martes, 24 de febrero de 2015

Una mañana en el Cilindro de Zaltar Mercader de Ar.



ylra Kajira

-¡Amo!?

Ella mira a su amo, sus ojos brilla con la luz de las antorchas.


Zaltar Mescatos.

-Huuummmm!!

/Zaltar observa a su arrodillada esclava.

-¡Habla ylra, que quieres??

A pesar de su pregunta, Zaltar se queda mirando a su pequeño vulo, y ve en su mirada cierto temor, quizás desea solicitar algún favor.


ylra Kajira

¡Ummm.. Amo, crees que soy hermosa amo?


Zaltar Mescatos.

/La última vez que ella le suplicó, pidió que le permitiera ser una esclava vestida. Zaltar le dijo que si, que la vestiría, aunque no llegó a concedérselo

-¡Destacas entre todas las kajiras que conocido, ylra!


ylra Kajira


/ylra se ruboriza y se pone mas erguida sentada ahora sobre sus talones, está orgullosa de que su amo la considere bella entre muchas.


Zaltar Mescatos.

-¡Eres la más hermosa flor de mi jardín, la única que no colectaría, para que tu belleza permaneciera perenne!.


ylra Kajira

ylra lo mira y le sonríe.. Esplendida, Su amo tiene su mirada puesta en su bello animal, ella lo ama con todo su ser jamás sabría qué hacer si el algún día desea venderla y sabe que puede hacerlo ella como toda una esclava le pertenece y el puede hacer con ella lo que le plazca... 



Zaltar Mescatos.

-¡Ylra, ponte en pie, y permanece quieta!



ylra Kajira

Ella obedece, Se pone bien recta, su barbilla en alto y permanece quieta..


Zaltar Mescatos.

-¡Levanta los brazos, al cielo!


ylra Kajira

ylra lo mira un tanto intrigada, pero igual obedece.


Zaltar Mescatos.

Zaltar se aproxima por detrás, y levanta sobre ella sus brazos, y deja caer sobre ella su nuevo kasmick.


ylra Kajira

ylra siente la suave tela caer sobre su piel...Pero aun así no se atreve a mirarla sigue quieta y recta, en sus labios se comienza a dibujar una sonrisas respiración se agita de emoción y alegría...

Zaltar Mescatos.

Sus brazos y manos apenas rozan su piel, mientras, despacio lo anuda sobre su hombro derecho. Apoya su barbilla y sopla ligeramente sobre su oído, su pelo negro se mece suavemente ante el empuje de su aliento.

Zaltar sonríe, su barbara es hermosa,  muy hermosa.

Se separa de ella y la enfrenta sin dejar de sonreír, en sus manos lleva fibra de atar con la que comienza a rodear su cintura, más estrecha que cuando la adquirió, Su esclava ha mejorado mucho con el tiempo, como el buen vino.

Zaltar se separa de ella, nuevamente, esta vez para observar su obra, sabe que ni el mejor escultor del planeta podría mejorarla, “Si se permitiera a las esclavas ser inmortalizadas en estatuas, claro”.

A poco pasos de ella Zaltar abre ligeramente las piernas, para tener más firme el centro de gravedad, cruza los brazos y mientras vuelve a sonreír. -Piensa.

-“Deliciosa, sencillamente una tarta deliciosa y dulce”.

Zaltar, mientras ella permanece quieta como una estatua, guarda en su mente cada detalle de ella, su pelo, sus hermosos ojos, las dos listas que los cubre, sus hermosas pestañas.

Su nariz perfecta, sus deliciosos y carnosos labios siempre dispuestos para él, su largo y delicado cuello


ylra Kajira

ylra lo mira y sosteniendo la mirada ella se muere por sentirse segura en sus brazos, involuntariamente comienza a temblar de deseo..

Sus pechos suben y bajan al compás de su agitada respiración.


Zaltar Mescatos.

Sus bien torneados hombros, y sus pechos, plenos, llenos, grandes, dulces y suaves.

Cada una de las cumbres de ellos, que los labios de Zaltar han podido disfrutar y sentir que son suyos sin condiciones.

-¡Ylra, Desnúdate! – Le ordena de repente, Por el puro placer de verla como ella se desnuda


ylra Kajira

ylra se sobre salta y lo mira interrogante.


ylra Kajira

Esta vez su expresión cambio repentinamente ylra baja sus brazos y lentamente comienza a desatar el cordón que da dos vueltas alrededor de su estrecha cintura cae al suelo la fibra de atar; con sus manos suelta el nudo sobre su hombro y sigue el mismo destino que el cordón... a sus pies. Esto será lo único que ella pueda tener a sus pies... sus ropajes.


Zaltar Mescatos.

Zaltar mientras ella obedece, sigue pensativo, sus ojos se clavan en su cuerpo, ese sorprendente cuerpo que ella retuerce como si fuera goma, cada vez que baila.


ylra Kajira

ylra mira el suelos y levanta la cabeza echando su cabello hacia atrás, dejando ver su hermoso collar.. Que es la única prenda que viste hasta ahora. Lo mira desafiante


Zaltar Mescatos.

Y ahora, por fin desnuda en ese triangulo negro con el que ella viste su pubis, y que cubre ese rincón del placer que lo llena cuando la tiene entre sus brazos.

-¡Ylra, cúbrete de nuevo! -Trono.


ylra Kajira

..

ylra obedece, se agacha y recoge las prendas esta vez no lo mira, y mientras se las pone

Le resulta fácil colocarla ya que solo la coge del extremo a atar y sujeta a su hombro..

Se agacha nuevamente, y recoge el cordel y comienza a atar al rededor de su cintura esta vez bien ajustada para realzar sus grandes pechos.


Zaltar Mescatos.

Zaltar nota en sus ojos un retazo de disgusto- -¡UUUmmm!! –Piensa.

-“Ella siempre preparada para su amo!”


ylra Kajira

ylra termina y lo mira, está de pie erguida y orgullosa.


Zaltar Mescatos.

-¡Acercate!


ylra Kajira

Su postura es magnífica mantiene una rodilla flexionada ladeando su cadera, aun así

Obedece y se acerca a su amo.. que esta solo un par de pasos.


Zaltar Mescatos.

-¡Mas cerca!


ylra Kajira

Sus manos está descansando cruzadas atrás de su espalda.

Da un paso más y sus pecho golpean suavemente los brazos cruzados de su amo.


Zaltar Mescatos.

-¡Tus labios, más cerca!


ylra Kajira

Ylra Intenta ponerse de puntitas y sin tocarlo con sus manos se estira lo mas que puede pero el siguia con sus brazos sobre su pecho cruzados.


Zaltar Mescatos.
Zaltar por fin separa sus brazos y apretando con fuerza con sus manos el trasero de su esclava hasta que la aplasta contra su vientre mientras vuelve a esclamar, esta vez cerca de sus labios.

-¡Mas cerca!


ylra Kajira

Ella cae sobre su pecho y gime de impresionada... sus manos ahora se apoyan sobre el pecho de su amo.

Sus cabellos caen algo alborotados sobre su rostro los cuales aparta con mucha calma con una de sus manos, mientras mira los labios de su amo. Ella misma muerde los suyos propios con deseo de saborear los de el de una vez por todas... se pega mas y se alza un poco mas y llega a rosarlo con sus bellos y suaves labios.


Zaltar Mescatos.

-¡¿Tengo que esperar todavía para obtener un beso de mi esclava? -Dijo y la ronca risa la embriago aun mas que su cercanía haciendo que ambos se perdieran el mas excitante beso que pudieran darse, amo y esclava.










El collar de mi amo...

jueves, 5 de febrero de 2015

Arij, La Esclava Libre (Capitulo Final)

Capitulo IX

Ahora, eres libre…







            ...Sel-leen fue arrastrada hacia la cabaña de Gannicus Leónidas, detrás de ellos iba la bellísima rubia cuyo nombre era Dulce Miel, y es que los hombres de Torvaldsland  acostumbraban a poner los nombres de sus esclavas según aquello a lo que se les asemejaban mas o fuera más destacado en ellas, y el de la chica, era por el hermoso color de sus cabellos y su dulzura al complacer.
            Sel-leen quedo allí sentada sobre una de sus caderas, su cabello le cubría entero el rostro, ocultándola para que no pudieran ver sus lagrimas, la voz de Gannicus retumbo en eco dentro de la cabaña casi vacía.
-¿Cómo te llamas esclava?Sel-leen lo miro, sabía que no debía pronunciar su verdadero nombre, e incluso no mencionar el nuevo dado por Zaltar, miro a la rubia quien permanecía detrás del Tarnsman, volvió a bajar la mirada y respondió.
-¡Como el amo desee llamarme! Gannicus volvió  reír estruendosamente, ella apretó sus pequeños puños en el suelo, y sin mirarlo se comenzó a poner de rodillas frete a él, pero este le interrumpía y con voz seca le dijo.
-¡Aquí no tienes que estar de rodillas! ¡Si tu Jarl no te lo ordena!. ¡Una hermosa hembra debe estar siembre erguida! -Mientras decía esto caminaba alrededor de ella, hasta posarse justo de tras de su bella dulce miel, a la vez que  metía una mano dentro de sus pieles y se apoderaba de uno de sus redondeados pechos.
-¡…de pie demostrando lo hermoso que es un animal y…que tiene! -dulce miel gimió llena de excitación, sus labios se abrían invitándolo a ser besados, el continuo.
-¡…lo único que ella posee y que aun así no le pertenece!. –Cuando ya iba a besar los labios de la hermosa rubia, quien se retorcía entre sus brazos, deseosa de complacerle, el dejo de mover sus manos dentro de sus pieles y miro a sel-leen -¿Sabes que es?, mi deliciosa bond! –Sel-leen lo miro con ojos bien abiertos.
-¡Su hermoso cuerpo, ya sea vestido o completamente desnudo!- y diciendo esto con una amplia sonrisa, de un tirón le arranco las pieles a dulce miel, dejándola vestida únicamente con el collar de acero  y la miro con descaro, mientras se paraba frente a ella y ordenaba con un gesto que se pusiera de pie. No fue sino hasta ahora que Sel-leen se percataba de que ella estaba completamente desnuda, que su amo la había atado y amordazado pero no la había vestido, y que cuando huyo del recinto de esclavas evitando que la barbará la atrapara no se había tomado la molestia de tan siquiera buscar con que vestirse antes, y es que en Ar algunas noches son tan cálidas que provocan la sensación de andar vestida aun si se estaba desnuda. No fue sino hasta ese entonces, cuando el frio de la villa le dio la bienvenida, y aun así, no se dio cuenta, hasta ahora, que eran los nervios, o la costumbre de que su amo la dejara más tiempo desnuda que vestida!, se horrorizo al darse cuenta.
            Desde su poderosa altura sel-leen se veía intimidada ente aquel hombre quien se comenzó a quitar la túnica que le cubría la cabeza y daba vueltas alrededor de su rostro  y que  dejaba ver únicamente sus oscuros ojos.
            Al descubrir su cara, esta quedo sorprendida, no podía creer quien era, de hecho jamás supondría que aquel rudo Tarnsman fuera el hombre que le enseño a usar la daga y a perfeccionar el uso de su arco y las flecas de caza. Ella le reconocía pero él! ¿Se daría cuenta de quién era ella?, sin dudas que no!, él la había conocido como el  joven hijo de un viejo medico en el pueblo de Turia, el cual, al morir su joven esposa al dar a luz a su única hija, se había alejado de la ciudad para protegerla de el destino que seguro le esperaría a cualquier mujer libre que haya quedado sola y desamparada. Pero aun así el viejo Aarago,  no se había perdido del contacto con los habitantes de ciudad ni con ninguno que anduviese de paso, que tanto hombres como mujeres que necesitasen de sus servicios como médico y curandero él les pudiese prestar.
            Sel-leen no recordaba su nombre o tal vez si... Quizás el lo menciono en alguna oportunidad pero ella no lo recordaba, se quedo de pie frente a él con las muñecas atadas al frente y con la cabeza gacha guardo silencio mientras intentaba recordar como era su nombre. Como si le leyera la mente el camino retumbando el sonido de sus botas en el suelo de madera de la pequeña cabaña.
-Soy Gannicus Leónidas, Capitán de las tropas de Tarnsmanes provenientes de la ciudad de Thentis, aliado a las tropas de Ivar Forkbeard, guerreo por naturaleza y cazador de las más bellas hembras de todo Gor. –Poso su mirada en la bellísima rubia ahora desnuda quien se contoneaba delante de él y descaradamente pegaba su cuerpo al de su Jarl invitándolo a que la tomara y la usara allí mismo, se giro y se dirigió hacia sel-leen. y tocando con su mano el mentón de la joven la levanto para ver su collar, en el se podía leer a quien pertenecía.  
-Y Ahora… tu me perteneces!  -la joven comenzó a llorar.
-Mi pequeña dulce miel. –la llamo sin dejar de mirar a sel-leen
-Ve a casa del herrero y diles que hay una nueva bond a la cual deseo  poner cuanto antes mi collar. -La rubia con una amplia sonrisa salió corriendo en dirección a la puerta y justo antes de abrirla y salir él le grito.
-Pero antes vístete,  no querrás morir de frio allá afuera. – ella le sonrió se regreso cogió su vestido de lana que estaba tirado en el suelo y se cubrió los pechos con él y salió corriendo por la puerta.-
            Cuando se quedaron solos, Leónidas la miro y le ordeno que se pusiera de rodillas, ella obedeció, su cuerpo comenzaba a temblar a causa del frio de las tierras de Torvaldsland, el lo noto y enseguida cubrió su cuerpo con unas pieles que tomo de unos estantes que habían allí en la pequeña cabaña, se acomodo frente a una pequeña chimenea la cual estaba cargada de trozos de madera cortados y apilados justo para ser encendidos en cualquier momento, el cogió un poco de paja que había en un contenedor lleno de mas trozos de madera y paja en abundancia allí con el chocar de unas piedras encendió la hoguera para calentar la cabaña.
            Se levanto y le ordeno a sel-leen que se acercara a ella para que estuviera más a gusto.
-Conozco al que fuera tu amo! – Sel-leen lo miro sorprendida y justo cuando intento abrir la boca para pronuncia palabra se arrepintió a tiempo, Leónidas se dio cuenta de ello y se hecho a reír.
- Es raro que tuviera una esclava, es un mercader acostumbrado a viajar y a no permanecer por mucho tiempo en un lugar especifico. El es errante casi un proscrito,  diría yo!-rio fuerte.
 –jajaja! ¡y estaría dispuesto a apostar a que jamás necesito capturar o comprar a una hermosa hembra, mucho menos que fuera de su propiedad!. -La miro con detenimiento, haciéndola estremecer de la cabeza a los pies jamás ningún hombre hasta ahora, ni siquiera su amo Zaltar la había mirado de esa manera tan descarada y lasciva.
-¡Tú sin duda debes ser muy especial para él! –le dijo mientras  se sentaba a un lado de ella con las piernas cruzadas y con una vara de hierro con la cual comenzó a mover los maderos y avivar mas el fuego. 
-¡Amo…!- intento decir sel-leen.
-No, ya no dirás mas amo, o señor entiendes? Ahora soy tu Jarl y así debes llamarme y a todos los libres.-le dijo con voz seria.
-Si, Jarl!- bajo la mirada humillada ante él.
-Mucho mejor! -Se sonrió, mientras giro la cabeza para verla unos instantes.
-Mi Jarl, puedo hablar?- dijo con timidez.
-¡Si! …Pero antes debes decirme tu verdadero nombre, el que usabas antes de que te capturaran!
            Sel-leen lo miro sorprendida, el se había dado cuenta de que ella no siempre fue una esclava, acaso si se acordaba de ella? No era posible! En ese entonces ella era para él un chico.
-Sel-leen, si al amo le complace! –dijo la joven tímidamente, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
-Mírame cuando me hables esclava! Le dijo en tono duro mientras le miraba el directo a los ojos. Sel-leen lentamente levanto la vista y pudo volver a ver aquellos ojos negros incapaces de  demostrar que o cuáles eran sus intenciones para su próximo movimiento.
-Si mi Jarl!- le dijo mirándole y sosteniendo su mirada… Leónidas siguió avivando el fuego un poco más y se levanto, en ese preciso momento la joven dulce miel entraba en la cabaña se acerco a su amo, no sin antes echarle una mirada desdeñosa y llena de celos, bien disimulados para su amo pero no para sel-leen, quien no bajo la mirada ante una esclava como esa. Sabían bien que ella sería capaz de luchar con uñas y dientes por su Jarl pero sel-leen no se dejaría ganar en una batalla.
            Leónidas la recibió con entusiasmo, y  acaricio en cuanto estuvo entre sus brazos, el  redondeado naciente del muslo derecho de su esclava mientras esta le daba la información que antes él le hubiera mandado a buscar, sel-leen no pudo oír nada, hablaban muy quedo y el crepitar de la fogata no ayudaba. Solo pudo ver como Leónidas la volvía a mirar con aquellos ojos y esa mirada cargada de deseo y lujuria que la estremeció de pies a cabeza, y todo su cuerpo tembló a pesar del calor de la hoguera.-
            Ella desvió la mirada al verlo a él sonreír descaradamente y de lado, enseguida escucho sus pasos y sintió como él la alzaba del brazo justo debajo del codo izquierdo, para ponerla en pie, al hacerlo ella no tuvo manera de agarrar las pieles que la cubrían, estaba aun atada de manos.
-¡Vamos pequeño bond, te quitaremos ese collar, se pronto vendrán  por ti..! –Sel-leen al escuchar esto se altero sobre manera, ella bien sabia que los hombres como Gannicus Leónidas no son de fiar de hecho jamás habían sido justos ni correctos en nada.
            Le ato con una cadena a la anilla que ella llevaba en su collar, y tiro fuerte de esta y ella fue conducida casi a rastras atreves de la pequeña cabaña,  se dirijan hacia la puerta, allí estaba ella, el frio viento la recibió al salir y enseguida sus delicados pezones se pusieron erectos y su piel se erizo, Leónidas se percato de ello y rio por lo bajo, y no dando importancia de ello la condujo por un camino empedrado hasta llegar a la cabaña del herrero no lesjo de la suya.
            Entraron, el delante y ella a unos pasos más atrás, la condujo hasta llegar a la parte posterior, allí se detuvieron frente a una mullida y vieja puerta de madera, Leónidas la empujo y entraron, y una vez dentro la obligo a ponerse de rodillas frente al pequeño hombre barbudo que vestía pantalones de piel y chaleco de cuero. El lugar tenía un olor peculiar a madera, y hierro así como también  a carbones. Había una gran fogata hecha en una especie de cfhimene la cual le daba un calor agradable al lugar.
            El era un hombre robusto, de baja estatura, por el color de su barba sabía que era un hombre mayor pero sus duros brazos acostumbrados a moldear el hierro le decían que no era más mayor a su anciano padre, de hecho algo en el hombre le recordó a él.-
-¡Pon tu cabeza sobre el yunque bestia! –esta obedeció de mala manera o más bien obligada por las rudas manos de Leónidas quien tiro de la cadena pasándola  por el otro extremo del yunque y con la otra pego su rostro al frio  hierro.
- ¡Y no te muevas o podre romperte el cráneo en vez de romper el collar que llevas al cuello!.
            Sel-leen tembló de miedo al ver al hombre ahora con mayor claridad, el hombre era casi un cadáver pensó, era un anciano bastante entrado en años, además tenía un parcho marrón y agrietado que le cubría el ojo derecho, dejando ver a cada lado de él un larga cicatriz. -“¡Demonios le faltaba un ojo!” pensó para sí.
            Coloco su rostro sobre el frio metal, y cerro  fuerte los ojos mientras rogaba a los reyes sacerdotes guiaran al pobre anciano para que diera en el blanco.
             El silencio se rompió con la risa estruendosa de Leónidas al ver le pálido rostro de la joven, y fue en ese momento que el viejo dejo caer el pesado martillo y de  un golpe seco y metálico, dejando rota la clavija que unían ambos extremos del collar, liberando al fin el cuello de la joven, pero ¿Por cuánto tiempo?
            Sel-leen se incorporo y toco su cuello con sus manos aun temblorosas, se sentía bien estar libre. Miro al anciano quien no reparo en tan siquiera verla que aun estaba desnuda, se disponía a recoger los pedazos del collar y dárselos a Leónidas, este las miro detenidamente y luego las  guardo en su bolso de piel, se demoro unos minutos mientras revolvía dentro en busca de algo, Sel-leen no quito los ojos del bolso ni perdió detalle de los movimientos de Leónidas, de seguro buscaría ahora su collar para colocárselo. Ya los había visto eran gruesos y de hierro negro, lo vio puesto en la esclava de el;  enseguida Leónidas saco un saquito, desato la tira que lo permanecía cerrado y de el saco unas pequeña bolita de colores varios, eran golosina, metió una dentro de su boca y se acerco a la joven y le ordeno abrir la boca esta accedió rápidamente y él le dio la rica golosina, ella le sonrió con timidez abrió sus labios y el metió hasta su dedo pulgar dentro para sacarlos y rosar suavemente sus labios.-
            Leónidas se paro detrás de ella y acaricio sus hermoso cabellos, con una mano aparto de su hombre el cabello que le caía de ese  lado y dejo al descubierto la piel de su cuello, hermoso, libre del frio metal, pero con la marca de que una vez allí hubo uno. Macar que sería borrada con el tiempo.             Suavemente se acerco, aspiro su aroma y se deleito con el, lentamente la rodeo y desde atrás se inclino y le beso suavemente la piel sobre su hombro derecho, sus labios lentamente fueron recorriendo el dulce camino hasta llega hasta la base de su cuello, desde  allí termino la caricia con un recorrido de sus dedos, en una línea que llego hasta el naciente de sus deliciosos pechos juntos formando una imaginaria “V”. Sel-leen tembló y se estremeció al sentir aquellas caricia, tan intima, tan excitante; que lo deseo en ese mismo momento, ¡pero!, ¿qué pasaba con ellas? ¿Qué no tenía ya un amo? ¿Qué no amaba ya a su anterior captor? – tuvo miedo de tan siquiera moverse, y complacida acepto temblando sus caricias. Caricias que produjeron en ella un extraño calor  en su interior un calor que no había sentido antes, y fue en aquel momento que deseo no le hubiesen quitado su collar. Leónidas se dio cuenta de cómo reaccionaba su bello cuerpo ante sus demandas y ríos resoplando entre sus dientes, se paro frente a ella y la beso en los labios, su beso no fue del todo suave, había presión, exigencia y urgencia, pero no duro mucho, al separase ella tenia los ojos cerrados y la cabeza hachada hacia atrás, sus mejillas encendidas,  el se aparto de ella, y le susurro en los labios.
-Te llamaras Arij, eso le place a tu amo! Ahora quédate quieta.-
            Muchos fueros los días en que la joven fue entrenada para arrear verr y recoger su estiércol, para luego esparcirlo en los cultivos. Era irónico, que su anterior amo le hubiera dado ese nombre a modo de mala broma y ahora se odiaría si la viera allí llena de estiércol desde los pies hasta la cintura. Se burlaría de ella por siempre.
            Leónidas no volvió a colocar ningún collar en su cuello, incluso no la ataba a la perrera donde solían dormir, y si se ponía muy reacia a entrar lo mas que hacía era encerrarla bajo llave, pero dentro de la cabaña, por lo demás, las dejaba dormir en la cocina, o en sus aposentos a sus pies, ella y dulce miel no era que se hubieran vuelto amigas pero si procuraba seguirle en todo para así aprender todo cuanto esta le enseñase, se repartían el trabajo a la mitad y si en algún momento sel-leen no quería seguir con sus deberes y obligaciones,  esta la azotaba duramente pero no se lo decía a Leónidas
            Dulce miel no reparaba en demostrarle a sel-leen sus celos por no usar collar pero lo que más le disgustaba es que ella comiera de la mano de su amo, así que un día le obsequio un hermoso cuenco hecho en madera que ella misma había labrado, sel-leen se sintió encantada por el gesto y le agradeció. Dulce miel no quería hacerle daño solo deseaba alejarla del amor de su amo y sobre todo de sus pieles, ya que en varias ocasiones los pillaba en extrañas miradas de ella hacia su Jarl y las reacciones de la joven ante el libre.-
-Debes pedirle a mi Jarl que te deje comer del cuenco! –sel-leen ahora llamada Arij, la miro y luego al cuenco que tenía en sus manos.
-¿Y si se enoja?, ¡por mi atrevimiento! -Le dijo con cautela la joven
-¡Dile que es un obsequio mío y que quieres complacerme! -Sel-leen no entendía la intención pero asintió a fin que quedara por sentado que se lo pediría. Dulce miel sonrió ampliamente y Salió tarareando una alegre melodía.
            Esa misma noche cuando se disponían a servir la cena ambas kajiras se encontraba delante de el Jarl, ambas vestían pieles y estaban contemplando devorar con avidez sus alimentos y mientras dulce miel le servía la comida en la boca, Arij le llenaba el cuenco de vino cada vez que este la miraba y le hacia una señal con el dedo en el cuenco.
-¡Mi Jarl! –se apresuro a decir dulce miel mientras acariciaba el pecho de Leónidas, este no dejaba de mirar con deseo a sel-leen.
-¡Dime!
-Arij tiene algo que pedirte, pero tiene miedo de ti! -Y con sus manos lo hiso mirarla y le planto un beso lleno de pasión y excitación.-
Sel-leen se ruborizo  y bajo la mirada.-
.¡Haber, muchacha!- mordió un trozo de pan -¿Dime que tienes que decirme? –le exigió Leónidas, mientras apartaba a dulce miel de su lado.
Sel-leen tembló ante la posibilidad de hacerlo enojar, miro el rostro complacido de dulce miel y esta le guiño un ojo, animándola a hacerlo.
¡Q-Que-Quiero usar un cuenco que me obsequio dulce miel… para alimentarme!- pero no obtuvo respuesta, ya que un fuerte y desconocido ruido los saco de concentración por un momento.-
            Enseguida se escucho un segundo pero más estruendoso estallido fuera de donde ellos se encontraban. Sel-leen y dulce miel se sobresaltaron pero  Leónidas permaneció tan natural que sel-leen juraría que quizás fue producto de su imaginación.-
            Otro ruido aun más cercano volvió a romper el silencio, esta vez retumbo en todo el lugar, incluso las paredes de madera y los metales colgados en estas se movieron en crujidos y tintineo metálico. Sel-leen asustada se movió inquieta en su lugar miro a uno y luego al otro; Leónidas la miro esta vez si había preocupación en su rostro y para tranquilizarla le ordeno que se pusieran de rodillas.
-¡Arij, Dulce miel, Nadu!. ¡Y no te muevas de aquí hasta que yo  regrese o envié por ti... –le dijo señalando a dulce miel quien estaba inquieta. 
- Entendido?- sel-leen asintió, dulce miel solo lo miro desafiante. 
            Leónidas salió fuera del lugar, sel-leen lo miro, y no paso mucho tiempo cuando dulce miel se levanto y corrió hacia la puerta tras el, sel-leen intento detenerla pero ella la empujo y le ordeno no salir de allí. Sel leen quedo sentada en el suelo y sola, se percato de que no volvió a escuchar mas ruido, ella, se quedo intrigada así que se puso de pie lentamente mientras observaba la puerta por donde habían salido su amo y su esclava, corrió hacia la primera ventana que vislumbro. Desde allí pudo ver el lado por donde ella había llegado hacia meses y solo veía la cabaña del viejo herrero mas al sur, su desilusión fue evidente al no ver nada y resoplo furiosa, a la vez que golpeaba el vano de la ventana con su pequeño puño. Giro su cabeza hacia ambos lados de la cabaña y pudo ver un lugar de donde salía luz pero este estaba cubierto un montón de cajas de madera y sobre estas pieles de eslín y panteras. Corrió hacia ese lugar e intento descubrir la pequeña ventana que se ocultaba detrás de todo aquello, logro bajar varias de esas cajas que cayeron esparciendo las pieles al suelo y si mayo importancia  pudo ver entonces lo que tanto había buscado, allí se encontraban los muelles y cerca de ellos hombres y mujeres, tanto libres como esclavos al parecer corrían desesperado el humo era evidente en varias zonas del muelle, mas al norte vislumbro humo salir de las montañas y descender de ellas una enorme fila de hombres y en los aires tarnsmanes, todos los esclavos al compas del látigo ayudaba a bajar lo que parecía un nuevo botín recién obtenido después del  ataque a las tierras de la Gloriosa Ar.
            Ahora sería un problema salir de allí, pero esta era su oportunidad después de tanto tiempo de intentar una vez más escapar de este lugar. Miro al suelo, su pie derecho pisaba las suaves pieles de pantera desparramadas sobre el piso de madera, se agacho y la cogió, ¡Fantástico! Exclamo, eran pantalones y ropa para libres,  cogió otras y resultaron ser unas sencillas túnicas, nada que no pudiera usar pero sin duda pasaría por un campesino del lugar.
            Sel-leen rápidamente se comenzó a vestir pero antes tomo la previsión de colocar otro par debajo para que así su cuerpo quedara bien oculto de las sensuales formas femeninas que ella sin duda tenía. Rebusco un poco mas y encontró un par de botas de piel de bosk, se las coloco y  al incorporarse se dio cuenta que su cabello la delataría, su mirada se poso en el cuchillo que había dejado su amo sobre la mesa baja donde estaba comiendo y cortaba los trozos de carne  asada;  el filo del metal brillo cuando esta lo alzo y lo coloco justo debajo de un gran mechón de cabello y cuando casi estuvo a punto de cortarlo miro una especie de capucha como la que ella usaba cuando vivía con su padre, salir de una caja en el suelo.-
            Unto  su rostro con hollín de un caldero. Ensucio también sus manos y la ropa que llevaba, no debían parecer nuevas.
            Con cautela se asomo y para su sorpresa no había nadie cerca, no presto atención a ciertos detalles que al parecer eran tan obvios, pero no sería verdad, un Goreano jamás dejaría que su presa se escapara así tan sencilla, así que quizás algo estaría por suceder. Se aventuro una vez más, esta vez intentaría escapar solo que ahora debía de ir por mar ya que por tierra sería un acto suicida , y en vista de que ella llego allí en Tarn,  eso sin duda ni pensarlo ya que el animal la devoraría no tanto la viera intentar montarlo, además no sabría como manejarlo.- 
            Sel-leen pudo mezclarse entre la multitud, la gente por lo general ignoraba su presencia cuando vestía de chico hace un tiempo atrás, ahora quizás correría con la misma suerte en vista que todos estaban atentos a la llegada de los valientes piratas que habían encontrado saquear nuevamente alguna pobre ciudad de Gor y que ahora regresaban victoriosos con sus grandes tesoros y cadenas de esclavos.
            Un hombre muy alto la tropezó y la empujo de un solo golpe para apartarla de su camino, ello intento no emitir sonido para no dejar sospechas. Se alejo y en su camino, pero si le había parecido rara su presencia en ese lugar y por qué no corría como los demás;  al llegar al muelle y mirar mas de cerca que era lo que traían los soldados de Ivar se sorprendió al ver varios rostros familiares, como fue encabezando la línea de esclavas a la bellísima tersite esclava de alto  y rubio Turnock, tersite se le veía muy triste detrás de ella iban varias de las kajiras de su amo Zaltar, al parecer habían dado con el recinto en donde estaba ellas ocultas. También logro ver a la pequeña Itzá, quien la ayudara la noche en fue marcada, como un acto reflejo, se puso la mano sobre su marca en el muslo izquierdo. Sel-leen no lo podía creer, no era posible que otra vez hubieran atacado a la ciudad de Ar. Ahora ella no podía irse y dejarlas allí, tenía que hacer algo. Miro más allá y pudo ver a su actual captor, Leónidas,   se reunía con varios hombres incluyendo a Ivar Forkbeard.
            El ruido de un látigo llamo su atención, el grito de hombres enardecidos por las emoción a su victoria la hicieron mirar  en esa dirección y descubrió decepcionada y horrorizada que había capturado a muchos libres quienes ahora estaban encadenados del tobillo izquierdo en una línea de varios hombres, atados de manos y con collares,  muchos de ellos estaban  mal heridos y ensangrentados, otros cojeaban y al caer eran cruelmente azotados para obligarlos a levantarse.
             Sel-leen ahogo un grito de horror a ver que dos enormes hombres llevaban ahora a dos hombres casi desnudos y atados fuertemente con collares de doblen anilla, entre ellos uno era  su amo Zaltar quien era arrastrado al resistirse y por ello  lo golpeaban implacablemente.  Sel-leen intento abrirse paso entre la multitud y seguir  a los guardias a ver hacia donde era llevado su amo, para su alivio lo llevaban a los calabozos. A los cuales, si tenía cuidado podría ir sin ser vista.- Y así lo haría, ella había guardado bajo sus ropas el cuchillos que había en cabaña y junto a esto también varios objetos que sin duda le serviría para abrir las cerraduras, en eso ella tenía mucha practica y destreza.-
            Sel- leen se movió rápido ya que sin duda su nuevo amo regresaría por ella y al descubrir que había huido, y la buscaría con eslines de caza. Se ocultaría en el espeso bosque, y allí esperaría a que oscureciera y  entonces así  actuaria para intentar rescatar a los hombres y mujeres de Ar.
            En su andar, Sel-leen había escuchado, por el pueblo que esa noche se marcarían a los recientes esclavos capturados y que en celebración de la gran victoria obtenida se daría una gran fiesta. La joven tuvo  una idea brillante.-
            Corrió al bosque rumbo a su cabaña y en el camino  escucho un ruido casi como un grito corrió hacia allí y enseguida de los arbustos salió la figura de una esbelta mujer, eres una kajira, alta y de tés canela, sus cabellos eran negros, Salió asustada y se postro a los pies de sel-leen intentando  humillarse para que así le perdonasen la vida. Sel-leen la reconoció era la esclava que la había llevado al reciento a donde la envió Zaltar para que la cuidasen. Enseguida se agacho y le hiso señas de que guardara silencio, ella también había escuchado ruidos, la cogió del brazo la hiso seguirla y juntas se ocultaron tras algunos matorrales ella se quito la capucha y la kajira  ylra la reconoció enseguida.- 
            Sel-leen miro enseguida hacia donde provenía el ruido y se alivio al ver que solo eran unas kajiras cargando agua y leños, y llevándolos hacia donde estaban armando la gran celebración.  
Al pasar uno minutos sel-leen se giro hacia ylra y le pregunto.
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
- ¡Mi…! dudo unos segundos. -¡Tu amo, antes de ser capturado me envió a mezclarme entre las bond, para buscarte e intentar ubicar tu paradero y así rescatarte! -Miro sus manos y comenzó a sollozar.
¡Fue mi culpa que te atraparan, lo siento, lo siento!- rompió en llantos.
-¡No, no… tranquila.intento calmarla para que no hiciera tanto alboroto, mientras miraba  a su alrededor en busca de posibles hombres de Torvaldsland
-No fue tu culpa, yo lo  decidí así , el  escapar!. –le dijo para calmarla mientras volvía a mirar hacia donde estaban los hombres de Torvaldsland encendiendo y preparando  las hogueras y y en ellas calentar  los hierros para marcar a los recién capturados esclavos, todos hombres libres de Ar.
-¡Ahora debemos pensar como haremos para rescatarlos a todos y pronto!, ¡debemos hacer algo!, ¿Me entiende kajira? -Le dijo sel-leen mientras la sostenía de los hombros.
-¡Ylra, ese es mi nombre! -Le dijo con voz arrogante y  baja y miro en la misma dirección.
- Hay mas hombres de Ar en espera de la señal para atacar, hay miles se donde están y como avisar a cómo y cuándo atacar. Sel-leen se alegro al oír aquello, ¡entonces contaban con una buena estrategia!,  solo debía tener una cuartada para así caerles por sorpresa.
-¿Y qué tienes planeado para rescatarlos? –pregunto la joven esclava,  Sel-leen la miro y sonrió de una manera picara.
-¿Sabes bailar, ylra?- ylra la miro y con una amplia sonrisa enseguida supo cual sería el plan.
            Sel-leen le había dicho a ylra que partiera a toda prisa y avisara de los planes y que esperaran la señal, ylra presto total atención a todo como le explico sel-leen y partió enseguida en la dirección a donde se encontraban los del bando contrario. Tenía que darse prisa ya que ella debía de estar allí cuanto antes y a su regreso y aguarda a sel-leen, oculta y sin hacer  ningún ruido ya  que ella se encargaría de todo lo demás, pasaron unas horas, a lo que sel-leen sin ser vista logro encontrar sedas y maquillaje así como un frasco de perfume, todo gracias a su disfraz de hombre libre, logrando hacer que una joven esclava accediera a sus órdenes, por suerte no tuvo ningún problema, salvo que estuvo a punto de ser descubierta cuando se topo con la joven dulce miel, quien descaradamente intento coquetearle, pero esta ágilmente logro ponerla en su sitio y se aparto de ella rápidamente.  
            Sel-leen había regresado al bosque le hiso una señal a ylra y la condujo por el pueblo completamente desnuda y atada como si de una esclava capturada se tratara, entro en una cabaña y allí comenzaron a prepararse,  mientras sel- leen  la ayudaba a vestirse con una bonita felpa con cientos de perlitas de plata que caían en pequeñitos cascabeles que colgarían sobre  sus grandes y claros ojos, colocándolo sobre su frente. Ylra se había dado un rápido baño helado, y con los cosméticos se había  dibujado una rosa en su vientre, que partía, justo su tallo  desde la línea donde comenzaba su valle ensortijado el cual estaba cubierto por una delicada prenda y culminando en una  Flor a punto de abrirse cerca de su centro…su torso estaría completamente desnudo; Tomo luego  un bonito collar, para sus redondeadas caderas, de fina plata, así como unas tobilleras con cascabelitos. Adorna también su antebrazo derecho con una pulsera de plateado metal que sin duda refulgirá bajo las tres lunas en la noche Goreana... Sel-leen se arrodilla junto a ella y le fue ayudando y prendiendo a la cadena de sus caderas,  uno a uno los pañuelos de delicada seda blanca, y en ese momento cuando ylra esta ocupada atando sus pañuelos sel-leen  ve el cuello de la esclava y reconoce el tipo de collar y comienza a leer la inscripción en el: Pertenezco a Zaltar, favor devolverme a el”.
            Sel-leen sintió algo extraño, se llevo sus dedos a su propio cuello y decepcionada recordó  que ella no tenía el suyo,  pero no se atrevió a decir nada, a decir verdad se sentía aliviada de ello, y es que  ella ahora era libre.
            Continuo ayudando a ylra a prepararse, le coloco Seis de los delicados pañuelos en el collar que ceñía su cadera de esclava. El séptimo se lo entrego para que lo mantuviera en su mano… sel-leen salió diciéndole que aguardara en silencio y que si algún libre la encontraba le dijese que “ella era el obsequio de los libre en honor a su actual victoria” y al cabo de un buen  rato, ya ylra estaba con los nervios hechos trizas y con cada nuevo ruido del lugar. Su preocupación aumentaba, afuera de la cabaña se podían oír los pasos de los libres que se dirigían a la gran celebración ya estaba oscuro,  no fue  hasta que por fin reconoció el silbido de sel-leen que se relajo y salió de su escondite,  muerta de frio y hambrienta.
            Sel-leen  dedujo que sin duda  tendría hambre, y en su salida había ido también por alimentos y a terminar de cuajar su estrategia para liberar a los prisioneras,  encontró un poco de pan y carne seca que trajo consigo, así como un poco de agua. Se le dio a ylra mientras le explicaba lo que debía de hacer y lo que ella había logrado para que el baile estuviera listo y el libre lograra presentarla como la mayor atracción de la noche.
            Ylra devoro todo con avidez y enseguida se dispuso a prepararse para su presentación, ella sería sin duda el obsequio de recompensa para los libres por tan glorioso botín, y así, mientras  ella los distraía,  sel-leen en su plan elaborado,   intentaría dopar a la mayor cantidad de libres que le permitiera el tiempo,  y así liberar a los guerreros y esclavos de Ar a fin de armarlos y salir a luchar por su  propia libertad.  
            Afuera las esperaba un hombre de aspecto gracioso, encorvado a quien sel-leen le dio la cuerda que llevaba atada a  ylra. Antes de verla partir sel-leen cogió una seda roja y la entorcho entorno al collar de ylra para que nadie pudiera verlo y así no sospecharan nada. Se miraron y ambas se desearon suerte.-
            La gran celebración se llevaría en el centro de la ciudad, la fiesta estaba en pleno apogeo;  una enorme fogata iluminaba el lugar, y  las kajiras todas, prestas a servir el vino y las viandas llenas de abundante comida para el festejo; ataviadas con campanillas, y vestidas con  cortas y traslucidas sedas estaban todas ellas,  incluso las kajiras recién capturadas de Ar.
            Entre ellas se encontraban las esclavas,  tersite, dina y la misma melina, sel-leen las observaba, encontraría la ocasión y el momento preciso para interceptarlas  y así pedir se le uniesen en su estrategia y plan de escape;  si en verdad deseaban salir de allí, y era obvio ya que aquellos hombres la trataban muy mal, sin duda  no dudarían de unir fuerzas para zafarse de ese lugar, además si ellas creían que ella, sel-leen era un libre de Ar, debería de obedecerle porque si..  
            Tuvo suerte de toparse con melina y rápidamente le conto su plan esta estuvo presta ayudar y enseguida se puso manos a la obra.
            Sel-leen ya más tranquila y dejando todo listo se sentó a presenciar el acto y así pasar desapercibida, le hiso seña a una kajira quien le sirvió un tarro lleno de  cerveza.
            Ahora solo sería cuestión de tiempo, Esperaría paciente el momento para así liberar a los hombres y Guerreros de Ar. Todos los demás estaban sobre aviso.
            Para la gran celebración habían mandado a trae a Conrrad Baxton, quien había sido capturado en el primer ataque, al capitán Riojano Kapplen Y Zaltar, Mercader de Ar ahora un guerrero mas, para que presenciaran la gloriosa buena ventura de sus captores. Y mostrados al pueblo de Torvaldsland como el mayor premio obtenido.-
            Estos eran llevados a rastras y obligados a ponerse de rodillas, delante de los libres;  vestían únicamente túnicas de esclavos y con sus torsos al desnudos, permanecieron de rodillas, atados de manos a las espaldas y bien custodiados por hombres fuertes de Torvaldsland. Sel-leen pudo verles de cerca, pero no intento acercarse mucho a fin de no despertar sospechas.-
            De repente se anuncio el gran momento que tanto ella había esperado; sel-leen había enviado a dar como regalo a los  capitanes Ivar y a Leónidas, el mayor obsequio de la noche.
-” Traída desde las más lejanas tierras con la belleza y  la rareza, de lo mejor de dos mundos “la barbará”; la más bella, la más sensual de las bestias”, así fue el anuncio espectacular,  anuncio del hombre de aspecto encorvado y chistoso, quien hiso una señal a los músicos para que dieran comienzo a la música y así deleitar a los libres.
             No dijeron nombres, ni a quien pertenecía, pero el sonar de los tambores hizo que todos los hombres dirigieran las miradas al centro de la pista de baile.-
            Zaltar alzo la vista y para su peor sorpresa, reconoció a la joven  espléndidamente vestida, la morena que se encontraba a medio del circulo de baile arrodillar, era la esclava de Ar, su rostro palideció al ver  la que la habían capturado, pero ¿Por qué estaba allí?, ¿Quien la había capturado y llevado allí? ¿ y cómo sabían  que ella podía bailar? ¿Sería acaso que solo la había imaginado que solo era alguien muy parecida? ¿o seria un plan de escape? ¿Pero quién?¿cómo?, sacudió su cabeza al golpearse de tantas interrogantes sin respuestas, al menos no lógicas.  Sabía que no todos había sido capturados cuando decidieron atacar a los hombres de Ivar Forkbeard por sorpresa, si no que una buena cantidad de sus hombres se habían quedado en los acantilados a la espera de nuevas órdenes. ¿Y entonces?, ¿quizás habían regresado para liberarlos? Enseguida miro a Conrrad, este  permanecía inerte mirando a la glamorosa esclava quien los miraba también fugazmente, el estaba con su ojos casi desorbitados y su rostro desencajado, su expresión era serio pero igualmente pálido, su mandíbulas se tensaban por el esfuerzo que hacía para contener su rabia,  intento zafarse con todas sus fuerzas, pero cuando sintió un fuerte golpe en el costado, el dolo lo hiso caer de pecho al suelo sin aliento.-
-¿Quieto esclavo, jamás serás digno de una belleza así?- le grito riendo uno de los guardias que lo mantenían sujeto de las anillas a cada lado de su collar y el cual lo había golpeado.
             Zaltar gruño, pero no intento nada, aguardaría, no podía ser tanta casualidad, miro una vez más a  la kajira para comprobar que fuera cierto lo que sus ojos veían y no un espejismo a causa de sus golpes y de sus heridas sangrantes y sin atención.
            Ylra había evitado seguir mirándoles así que se dispuso a  concentrarse y preparada ya para dar Comienzo a su espectacular baile, ella lucia radiantes Sus cabellos negros como las noches sin lunas, le  caían  en cascada por su esbelta y desnuda espalda, Camino despacio y contoneándose, hasta la hoguera, encadenada la llevaba un libre, el mismo que la anunciara, la cruzan delante de los esclavos retenidos y ella los ignora con aparente indiferencia, el libre quien encorvado se cubría el rostro con una túnica que le rodeaba la cabeza la llevo frente a los libre y allí le ordeno humillarse ante ellos.
            Todo estaba ya arreglado, las kajiras estaban atentas a las señales de sel-leen. Esta se mezclo entre la multitud e incluso recibió de manos de una kajira otra  bebida que resulto ser agua.-
            La noche apenas comenzaba y se comenzaba a oír el  ritmo de suaves timbales, y el calor de la fresca brisa no tardo en hacerse sentir; ylra busco con la mirada baja, las pieles de los Libres Goreanos de Torvaldsland y colocándose  ante  Leónidas e Ivar, quienes ahora se  disputaban sobre quién de los dos se quedaría esa noche con la magnífica bailarina que estaba frente a ellos.-
            Ylra  después de besar sus pies en solicitud de permiso para dar comienzo al espectacular baile preparado y deleitarlos así con su danza, a una señal del libre se pone en pie y camina al centro del circulo formado para que ella danzara;  se gira y de espaldas,  eleva sus brazos con armonía, de su mano cuelga una de las delicadas sedas que agita ante todos los libres con sinuosos movimientos haciendo balancear sus bellos y enormes senos…
            Da la señal para que comiencen los músicos; Lentamente  comienza el tocar de los tambores y ella se va girando impulsada por uno de sus esbeltos tobillos llenos de cascabeles, se gira  hacia los Amos, cimbrea su cintura y lanza La delicada gasa roja, que  enmarca su  bello rostro y que solo muestran sus claros y brillantes ojos color miel ojos que brillan con las luces de las antorchas; la joven se mueve con suaves y sensuales movimientos,   sus manos y  sus brazos  que extiende hacia las tres lunas Goreanas que le dan la luz y la guiaran en su danza.
            Con las yemas de sus dedos recorre casi sin rozar apenas, sus costados, delineando su figura,  rodean sus senos pícaramente, con extrema elegancia al compa de los tambores bate sus cabellos en una cascada de sedoso terciopelo,  humedece sus palpitantes labios entreabiertos con su húmeda lengua, provocando de los libres gritos de lujuria. Las campanillas alrededor de su cintura se mueven y suenan al ritmo del movimiento de sus caderas.
            Recorriendo toda la pista mientras danza lanza su cabeza hacia atrás derramando sus sedosos cabellos que caen en cascada suave,  atrás de si,  dejando así  ver su desnuda espalda de kajira. Ylra continua danzando alrededor de la pista, pasa ahora justo frente a los prisioneros, sintiendo allí la mirada enervante del que ahora fuese su Amo, lo sentía observándola. Siguiéndola sin perder detalle de todos y cada uno de sus movimientos.
            Su cometido era distraer a los libres haciéndoles saber  que se  sentía deseada por todos, agita sus hombros, incorporándose despacio, y sin prisa les ofrecía una exquisita  visión de sus erizados y desnudos senos.
            Es entonces cuando ylra suelta la primera seda prendida de la cadena de su cadera,  y que antes había  deslizado  por su cuerpo al compas del dulce  tintineo de sus tobilleras, sonríe viendo a los  libres como  se disputan en alcanzarla; la kajira ahora se dirige y  llega hasta el poste central, puesto allí especialmente; se abraza con sus bien formadas piernas e inclina todo su cuerpo hacia atrás, sin ninguna prisa y sin dejar de danzar sus delicados brazos.
            Se incorpora soltando sus piernas y da la vuelta de espaldas al poste por el cual baja hasta quedar en cuclillas y al abrir y separar sus rodillas coge otro velo   sacado de sus caderas y lo pasa entre su centro, en un recorrido desde su sexo hasta su cuello y lanza este paño a los libres, estos vitorean en una explosión de excitación y emoción  aplauden golpeando sus hombros y felicitan al feliz recibidor de aquel segundo velo.
              Ylra sigue con sus seductores y sensuales movimiento, toda la atención está puesta en ella, ya solo falta la segunda fase del plan de sel-leen.
            La mirada de ylra era baja, señal para las esclavas quienes estuvieron atentas de que era la hora de comenzar a servir a los libres las bebidas preparadas por sel-leen quien ahora se hacía pasar por un hombre libre y entre la multitud se estaba mezclando.
            Ylra danzo nuevamente hacia los libres homenajeados, miro de frente a Leónidas  y con su mirada de fingida timidez y placer de bailar para él, lo volvió mirar, esta vez  sus ojos refulgían igual que las llamas en la hoguera,  aunque con un brillo felino, esto despertó en él, el  deseo inmediato y justo cuando Leónidas  intento cogerla al esta ofrecer coger el mimo otro velo,  ella fue mucho más rápida y con un doblar de rodillas, y giro de caderas fue más rápida, en el giro solo dejo que Leónidas recibiera de ella el rose de sus cabellos cuando golpearon su cara y en su mano la delicada tela;  logrando así volver al centro del circulo y continuar sus sensuales movimientos. Giro y  Sonrió de satisfacción al  ver su cara sonriente pero llena de frustración, pudo oír  cómo los demás se reían de el por no haberle podido dar alcanza.
            Ylra ve y siente el deseo del libre, sabe que desea poseerla esa noche, ella muerde sus labios rojos, y danza ante él,  poseída por su propia sensualidad y haciéndoles creer que ella también siente el deseo de entregársele  y de agradarle a el. Pero ahora centra su atención en el libre a su lado; quien  enajenados por la excitación que la produce su baile, le hace seña para que ella  se dirija  muy cerquita de donde está el,  Ivar, ylra  balancea una pierna con provocadores y desafiantes movimientos, arranca otro velo.   Este lo pasa por sus delicados y exuberantes pechos lo besa fugazmente y lo deja en manos del libre Ivar, este lo coge rosando sus delicados dedos y con picardía lo lleva a su nariz para percibir el aroma de la kajira.
Ylra ve como una figura a su diestra intenta levantarse pero trastabillo, era Leonina, lo miro de reojo y supo entonces que el vino estaba haciendo su efecto.
             Las palmadas de los Guerreros en sus hombros izquierdos, sus carcajadas y el saberlos complacidos hacían por sobre todo  muy feliz a la muchacha quien  exhausta  no paraba de sonreír.
            Vuelve justo delante de la hoguera para compartir con ella el fuego y la pasión que la abrazan, atreviéndose por una milésima de ehns a mirar a su amo atado a los pies de los dos enormes guerreros quienes estaban embelesados bajo sus encantadores movimientos, pudo ver también que la bella y sensual dina les ofrecía vino y ambos lo aceptaron, ylra sonrió satisfecha y le guiño un ojo a ambos. Los hombres se empujaron de los hombres discutiendo y disputándose para quien era el guiño.
             Sigue la música y la  fuerza de los grandes tambores la invitan a contorsionarse aun mas,  su cuerpo ya perlado de gotitas de sudor, le decían que pronto todo terminaría, en sus movimientos ella   acaricia sus prietos muslos desde sus tobillos ascendiendo una a una por sus esbeltas piernas, se dirige ahora cimbrando sus anchas caderas a los Libres que gustosamente estaban tocando, y con disimulo, les sonríen, pasando su cara por  entre sus brazos de esclava, y sintiéndose hermosa, flexiona su cuerpo hacia adelante acariciando sus piernas. Ellos también eran parte del plan.
            Con la música, al compa de la dulce citara y de los timbales,  los excitados músicos interpretan la danza del velo para  ella...
-”Que  esta noche, sea el instrumento de placer para los Amos de Torvaldsland…” -Grita alguien entre el público. Era el alto y rubio Turnock, quien estaba también disfrazado oculto entre el público.- Los libres vitorearon enardecidos y siguieron bebiendo y gritando a la sensual ylra quien los seguía deleitando.-
            Suelta entre sonrisas picaras el penúltimo velo que prende de sus caderas las cuales  agita y agita removiendo su vientre y su cintura que ondula con sus movimientos dulces y sensuales. En un ritmos mucho más rápido señal de que la danza está por llegar a su fin.
            Se acerca hasta  los  libres Ivar y Leónidas, sintiendo de ellos sus ardientes miradas,   recorriéndola en toda su extensión,  percatándose de que ambos tiene la mirada fija y atontada, y  con orgullo mira por encima de su hombro a su Señor y se siente feliz de saberse suya por completo y de que pronto todo acabara.
            Gira su rostro nuevamente y mira de frente a los libres, su respiración era rápida,  los veía entre su negro cabello que le cae por su cara, alborotados, volando al compas de su agitado aliento, y detenida ante ellos, da un delicado giro levantando sus brazos agitando todo su cuerpo, cae la kajira a sus pies, sentada sobre sus talones sus piernas abiertas y flexionadas, y tirando su cabeza hacia atrás hasta tocar el suelo haciendo que  su negro cabello se derrame por él y enmarquen su voluptuosa figura.
            Es el momento esperado, el momento de despojarse de su último velo, el velo de su rostro y sonreír sin aire, a los Libres y en especial e interiormente a su Amo ya que esa era la señal.-
            Las gotas  de su propio sudor la recorren resbalando por entre sus grandes senos, por su vientre por sus muslos, la música cesa y el silencio es evidente oyéndose tan solo el crepitar de la Hoguera. Pero ese silencio solo duro unos segundos.
            El silencio es roto por el fuerte grito de guerra de los Guerreros armados de Ar.
            La batalla duro poco, solo unos cuantos que no había probado el vino se resistieron y dieron pelea, pero la gran mayoría estaban a merced de sus nuevos captores, fuertes hombres abatidos cayeron mal heridos al suelo, Gannicus Leónidas e Ivar Forkbeard estaba ahora con sus rostros pegados al suelo y atados fuertemente por los hombres de Kapplen. La situación se controlo rápidamente los guerreros de Ar no querían buscar más líos solo deseaban recuperar sus pertenencias que habían sido saqueadas por el pirata de Ivar y una vez recuperados marcharse. Liberaron a los prisioneros, ylra corrió contenta feliz de ver a su amo libre y se postro a los pies de Zaltar quien terminando de quitarse las sogas la ignoro y le dio un suave empujón con su bota para apartarla. Cogió un arma de uno de los guerreros de Kapplen y se acerco a donde estaban ahora apresados Leónidas e Ivar.  
-Suéltalo Kapplen y dale una espada!- Riojano, volteo enseguida y miro a Zaltar de pie vestido con la túnica de esclavo y el collar que un prendía de su cuello.
-Estás loco, Zaltar para que si ya es nuestro prisionero! -Dijo sonriente Riojano con su habitual sentido del humor.
Te he dicho que lo liberes y le des una espada!, este hombre me robo algo que me pertenecía y lo quiero de vuelta!. Dijo con la mandíbula apretada y la ira mal contenida.-
            Leónidas comenzó a reír estruendosamente, en el,  el efecto de la bebida estaba pasando. Zaltar le hiso una señal a los hombres que lo retenían de rodillas para que esto lo dejaran levantarse, y trastabillante lo hiso.  
-Quieres pelear por una sucia kajira? –volvió a reír estruendosamente.-
-¿En donde esta?- trono Zaltar desenvainando la espada y lanzando una a Leónidas a sus pies.-
            Leónidas por un momento lo miro y lentamente metió en su alforja la mano y rebuscando dentro saco algo metálico que sonó al pasar por los pliegues de esta, Gannicus le había lanzado a los pies el collar roto que una vez perteneció a su esclava, furioso Zaltar arremetería contra él en una lucha de titanes a muerte
-¡Esto es lo único que tengo de “eso” que te pertenece!.- Zaltar miro sin ver las dos piezas tiradas a  sus pies, apretó sus puños y lentamente su respiración comenzó a ponerse pesada, levanto la espada para embestir a su enemigo con todas sus furias grito, pero no fue lo suficientemente rápido para Leónidas quien se había agachado y cogido la espada, y con ella dando un giro corto el costado derecho de Zaltar dejándolo muy mal herido, Riojano actuó de inmediato al ver a su amigo caer y colocando el filo de su espada en la garganta de Leónidas obligándolo a bajar la suya, pero las intenciones de este no era matar a Zaltar al contrario solo deseaba defenderse y porque no, darle también una lección.-   
            Leónidas riendo dejo caer la espada pesada sobre el suelo, y se preparo colocando sus manos a su espalda para que lo ataran. Riojano no lo hizo.
            Ylra horrorizada y muerta de miedo corrió a los pies de Zaltar llorando lo sostuvo entre sus brazos sus sollozos desconsolados, no le permitían hablar;  Zaltar la miro y le sonrió, con sus manos ensangrentadas la cogió del rostro y la atrajo hacia así y allí  le murmuro.
-¡Mi pequeño vulo, gracias a los dioses que estas bien…! –Zaltar hiso un respingón de dolor. Riojano gritaba por un médico, sus guardias corrían de un lado al otro intentando controlar la situación de posesión y las kajiras corrían a sus lugares para ser de nuevo llevadas y capturadas. Solo eso pretendías los guerreros de Ar llevarse lo que les fue robado y nada mas.-
-¡Tranquilo amigo estarás bien!.- Le había dicho riojano a Zaltar, su sonrisa estaba allí aunque en su rostro se veía preocupación.-
Fuiste valiente mi pequeña!- Le seguía susurrando Zaltar a la joven ylra.
-No hables mi señor, no gastes tus fuerzas, pronto vendrá la ayuda! -Decía entre lágrimas y besos.              
            Leónidas, mientras era llevado por los guardias de Riojano y justo al pasar frente a ellos,  le espeto con seriedad a Zaltar.
-Tu preciosa esclava, la pequeña que capture corriendo desnuda en los campos a las afueras de Ar, está libre, hermano!- Zaltar no dio crédito a lo que había escuchado,  el termino que había empleado Leónidas era más un privilegio del que poco enemigos gozaban el perdonase la vida los hacía formar un extraño vinculo de hermandad como quien debe una favor en el futuro, el no había matado a Zaltar y pudo haberlo hecho, pero en cambio solo lo hirió, y por qué no, si hubo un tiempo  en que ellos en la infancia había sido grandes amigos y compañeros de juego, pero el destino los separo y ambos decidieron tomar rumbos y caminos muy diferentes, y lo que desconocía Zaltar era que el si había conocido a sel-leen cuando era tan solo una niña, y este sabia de su doble identidad mas ella no, el había incluso enseñado a esta de niña a defenderse, y a usar las armas de caza como el arco y las flechas.            Leónidas cuando alcanzo la madurez, prometió al viejo  Aarago, que cuidaría y velaría por la joven, y que su secreto sería muy bien guardado, y lo había logrado. Hasta que supo que la había capturado,  el había seguido su rastro cuando supo de la muerte del anciano y busco durante mucho tiempo su paradero lo de aquel día en las afueras de Ar,  solo fue una coincidencia y valla que tuvo suerte al dar con la joven fugitiva.
            Zaltar se sumergió en sus propios pensamientos al escuchar de Gannicus Leónidas su confesión;  ¿entonces la joven muchacha había huido?, ¡qué pena que ahora estuviera herido de muerte!.- Ylra aunque llorando permanecía a su lado, pero luego recordó algo. Coloco la cabeza de su amo sobre unas pieles que los libres, hombres de Riojano, le habían dado para que lo cubriera ya que temblaba de frio por la sangre que había perdido. Se levanto lo beso en los labios y no haciendo caso de sus llamados corrió con todas sus fuerzas.-
Zaltar la miro partir, no era posible que también ella lo abandonara.-
            Ylra regreso a la cabaña, donde hubiese estado antes de su baile, no encontró nada allí, volvió al bosque nada,  su corazón latía desesperado, tampoco se encontraba allí, estaba desesperada hasta que al girar en una vereda tras unos carros encontró lo que tanto buscaba, la miro, allí estaba sel-leen aun vestida como  libre y preparándose para marcharse.
-Por favor te lo ruego, salva a mi amo!, sálvalo se que solo tu puedes sanar su herida!- ylra había corrido hacia donde estaba ella y se había arrodillado a sus pies,  sus ojos y todo su rostro estaban bañados de lagrimas.
            Sel-leen al verla sintió repulsión de verla ser de nuevo una esclava que ¿Acaso era verdad que se pudiera amar a un hombre?  ¿que  aun así la hiciese sentirse tan mal, y obligarla a humillarse delante de todos los hombres?  Sel-leen miro al cielo, y luego otra vez a ylra quien ahora besaba sus pies en señal de suplica desesperada.
Sel-leen se arrodillo y la cogió por sus hombros,
-¿En verdad amas tanto así a ese hombre?, ¿tanto así que darías tu vida, tu libertad por  él?
-Si ama, una esclava le debe lealtad y obediencia absoluta al amo!
-No, no tonta kajira, no me digas lo que te enseñan...sino lo que dicta tu corazón!, ¿En verdad estarías dispuesta a dejar tu libertad a cambio de una vida atada a una collar?
Ylra bajo su mirada, sujeto su collar con una mano y la miro directo a los ojos.
-¡Lo amo con todo mi corazón, no importa si para ello deba cargar el pesado y frio metal hasta al final mi vida, mi alma no solo le pertenecen yo se la entrego!-Sel-leen sonrió ampliamente.
-No ruegues mas Muchacha, iré contigo, vamos llévame dónde está tu amo.   Y  juntas regresaron corriendo justo antes de que subieran a Zaltar a la embarcación para así trasladarlo a la ciudad de Ar.
            Sel-leen se acerco y nadie se percato de que fuera una mujer debajo de las ropas que llevaba, ylra les dijo que era un verde y venia a examinar a su amos, los soldados desconfiados miraron a su superior, y a una señal de este  lo bajaron en la camilla improvisada que había hecho para llevarlo a la gran embarcación; Sel-leen ordeno lo pusieran lejos del muelle; luego mas allá, en el suelo sel lee- se agacho y por unos minutos lo examino. Con las manos ensangrentadas y limpiándolas con una toalla, se dirigió al capital del barco, intentando  que su voz sonara lo más grave posible.
-¿Este hombre no está en condiciones de dar un viaje tan largo, y menos sin atención medica de inmediato, de no ser así, de seguro morirá!
            La esclava sollozo, ella estaba detrás de Riojano quien no dejaba de mirar al verde un tanto desconfiado,  sel-leen ordeno  que debía ser llevado dentro de alguna cabaña, que el frio de seguro no le sentaría bien, Riojano estuvo de acuerdo y ella junto a varios hombres de Riojano lo condujeron a una de las cabañas.
        



    Ya dentro ylra encendió el fuego puso en él un caldero como le había ordenado sel- leen.
-¡Tenemos que hacer que estos hombres liberen a todos en Torvaldsland! -Miro a Zaltar quien inconsciente dormía profundamente.
-Y que harás para lograrlo? Le pregunto ylra.
-Deberán de acceder si quieren salvar a tu amo. -Ylra la miro horrorizada, no podía ser capaz sel-leen de dejar morir a su amo, no a cambio de la libertad de los hombres que le había hecho aquello. Sel-leen la miro y le dijo que se quedara tranquila que ella no dejaría que nada malo le pasara a Zaltar solo debía de hacer presión en lo hombres e Ar, intentar hacer que lleguen a un acuerdo.-
            Sel-leen se reunía con el capitán Riojano para intentar mediar ante los recientes hechos.
            Mientras ylra estaba a los pies del lecho de su amo, se escucharon los pasos de un hombre y en cuanto esta volteo enseguida, su cuerpo se tenso al ver  que allí de pie  frente a ella esta  Conrrad, su rostro palideció y enseguida se poso a sus pies, y con lágrimas en sus ojos suplícate bajo la mirada.
            Conrrad quien también estaba herido, su brazo estaba vendado y colgando de su cuello en una especie de cabestrillo que lo sujetaba desde el hombro; el miro a su esclava desde lo alto, se puso en cuclillas y con su otra mano acaricio el sedoso cabello hasta tocar su espalda, aun desnuda, y con voz suave le pidió que regresara con él, la kajira se incorporo a medio cuerpo, sus manos apoyadas en el suelo lo miraron a los ojos, ella lucia  radiante, el serio, inexpresivo; intuyendo que su Señor la obligaría a volver con él, Conrrad la miro sosteniendo así su mentó; ella bajo su mirada por un instante, sus ojos suplicantes lo dijeron todo, todo lo que sus labios callaron por temor a su reacción. Y como siempre ella no tenia opción,  le pertenecía y las esclavas solo podrían ofrecer su absoluta entrega a su Dueño.
            Conrrad le levanto aun más la barbilla para que lo mirase y pudo ver así que el collar que ella llevaba no era el que él le hubiese puesto cuando la marco.
-"Verte es desearte, y desearte es querer poseerte" mi pequeña!- la joven le sonrió agradecida, sus labios, entreabiertos, dejaban ver un leve resquicio de unas fantasías prohibidas e innombrables y cerrando los ojos se abrazo a el;  pensó que Una kajira debe guardar muchas cosas para su Señor...sorpresas, alegrías y tristezas, en el día a día.
Conrrad se puso en pie y mirándola le ordeno:
-“¡Cuídalo bien kajira, es un buen hombre!”
-“¡Que mis lunas guíen andar y su camino  y que el amor, de esta su kajira, le acompañen y le cubran por siempre!”.  –Conrrad se inclino y la beso tiernamente en los labios, saboreando el sabor de las lágrimas de su kajira, la miro y le sonríe, ella con una reverencia se dirigió al  libre para agradecerle;  enseguida se arroja a los pies del lecho de su Amo, al que besa con devoción y amor de kajira, mientras oye como Conrrad se marcha lentamente y  con pasos firmes.-
            Sel-leen había hablado en una reunión con Riojano, que debían de marcharse de las tiernas frías de Torvaldsland, pero la mayoría de sus flotas no navegarían en frías aguas ahora congeladas por el mal tiempo; debería de partir de inmediato pero esta vez seria por aire.-
Riojano furioso  golpeo la mesa.
-¡Jamás liberaría eso truhanes, debería empalarlos!.
-¡Bien entonces tu soldado también morirá!. Sel-leen estaba nerviosa su voz casi la traiciono, no podía dejar que mataran a Leónidas, ella también había aprendido en el tiempo a su lado, que ella también sentía y hasta ahora comprendía  algo de los sentimiento de ylra, y era que en su interior muy en el fondo ella también extrañaba sentir el peso de una collar.
-¡Sucio Eslin!- murmuro quedo sel-leen, pero por desgracias Riojano alcanzo a escucharla.
-Que has dicho? –y de un tirón le bajo la capa que la cubría y dejo al descubierto su hermoso y lacio cabello. Sel-leen ahogo un grito de frustración, y altiva lo miro desafiante.- Desenvainado la espada y con un ágil movimiento y con el filo de su daga Riojano le desgarro la túnica hasta dejarla desnuda de la cintura para arriba.
El sonrió de esa manera tan peculiar, la recorrió con la mirada y le contesto.
-¡Que astuta esclava, y que osada has sido al estar aquí!. –Levanto una ceja sorprendido y con aire de gracia.
            Se giro sobre sus talones y dirigiéndose al lecho de Zaltar, donde esta se encontraba ahora despierta y en brazos de ylra quien le ayudaba a ponerse en pie; Riojano  guardando su daga otra vez, le dijo:
-Ya veo por qué arriesgaste tu vida por venir aquí!, No eres tan tonto como creía!- rio y Salió de la cabaña rumbo a los calabozos.-
Zaltar ahora sentado en la cama, miraba a sel-leen, esta se acerco a él, se acomodo la túnica otra vez para ocultar sus delicados pechos. Sus mejillas ardían de vergüenza.
-Déjanos solos ylra!- la joven esclava obedeció de inmediato, colocando unas pieles para soportar la espalda de su amo, sel-leen tomo su lugar solo que ella no lo sostuvo el ya podía sentarse sin ayuda.-
            Zaltar miro a sel-leen, y cuando intento tomar su cara entre sus manos dio un respingón de dolor esta le cogió de un costado y tomo su mano.
-No debes moverte, aun estas débil.
-Ylra me ha contado que fuiste tu quien planeo todo, ambas han sido muy valientes al arriesgar sus vidas.
-Tú también lo harías, de hecho lo has hecho al venir aquí por mi!
-Sí, así es, pero me he dado cuenta que tu aquí estas y siempre lo has estado…
No término la frase un agudo dolor lo callo.
-Debes recostarte la herida en profunda y debe sanar, pero aquí no lo lograras. – Sel-lee- lo miro.
-Debes convencer a tu gente para que liberen a Gannicus, solo él los puede llevar de regreso y sobre a ti, aquí no podrás salvarte, por favor, amo te ruego liberes a Gannicus, libera a sus hombres! – Sel-leen estuvo a punto de arrodillarse delante de Zaltar pero este se lo impidió sosteniéndola de los brazos.
-No pequeña no tienes porque arrodillarte, tu ya no eres una esclava. Eres libre!
            Sel-leen se llevo los dedos a  su cuello y sollozo, Zaltar no podía entender la razón de sus lagrimas, ella se apoyo en su regazo cruzando sus brazos y ocultando su rostro en ellos; y lloro amargamente, Zaltar acaricio con sus manos sus delicados cabellos.
- ¡Sabes algo pequeña? – sel-leen levanto su rostro y se miro en los profundos ojos verdes de Zaltar.
-Las cadenas invisibles son aquellas que más pesan!- fue su única respuesta seguido de una dulce silencio.-
            Es bien sabido que toda mujer de Gor, da igual que haya nacido Libre o esclava, en las grandes ciudades como  Turia, Ar, Tharna o Puerto Kar, o que haya sido Tatrix, hija de Ubar o  trabajado en las granjas de los campesinos, una vez que halla sentido el peso de un collar en su cuello ya no quiere dejar de sentirlo, sin él se siente humillada, el que se le ofrezca  la libertad  la hace  pensar que ha dejado de ser buena para lo único que considera una razón de ser, y por quien vivir. Su Amo.
            Zaltar comprendía esto, pero también sabía bien que él no era la causa de sus lágrimas. Él le levanto el mentón le sonrió y le dijo.
-¡Busca a mi esclava!, ¡Quiero descansar un rato!. – Sel-leen se levanto seco sus lágrimas con la manga de su túnica y salió, después de ayudar a Zaltar a recostarse sobre el lecho y una vez cubierto su cuerpo con las pieles, salió en busca de ylra.
            Pasaron varios días y Zaltar no mejoraba, al contrario empeoraba, una tarde mando a ylra  a buscar a Riojano,  permanecieron largo rato encerrados dentro de la pequeña cabaña, riojano salió dando un portazo y muy enfadado se encamino hacia los calabozos, esa noche llevaron a Zaltar al reciento de Capitán de las tropas de Ivar él y todos sus hombres había sido puestos en libertad y se entraría  en una acalorada discusión.
-Y ahora pretendes que debemos ayudarlos, después de haber irrumpido en mi ciudad con intenciones de agredir a mi pueblo? –Trono descaradamente Ivar Forkbeard, con una sonrisa irónica.
            Al fondo, alrededor del círculo se encontraba Leónidas, quien no disimulaba su desagrado a la situación.
-Que!?, es que acaso lo que ustedes hicieron en Ar, se llama “pase de cortesía”, hubieron muertos, hombres de Ar dieron la vida en esa batalla… ¿Y todo lo que nos robaron y saquearon? ¡Nuestras mujeres, nuestras esclavos,… todo! -Riojano estaba rojo del cólera, no podía creer tanto descaro, pero que se podría esperar de un vil ladrón como lo era Ivar Forkbeard
-No debieron oponerse entonces!- Riojano se abalanzo hacia él, quien permanecía inmutable sentado en su silla Kurul. El filo de la espada de Gannicus puesta en el pecho de Riojano lo detuvo.
-Basta!.. Señores… -miro tanto a uno como al otro. – es verdad que ambos bandos nos hicimos daños.
-Ustedes asesinaron a nuestra gente, nosotros solo los adormecimos. –sonrió amargamente Riojano.-
-¡Es cierto! Lo hicimos! –dijo Ivar mirando desafiante al capitán de Ar.
-¡Ya no podemos hacer nada al respecto!, ¿así que, que propones?- continuo Gannicus mientras envainaba su espada nuevamente.
            Esa mañana, soplaba una fría brisa, todos estaba preparando ya las cestas donde serian transportados tanto hombres como mujeres de Ar, el acuerdo había sido una tregua entre los grandes titanes, Zaltar era llevado en brazos y subido a un Tarn, junto a el iría su bella y fiel esclava ylra, ahora de su propiedad. Pero justo antes de subir, Gannicus se le había acercado lo cogió de su hombro  y lo hiso girar. - -¡Un hombre que está regresando a su ciudad no debe ser detenido!.   Zaltar lo miro sus ojos se le llenaron de lagrimas. Ambos sonrieron.
Leónidas estrechando su mano, un apretón fuerte, no hicieron faltas las palabras. Con su otra mano sobre el hombro derecho de Zaltar, Gannicus  le dijo:
-¡Al honrar a este hombre de esta manera, hacen honor a vosotros mismos!.
-Lo sé Hermano. Concordó Zaltar.
- La pequeña arij, es ahora una esclava libre.
            Zaltar miro por encima del hombro de Gannicus, y allí a la distancia diviso la esbelta figura de sel-leen quien una vez hubiese sido su mayor posesión, pero ahora el destino le había pasado cuentas y ella ya no le pertenecía, así como tampoco ylra le pertenecía a su anterior dueño.
Gannicus presintió que veía Zaltar.
-¡Hasta que encuentres, a tu compañera es el riesgo y el acero, -le dijo y lo volvió a mirar directo a los ojos. -Ella es una esplendida mujer!  Colocando también su mano sobre el hombro de Gannicus y sonriente le dijo.
-¡Que las lunas de Gor los acompañen siempre, y guíen su camino, hermano!
 -¡Que las lunas de Gor los acompañen siempre, y guíen tu camino, hermano!- también contesto  Gannicus Leónidas.
           




                        Zaltar comenzaba su largo viaje a las lejanas tierras de Ar, mas halla en las montañas del norte, en los grandes picos nublados donde el cielo parecía tocar la tierra se desataba una pelea de pensamientos y sensaciones; ahora  sobre un Tarn;  junto a todos los hombres y mujeres ahora libres de las tropas de Ivar  Forkbeard.  Yacía dormida en sus brazos  la bella y joven ylra, una barbará que había inundado su corazón de fuertes y extrañas emociones, a la que había osado en hacer suya, quitado un collar para poner el suyo; en una mezcla de odio y pasiones, la había usado a la fuerza,  sus fines indetenibles eran hacerla pagar por su descuido y torpeza,  con una única misión, recuperar a la joven Verde de las manos de quien hasta ahora había sido su peor enemigo;  pero cometió un gravísimo error,  intentar rescatar él solo a Conrrad Baxton; error que lo dejo  casi al borde de la muerte. Y quien podría creer que su ahora, hermosa barbará  junto con quien lo odiaba por poner en su cuello el pesado y frio metal signo de la esclavitud, y  quien ahora era una mujer libre, juntas decidieron  jugarse la vida en una misión de rescate;  sel-leen,  dispuesta a permanecer con quien  le había enseñado la pasión de llevar aunque fuera de una manera simbólica y mostrado la fuerza de un hombre  de Torvaldsland, o debería decir de Thentis. Arreglando todo para darles una emboscada.
            Arij, que era como la había llamado su  Jarl, seria ahora la compañera Libre de Gannicus Leónidas.
            Zaltar regresaba a sus tierras, la cálida briza acariciaba de nuevo su rostro,  continuaría su vida aquí, llena de aventuras y de atenciones,  permanecería bajo los ciudades de tan su delicado y frágil ser, su pequeño vulo como le solía llamar, quien desde que la hiciera suya no sería capaz de vivir lejos de la protección de sus fuertes y enormes brazos,  mirándola allí recostada en su pecho, sin duda tendría el placer que todo hombre de Gor  sueña, la completa sumisión y devoción de su más bella y posesión, y al frente los delicados y poblados valles, al sur el río Vosko, la grandes torres cilíndricas le daban la bienvenida, ese era su lugar, su verdadero hogar; Ar  sin dudas la ciudad más grande y gloriosa de toda Gor..



                                                                                 -FIN-