen,
si al amo le complace! –dijo la joven tímidamente, sin atreverse a
mirarlo a los ojos.
-Mírame
cuando me hables esclava! Le dijo en tono duro mientras le miraba el
directo a los ojos. Sel-leen lentamente levanto la vista y pudo volver a ver
aquellos ojos negros incapaces de
demostrar que o cuáles eran sus intenciones para su próximo movimiento.
-Si mi
Jarl!- le dijo mirándole y sosteniendo su mirada… Leónidas siguió
avivando el fuego un poco más y se levanto, en ese preciso momento la joven
dulce miel entraba en la cabaña se acerco a su amo, no sin antes echarle una
mirada desdeñosa y llena de celos, bien disimulados para su amo pero no para
sel-leen, quien no bajo la mirada ante una esclava como esa. Sabían bien que
ella sería capaz de luchar con uñas y dientes por su Jarl pero sel-leen no se
dejaría ganar en una batalla.
Leónidas la recibió con entusiasmo,
y acaricio en cuanto estuvo entre sus brazos,
el redondeado naciente del muslo derecho
de su esclava mientras esta le daba la información que antes él le hubiera
mandado a buscar, sel-leen no pudo oír nada, hablaban muy quedo y el crepitar
de la fogata no ayudaba. Solo pudo ver como Leónidas la volvía a mirar con
aquellos ojos y esa mirada cargada de deseo y lujuria que la estremeció de pies
a cabeza, y todo su cuerpo tembló a pesar del calor de la hoguera.-
Ella desvió la mirada al verlo a él
sonreír descaradamente y de lado, enseguida escucho sus pasos y sintió como él
la alzaba del brazo justo debajo del codo izquierdo, para ponerla en pie, al
hacerlo ella no tuvo manera de agarrar las pieles que la cubrían, estaba aun
atada de manos.
-¡Vamos
pequeño bond, te quitaremos ese collar, se pronto vendrán por ti..! –Sel-leen al escuchar esto se
altero sobre manera, ella bien sabia que los hombres como Gannicus Leónidas no
son de fiar de hecho jamás habían sido justos ni correctos en nada.
Le ato con una cadena a la anilla
que ella llevaba en su collar, y tiro fuerte de esta y ella fue conducida casi
a rastras atreves de la pequeña cabaña, se dirijan hacia la puerta, allí estaba ella,
el frio viento la recibió al salir y enseguida sus delicados pezones se
pusieron erectos y su piel se erizo, Leónidas se percato de ello y rio por lo
bajo, y no dando importancia de ello la condujo por un camino empedrado hasta
llegar a la cabaña del herrero no lesjo de la suya.
Entraron, el delante y ella a unos
pasos más atrás, la condujo hasta llegar a la parte posterior, allí se
detuvieron frente a una mullida y vieja puerta de madera, Leónidas la empujo y
entraron, y una vez dentro la obligo a ponerse de rodillas frente al pequeño
hombre barbudo que vestía pantalones de piel y chaleco de cuero. El lugar tenía
un olor peculiar a madera, y hierro así como también a carbones. Había una gran fogata hecha en
una especie de cfhimene la cual le daba un calor agradable al lugar.
El era un hombre robusto, de baja
estatura, por el color de su barba sabía que era un hombre mayor pero sus duros
brazos acostumbrados a moldear el hierro le decían que no era más mayor a su
anciano padre, de hecho algo en el hombre le recordó a él.-
-¡Pon
tu cabeza sobre el yunque bestia! –esta obedeció de mala manera o más bien
obligada por las rudas manos de Leónidas quien tiro de la cadena pasándola por el otro extremo del yunque y con la otra
pego su rostro al frio hierro.
-
¡Y no te muevas o podre romperte el cráneo en vez de romper el collar que
llevas al cuello!.
Sel-leen tembló de miedo al ver al
hombre ahora con mayor claridad, el hombre era casi un cadáver pensó, era un
anciano bastante entrado en años, además tenía un parcho marrón y agrietado que
le cubría el ojo derecho, dejando ver a cada lado de él un larga cicatriz. -“¡Demonios
le faltaba un ojo!” –pensó
para sí.
Coloco su rostro sobre el frio
metal, y cerro fuerte los ojos mientras
rogaba a los reyes sacerdotes guiaran al pobre anciano para que diera en el
blanco.
El silencio se rompió con la risa estruendosa
de Leónidas al ver le pálido rostro de la joven, y fue en ese momento que el
viejo dejo caer el pesado martillo y de un golpe seco y metálico, dejando rota la
clavija que unían ambos extremos del collar, liberando al fin el cuello de la
joven, pero ¿Por cuánto tiempo?
Sel-leen se incorporo y toco su
cuello con sus manos aun temblorosas, se sentía bien estar libre. Miro al
anciano quien no reparo en tan siquiera verla que aun estaba desnuda, se
disponía a recoger los pedazos del collar y dárselos a Leónidas, este las miro detenidamente
y luego las guardo en su bolso de piel,
se demoro unos minutos mientras revolvía dentro en busca de algo, Sel-leen no
quito los ojos del bolso ni perdió detalle de los movimientos de Leónidas, de
seguro buscaría ahora su collar para colocárselo. Ya los había visto eran
gruesos y de hierro negro, lo vio puesto en la esclava de el; enseguida Leónidas saco un saquito, desato la
tira que lo permanecía cerrado y de el saco unas pequeña bolita de colores
varios, eran golosina, metió una dentro de su boca y se acerco a la joven y le
ordeno abrir la boca esta accedió rápidamente y él le dio la rica golosina,
ella le sonrió con timidez abrió sus labios y el metió hasta su dedo pulgar
dentro para sacarlos y rosar suavemente sus labios.-
Leónidas se paro detrás de ella y
acaricio sus hermoso cabellos, con una mano aparto de su hombre el cabello que
le caía de ese lado y dejo al
descubierto la piel de su cuello, hermoso, libre del frio metal, pero con la
marca de que una vez allí hubo uno. Macar que sería borrada con el tiempo. Suavemente se acerco, aspiro su
aroma y se deleito con el, lentamente la rodeo y desde atrás se inclino y le
beso suavemente la piel sobre su hombro derecho, sus labios lentamente fueron recorriendo
el dulce camino hasta llega hasta la base de su cuello, desde allí termino la caricia con un recorrido de
sus dedos, en una línea que llego hasta el naciente de sus deliciosos pechos
juntos formando una imaginaria “V”. Sel-leen tembló y se estremeció al sentir aquellas
caricia, tan intima, tan excitante; que lo deseo en ese mismo momento, ¡pero!, ¿qué pasaba con ellas? ¿Qué no tenía
ya un amo? ¿Qué no amaba ya a su anterior captor? – tuvo miedo de tan
siquiera moverse, y complacida acepto temblando sus caricias. Caricias que
produjeron en ella un extraño calor en
su interior un calor que no había sentido antes, y fue en aquel momento que
deseo no le hubiesen quitado su collar. Leónidas se dio cuenta de cómo
reaccionaba su bello cuerpo ante sus demandas y ríos resoplando entre sus dientes,
se paro frente a ella y la beso en los labios, su beso no fue del todo suave,
había presión, exigencia y urgencia, pero no duro mucho, al separase ella tenia
los ojos cerrados y la cabeza hachada hacia atrás, sus mejillas encendidas, el se aparto de ella, y le susurro en los
labios.
-Te
llamaras Arij, eso le place a tu amo! Ahora quédate quieta.-
Muchos fueros los días en que la
joven fue entrenada para arrear verr y recoger su estiércol, para luego esparcirlo
en los cultivos. Era irónico, que su anterior amo le hubiera dado ese nombre a
modo de mala broma y ahora se odiaría si la viera allí llena de estiércol desde
los pies hasta la cintura. Se burlaría de ella por siempre.
Leónidas no volvió a colocar ningún
collar en su cuello, incluso no la ataba a la perrera donde solían dormir, y si
se ponía muy reacia a entrar lo mas que hacía era encerrarla bajo llave, pero
dentro de la cabaña, por lo demás, las dejaba dormir en la cocina, o en sus
aposentos a sus pies, ella y dulce miel no era que se hubieran vuelto amigas
pero si procuraba seguirle en todo para así aprender todo cuanto esta le
enseñase, se repartían el trabajo a la mitad y si en algún momento sel-leen no
quería seguir con sus deberes y obligaciones, esta la azotaba duramente pero no se lo decía
a Leónidas
Dulce miel no reparaba en
demostrarle a sel-leen sus celos por no usar collar pero lo que más le
disgustaba es que ella comiera de la mano de su amo, así que un día le obsequio
un hermoso cuenco hecho en madera que ella misma había labrado, sel-leen se
sintió encantada por el gesto y le agradeció. Dulce miel no quería hacerle daño
solo deseaba alejarla del amor de su amo y sobre todo de sus pieles, ya que en
varias ocasiones los pillaba en extrañas miradas de ella hacia su Jarl y las
reacciones de la joven ante el libre.-
-Debes
pedirle a mi Jarl que te deje comer del cuenco! –sel-leen ahora llamada
Arij, la miro y luego al cuenco que tenía en sus manos.
-¿Y
si se enoja?, ¡por mi atrevimiento! -Le dijo con cautela la joven
-¡Dile
que es un obsequio mío y que quieres complacerme! -Sel-leen no entendía la intención
pero asintió a fin que quedara por sentado que se lo pediría. Dulce miel sonrió
ampliamente y Salió tarareando una alegre melodía.
Esa misma noche cuando se disponían
a servir la cena ambas kajiras se encontraba delante de el Jarl, ambas vestían
pieles y estaban contemplando devorar con avidez sus alimentos y mientras dulce
miel le servía la comida en la boca, Arij le llenaba el cuenco de vino cada vez
que este la miraba y le hacia una señal con el dedo en el cuenco.
-¡Mi
Jarl!
–se apresuro a decir dulce miel mientras acariciaba el pecho de Leónidas, este
no dejaba de mirar con deseo a sel-leen.
-¡Dime!
-Arij
tiene algo que pedirte, pero tiene miedo de ti! -Y con sus manos lo
hiso mirarla y le planto un beso lleno de pasión y excitación.-
Sel-leen
se ruborizo y bajo la mirada.-
.¡Haber,
muchacha!- mordió
un trozo de pan -¿Dime que tienes que decirme? –le exigió Leónidas, mientras
apartaba a dulce miel de su lado.
Sel-leen
tembló ante la posibilidad de hacerlo enojar, miro el rostro complacido de
dulce miel y esta le guiño un ojo, animándola a hacerlo.
¡Q-Que-Quiero
usar un cuenco que me obsequio dulce miel… para alimentarme!- pero no obtuvo
respuesta, ya que un fuerte y desconocido ruido los saco de concentración por
un momento.-
Enseguida se escucho un segundo pero
más estruendoso estallido fuera de donde ellos se encontraban. Sel-leen y dulce
miel se sobresaltaron pero Leónidas permaneció
tan natural que sel-leen juraría que quizás fue producto de su imaginación.-
Otro ruido aun más cercano volvió a
romper el silencio, esta vez retumbo en todo el lugar, incluso las paredes de
madera y los metales colgados en estas se movieron en crujidos y tintineo
metálico. Sel-leen asustada se movió inquieta en su lugar miro a uno y luego al
otro; Leónidas la miro esta vez si había preocupación en su rostro y para
tranquilizarla le ordeno que se pusieran de rodillas.
-¡Arij,
Dulce miel, Nadu!. ¡Y no te muevas de aquí hasta que yo regrese o envié por ti... –le dijo señalando a
dulce miel quien estaba inquieta.
- Entendido?- sel-leen asintió, dulce miel solo lo miro desafiante.
Leónidas salió fuera del lugar,
sel-leen lo miro, y no paso mucho tiempo cuando dulce miel se levanto y corrió
hacia la puerta tras el, sel-leen intento detenerla pero ella la empujo y le
ordeno no salir de allí. Sel leen quedo sentada en el suelo y sola, se percato
de que no volvió a escuchar mas ruido, ella, se quedo intrigada así que se puso
de pie lentamente mientras observaba la puerta por donde habían salido su amo y
su esclava, corrió hacia la primera ventana que vislumbro. Desde allí pudo ver
el lado por donde ella había llegado hacia meses y solo veía la cabaña del
viejo herrero mas al sur, su desilusión fue evidente al no ver nada y resoplo
furiosa, a la vez que golpeaba el vano de la ventana con su pequeño puño. Giro
su cabeza hacia ambos lados de la cabaña y pudo ver un lugar de donde salía luz
pero este estaba cubierto un montón de cajas de madera y sobre estas pieles de eslín
y panteras. Corrió hacia ese lugar e intento descubrir la pequeña ventana que
se ocultaba detrás de todo aquello, logro bajar varias de esas cajas que
cayeron esparciendo las pieles al suelo y si mayo importancia pudo ver entonces lo que tanto había buscado,
allí se encontraban los muelles y cerca de ellos hombres y mujeres, tanto
libres como esclavos al parecer corrían desesperado el humo era evidente en
varias zonas del muelle, mas al norte vislumbro humo salir de las montañas y
descender de ellas una enorme fila de hombres y en los aires tarnsmanes, todos
los esclavos al compas del látigo ayudaba a bajar lo que parecía un nuevo botín
recién obtenido después del ataque a las
tierras de la Gloriosa Ar.
Ahora sería un problema salir de
allí, pero esta era su oportunidad después de tanto tiempo de intentar una vez más
escapar de este lugar. Miro al suelo, su pie derecho pisaba las suaves pieles
de pantera desparramadas sobre el piso de madera, se agacho y la cogió,
¡Fantástico! Exclamo, eran pantalones y ropa para libres, cogió otras y resultaron ser unas sencillas
túnicas, nada que no pudiera usar pero sin duda pasaría por un campesino del
lugar.
Sel-leen rápidamente se comenzó a
vestir pero antes tomo la previsión de colocar otro par debajo para que así su
cuerpo quedara bien oculto de las sensuales formas femeninas que ella sin duda tenía.
Rebusco un poco mas y encontró un par de botas de piel de bosk, se las coloco
y al incorporarse se dio cuenta que su
cabello la delataría, su mirada se poso en el cuchillo que había dejado su amo
sobre la mesa baja donde estaba comiendo y cortaba los trozos de carne asada; el filo del metal brillo cuando esta lo alzo y
lo coloco justo debajo de un gran mechón de cabello y cuando casi estuvo a punto
de cortarlo miro una especie de capucha como la que ella usaba cuando vivía con
su padre, salir de una caja en el suelo.-
Unto su rostro con hollín de un caldero. Ensucio
también sus manos y la ropa que llevaba, no debían parecer nuevas.
Con cautela se asomo y para su
sorpresa no había nadie cerca, no presto atención a ciertos detalles que al
parecer eran tan obvios, pero no sería verdad, un Goreano jamás dejaría que su
presa se escapara así tan sencilla, así que quizás algo estaría por suceder. Se
aventuro una vez más, esta vez intentaría escapar solo que ahora debía de ir
por mar ya que por tierra sería un acto suicida , y en vista de que ella llego
allí en Tarn, eso sin duda ni pensarlo ya
que el animal la devoraría no tanto la viera intentar montarlo, además no
sabría como manejarlo.-
Sel-leen pudo mezclarse entre la
multitud, la gente por lo general ignoraba su presencia cuando vestía de chico
hace un tiempo atrás, ahora quizás correría con la misma suerte en vista que
todos estaban atentos a la llegada de los valientes piratas que habían
encontrado saquear nuevamente alguna pobre ciudad de Gor y que ahora regresaban
victoriosos con sus grandes tesoros y cadenas de esclavos.
Un hombre muy alto la tropezó y la
empujo de un solo golpe para apartarla de su camino, ello intento no emitir
sonido para no dejar sospechas. Se alejo y en su camino, pero si le había
parecido rara su presencia en ese lugar y por qué no corría como los demás; al llegar al muelle y mirar mas de cerca que
era lo que traían los soldados de Ivar se sorprendió al ver varios rostros
familiares, como fue encabezando la línea de esclavas a la bellísima tersite
esclava de alto y rubio Turnock, tersite
se le veía muy triste detrás de ella iban varias de las kajiras de su amo Zaltar,
al parecer habían dado con el recinto en donde estaba ellas ocultas. También
logro ver a la pequeña Itzá, quien la ayudara la noche en fue marcada, como un
acto reflejo, se puso la mano sobre su marca en el muslo izquierdo. Sel-leen no
lo podía creer, no era posible que otra vez hubieran atacado a la ciudad de Ar.
Ahora ella no podía irse y dejarlas allí, tenía que hacer algo. Miro más allá y
pudo ver a su actual captor, Leónidas, se reunía con varios hombres incluyendo a Ivar
Forkbeard.
El ruido de un látigo llamo su
atención, el grito de hombres enardecidos por las emoción a su victoria la
hicieron mirar en esa dirección y
descubrió decepcionada y horrorizada que había capturado a muchos libres
quienes ahora estaban encadenados del tobillo izquierdo en una línea de varios
hombres, atados de manos y con collares, muchos de ellos estaban mal heridos y ensangrentados, otros cojeaban y
al caer eran cruelmente azotados para obligarlos a levantarse.
Sel-leen ahogo un grito de horror a ver que
dos enormes hombres llevaban ahora a dos hombres casi desnudos y atados fuertemente
con collares de doblen anilla, entre ellos uno era su amo Zaltar quien era arrastrado al
resistirse y por ello lo golpeaban
implacablemente. Sel-leen intento
abrirse paso entre la multitud y seguir
a los guardias a ver hacia donde era llevado su amo, para su alivio lo
llevaban a los calabozos. A los cuales, si tenía cuidado podría ir sin ser
vista.- Y así lo haría, ella había guardado bajo sus ropas el cuchillos que había
en cabaña y junto a esto también varios objetos que sin duda le serviría para
abrir las cerraduras, en eso ella tenía mucha practica y destreza.-
Sel- leen se movió rápido ya que sin
duda su nuevo amo regresaría por ella y al descubrir que había huido, y la buscaría
con eslines de caza. Se ocultaría en el
espeso bosque, y allí esperaría a que oscureciera y entonces así actuaria para intentar rescatar a los hombres
y mujeres de Ar.
En su andar, Sel-leen había
escuchado, por el pueblo que esa noche se marcarían a los recientes esclavos
capturados y que en celebración de la gran victoria obtenida se daría una gran
fiesta. La joven tuvo una idea
brillante.-
Corrió al bosque rumbo a su cabaña y
en el camino escucho un ruido casi como
un grito corrió hacia allí y enseguida de los arbustos salió la figura de una
esbelta mujer, eres una kajira, alta y de tés canela, sus cabellos eran negros,
Salió asustada y se postro a los pies de sel-leen intentando humillarse para que así le perdonasen la
vida. Sel-leen la reconoció era la esclava que la había llevado al reciento a
donde la envió Zaltar para que la cuidasen. Enseguida se agacho y le hiso señas
de que guardara silencio, ella también había escuchado ruidos, la cogió del
brazo la hiso seguirla y juntas se ocultaron tras algunos matorrales ella se
quito la capucha y la kajira ylra la
reconoció enseguida.-
Sel-leen miro enseguida hacia donde
provenía el ruido y se alivio al ver que solo eran unas kajiras cargando agua y
leños, y llevándolos hacia donde estaban armando la gran celebración.
Al
pasar uno minutos sel-leen se giro hacia ylra y le pregunto.
-¿Cómo
has llegado hasta aquí?
-
¡Mi…! –dudo
unos segundos. -¡Tu amo, antes de ser capturado me envió a mezclarme entre las bond,
para buscarte e intentar ubicar tu paradero y así rescatarte! -Miro sus
manos y comenzó a sollozar.
¡Fue mi culpa que te atraparan, lo
siento, lo siento!- rompió en
llantos.
-¡No,
no… tranquila. –intento calmarla para que no hiciera tanto
alboroto, mientras miraba a su alrededor
en busca de posibles hombres de Torvaldsland
-No
fue tu culpa, yo lo decidí así , el escapar!. –le dijo para calmarla mientras volvía a mirar
hacia donde estaban los hombres de Torvaldsland encendiendo y preparando las hogueras y y en ellas calentar los hierros para marcar a los recién
capturados esclavos, todos hombres libres de Ar.
-¡Ahora
debemos pensar como haremos para rescatarlos a todos y pronto!, ¡debemos hacer
algo!, ¿Me entiende kajira? -Le dijo sel-leen mientras la sostenía de los
hombros.
-¡Ylra,
ese es mi nombre! -Le dijo con voz arrogante y baja y miro en la misma dirección.
-
Hay mas hombres
de Ar en espera de la señal para atacar, hay miles se donde están y como avisar
a cómo y cuándo atacar. Sel-leen se alegro al oír aquello, ¡entonces
contaban con una buena estrategia!, solo
debía tener una cuartada para así caerles por sorpresa.
-¿Y
qué tienes planeado para rescatarlos? –pregunto la joven esclava, Sel-leen la miro y sonrió de una manera
picara.
-¿Sabes
bailar, ylra?- ylra la miro
y con una amplia sonrisa enseguida supo cual sería el plan.
Sel-leen le había dicho a ylra que partiera
a toda prisa y avisara de los planes y que esperaran la señal, ylra presto
total atención a todo como le explico sel-leen y partió enseguida en la
dirección a donde se encontraban los del bando contrario. Tenía que darse prisa
ya que ella debía de estar allí cuanto antes y a su regreso y aguarda a
sel-leen, oculta y sin hacer ningún
ruido ya que ella se encargaría de todo
lo demás, pasaron unas horas, a lo que sel-leen sin ser vista logro encontrar
sedas y maquillaje así como un frasco de perfume, todo gracias a su disfraz de
hombre libre, logrando hacer que una joven esclava accediera a sus órdenes, por
suerte no tuvo ningún problema, salvo que estuvo a punto de ser descubierta
cuando se topo con la joven dulce miel, quien descaradamente
intento coquetearle, pero esta ágilmente logro ponerla en su sitio y se aparto
de ella rápidamente.
Sel-leen había regresado al bosque
le hiso una señal a ylra y la condujo por el pueblo completamente desnuda y
atada como si de una esclava capturada se tratara, entro en una cabaña y allí
comenzaron a prepararse, mientras sel-
leen la ayudaba a vestirse con una
bonita felpa con cientos de perlitas de plata que caían en pequeñitos
cascabeles que colgarían sobre sus
grandes y claros ojos, colocándolo sobre su frente. Ylra se había dado un
rápido baño helado, y con los cosméticos se había dibujado una rosa en su vientre, que partía,
justo su tallo desde la línea donde
comenzaba su valle ensortijado el cual estaba cubierto por una delicada prenda
y culminando en una Flor a punto de
abrirse cerca de su centro…su torso estaría completamente desnudo; Tomo luego un bonito collar, para sus redondeadas
caderas, de fina plata, así como unas tobilleras con cascabelitos. Adorna
también su antebrazo derecho con una pulsera de plateado metal que sin duda refulgirá
bajo las tres lunas en la noche Goreana... Sel-leen se arrodilla junto a ella y
le fue ayudando y prendiendo a la cadena de sus caderas, uno a uno los pañuelos de delicada seda
blanca, y en ese momento cuando ylra esta ocupada atando sus pañuelos sel-leen ve el cuello de la esclava y reconoce el tipo de
collar y comienza a leer la inscripción en el: “Pertenezco a Zaltar, favor
devolverme a el”.
Sel-leen sintió algo extraño, se
llevo sus dedos a su propio cuello y decepcionada recordó que ella no tenía el suyo, pero no se atrevió a decir nada, a decir
verdad se sentía aliviada de ello, y es que ella ahora era libre.
Continuo ayudando a ylra a
prepararse, le coloco Seis de los delicados pañuelos en el collar que ceñía su
cadera de esclava. El séptimo se lo entrego para que lo mantuviera en su mano… sel-leen
salió diciéndole que aguardara en silencio y que si algún libre la encontraba
le dijese que “ella era el obsequio de
los libre en honor a su actual victoria” y al cabo de un buen rato, ya ylra estaba con los nervios hechos
trizas y con cada nuevo ruido del lugar. Su preocupación aumentaba, afuera de
la cabaña se podían oír los pasos de los libres que se dirigían a la gran
celebración ya estaba oscuro, no fue hasta que por fin reconoció el silbido de
sel-leen que se relajo y salió de su escondite, muerta de frio y hambrienta.
Sel-leen dedujo que sin duda tendría hambre, y en su salida había ido
también por alimentos y a terminar de cuajar su estrategia para liberar a los
prisioneras, encontró un poco de pan y
carne seca que trajo consigo, así como un poco de agua. Se le dio a ylra
mientras le explicaba lo que debía de hacer y lo que ella había logrado para
que el baile estuviera listo y el libre lograra presentarla como la mayor
atracción de la noche.
Ylra devoro todo con avidez y
enseguida se dispuso a prepararse para su presentación, ella sería sin duda el
obsequio de recompensa para los libres por tan glorioso botín, y así, mientras ella los distraía, sel-leen en su plan elaborado, intentaría dopar a la mayor cantidad de libres
que le permitiera el tiempo, y así
liberar a los guerreros y esclavos de Ar a fin de armarlos y salir a luchar por
su propia libertad.
Afuera las esperaba un hombre de
aspecto gracioso, encorvado a quien sel-leen le dio la cuerda que llevaba atada
a ylra. Antes de verla partir sel-leen
cogió una seda roja y la entorcho entorno al collar de ylra para que nadie
pudiera verlo y así no sospecharan nada. Se miraron y ambas se desearon
suerte.-
La gran celebración se llevaría en
el centro de la ciudad, la fiesta estaba en pleno apogeo; una enorme fogata iluminaba el lugar, y las kajiras todas, prestas a servir el vino y
las viandas llenas de abundante comida para el festejo; ataviadas con
campanillas, y vestidas con cortas y
traslucidas sedas estaban todas ellas, incluso las kajiras recién capturadas de Ar.
Entre
ellas se encontraban las esclavas,
tersite, dina y la misma melina, sel-leen las observaba, encontraría la
ocasión y el momento preciso para interceptarlas y así pedir se le uniesen en su estrategia y
plan de escape; si en verdad deseaban
salir de allí, y era obvio ya que aquellos hombres la trataban muy mal, sin
duda no dudarían de unir fuerzas para
zafarse de ese lugar, además si ellas creían que ella, sel-leen era un libre de
Ar, debería de obedecerle porque si..
Tuvo suerte de toparse con melina y
rápidamente le conto su plan esta estuvo presta ayudar y enseguida se puso
manos a la obra.
Sel-leen ya más tranquila y dejando
todo listo se sentó a presenciar el acto y así pasar desapercibida, le hiso
seña a una kajira quien le sirvió un tarro lleno de cerveza.
Ahora solo sería cuestión de tiempo,
Esperaría paciente el momento para así liberar a los hombres y Guerreros de Ar.
Todos los demás estaban sobre aviso.
Para la gran celebración habían
mandado a trae a Conrrad Baxton, quien había sido capturado en el primer
ataque, al capitán Riojano Kapplen Y Zaltar, Mercader de Ar ahora un guerrero
mas, para que presenciaran la gloriosa buena ventura de sus captores. Y
mostrados al pueblo de Torvaldsland como el mayor premio obtenido.-
Estos eran llevados a rastras y obligados
a ponerse de rodillas, delante de los libres; vestían únicamente túnicas de esclavos y con
sus torsos al desnudos, permanecieron de rodillas, atados de manos a las
espaldas y bien custodiados por hombres fuertes de Torvaldsland. Sel-leen pudo
verles de cerca, pero no intento acercarse mucho a fin de no despertar sospechas.-
De repente se anuncio el gran
momento que tanto ella había esperado; sel-leen había enviado a dar como regalo
a los capitanes Ivar y a Leónidas, el
mayor obsequio de la noche.
-” Traída desde las más lejanas
tierras con la belleza y la rareza, de lo
mejor de dos mundos “la barbará”; la más bella, la más sensual de las bestias”, así fue el anuncio
espectacular, anuncio del hombre de
aspecto encorvado y chistoso, quien hiso una señal a los músicos para que dieran
comienzo a la música y así deleitar a los libres.
No dijeron nombres, ni a quien pertenecía, pero
el sonar de los tambores hizo que todos los hombres dirigieran las miradas al
centro de la pista de baile.-
Zaltar alzo la vista y para su peor sorpresa,
reconoció a la joven espléndidamente
vestida, la morena que se encontraba a medio del circulo de baile arrodillar, era
la esclava de Ar, su rostro palideció al ver la que la habían capturado, pero ¿Por qué
estaba allí?, ¿Quien la había capturado y
llevado allí? ¿ y cómo sabían que ella podía
bailar? ¿Sería acaso que solo la había imaginado que solo era alguien muy
parecida? ¿o seria un plan de escape? ¿Pero quién?¿cómo?, sacudió su cabeza
al golpearse de tantas interrogantes sin respuestas, al menos no lógicas. Sabía que no todos había sido capturados
cuando decidieron atacar a los hombres de Ivar Forkbeard por sorpresa, si no que
una buena cantidad de sus hombres se habían quedado en los acantilados a la
espera de nuevas órdenes. ¿Y entonces?, ¿quizás
habían regresado para liberarlos? Enseguida miro a Conrrad, este permanecía inerte mirando a la glamorosa
esclava quien los miraba también fugazmente, el estaba con su ojos casi
desorbitados y su rostro desencajado, su expresión era serio pero igualmente
pálido, su mandíbulas se tensaban por el esfuerzo que hacía para contener su
rabia, intento zafarse con todas sus
fuerzas, pero cuando sintió un fuerte golpe en el costado, el dolo lo hiso caer
de pecho al suelo sin aliento.-
-¿Quieto
esclavo, jamás serás digno de una belleza así?- le grito riendo uno de los guardias que lo
mantenían sujeto de las anillas a cada lado de su collar y el cual lo había
golpeado.
Zaltar gruño, pero no intento nada,
aguardaría, no podía ser tanta casualidad, miro una vez más a la kajira para comprobar que fuera cierto lo
que sus ojos veían y no un espejismo a causa de sus golpes y de sus heridas
sangrantes y sin atención.
Ylra había evitado seguir mirándoles
así que se dispuso a concentrarse y preparada
ya para dar Comienzo a su espectacular baile, ella lucia radiantes Sus cabellos
negros como las noches sin lunas, le caían
en cascada por su esbelta y desnuda espalda,
Camino despacio y contoneándose, hasta la hoguera, encadenada la llevaba un
libre, el mismo que la anunciara, la cruzan delante de los esclavos retenidos y
ella los ignora con aparente indiferencia, el libre quien encorvado se cubría
el rostro con una túnica que le rodeaba la cabeza la llevo frente a los libre y
allí le ordeno humillarse ante ellos.
Todo estaba ya arreglado, las
kajiras estaban atentas a las señales de sel-leen. Esta se mezclo entre la
multitud e incluso recibió de manos de una kajira otra bebida que resulto ser agua.-
La noche apenas comenzaba y se
comenzaba a oír el ritmo de suaves
timbales, y el calor de la fresca brisa no tardo en hacerse sentir; ylra busco
con la mirada baja, las pieles de los Libres Goreanos de Torvaldsland y colocándose
ante Leónidas e Ivar, quienes ahora se disputaban sobre quién de los dos se quedaría
esa noche con la magnífica bailarina que estaba frente a ellos.-
Ylra
después de besar sus pies en solicitud de permiso para dar comienzo al
espectacular baile preparado y deleitarlos así con su danza, a una señal del
libre se pone en pie y camina al centro del circulo formado para que ella
danzara; se gira y de espaldas, eleva sus brazos con armonía, de su mano
cuelga una de las delicadas sedas que agita ante todos los libres con sinuosos
movimientos haciendo balancear sus bellos y enormes senos…
Da la señal para que comiencen los
músicos; Lentamente comienza el tocar de
los tambores y ella se va girando impulsada por uno de sus esbeltos tobillos
llenos de cascabeles, se gira hacia los
Amos, cimbrea su cintura y lanza La delicada gasa roja, que enmarca su bello rostro y que solo muestran sus claros y
brillantes ojos color miel ojos que brillan con las luces de las antorchas; la
joven se mueve con suaves y sensuales movimientos, sus manos y sus brazos
que extiende hacia las tres lunas Goreanas que le dan la luz y la guiaran
en su danza.
Con las yemas de sus dedos recorre
casi sin rozar apenas, sus costados, delineando su figura, rodean sus senos pícaramente, con extrema
elegancia al compa de los tambores bate sus cabellos en una cascada de sedoso
terciopelo, humedece sus palpitantes
labios entreabiertos con su húmeda lengua, provocando de los libres gritos de
lujuria. Las campanillas alrededor de su cintura se mueven y suenan al ritmo del
movimiento de sus caderas.
Recorriendo toda la pista mientras
danza lanza su cabeza hacia atrás derramando sus sedosos cabellos que caen en
cascada suave, atrás de si, dejando así ver su desnuda espalda de kajira. Ylra
continua danzando alrededor de la pista, pasa ahora justo frente a los
prisioneros, sintiendo allí la mirada enervante del que ahora fuese su Amo, lo
sentía observándola. Siguiéndola sin perder detalle de todos y cada uno de sus
movimientos.
Su cometido era distraer a los
libres haciéndoles saber que se sentía deseada por todos, agita sus hombros, incorporándose
despacio, y sin prisa les ofrecía una exquisita visión de sus erizados y desnudos senos.
Es entonces cuando ylra suelta la
primera seda prendida de la cadena de su cadera, y que antes había deslizado por su cuerpo al compas del dulce tintineo de sus tobilleras, sonríe viendo a
los libres como se disputan en alcanzarla; la kajira ahora se
dirige y llega hasta el poste central,
puesto allí especialmente; se abraza con sus bien formadas piernas e inclina todo
su cuerpo hacia atrás, sin ninguna prisa y sin dejar de danzar sus delicados
brazos.
Se incorpora soltando sus piernas y
da la vuelta de espaldas al poste por el cual baja hasta quedar en cuclillas y al
abrir y separar sus rodillas coge otro velo
sacado de sus caderas y lo pasa entre su centro, en un recorrido desde
su sexo hasta su cuello y lanza este paño a los libres, estos vitorean en una
explosión de excitación y emoción aplauden golpeando sus hombros y felicitan al
feliz recibidor de aquel segundo velo.
Ylra
sigue con sus seductores y sensuales movimiento, toda la atención está puesta
en ella, ya solo falta la segunda fase del plan de sel-leen.
La mirada de ylra era baja, señal
para las esclavas quienes estuvieron atentas de que era la hora de comenzar a
servir a los libres las bebidas preparadas por sel-leen quien ahora se hacía
pasar por un hombre libre y entre la multitud se estaba mezclando.
Ylra danzo nuevamente hacia los
libres homenajeados, miro de frente a Leónidas y con su mirada de fingida timidez y placer de
bailar para él, lo volvió mirar, esta vez sus ojos refulgían igual que las llamas en la hoguera,
aunque con un brillo felino, esto despertó
en él, el deseo inmediato y justo cuando
Leónidas intento cogerla al esta ofrecer
coger el mimo otro velo, ella fue mucho más
rápida y con un doblar de rodillas, y giro de caderas fue más rápida, en el
giro solo dejo que Leónidas recibiera de ella el rose de sus cabellos cuando
golpearon su cara y en su mano la delicada tela; logrando así volver al centro del circulo y
continuar sus sensuales movimientos. Giro y
Sonrió de satisfacción al ver su
cara sonriente pero llena de frustración, pudo oír cómo los demás se reían de el por no haberle
podido dar alcanza.
Ylra ve y siente el deseo del
libre, sabe que desea poseerla esa noche, ella muerde sus labios rojos, y danza
ante él, poseída por su propia
sensualidad y haciéndoles creer que ella también siente el deseo de
entregársele y de agradarle a el. Pero
ahora centra su atención en el libre a su lado; quien enajenados por la excitación que la produce
su baile, le hace seña para que ella se
dirija muy cerquita de donde está el, Ivar, ylra balancea una pierna con provocadores y
desafiantes movimientos, arranca otro velo. Este
lo pasa por sus delicados y exuberantes pechos lo besa fugazmente y lo deja en
manos del libre Ivar, este lo coge rosando sus delicados dedos y con picardía
lo lleva a su nariz para percibir el aroma de la kajira.
Ylra
ve como una figura a su diestra intenta levantarse pero trastabillo, era Leonina,
lo miro de reojo y supo entonces que el vino estaba haciendo su efecto.
Las palmadas de los Guerreros en sus hombros
izquierdos, sus carcajadas y el saberlos complacidos hacían por sobre todo muy feliz a la muchacha quien exhausta
no paraba de sonreír.
Vuelve justo delante de la hoguera
para compartir con ella el fuego y la pasión que la abrazan, atreviéndose por
una milésima de ehns a mirar a su amo atado a los pies de los dos enormes
guerreros quienes estaban embelesados bajo sus encantadores movimientos, pudo
ver también que la bella y sensual dina les ofrecía vino y ambos lo aceptaron,
ylra sonrió satisfecha y le guiño un ojo a ambos. Los hombres se empujaron de
los hombres discutiendo y disputándose para quien era el guiño.
Sigue la música y la fuerza de los grandes tambores la invitan a contorsionarse
aun mas, su cuerpo ya perlado de gotitas
de sudor, le decían que pronto todo terminaría, en sus movimientos ella acaricia sus prietos muslos desde sus tobillos
ascendiendo una a una por sus esbeltas piernas, se dirige ahora cimbrando sus
anchas caderas a los Libres que gustosamente estaban tocando, y con disimulo,
les sonríen, pasando su cara por entre
sus brazos de esclava, y sintiéndose hermosa, flexiona su cuerpo hacia adelante
acariciando sus piernas. Ellos también eran parte del plan.
Con la música, al compa de la dulce
citara y de los timbales, los excitados
músicos interpretan la danza del velo para
ella...
-”Que esta noche, sea el instrumento de placer para
los Amos de Torvaldsland…” -Grita alguien entre el público. Era el alto
y rubio Turnock, quien estaba también disfrazado oculto entre el público.- Los
libres vitorearon enardecidos y siguieron bebiendo y gritando a la sensual ylra
quien los seguía deleitando.-
Suelta entre sonrisas picaras el penúltimo
velo que prende de sus caderas las cuales agita y agita removiendo su vientre y su
cintura que ondula con sus movimientos dulces y sensuales. En un ritmos mucho más
rápido señal de que la danza está por llegar a su fin.
Se acerca hasta los libres Ivar y Leónidas, sintiendo de ellos sus
ardientes miradas, recorriéndola en
toda su extensión, percatándose de que
ambos tiene la mirada fija y atontada, y con orgullo mira por encima de su hombro a su
Señor y se siente feliz de saberse suya por completo y de que pronto todo
acabara.
Gira su rostro nuevamente y mira de
frente a los libres, su respiración era rápida, los veía entre su negro cabello que le cae por
su cara, alborotados, volando al compas de su agitado aliento, y detenida ante ellos,
da un delicado giro levantando sus brazos agitando todo su cuerpo, cae la
kajira a sus pies, sentada sobre sus talones sus piernas abiertas y
flexionadas, y tirando su cabeza hacia atrás hasta tocar el suelo haciendo que su negro cabello se derrame por él y enmarquen
su voluptuosa figura.
Es el momento esperado, el momento
de despojarse de su último velo, el velo de su rostro y sonreír sin aire, a los
Libres y en especial e interiormente a su Amo ya que esa era la señal.-
Las gotas de su propio sudor la recorren resbalando por
entre sus grandes senos, por su vientre por sus muslos, la música cesa y el
silencio es evidente oyéndose tan solo el crepitar de la Hoguera. Pero ese silencio solo duro unos segundos.
El silencio es roto por el fuerte
grito de guerra de los Guerreros armados de Ar.
La batalla duro poco, solo unos
cuantos que no había probado el vino se resistieron y dieron pelea, pero la
gran mayoría estaban a merced de sus nuevos captores, fuertes hombres abatidos cayeron
mal heridos al suelo, Gannicus Leónidas e Ivar Forkbeard estaba ahora con sus
rostros pegados al suelo y atados fuertemente por los hombres de Kapplen. La
situación se controlo rápidamente los guerreros de Ar no querían buscar más
líos solo deseaban recuperar sus pertenencias que habían sido saqueadas por el
pirata de Ivar y una vez recuperados marcharse. Liberaron a los prisioneros,
ylra corrió contenta feliz de ver a su amo libre y se postro a los pies de
Zaltar quien terminando de quitarse las sogas la ignoro y le dio un suave empujón
con su bota para apartarla. Cogió un arma de uno de los guerreros de Kapplen y
se acerco a donde estaban ahora apresados Leónidas e Ivar.
-Suéltalo
Kapplen y dale una espada!-
Riojano, volteo enseguida y miro a Zaltar de pie vestido con la túnica de esclavo
y el collar que un prendía de su cuello.
-Estás
loco, Zaltar para que si ya es nuestro prisionero! -Dijo sonriente Riojano
con su habitual sentido del humor.
-¡Te he
dicho que lo liberes y le des una espada!, este hombre me robo algo que me
pertenecía y lo quiero de vuelta!. Dijo con la mandíbula apretada y la
ira mal contenida.-
Leónidas comenzó a reír
estruendosamente, en el, el efecto de la
bebida estaba pasando. Zaltar le hiso una señal a los hombres que lo retenían
de rodillas para que esto lo dejaran levantarse, y trastabillante lo hiso.
-Quieres
pelear por una sucia kajira? –volvió a reír estruendosamente.-
-¿En
donde esta?- trono Zaltar
desenvainando la espada y lanzando una a Leónidas a sus pies.-
Leónidas por un momento lo miro y
lentamente metió en su alforja la mano y rebuscando dentro saco algo metálico
que sonó al pasar por los pliegues de esta, Gannicus le había lanzado a los
pies el collar roto que una vez perteneció a su esclava, furioso Zaltar
arremetería contra él en una lucha de titanes a muerte
-¡Esto
es lo único que tengo de “eso” que te pertenece!.- Zaltar miro sin ver las dos piezas tiradas a sus pies, apretó sus puños y lentamente su
respiración comenzó a ponerse pesada, levanto la espada para embestir a su
enemigo con todas sus furias grito, pero no fue lo suficientemente rápido para
Leónidas quien se había agachado y cogido la espada, y con ella dando un giro
corto el costado derecho de Zaltar dejándolo muy mal herido, Riojano actuó de
inmediato al ver a su amigo caer y colocando el filo de su espada en la
garganta de Leónidas obligándolo a bajar la suya, pero las intenciones de este
no era matar a Zaltar al contrario solo deseaba defenderse y porque no, darle
también una lección.-
Leónidas riendo dejo caer la espada
pesada sobre el suelo, y se preparo colocando sus manos a su espalda para que
lo ataran. Riojano no lo hizo.
Ylra horrorizada y muerta de miedo corrió
a los pies de Zaltar llorando lo sostuvo entre sus brazos sus sollozos desconsolados,
no le permitían hablar; Zaltar la miro y
le sonrió, con sus manos ensangrentadas la cogió del rostro y la atrajo hacia así
y allí le murmuro.
-¡Mi
pequeño vulo, gracias a los dioses que estas bien…! –Zaltar hiso un respingón de dolor.
Riojano gritaba por un médico, sus guardias corrían de un lado al otro
intentando controlar la situación de posesión y las kajiras corrían a sus
lugares para ser de nuevo llevadas y capturadas. Solo eso pretendías los
guerreros de Ar llevarse lo que les fue robado y nada mas.-
-¡Tranquilo
amigo estarás bien!.-
Le había dicho riojano a Zaltar, su sonrisa estaba allí aunque en su rostro se
veía preocupación.-
-¡Fuiste
valiente mi pequeña!- Le seguía susurrando Zaltar a la joven ylra.
-No
hables mi señor, no gastes tus fuerzas, pronto vendrá la ayuda! -Decía
entre lágrimas y besos.
Leónidas, mientras era llevado por
los guardias de Riojano y justo al pasar frente a ellos, le espeto con seriedad a Zaltar.
-Tu
preciosa esclava, la pequeña que capture corriendo desnuda en los campos a las
afueras de Ar, está libre, hermano!- Zaltar no dio crédito a lo que
había escuchado, el termino que había
empleado Leónidas era más un privilegio del que poco enemigos gozaban el
perdonase la vida los hacía formar un extraño vinculo de hermandad como quien
debe una favor en el futuro, el no había matado a Zaltar y pudo haberlo hecho,
pero en cambio solo lo hirió, y por qué no, si hubo un tiempo en que ellos en la infancia había sido grandes
amigos y compañeros de juego, pero el destino los separo y ambos decidieron
tomar rumbos y caminos muy diferentes, y lo que desconocía Zaltar era que el si
había conocido a sel-leen cuando era tan solo una niña, y este sabia de su
doble identidad mas ella no, el había incluso enseñado a esta de niña a
defenderse, y a usar las armas de caza como el arco y las flechas. Leónidas cuando alcanzo la madurez,
prometió al viejo Aarago, que cuidaría y
velaría por la joven, y que su secreto sería muy bien guardado, y lo había
logrado. Hasta que supo que la había capturado, el había seguido su rastro cuando supo de la
muerte del anciano y busco durante mucho tiempo su paradero lo de aquel día en
las afueras de Ar, solo fue una
coincidencia y valla que tuvo suerte al dar con la joven fugitiva.
Zaltar se sumergió en sus propios
pensamientos al escuchar de Gannicus Leónidas su confesión; ¿entonces
la joven muchacha había huido?, ¡qué pena que ahora estuviera herido de muerte!.-
Ylra aunque llorando permanecía a su lado, pero luego recordó algo. Coloco la
cabeza de su amo sobre unas pieles que los libres, hombres de Riojano, le habían
dado para que lo cubriera ya que temblaba de frio por la sangre que había
perdido. Se levanto lo beso en los labios y no haciendo caso de sus llamados corrió
con todas sus fuerzas.-
Zaltar
la miro partir, no era posible que también ella lo abandonara.-
Ylra regreso a la cabaña, donde
hubiese estado antes de su baile, no encontró nada allí, volvió al bosque nada,
su corazón latía desesperado, tampoco se
encontraba allí, estaba desesperada hasta que al girar en una vereda tras unos
carros encontró lo que tanto buscaba, la miro, allí estaba sel-leen aun vestida
como libre y preparándose para
marcharse.
-Por
favor te lo ruego, salva a mi amo!, sálvalo se que solo tu puedes sanar su
herida!- ylra había corrido hacia donde estaba ella y se había
arrodillado a sus pies, sus ojos y todo
su rostro estaban bañados de lagrimas.
Sel-leen al verla sintió repulsión
de verla ser de nuevo una esclava que ¿Acaso
era verdad que se pudiera amar a un hombre? ¿que aun así la hiciese sentirse tan mal, y
obligarla a humillarse delante de todos los hombres? Sel-leen miro al cielo, y luego otra vez a
ylra quien ahora besaba sus pies en señal de suplica desesperada.
Sel-leen
se arrodillo y la cogió por sus hombros,
-¿En
verdad amas tanto así a ese hombre?, ¿tanto así que darías tu vida, tu libertad
por él?
-Si
ama, una esclava le debe lealtad y obediencia absoluta al amo!
-No,
no tonta kajira, no me digas lo que te enseñan...sino lo que dicta tu corazón!,
¿En verdad estarías dispuesta a dejar tu libertad a cambio de una vida atada a
una collar?
Ylra
bajo su mirada, sujeto su collar con una mano y la miro directo a los ojos.
-¡Lo
amo con todo mi corazón, no importa si para ello deba cargar el pesado y frio
metal hasta al final mi vida, mi alma no solo le pertenecen yo se la entrego!-Sel-leen sonrió ampliamente.
-No
ruegues mas Muchacha, iré contigo, vamos llévame dónde está tu amo. Y
juntas regresaron corriendo justo antes
de que subieran a Zaltar a la embarcación para así trasladarlo a la ciudad de Ar.
Sel-leen se acerco y nadie se
percato de que fuera una mujer debajo de las ropas que llevaba, ylra les dijo
que era un verde y venia a examinar a su amos, los soldados desconfiados
miraron a su superior, y a una señal de este
lo bajaron en la camilla improvisada que había hecho para llevarlo a la
gran embarcación; Sel-leen ordeno lo pusieran lejos del muelle; luego mas allá,
en el suelo sel lee- se agacho y por unos minutos lo examino. Con las manos ensangrentadas
y limpiándolas con una toalla, se dirigió al capital del barco, intentando que su voz sonara lo más grave posible.
-¿Este
hombre no está en condiciones de dar un viaje tan largo, y menos sin atención medica
de inmediato, de no ser así, de seguro morirá!
La esclava sollozo, ella estaba
detrás de Riojano quien no dejaba de mirar al verde un tanto desconfiado, sel-leen ordeno que debía ser llevado dentro de alguna cabaña,
que el frio de seguro no le sentaría bien, Riojano estuvo de acuerdo y ella
junto a varios hombres de Riojano lo condujeron a una de las cabañas.
Ya dentro ylra encendió el fuego
puso en él un caldero como le había ordenado sel- leen.
-¡Tenemos
que hacer que estos hombres liberen a todos en Torvaldsland! -Miro a Zaltar quien inconsciente
dormía profundamente.
-Y
que harás para lograrlo?
Le pregunto ylra.
-Deberán
de acceder si quieren salvar a tu amo. -Ylra la miro horrorizada, no podía ser capaz
sel-leen de dejar morir a su amo, no a cambio de la libertad de los hombres que
le había hecho aquello. Sel-leen la miro y le dijo que se quedara tranquila que
ella no dejaría que nada malo le pasara a Zaltar solo debía de hacer presión en
lo hombres e Ar, intentar hacer que lleguen a un acuerdo.-
Sel-leen se reunía con el capitán
Riojano para intentar mediar ante los recientes hechos.
Mientras ylra estaba a los pies del
lecho de su amo, se escucharon los pasos de un hombre y en cuanto esta volteo
enseguida, su cuerpo se tenso al ver que
allí de pie frente a ella esta Conrrad, su rostro palideció y enseguida se
poso a sus pies, y con lágrimas en sus ojos suplícate bajo la mirada.
Conrrad quien también estaba herido,
su brazo estaba vendado y colgando de su cuello en una especie de cabestrillo
que lo sujetaba desde el hombro; el miro a su esclava desde lo alto, se puso en
cuclillas y con su otra mano acaricio el sedoso cabello hasta tocar su espalda,
aun desnuda, y con voz suave le pidió que regresara con él, la kajira se
incorporo a medio cuerpo, sus manos apoyadas en el suelo lo miraron a los ojos,
ella lucia radiante, el serio,
inexpresivo; intuyendo que su Señor la obligaría a volver con él, Conrrad la
miro sosteniendo así su mentó; ella bajo su mirada por un instante, sus ojos
suplicantes lo dijeron todo, todo lo que sus labios callaron por temor a su
reacción. Y como siempre ella no tenia opción, le pertenecía y las esclavas solo podrían
ofrecer su absoluta entrega a su Dueño.
Conrrad le levanto aun más la
barbilla para que lo mirase y pudo ver así que el collar que ella llevaba no
era el que él le hubiese puesto cuando la marco.
-"Verte
es desearte, y desearte es querer poseerte" mi pequeña!- la joven le sonrió agradecida, sus
labios, entreabiertos, dejaban ver un leve resquicio de unas fantasías
prohibidas e innombrables y cerrando los ojos se abrazo a el; pensó que Una
kajira debe guardar muchas cosas para su Señor...sorpresas, alegrías y
tristezas, en el día a día.
Conrrad
se puso en pie y mirándola le ordeno:
-“¡Cuídalo
bien kajira, es un buen hombre!”
-“¡Que
mis lunas guíen andar y su camino y que el
amor, de esta su kajira, le acompañen y le cubran por siempre!”. –Conrrad se inclino y la beso tiernamente en los
labios, saboreando el sabor de las lágrimas de su kajira, la miro y le sonríe, ella
con una reverencia se dirigió al libre
para agradecerle; enseguida se arroja a
los pies del lecho de su Amo, al que besa con devoción y amor de kajira,
mientras oye como Conrrad se marcha lentamente y con pasos firmes.-
Sel-leen había hablado en una
reunión con Riojano, que debían de marcharse de las tiernas frías de
Torvaldsland, pero la mayoría de sus flotas no navegarían en frías aguas ahora
congeladas por el mal tiempo; debería de partir de inmediato pero esta vez
seria por aire.-
Riojano
furioso golpeo la mesa.
-¡Jamás
liberaría eso truhanes, debería empalarlos!.
-¡Bien
entonces tu soldado también morirá!. Sel-leen estaba nerviosa su voz casi la
traiciono, no podía dejar que mataran a Leónidas, ella también había aprendido en
el tiempo a su lado, que ella también sentía y hasta ahora comprendía algo de los sentimiento de ylra, y era que en
su interior muy en el fondo ella también extrañaba sentir el peso de una
collar.
-¡Sucio
Eslin!- murmuro
quedo sel-leen, pero por desgracias Riojano alcanzo a escucharla.
-Que
has dicho? –y de un
tirón le bajo la capa que la cubría y dejo al descubierto su hermoso y lacio
cabello. Sel-leen ahogo un grito de frustración, y altiva lo miro desafiante.- Desenvainado
la espada y con un ágil movimiento y con el filo de su daga Riojano le desgarro
la túnica hasta dejarla desnuda de la cintura para arriba.
El
sonrió de esa manera tan peculiar, la recorrió con la mirada y le contesto.
-¡Que
astuta esclava, y que osada has sido al estar aquí!. –Levanto una ceja sorprendido y con
aire de gracia.
Se giro sobre sus talones y
dirigiéndose al lecho de Zaltar, donde esta se encontraba ahora despierta y en
brazos de ylra quien le ayudaba a ponerse en pie; Riojano guardando su daga otra vez, le dijo:
-Ya
veo por qué arriesgaste tu vida por venir aquí!, No eres tan tonto como creía!-
rio y Salió de la cabaña rumbo a los calabozos.-
Zaltar
ahora sentado en la cama, miraba a sel-leen, esta se acerco a él, se acomodo la
túnica otra vez para ocultar sus delicados pechos. Sus mejillas ardían de
vergüenza.
-Déjanos
solos ylra!- la joven
esclava obedeció de inmediato, colocando unas pieles para soportar la espalda
de su amo, sel-leen tomo su lugar solo que ella no lo sostuvo el ya podía
sentarse sin ayuda.-
Zaltar miro a sel-leen, y cuando
intento tomar su cara entre sus manos dio un respingón de dolor esta le cogió
de un costado y tomo su mano.
-No
debes moverte, aun estas débil.
-Ylra
me ha contado que fuiste tu quien planeo todo, ambas han sido muy valientes al
arriesgar sus vidas.
-Tú
también lo harías, de hecho lo has hecho al venir aquí por mi!
-Sí,
así es, pero me he dado cuenta que tu aquí estas y siempre lo has estado…
No
término la frase un agudo dolor lo callo.
-Debes
recostarte la herida en profunda y debe sanar, pero aquí no lo lograras. – Sel-lee- lo miro.
-Debes
convencer a tu gente para que liberen a Gannicus, solo él los puede llevar de
regreso y sobre a ti, aquí no podrás salvarte, por favor, amo te ruego liberes
a Gannicus, libera a sus hombres!
– Sel-leen estuvo a punto de arrodillarse delante de Zaltar pero este se lo
impidió sosteniéndola de los brazos.
-No
pequeña no tienes porque arrodillarte, tu ya no eres una esclava. Eres libre!
Sel-leen se llevo los dedos a su cuello y sollozo, Zaltar no podía entender
la razón de sus lagrimas, ella se apoyo en su regazo cruzando sus brazos y
ocultando su rostro en ellos; y lloro amargamente, Zaltar acaricio con sus
manos sus delicados cabellos.
-
¡Sabes algo pequeña? – sel-leen
levanto su rostro y se miro en los profundos ojos verdes de Zaltar.
-Las
cadenas invisibles son aquellas que más pesan!- fue su única respuesta seguido de una dulce
silencio.-
Es
bien sabido que toda mujer de Gor, da igual que haya nacido Libre o esclava, en
las grandes ciudades como Turia, Ar,
Tharna o Puerto Kar, o que haya sido Tatrix, hija de Ubar o trabajado en las granjas de los campesinos,
una vez que halla sentido el peso de un collar en su cuello ya no quiere dejar
de sentirlo, sin él se siente humillada, el que se le ofrezca la libertad la hace
pensar que ha dejado de ser buena para lo único que considera una razón
de ser, y por quien vivir. Su Amo.
Zaltar comprendía esto, pero también
sabía bien que él no era la causa de sus lágrimas. Él le levanto el mentón le
sonrió y le dijo.
-¡Busca
a mi esclava!, ¡Quiero
descansar un rato!. –
Sel-leen se levanto seco sus lágrimas con la manga de su túnica y salió,
después de ayudar a Zaltar a recostarse sobre el lecho y una vez cubierto su
cuerpo con las pieles, salió en busca de ylra.
Pasaron varios días y Zaltar no
mejoraba, al contrario empeoraba, una tarde mando a ylra a buscar a Riojano, permanecieron largo rato encerrados dentro de
la pequeña cabaña, riojano salió dando un portazo y muy enfadado se encamino
hacia los calabozos, esa noche llevaron a Zaltar al reciento de Capitán de las
tropas de Ivar él y todos sus hombres había sido puestos en libertad y se
entraría en una acalorada discusión.
-Y
ahora pretendes que debemos ayudarlos, después de haber irrumpido en mi ciudad
con intenciones de agredir a mi pueblo? –Trono descaradamente Ivar Forkbeard, con una
sonrisa irónica.
Al fondo, alrededor del círculo se
encontraba Leónidas, quien no disimulaba su desagrado a la situación.
-Que!?,
es que acaso lo que ustedes hicieron en Ar, se llama “pase de cortesía”,
hubieron muertos, hombres de Ar dieron la vida en esa batalla… ¿Y todo lo que
nos robaron y saquearon? ¡Nuestras mujeres, nuestras esclavos,… todo! -Riojano estaba rojo del cólera, no
podía creer tanto descaro, pero que se podría esperar de un vil ladrón como lo
era Ivar Forkbeard
-No
debieron oponerse entonces!- Riojano
se abalanzo hacia él, quien permanecía inmutable sentado en su silla Kurul. El
filo de la espada de Gannicus puesta en el pecho de Riojano lo detuvo.
-Basta!..
Señores… -miro tanto
a uno como al otro. – es verdad que ambos bandos nos hicimos
daños.
-Ustedes
asesinaron a nuestra gente, nosotros solo los adormecimos. –sonrió amargamente Riojano.-
-¡Es
cierto! Lo hicimos!
–dijo Ivar mirando desafiante al capitán de Ar.
-¡Ya no podemos hacer nada al respecto!, ¿así
que, que propones?- continuo Gannicus mientras envainaba su espada
nuevamente.
Esa mañana, soplaba una fría brisa,
todos estaba preparando ya las cestas donde serian transportados tanto hombres
como mujeres de Ar, el acuerdo había sido una tregua entre los grandes titanes,
Zaltar era llevado en brazos y subido a un Tarn, junto a el iría su bella y fiel
esclava ylra, ahora de su propiedad. Pero justo antes de subir, Gannicus se le
había acercado lo cogió de su hombro y
lo hiso girar. - -¡Un hombre que está
regresando a su ciudad no debe ser detenido!.
Zaltar lo miro sus ojos
se le llenaron de lagrimas. Ambos sonrieron.
Leónidas
estrechando su mano, un apretón fuerte, no hicieron faltas las palabras. Con su
otra mano sobre el hombro derecho de Zaltar, Gannicus le dijo:
-¡Al honrar a este hombre de esta
manera, hacen honor a vosotros mismos!.
-Lo sé Hermano. Concordó
Zaltar.
- La pequeña arij, es ahora una
esclava libre.
Zaltar
miro por encima del hombro de Gannicus, y allí a la distancia diviso la esbelta
figura de sel-leen quien una vez hubiese sido su mayor posesión, pero ahora el
destino le había pasado cuentas y ella ya no le pertenecía, así como tampoco
ylra le pertenecía a su anterior dueño.
Gannicus presintió que veía Zaltar.
-¡Hasta que encuentres, a tu
compañera es el riesgo y el acero, -le dijo y lo volvió a
mirar directo a los ojos. -Ella es una
esplendida mujer! Colocando también
su mano sobre el hombro de Gannicus y sonriente le dijo.
-¡Que las lunas de Gor los acompañen
siempre, y guíen su camino, hermano!
-¡Que las lunas de Gor los acompañen siempre,
y guíen tu camino, hermano!- también contesto
Gannicus Leónidas.
Zaltar
comenzaba su largo viaje a las lejanas tierras de Ar, mas halla en las montañas
del norte, en los grandes picos nublados donde el cielo parecía tocar la tierra
se desataba una pelea de pensamientos y sensaciones; ahora sobre un Tarn; junto a todos los hombres y mujeres ahora
libres de las tropas de Ivar Forkbeard. Yacía
dormida en sus brazos la bella y joven
ylra, una barbará que había inundado su corazón de fuertes y extrañas
emociones, a la que había osado en hacer suya, quitado un collar para poner el
suyo; en una mezcla de odio y pasiones, la había usado a la fuerza, sus fines indetenibles eran hacerla pagar por
su descuido y torpeza, con una única
misión, recuperar a la joven Verde de las manos de quien hasta ahora había sido
su peor enemigo; pero cometió un
gravísimo error, intentar rescatar él
solo a Conrrad Baxton; error que lo dejo
casi al borde de la muerte. Y quien podría creer que su ahora, hermosa
barbará junto con quien lo odiaba por
poner en su cuello el pesado y frio metal signo de la esclavitud, y quien ahora era una mujer libre, juntas decidieron
jugarse la vida en una misión de rescate;
sel-leen, dispuesta a permanecer con quien le había enseñado la pasión de llevar aunque
fuera de una manera simbólica y mostrado la fuerza de un hombre de Torvaldsland, o debería decir de Thentis. Arreglando
todo para darles una emboscada.
Arij,
que era como la había llamado su Jarl, seria
ahora la compañera Libre de Gannicus Leónidas.
Zaltar regresaba a sus tierras, la cálida
briza acariciaba de nuevo su rostro, continuaría
su vida aquí, llena de aventuras y de atenciones, permanecería bajo los ciudades de tan su
delicado y frágil ser, su pequeño vulo como le solía llamar, quien desde que la
hiciera suya no sería capaz de vivir lejos de la protección de sus fuertes y
enormes brazos, mirándola allí recostada
en su pecho, sin duda tendría el placer que todo hombre de Gor sueña, la completa sumisión y devoción de su más
bella y posesión, y al frente los delicados y poblados valles, al sur el río
Vosko, la grandes torres cilíndricas le daban la bienvenida, ese era su
lugar, su verdadero hogar; Ar sin dudas la
ciudad más grande y gloriosa de toda Gor..
-FIN-