viernes, 18 de julio de 2014

Mi Historia Como una Kajira -4to Capitulo-

*Comienza la Verdadera Aventura*


                Era el mismo Joven de la Noche anterior; Le sonreí ampliamente y me puse de rodillas en cuanto le vi, con mis muñecas aun atadas a mi espalda pero aun así me mantuve bien erguida, con mi la barbilla en alto, quise baja la cabeza  en agradecimiento, decir “Cómprame amo”, pero no pude ni pronunciar palabra alguna, mas sin embargo las lagrimas en mis ojos le rogaban que no me dejara allí sola. Al  intentar moverme,  la cuerda atada a mi cuello y que colgaba detrás de mi espalda uniendo mis muñecas, me lo impidió, solté un gemido de frustración,  el hombre, ahora se puso en cuclillas a mi lado y con una mano me hizo girar un poco y desato mis manos, me tomo del aro de metal que estaba en mi cuello, y desató la tira de cuero,  luego  escuche el “clic” del seguro del collar, lo había quitado con una diminuta llave que había sacado de su cinto. Al sentir mis manos libres las sobe unas con otras, y me toque el  cuello y pudiéndolo palpar, respira aliviada, me sentía más cómoda, más libre, sin aquel frío metal aprisionando mi cuello.

-“Ten pequeña”, -Me dijo, y me entregó  unas sedas que sin dudas  le había dado el otro hombre; las tome, lo mire con los ojos húmedos  y esperé paciente a que me ordenara levantarme. Él lo hizo con un gesto de aprobación, asi que me levante y corrí detrás de unos barriles para ponérmelas, - Escuche detrás de mí como se reían por mi timidez, no me importo.

-“Que muchacha más extraña?”-decían- “Mira que tener vergüenza de mostrar su desnudez”.

                 Eran simples harapo pero al pasar la cabeza por dentro del casmik me sentí tan radiante como si vistiera un “Dior” Ajuste la prenda a mi cintura con un pedazo de cuerda que también me había dado aunque estaba deshilachado en los extremos me quedaba corto, deja ver mis bien torneadas piernas y al ceñirlo a mi cintura me realzaba el busto, que se veía prominente gracias a la abertura que tenia para meter la cabeza en forma de “V”,  los hombros a medio cubrir, con esas escasa prendas me sentí aliviada de llevar algo puesto.

                Termine de vestirme y al salí de mi escondite, lo hice con timidez y  vergüenza, por alguna extraña razón sentía vergüenza de que estos  hombre me vieran así en esas fachas, pero enseguida pensé, ¡pero qué más da, si antes anduve completamente desnuda!. corrí hacia ellos y me postré a sus pies, con la cabeza gacha.

                El hombre alto y  apuesto, llevaba una especie de túnica de color Rojo, en su hombro izquierdo enfundada en su  vaina,  una  espada  corta de guerrero, supuse que  debía de ser algún soldado, abundaba muchos hombres vestidos de esa forma en esta ciudad. Se acerco a mi y  me sujeto de la cuerda que ajustaba mis vestidos me halo de ellas comprobando así que no estaban bien amarradas, los soltó  nuevamente y los apretó aun mas, haciéndome dar un respingo al sentir sus manos rosar casi mis pechos.

                Supe después, que esta ciudad que se encontraba  al noroeste de las montañas de Thentis,  famosa por sus bandadas de Tarns,  justo al otro lado del Vosk donde se encontraba La Gran Ko-ro-ba, es la expresión arcaica de “mercado de pueblo”. Esta ciudad también fue conocida en su tiempo como Las Torres del Amanecer,  en una oportunidad  contaron que había sido destruida por los Reyes Sacerdotes pero con el pasar del tiempo  se le permitió su reconstrucción.
Mountains Thentis

                Si, nos encontrábamos en Ko-ro-ba, pero creo que solo estábamos de paso, los Tarnsmanes en los que habíamos llegado a esta ciudad, estaban nuevamente preparándose para partir, y supuse que las demás esclavas las habían llevado hacia otro lugar y serian trasportadas por tierra.

       Esa misma mañana llegamos a un nuevo  recinto,  era un taberna, me asuste al ver que dentro se encontraba vacío, mi amo quien después supe su nombre, era  Brad Golti-ar de Ko-ro-ba,  había luchado en incontables peleas, enfrentándose a proscritos; ladrones y terribles asesinos, fue uno de los guerreros que defendió con su vida a los habitantes de su pueblo,  para sacar  del exilia a la ahora bien renovada Ko-ro-ba.

                 Descubri que no dejaba de admirar a aquel joven Guerrero. Y presentir así que algo en el me era curiosamente familiar.

          Entramos en la taberna abandonada, mi cuerpo temblaba de impaciencia al no saber qué sucedería, también recuerdo que tenía hambre, y creo que el  lo noto,  porque al entrar en el lugar, luego de que yo  inmediatamente me puse de rodillas delante de él y con las manos apoyadas sobre mis muslos, con la  espalda recta, en el silencio del lugar se escucho el rugir de mi estomago, el elevo una ceja, y me miro divertido.

–“Tal parece que la esclava no ha comido?”- me pareció más una pregunta que una exclamación.
- "Así es, mi amo”- fue mi débil respuesta, y baje la mirada a sus sandalias.

  –“Y con qué pagarías tus alimento, esclava?”- sorprendida por lo que escuchaba, alce la vista, no podía creer, que aquel hombre pretendiera que yo, una simple esclava tuviera  tan siquiera un “tarskos de cobre” para pagarle por los alimentos; pero cuando vi su expresión estaba igual que antes, su amplia sonrisa no se relacionaba con su voz autoritaria, estaba bromeando, sonreí con temor, él se acerco a una especie de barra detrás de unos barriles allí, saco de debajo unas alforjas, y saco un buen pedazo de pan amarillo, se veía fresco y lo estaba, me hizo una señal para que me acercara, me dio el pan en la mano y volvió a buscar dentro, y envuelto en un paño, saco un buen pedazo de  carne de Bosk que coloco sobre el pan y me dijo; tomando el otro pedazo y arrancando un buen bocado con sus dientes;

-“Ummm, come muchacha o te vas a desmayar!” yo agarre con ambas manos mis alimentos, le sonreí timidamente  y me  fui a un rincón del cuarto, y allí me arrodille para comer tranquilamente, no dejaba de mirarle y el tampoco a mí, supuse que jamás había estado con una esclava,  ¿acaso no sabía que el debí de alimentarme?, -pensé- no me importo comer por mí misma, es más me encanto comer sola y tranquila por primera vez después de tanto tiempo. Pero no era así, el amo era en verdad un hombre muy amable, pensé.

                 Devore todo en un momento, el me miraba divertido, tomo una botella y lleno un cuenco con agua… se acerco a mí, y me la entrego, bebí, estaba en verdad deliciosa, no creí que aquellas simplicidad a las que jamás creí me acostumbraría, eran para mi ahora, lo mejor de cualquier carta en el menú de algún buen restaurante.  

                En el lugar había un silencio un tanto incomodo, por lo que me atreví a hablar:

-“Puedo hablar amo?”, -pregunte-

-“Si, esclava!”-dijo mientras limpiaba  su aquiva-, la aquiva es un cuchillo curvo, pequeño más bien como una daga,

- “¿Porque el amo es tan bueno?, ¿por qué no me dejo con las demás esclavas?”- el me miro y entre cerró los ojos, como queriendo ver a través de mi, aquella forma de verme me hizo estremecer- bajo su mirada y siguió limpiando su arma, pude percibir en su voz un tono burlón.

-“¿En verdad…, Ylram, creíste que podrías ser como las demás esclavas?” –lo mire  sorprendida, abrí mucho los ojos,  aquel hombre había pronunciado mi verdadero nombre, pero como?, quien era?- pensé- me miro, esta vez su expresión había cambiado, rápidamente se acerco a mí,  me tomo del brazo y me hizo levantar de un salto…sus manos rodearon mi cintura y este me abrazo con tanta fuerza que creí desmayar… aquella proximidad me era intoxicante, quería huir pero a la vez me sentía tan segura entre sus fuertes brazos

-“Qui- qui- en… quien.. eres?”- pregunte en un susurro- sus labios estaban tan cerca de los míos, tan cerca que puede percibir su aliento.

- “Que? ¿Ya no te acuerdas de mí?” -Alzo una ceja y mi miro burlón, “ya no te recuerdas de mi?, claro si la ultima vez que me viste, o te dignaste a mirar a aquel chico tan solo un  “enclenque jovencito?” O no fue asi que me llamaste tantas veces? … solo uno más de los que se morían por ti, recuerdas?, cuando estudiábamos juntos en la Universidad de Florida?, a quien tratabas como “TU Esclavo”  cada vez que querías… y  que te ayudaba a pasar tus materias…” –mi cabeza empezó a dar vueltas…no me respondían las piernas, lo recordaba, vagamente recordaba a un chico, que me servía, pero era un “Nerd”, no podía ser!, acaso si?, mi mente divagaba… , ¿pero este hombre …tan fuerte, …alto,  apuesto y varonil?, jamás pensaría que fuese el mismos joven, antes tan desaliñado, delgaducho, de lentes tipo botellas y además tímido… no!…mi mente lucho por recordar su nombre.. “Bran…Brand-on Gaulti... mis ojos se abrieron desmesuradamente y dije:

-¿Brando Gaultier?” –Pregunte esta vez con nerviosismo y emoción- “p-p- pero, cómo?, ¿Q-Que haces aquí?”- inconscientemente lo abrace de emoción, por fin veía a una cara familiar al fin veía la posibilidad de que alguien me sacara de este horrible lugar, en donde las mujeres no valíamos nada, y éramos tratadas como animales, e incluso a los animales les eran tardados con mejor trato que a nosotras.
                El me tomo de los brazos, y me separo de él, con un movimiento tan brusco que me desconcertó, me sostuvo de ellos tan fuertemente, que me dolían,

-“No te he dado permiso de tocarme, esclava lasciva!”- En su expresión ya no había aquella encantadora sonrisa, sus ojos irradiaban un odio hacia mí, comprendí que aquel hombre aun guardaba un resentimiento tras años de desaires, y desprecios de mi parte hacia él.

                “..Durante nuestra época de estudio, reconozco  muy a mi pesar que en verdad fui mala y despiadada, que realmente lo use, incluso recuerdo: una vez que delante de todas las chicas del grupo de porristas que animaban los juegos de la universidad, en más de una oportunidad lo humille tan feamente, gritándole y haciéndole incluso un día tropezara y volcar todo el enorme contenedor del agua helada que servía para refrescar a los jugadores… quedando allí mojado y temblando de frio mientras todos se burlaba de él,  yo recuerdo haberme dado media vuelta batido mi hermoso y largo cabello, echarle una mirada burlona y dejarlo allí parado como un tonto. …Dios porque había sido tan mala…?

                  Lo mire a los ojos, y quise volver a sus brazos.

- “Oh!, …Brando, perdón...” -No acabe la frase, porque el me tomo del cabello y lo retorció entre sus enormes manos haciéndome quedar mi rostro junta sus labios que ahora se había deformado en una mueca de desprecio.

  –“Para ti… soy tu “AMO”, entiendes, pequeña zorra!” –de golpe me soltó del cabellos, y caí al suelo, enseguida me puse de rodillas y clave la frente en sus sandalias, con mis brazos extendidos en posición de suplica.

- “Por piedad amo, piedad, ten piedad” –“Piedad?,-dijo mientras soltaba una carcajada un tanto histérica.

- “Esa palabra no la conoces, Ylram , jamás tuviste piedad o compasión de mi?”- decía mientras se paseaba a mi alrededor. - “…o de ningún ser que no hicieras sentirse inferior a ti,”- levante la cabeza lo mire y de mis ojos brotaron lagrimas de frustración, y tristeza, ahora sabía que él jamás me perdonaría lo que le había hecho, y que mejor lugar para vengarse de mí, que en este mundo en donde se habían intercambiado irónicamente  los papeles… mi suerte… estaba echada.
                El me tomo con brusquedad del codo, me hiso levantar de un tirón y una vez delante de él me miro a los ojos y sonrió, era otra vez aquella sonrisa, dulce, tierna que ya había conocido… se acerco a mí y con la otra mano me sostuvo de la barbilla y poso sus labios sobre los míos, me beso,  su beso fue cálido, suave y delicado, me sentí abrumada, quizás estaría equivocada y solo quiso darme una lección, intente pegarme más a él, para sentir mejor aquel beso que extrañamente me llenaba los sentidos… de pronto se apretó mas a mi boca, sus besos ya no eran tiernos ahora demandaban pasión, y exigían que fueran correspondidos de igual forma, abrí mis labios para dar paso a su descarada lengua la cual invadió mi boca; con gran placer sentía su barba raspar mi cara, pero no me importo, sentía como el corazón se me aceleraba, aun me sostenía del brazo, por lo que me era incomodo acercarme más para tocarlo, pero me conformaba con sentir la presión de su boca junto a la mía, y su manos que ahora estaba detrás de mi cabeza haciendo del beso más profundo, mas intimo mas explorador. Cuando de repente me dio un empujón que fui a dar tropiezos hasta caer sobre unos barriles vacios junto a la puerta  rompiéndolos con mi peso, era la puerta de lo que parecía otra habitación o deposito, -“Perra!”- fueron sus duras palabras, mis ojos se llenaron de lagrimas, me hice daño al caer sobre uno de los barriles el cual se había hecho añicos levante mis manos del suelo para levantarme cuando alce la cabeza estando aun de rodillas, de repente sentí como si se me apagara la luz, el,  con su enorme mano me había dado una sonora bofetada que enseguida sentí arder mi rostro  y entumecida mi mejilla  izquierda, y un dolor intenso de cabeza me estremeció de pies a cabeza, entendí que no debía de levantarme, me lleve la mano a la cara y lo mire horrorizada, el se alejó, pero al parecer lo pensó bien y regreso con pasos rápidos me tomo del cabello, con una patada abrió la puerta  y me llevo arrastras dentro de la habitación, yo intenté resistirme, pero su fuerza era mayor, así como el dolor que me causaba, me empujo contra la pared y se arrodillo frete a mí, de golpe sacó de su cinto, un pequeño cuchillo, con lo que desgarró mis vestidos, y abrió a la mitad,  dejándome completamente desnuda, igualmente sacó también una cuerdas, las cueles se puso entre sus dientes mientras con exagerada fuerza me puso boca abajo, se puso sobre mi espalda ejerciendo su peso con su rodilla entre mis omóplatos, me jalo los brazos retorció mis muñecas, se saco de la boca el trozo de cuerda  y las sujeto con  fuerza; me dolían, me ataco muy fuerte.

                Enseguida  me giro  se puso a uno de mis costados me miro con deseo mezclado con odio,  comenzó a tocarme tan descaradamente… sentí mucho miedo, sabía que él me violaría, intente grita decir que no lo hiciera cuando volvió a besarme esta vez con desespero, sentí asco y repulsión y por instinto, lo mordí en el labio inferior, el soltó una maldición y me volvió a abofetear, solo gemí de dolor, mis lagrimas corrían como mares por mis mejillas adoloridas, el se puso sobre mí me forzó a abrir las piernas y se dispuso a usarme.

                Sentía como sus manos apretaban mis pechos, dolorosamente me pellizcaba los pezones, que extrañamente estaban erectos, aquel ultraje a mi persona me parecía en verdad excitante y aterrador a la vez… el sintió lo mismo puesto que comenzó a besarme esta vez con más ternura, logre sentir su miembro duro debajo de sus ropas, se movía y se mecía sobre mí, me estaba encendiendo aquel baile intimo que ejercía sobre mi aun en contra de mi voluntad una extraña sensación de éxtasis. Rápidamente se puso sobre mí, con sus manos a mis costados para no ahogarme con su peso, pasaba su lengua por mis labios, besaba cada una de mis mejillas ahora rojas y adoloridas, se apoyo en un codo y con la otra mano acariciaba mi cabello… su mano bajaba por mi costado acariciándome la piel, al llegar a mi bajo vientre, con la mano se abría paso entre mis piernas,  para acariciar esa zona tan sensible en mi. Gemí de placer, mis muslos no se resistían al placer de sentirlo, arquee mi cuerpo a su contacto, deseaba sentirlo más íntimamente, escuche su risa de triunfo,  al sentirlo cuando me penetraba, el también emitió un suspiro de satisfacción, abrí mis ojos nublados por las lagrimas y allí estaba él, las extrañas  sombras que hacían las luces en esa habitación, lo hacía parecer un hombre realmente encantador. ¿Creí imaginarlo? o el también estaba arrebatado de pasión contenida  por tanto tiempo, lo escuche murmurar una palabras en Goreano que no pude entender, me pegue mas a él para sentir su virilidad, mis brazos me dolían estando aun atadas a mi espalda, lo sentía entrar mas y mas dentro de mí, me ardía, sentía su respiración agitar  mi cabello, bajo por mi cuello, besándolo, mordiéndolo, me estremecí cuando sentí sus dientes cerrarse en torno a uno de mis pechos, solo alcance a susurras, cuando este me beso,

-“Por favor  amo”

                Ahí estaba yo, sobre el frío suelo, desnuda, agitada aun por las extrañas sensaciones que aquel Brando Gaultier,  quien me había hecho sentir, el se había ido, dejándome atada como estaba, me uso bien, había arrancado de mi un gritos de placer cuando me hiso alcanzar el “orgasmo de esclava”, lo escuche reír de satisfacción una vez mas y en la oscuridad me había dicho,

-“Eres una excelente zorra Ylram!” -Mis lágrimas comenzaron a salir nuevamente y mi cuerpo se convulsionaba con los sollozos, me sentía la mujer más baja y desdichada. Como deseaba regresar a mi hogar, como deseaba que todo esto fuese un sueño.

                No lo escuche en todo lo que resto del día, ya se acercaba la noche, me había dejado allí encerrada, ni siquiera había tenido la delicadeza de soltarme, me acurruque en un rincón, las ropas aun colgaban de mi espalda y un tanto de los hombros, el en medio de su venganza solo las rasgo del frente para así abusar de mi. La noche llego; y por una tablas que estaba sueltas en la pared, alcance a ver luz del otro lado de la habitación me levante y me acerque para observar mejor, vi que habían varios hombres, Guerreros en su mayoría, se reunían y bebían, estaban solos, al parecer no había kajiras que les sirvieran, descubrí con resentimiento que esperaba verle a él allí, pero mi decepción fue evidente cuando descubrí que él no estaba, fruncí el seño y sin hacer ruidos me volví y fui al rincón para acurrucarme nuevamente y esperar a que alguien  o el me encontrara y sacara de allí.-

                Me quede dormida, en la noche hubieron varias oportunidades en que tuve miedo de ser descubierta ya que en ocasiones uno de los hombres bastarte tomados lanzaban cosas a la puerta, o incluso intentaron abrirla, estaba cansada había pasado muy mala noche, de vez en ves escuchaba el chillido  de una “SMUFIT”, los smufit  son Pequeños mamífero utilizado como mascota por las muchachas, es de grandes ojos y dientes afilados, se dice que estas los tienen en sus alcobas porque la alimentación consiste en parásitos de las pieles, pero como toda chica le temía a los roedores y para mí era igual que una asquerosa rata de la tierra.

                Mas entrada la madrugada escuche que alguien abría el cerrojo de la puerta enseguida me coloque mas en el rincón tratando de encogerme lo mas que puede, se abrió la puerta, al rato me ilumino  la luz natural que entro en la habitación, el se había dirigido hacia una de las paredes de la habitación,  una vez que este había entrado, y corrió una enorme tabla que cubría una pequeña ventana, -(“y donde estaba eso que no lo vi)”- pensé para mis adentros.

- “Allí estas pequeña Eslin! -me miro como si nada- yo intente taparme con mis piernas. El se acerco a mí, y poniéndose de rodillas me acaricio el pelo, mirándome con expresión de darle lastima mi estado, yo quise reusar sus caricias, pero no quería provocar otra vez su enfado. Así que me quede quieta, y aguante la respiración por un momento mientras el pasaba su mano por mi muslo…

-“No te hare daño Ylram”- me dijo mientras me miraba los moretones que tenía en ellas a causa de la caída y por qué no, allí también estaban las huellas de sus dedos cuando forcejeo conmigo para violarme aun antes de rendirme a él, a sus caricias, a su sexualidad.

                Me ruborice de pensar en esas manos tocando mi piel, y no era que me desagradara solo que no creí que fuera tan cruel. El se incorporo y me ayudo a hacer lo mismo, esta vez fue más delicado, me giro y libero mis manos, se puso frente a mí y me tomo de ellas, las miro y dio suaves masajes en mis muñecas, lo mire desconcertada, el aun miraba mis manos, y dijo:

-“Que cruel he sido, me he comportado como un bruto”- sentí una extraña sensación hacia aquel hombre, ya no me sentía molesta por lo sucedido, que me estaba pasando? Acaso estaba loca?.
                De repente el me miro y sonrió, otra vez aquella encantadora sonrisa, tan juvenil tan perturbadora, yo sonreí con timidez, allí me beso las manos y me dijo:

-“Ven linda, quiero que te asees y vistas con sedas limpias!” –no podía creer lo que escuchaba es que acaso este era otro hombre. Me condujo hasta otra habitación en la parte alta,  en su interior no había ventanas pero extrañamente estaba iluminada, alce la vista y puede ver que no tenía techo o al menos no en gran parte de esa habitación, junto a lo que parecía una enorme hoguera hecha de barro en forma de extraña chimenea alargada, había una tina, enorme, sin duda había espacio para dos personas, estaba llena de agua, en una mesita de madera había una canastita con lo que parecían jabones y esencias, había también  un peine; el estaba parado junto a la tina y vertía en ella el contenido de unos frasquitos, el agua estaba caliente ya que se vía salir un extraño vapor, me miro y con un gesto de su mano me señalo la tina y dijo 
-“Ven, quítate eso… -se acerco mas a mí:- “déjame ayudarte” sentí como sus dedos rozaban mi piel al deslizar las pocas ropas que me quedaban... Me ayudó a entrar en la tina, extrañamente no sentía ni miedo ni vergüenza de estar desnuda delante de él, tomó de la canasta una especie de esponja marina como las que hay en la tierra, extrañamente me di cuenta que incluso los jabones eran traídos de allá, ese aroma, delicioso aroma a jazmín, y lavanda…me sumergí en el agua caliente, me sentía reconfortada, el comenzó a lavar mi cuerpo, se puso de rodillas y con una mano me indico que me sentara bien erguida… comenzó a lavar mi espalda , mis hombros,  no me miraba a la cara, yo sentía como de vez en vez sus dedos rozaban mi piel quizás sin intención. Era agradable sentir aquellas caricias. Lo mire tome un poco de aire y me arme  de valor para preguntarle:

-  ¿Por qué me han traído aquí? , en seguida dejo de moverse, mi cuerpo tembló al sentir una leve brisa fría filtrarse por algún lado y tocar mi piel, la cual se erizo. El volvió a hundir la esponja en el agua y siguió restregando ahora mis piernas. Temía que si volvía a preguntar causara su enfado, pero debía saber, tenía que saber que era este lugar, ya llevaba varios meses o lo que me parecían a mí meses, en este mundo tan extraño, tan bárbaro para cualquier ser humano.

-“P-Por favor Bran…” no termine de decir su nombre cuando me miro, en sus ojos había un extraño brillo, su ceño estaba fruncido, estaba a punto de enfadarse, por osar llamarlo por su nombre cuando bien sabía que ninguna esclava tiene el derecho de llamar a un libre por su nombre, siempre se le debía de llamar por “señor” o “amo”.

- “Amo”- me apresure a corregir- por “favor, amo!”- el, extrañamente se sonrió de lado, con una sonrisa retorcida, se veía endemoniadamente atractivo,

-“Ja ja ja, Valla, valla, linda kajira, que rápido estás aprendiendo”- me miró con malicia, mi cuerpo se volvió a estremecer era una mezcla entre miedo y excitación, sus manos ahora estaban restregando mis enormes pechos, ahora erizados y erectos por el frío ya que mi torso estaba fuera del agua,

-“Tienes un cuerpo robusto, pero deseable, Ylram, no hay muchas kajiras como tu aquí en Gor, estoy seguro de que cualquier amo pagaría mucho oro por ti, y más aun si estas entrenada”- le mire con lagrimas en los ojos – el no me había perdonado, es mas ni siquiera estaba siendo bueno, era cruel, me estaba torturando.

–“Abre las piernas kajira… mas…. MAS!”-dijo ya enfadándose- intente abrirlas pero entre el temor, el dolor que me causaba al tallar tan fuerte en esa zona tan delicada y sensible de mi, el primer impulso era siempre cerrarlas, e incluso lo hice cerré las piernas de golpe cuando sentí su dedo entrar dentro de mi intimidad, el me miro enfadado. Se incorporó de pronto, yo me asuste y trate de hacer lo mismo pero en ese momento el se metió dentro de la tina y con sus manos me tomo de los hombros e hizo sentar otra vez en ella, trate de forcejear, pero él me tomo de los tobillos y jalo hacia arriba haciéndome acostar de espaldas dentro de la tina llena de agua, quedando mi  cabezas sumergida dentro ella, intente aferrarme a las orillas con mis manos,  para sacar la cabeza ya que no podía respirar bajo el agua, pero él me lo impedía jalandome más y haciéndome perder el equilibrio, el agua salpicaba por todas partes, estaba derramándose ahora por el peso de él sobre mí, me levanto metiendo un brazo por detrás de mi espalda.

                Logre Salir, con su ayuda,  escupiendo agua con jabon que había tragado y tosiendo para expulsar el resto de mis pulmones, sentía como él me sacudía para hacerme respirar, y escuche una vez más su odiosa risa, de satisfacción por haberme hecho eso,

-“Cuando te de una orden, mi amada Ylram, debes obedecerla, entiendes?” -seguía agitada por no poder respirar por tanto tiempo, y más por el susto y al temor de morir así ahogada.  Asentí con la cabeza, mientras mis lagrimas brotaban y se mezclaban con el agua que corría de mis cabellos, el se acerco a mí  pasó su mano por mi corto cabello para apartarlo de mi rostro,  me dio un beso en los labios, tan suave, duro solo unos segundos.

–“Ven… ya estas lista”.

                Permanecí encerrada en otra habitación, estaba, limpia secar y perfumada, pero no me dio ninguna seda para vestir, la habitación quedaba en la parte alta del recinto en donde me encontraba ya desde hacía dos días, deduje que era alguna taberna ya que en las noches el me encerraba y me decía que no hiciera ningún ruido o estaría en apuros, lo obedecí no quería hacer enfadar a este hombre, sabía de lo que era capaz.  En el día el llegaba con alimentos para darme de comer, y en una ocasión, se sentó para alimentarme el de su mano. como debía ser.

-“Ven aquí esclava” -Había dicho, “sírvame Paga”- yo que no sabía cómo era el servicio realmente o si a él le gustaba a que temperatura, y temiendo que se fuera a molestar por mi mal servicio, le dije:

-“Amo, nunca he servido a un libre” – me arrodille delante de él y puse mi cabeza en sus pies, -“le ruego amo que me enseñe!” el respiraba con tranquilidad, parecía estar meditando lo que le dije,

-¿Enseñarte?- repitió- “¿Quieres que yo Brad Golti-ar  Guerrero de de Ko-ro-ba, te enseñe a ti  una sucia esclava a servirme,? –levante la cabeza para mirarle, enseguida se comenzó a reírse con una sonrisa burlona, -“Por los Reyes Sacerdotes,  esclava como osas a pedirme tal cosa”- jamás olvidare aquella mirada, destellaba el odio en sus ojos claros, que ahora me parecía tan oscuros por lo dilatado de sus pupilas, se incorporó flexiono una rodilla para darme alcance estaba a solo unos pasos de él, y largo su brazo para tomarme del cabello justo cuando yo intente huir de un salto, tiró de él  con fuerzas,  lo enrollo entre sus dedos y jalo hasta dejarme muy cerca de su rostro, me encontraba de rodillas, una vez más podía percibir el aroma a la carne  asada que acababa de engullir, mezclada con vino.  Habló, su voz parecía un tanto chillona por la ira contenida.

-“Pagaras caro tu ignorancia esclava” -enseguida me soltó dándome un empujón con el mismo brazo que tenia agarrado mis cabellos,  el se volvió a sentar, yo   caí de golpe sobre el duro piso, gemí de dolor, y mis lagrimas pugnaban por volver a salir, cuando él se levanto otra vez de golpe y rápidamente se acerco hacia mí, esta vez yo fui más rápida y huir, rápidamente me levante y corrí tan lejos como me permitía la habitación, no me dejaría alcanzar, claro, esto aumento su furia y frustración por hacerlo correr, y zafarme de sus brazos.

“Ya verás pequeña Eslin”- dijo entre dientes- “cuando te agarre desearas nunca haber nacido”-  grite, esta vez de horror cuando lo vi acercarse una vez más, me metí entre unos barriles apilados uno al lado de otros, el intento atraparme contra la pared presionando mi cuerpo con un barril el cual serbia de barrera entre los dos, logre como pude,  zafarme, y cuando él me sujeto del brazo me gire y lo mordí con todas mis fuerzas en la cara interna de su antebrazo, el chillo de dolor y su reacción fue soltarme para sujetarse el brazo adolorida; se miro la herida, mientras yo corría hacia el otro extremo de la habitación en donde estaba la mesita que contenía la charola llena de alimentos que hacia un rato había llevado para alimentarnos. Y donde él hacia un rato estaba comiendo plácidamente.

                Desde allí mi cuerpo tembló sin control, estaba perdida, sabía que el castigo seria despiadado, sabía que no me mataría, aunque conociéndolo desde que lo había visto actuar así conmigo hubiera sido lo mejor. Pude ver sus ojos llenos de lagrimas y a punto de salir, le había dolido, al menos moriría con ese hecho, -sonreí internamente-  miraba de un lado a otro buscando una salida por si él se acercaba, sin embargo se dio media vuelta, y como ya estaba cerca de la puerta salió y la cerro con llave, mis rodillas ya no me soportaron en peso, caí al suelo de costado, sentada sobre mi cadera derecha y las manos apoyadas en el suelo,  y entre una risa que al parecer era más histérica que otra cosa, comencé a sollozar y lágrimas de frustración y  de desespero comenzaron a salir desconsoladamente...

                  Empecé a recordar …

“Porque tenía que estar allí, porque debí haber salido de casa esa tarde y quedado en ir al cine con “Margaret Ferrer”, ahora había llamada para decir que llegaría tarde que entrara al cine y apartara los asientos, eso hice y termine viendo la película yo sola, no me importo, era una buena película de acción, pero, por que esperar a que la sala estuviera vacía para levantarme del asiento y salir ahora por el corredor vacío y a medio iluminar, recordaba que habían varios focos quemados en el trayecto a la salida, y justo al doblar una esquina, vi  lo que me pareció fuera un pequeño animalito alguna especie de cachorro temblando  en el suelo, y como yo eran tan amante de los animales, me acerque con la intensión de recogerlo,  “no era más que un trapo arrumado en un rincón que se movió por efecto del viento”, ahora lo sé!,  que tonta fui, me agache para verle y justo en ese momento presentí que no estaba sola, solo recordé unas pesadas pisadas y un olor rancio, y ahora que lo pienso era el mismo olor que tenía el trapo de aquel bruto pirata que me había secuestro a las orillas de “Puerto Kar”
   Algo o alguien me sujeto por detrás y tapo la boca y nariz impregnándome los pulmones de ese olor que me hizo perder el conocimiento. Para cuando desperté me encontraba  fuertemente atada y amordazada en lo que parecía ser una carreta, la cabeza la tenia cubierta por un saco viejo que se ajustaba a mi cuello, no me podía mover cada vez que lo hacía sentía como se clavaban en mis muñecas las cuerdas que raspaban mi piel también desnuda, podía sentir las vetas de las tablas en la cual estaba tirada. Quise gritar pero también fue en vano, luego no se cuanto tiempo paso pero sentí como unas fuertes manos me ayudaban a incorporar, retiraba el saco de mi cabeza y por fin respire aire, era un aire diferente, no sé, más puro con mas sabor, más limpio. También sentía un cambio extraño en ese lugar era como si la gravedad fuese diferente.
    Intente hablar pero el trapo que tenia metido dentro de mi boca me lo impedía, este hombre quien me había liberado del saco, me sonrió con desdén, en su rostros había dureza, me miro e hiso una mueca de desprecio, mis ojos expresaban temor al verle, su rostro era bien marcado, tenía una fuerte mandíbula, tenia ojos negros como la noche cubiertos por unas pobladas pestañas y cejas de igual color, su cabello lo llevaba corto solo colgaba de  su frente un mecho largo de cabello grueso y negro, era alto y muy fornido su tez era un poco tostada o curtida por el sol, no entendía por qué estaba allí, comencé a llorara. Entonces el hombre murmuro algo, dijo unas palabras en una lengua extraña, desconocida, pero agradable al oído era un acento hermoso, contagioso, y atrayente.
                   Me empujo otra vez contra los tablones del piso de la carreta y Salió de ella cerrando lo que al parecer era una especie de tienda. Escuche más voces en ese idioma extraño, y comenzamos a movernos, el carro dio un brinco, supongo que por pasar sobre algún bache, y me golpeó la cabeza y el hombro ya que fui a dar contra un costado del carro-carreta.
                   Yacía recostada sobre mi costado en una esquina, para mi horror estaba indudablemente desnuda, mi cuerpo estaba rodeado con varias vueltas de cuerda en intrincados nudos. La lazada principal iba desde el cuello, bajando por entre mis pechos hasta desaparecer entre mis piernas, presionando justo sobre la zona más sensible de mi sexo, con un grueso nudo. La cuerda se había encajado en mi íntima hendidura y subía entre mis nalgas hasta los brazos retorcidos a medio camino de la espalda, cerrándose con otro nudo a la cuerda del cuello. Cualquier movimiento que hiciera, rozaba mi zona sensible y extrañamente me excitaba.
                   Era irónico y extraño sentirme excitada, sentir aquello en la entrepierna, hacia que empapara la cuerda. Mis muslos se ataban a los tobillos y mis pezones quedaban ocultos bajo dos o tres vueltas de cuerda. Cuando solloce de nuevo, suspire al sentir el roce por todas partes y mordí el trapo que me amordazaba para reprimir la cruda necesidad de alivio. Intente sentarme, pero era muy incomodo aquella situación, si me estiraba me dolía, y me encogía igual, solo pude quedarme quieta y llorar.
             Más tarde, volví a escuchar gritos y a varios hombres decir cosas entre ellos, parecían voces de mando, dando órdenes, pronto sabría el por qué de aquellas tortura. El extraño hombre entro una vez más en la tienda esta vez estaba molesto enfadado, no sé si por mí, me miro, se recreó en la forma en la que mi carne se hundida por la fuerza de los nudos que me ataban, las ligerísimas sacudidas y temblores que sufría debido al roce del nudo entre mis muslos, el color rojo de mi piel, las lágrimas brillantes y saladas que me bajaban por las mejillas. -¿Podrías estar más hermosa? –Dijo en esa lengua extraña- “¡Oh, claro que podías estar más hermosa- se acerco a mi – “Solo tendría que tumbarte, colocarte en una mejor posición, más adecuada y…” -hiso una pausa mientras pasaba un dedo por mi muslo desnudo- “Penetrarte!”. –dijo con voz roca- pude ver en su extraño rostro marcado ahora por algunos rasguños  y ensangrentados, que contenía el deseo de abusar de mí, me asuste y emití un gemido, ahogado por la mordaza, mi cuerpo tembló de miedo y angustia, me moví incomoda, cuando él se arrodillo a mi lado, me jalo de las cuerdas y así mismo, tal y como estaba, atada, amordazada e indefensa, apartando solo un poco la cuerda que atravesaba mi sexo me movió hacia un lado para acceder a mi acogedor interior, me acaricio allí, y metio sus dedos dentro de mis pliegues, ahora húmedos.
                   Aquel hombre no pensaba en medio de su excitación; movía sus dedos provocándome con sus caricias extraños espasmos, dolorosos pero realmente placenteros, me demostraban que era ágil en el arte de saber tocar a una mujer, comencé a sudar frio, tenía miedo y temblaba; mientras me miraba, me sentí estremecer, me supuse que se preguntaba, en su interior que quizás mi piel se enrojecería más, mi cuerpo se tensaría más, las cuerdas se clavarían más en mi carne y probablemente mis sacudidas durante el orgasmo serían cortas pero intensas dado que todo mi cuerpo estaba atado entre sí y no podría moverme demasiado; gritaría, gemiría y acabaría con tanta pasión que... ¡Un momento, un momento! Era yo la que se estaba excitando al pensar así,  por sentir sus caricias descaradas dentro de mí.
                    El fuerte Guerrero sacudió la cabeza. Tenía que dejar de pensar en sexo, un ruido afuera llamo otra vez su atención. Al parecer los problemas no había desaparecido del todo y  podríamos estar en peligro!       
                   Me soltó dejándome jadeando, y extrañamente excitada, sudorosa, Se acercó hasta la entrada hecho un vistazo fuera,  grito algo a alguien salió y al cabo de unos minutos  regreso, se acerco hasta donde permanecía yo temblando,  se paro junto a mí  y con fastidio empezó a deshacer los nudos.  Ante mi atónita mirada,  suspire de alivio cuando la cuerda que se apretaba entre mis labios vaginales  por fin dejó de hacer presión en ese punto tan delicado de mi sexo.
                   Estaba tan húmeda, por la estimulante fricción de hacia unos minutos,  que cuando retiró las cuerdas empapadas y el olor de mi excitación entró hasta lo más  fondo de su cerebro, colapso por un instante. Me empujó contra el suelo sin delicadeza, tal como aterrice me separó las piernas atadas con un brusco tirón me levanto las nalgas y así me penetró. Aquello me estremeció y con un gemido ante la invasión, algo que llevaba esperando mucho tiempo.
                   Un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo  entero,  extrañamente feliz por ser objeto de la desenfrenada pasión de ese hombre, por ser la causante de su desesperación e incluso un catalizador para su rabia. De pronto se detuvo el estaba ahora  enfadado, muy enfadado, supuse que fue al notar que una barrera le impedía pasar más allá, maldijo en voz alta y me separo de el tan violentamente como me había tomado, caí de golpe otra vez, incluso esta vez me sentía mareada, perturbada, esa extraña sensación en la boca del estomago me hiso enfurecer, por que debía de sentir aquello, porque tenía que reaccionar así y mas por un  hombre tan bruto, tan bárbaro, tan insolente y además extraño…*
                Ahora vuelta a la realidad, temblaba de miedo, Brando me haría la vida imposible ahora su venganza seria más cruel, ¿Que debía hacer? ¿Cómo escapar? ¿A quién recurrir?, si todo aquel que fuese un hombre en este mundo, jamás me defendería o evitaría que me impugnaran algún cruel castigo.
                Esa  noche no dormí, tampoco sentía hambre ya que junto a mí  había carne,  pan y frutas. En la  mañana me levante, y por las tablas que cubrían la ventana se colaban algunos rallos del sol, sentí rugir mi estomago, por lo que fui a la mesita y cogí un poco de fruta fresca, había gran variedad de dátiles y cogí un par de fresas que engullí con placer, me encantaban, de una jarra bebí un poco de zumo de  larma, es una fruta típica de Gor, de color rojo con una cáscara crujiente como una manzana, comí como nunca, quien sabe y hasta cuando se me permitiría hacerlo. Al cabo de un rato, mi cuerpo comenzó a tensarse, el podía entrar en cualquier instante y entonces me castigaría, o quien sabe que me haría, “pero eso si” –pensé- “le daría batalla”. Con cuidado me acerque a la puerta y recosté mi oreja de ella a ver si podía escuchar algún ruido que me indicara que él estaba afuera, contuve el aliento por unos minutos y lo único que podía escuchar eran los latidos de mi propio corazón golpear con fuerzas y muy rápido mi pecho. Me aparte de ella, e intente calmarme, comencé  a caminar de un lado al otro, cada vez mis nervios me traicionaban mas y mas, temía que en cualquier momento entrara por esa puerta con algún arma y acabara con mi vida.
                De repente y sin aviso la puerta se comenzó a abrir, no escuche pasos, ni ningún ruido que me informara que alguien se aproximaba… temblé al verle de pie tan arrogantemente recostado del vano de la puerta apoyado de su hombro izquierdo, sus brazos estaba cruzados a la altura de su pecho, pude ver que llevaba un vendaje en el lugar en donde lo había mordido, me estremecí al escuchar su suave risa cargada de ironía la cual emitió resoplando por la nariz. “.. y bien pequeña Eslin, estas lista para salir de aquí?” -me miraba sin siquiera moverse. ¿Que pretendía?, ¿Qué debía hacer? ¿Humillarme a sus pies y rogarle que me perdonara? Lo mire con los ojos bien abiertos y a punto de llorar, me fui acercando lentamente mientras me iba agachando para terminar rendida, de rodillas delante de él, le suplicaría  que no me lastimara, que me perdonara por haberlo herido así. Caí a sus pies mis labios tocaron sus sandalias y pude sentir sus dedos, los bese, los lamí, y le rogué que me perdonara, tome sus pies con mis manos para acercarme más a ellos, el retiro uno de sus pies,  me di cuenta que era para poder ponerse a medio arrodillar, sentí su mano acariciar mis cabellos, cada vez más largo, ya que desde que había llegado a esta tierra algo mas había crecido, sentí entrelazar sus dedos en ellos y cuando creí que me tiraría fuertemente hacia arriba, me hablo: “Ven dulce ylram, levántate, no ruegues mas” - me incorpore temblando de miedo, él lo noto, me tomo del mentó y me dio un beso dulce y  suave en los labios, tan suave que me dejo si aliento, cerré los ojos, y cuando sentí que su boca se separaba de la mía los abrí y me encontré con aquellos ojos tan encantadores, de ellos destellaba un brillo especial que me hiso estremecer de pies a cabeza, enseguida baje la vista y aparte mi cara de su cercanía, el solo me miro, y con un gesto me ordeno que lo siguiera, eso hice.
                Juntos caminamos hacia el otro lado del angosto pasillo, en el cual había una larga pared  de piedras que conducía a una escalera que parecía empotrada en la pared, también esta de piedra, estaba oscuro,  sentí miedo, me detuve en el acto, el pareció notarlo aun sin siquiera darse la vuelta para mirarme, y me dijo “Ven, no volveré a hacerte ningún daño!” al comenzar a descender por la extraña escalinata, en donde era seguro que no cabían dos personas una al lado de la otra, pude percibir una leve brisa que bajaba por ella, supuse que iríamos a una azotea o algo así, y justo al llegar a unos cuantos escalones antes,  Brando se detuvo me miro puso sus manos en mis hombros y me ordeno  que me pusiera en la posición  para ser atada, cerré los ojos y me temí lo inevitable, me volverían a trasportar en una Tarns. No me pude contener así que me gire y lo mire a los ojos ahora el estaba con la mirada perdida en lo estaba haciendo, se le veía triste quizás con dolor, (estaría equivocada!!)-(pero me pareció verle lagrimas en los ojos, separe mis manos cuando el se disponía a atarlas,  y lo tome de la cara, lo hice mirarme me deleite en esos ojos tan dorados que me estremecí de solo pensar que ya no los volvería a ver) -“¿Por qué Brandon??” – Le dije- “no me vendas!” –Me puse de rodillas inmediatamente, y le rogué- “Amo, Nooo… hare lo que me pidas, podrás usarme cuando quieras, amo, amoo!!”-le decía casi a gritos y llorando a mares- el evitaba mirarme a los ojos solo pude escuchar un gemido de frustración, me volvió a tomar de los hombres y grito “De rodillas esclava”   - yo seguí de pie, le miraba sabia que se iba a encolerizar- “Noo, no me iré,  me dejaras soy tu esclava y …!”-no termine de la frase, el me miro ahora algo extrañado de mi reacción, y como no, si se supone que una esclava solo sigue ordenes, jamás se revela  -Alzo una ceja un tanto divertido, se sonrió, una vez más con esa sonrisa que encantaba, -“Que tonta eres muchacha, arrodíllate te llevare a mi ciudad, aquí no estás segura!”- lo mire sorprendida, me sentí estúpida, tonta, quizás el no estaba triste sino concentrado en lo que hacía, y además había poca luz, ¡Oh que idita había sido y que  cobarde!” un fuerte sonido como  el de una trompeta, pero un tanto más aguda se escuchaba a lo lejos, fue este sonido lo que me saco de mis pensamientos, me sonroje me puse de rodillas y cruce mis muñecas a mi espalda, sentí como él las ataba y sujetaba con fuerzas, para luego comprobar que estuvieran bien atadas y no pudiera zafarme, me coloco una cuerda la cual ato a mi cuello, y me coloco frente a él me dijo: “debo cubrirte  la cara, entiendes verdad?”- asentí con la cabeza, y entonces él me coloco una capucha de esclava sobre la cabeza, me sentí asustada ya que no me gustaba la oscuridad, y creo que él lo sabía, puesto que me acerco mas a él y me susurro al oído: “Tranquila yo estaré siempre contigo, no tengas miedo!”
                Sentí como me alzaba en vilo y me colocaba en la silla de montar del enorme animal me ato a la anilla, colocada a un lado de la silla, y al cabo de unos segundo lo sentí a el también subirse, me ajusto las  correas a mi alrededor para evitar que callera, el hiso lo propio con la suya, sentía su cuerpo junto al mío, yo temblaba de miedo, era horrible esa sensación de estar sobre algo sin poderse sujetar por uno mismo. El se percato de ello, así que tomo las riendas y me coloco más cerca de él, me giro para quedar frente a él,  yo me recosté de su pecho, y coloque mi cabeza en su hombros, sentía como su respiración pausada agitaba mis cabellos, sentía la sensación de que me estaba mirando, como contemplándome, y diciendo  interiormente que yo ya era suya!.
                No tardamos en despegar, la brisa fría se sentía, el aire era cada vez más espeso, supuse que volábamos a gran altura, podía oír gritos alrededor habían mas tarnsmanes, sospeché que volábamos en una especie de bandada. Podía sentir el aleteo de las enormes aves, y de vez en cuando lanzaba un grito el cual me sorprendían y me hacían poner los pelos de punta.
                Al cabo de unas largas horas “Anhs” en el idioma Goreano,  Brando decidió quitarme la capucha de esclava, permitiéndome al fin respirar aire fresco, solo alcance a ver su rosto, yo yacía plácidamente acurrucada entre sus brazos, no tenia ropa alguna que me protegiera del implacable frio de la noche Goreanas. Mi cuerpo tembló y él me abrazo más fuerte y me cubrió con su capa.
                El sintió como se erizaba mi piel cuando acaricio mis hombros con su mano y con un dedo me alzo la barbilla, y me dijo: “¿No volverás a lastimar a tu amo, verdad?” –Era más una pregunta que otra cosa- , lentamente baje la mirada a su brazo aun vendado y envuelto en la manga de su camisa, con mi mano la acaricie y asentí con la cabeza, -“si amo, nunca más volveré a lastimarte!”  Él sonrió y  me beso tiernamente en los labios.
                Ya comenzaban a salir los primeros rayos del sol, alumbrando las cordillera del Vosko nos dirigíamos a Ar; la ciudad más grande y gloriosa de toda Gor. Situada en las bajas latitudes del hemisferio norte, comprende desde los terrenos de río Vosko al sur  y hasta el río Cartius más al norte. Se dicen que los  tarnsmanes  de Ar no vuelan más allá del sur de Cartius. En una ocasión escuche que Ar era enemiga de Ko-ro-ba, Ar la ciudad central depositaria de las Piedras del Hogar de otras muchas ciudades.
                Ar se había  convertido en un imperio formado por más de miles de cientos de cilindros y puentes y en la que habitaban más de 3 millones de libres. Su Ubar una vez fue Marlenus a quien una vez desterró un Kobano de Nombre Tarl Cabot, quien para ese entonces lucho contra Marlenus y huyo con la hija de este para hacerla luego su esclava.  Si estas historias eran o no ciertas yo no envidiaba la suerte de aquella joven, sabia por las cosas que una debía de pasar siendo esclava, y más si era del bando enemigo, el tener que someterse a ellos, a bailar al compas del látigo, al desprecio de las libres, a callar cuando se le ordenaba, era otro mundo otra cultura la cual ahora conocía bien, ahora me sentía bien, estaba feliz, no era libre, pero sabía que ahora quizás todo sería diferente.
                Descendimos, tenía el cuerpo entumecido por estar tanto tiempo atada y acurrucada, estaba aun  casi congelada, mis piernas me traicionaron cuando me dispuse a descender del Trans, mi amo me soltó las ataduras de mis muñecas y me permitió bajar con cuidado por la escalerita que se sujetaba a la montura, al tocar el suelo, trastabille y de no ser por sus fuertes brazos hubiera caído al suelo. Enseguida  me puse a su lado izquierdo preparada, en la posición para ser atada nuevamente y transportada una vez que me lo ordeno. Esta ciudad a la cual habíamos llegado, es muy reconocida por su fama en el campo  de la manufacturas y de sus telares realizados con el hilo Curlon, hilo proveniente de las telarañas realizadas por el Pueblo de las Arañas, siendo este el único motivo por el que Ar no extermina al Pueblo de las Arañas.  El pueblo de las Arañas, es una ciudad en donde habitan animales racionales con una peculiaridad que son arácnidos, es decir son arañas gigantes  y de feroz aspecto.
                Ar, también es famosa por su mercado de esclavas que atrae compradores de todo Gor. Esto último seria quizás ahora mi mayor temor, el que me hubieran traído aquí no sería por pura casualidad.-
                Al entrar en el pueblo yo iba siempre detrás de mi amo, de manos atadas y sujetas al cuello, por una soga, pude ver como se movilizaba un gran número de esclavas que llevaban en sus cuellos un disco en donde  figuraba un número de lote o número de venta.  Más tarde escuche que todas ellas serian vendidas en la Casa de subastas de Publius,  que se encontraba en la calle de las Marcas de la ciudad de Ar. Publius Es una Casa de subastas menores en la que generalmente se ofrecen los esclavos más baratos.
                Entramos en ellas, mi corazón dio un brinco cuando entre, La sala era un anfiteatro alumbrado con antorchas. Habían  muchas  esclavas expuesto en jaulas de exhibición para que los posibles compradores pudieran examinarla, cual mercancía, muy  de cerca y hacerse una idea de su valor para que sus pujas, suponiendo que estuvieran interesados en hacerlas, fueran ajustadas y realistas. En las jaulas de exhibición estábamos obligadas a obedecer las órdenes de todos los hombres, moviéndose de una forma determinada según sus indicaciones y cosas por el estilo, pero no se les permitía tocarlas. Sabía bien que Nosotras las esclavas teníamos que sonreír y mostrarnos bellas. De pronto vi como mi amo me entregaba a un hombre, este tiro de mi collar y me llevo hacia una de las jaulas: “Entra a la jaula esclava!, me dijo y me aguijoneo con el látigo, no había necesidad yo hubiera obedecido de igual manera. Compartía mi jaula con diez y ocho  chicas, todas con una cadena y un disco en el cuello.
                 Fuera de la jaula estaban sus números de lote o números de venta, que correspondían con los números del disco, y una lista con alguno de sus  rasgos y medidas. Me alegre de no llevar ningún collar con disco, sabía que no sería vendida, o eso creía.
                Pude ver como mi amo seguí delante de la jaula, y evitaba mirarme a los ojos, quise alcanzarlo sacando mis brazos por entre los barrotes de la jaula cuando aquel hombre me azoto con el mango del látigo que de no ser por mis rápida reacción me hubiera dado,  “Atrás  esclava”-grito a la vez que golpeaba con fuerzas los barrotes de la jaula. Mire a Brando y le grite: “Amo, por favor amo, no me dejes… amo” -el horror ahora se apoderaba de mi, seria a acaso esta parte de su venganza?, me había tratado bien para convencerme de ir sin resistencia? Ahora me vendería como a un animal? -No por favor, otra vez no! –“Amooo” – le llame, esta vez desde el fondo de la jaula no quería que me azotaran, el voltio y me miro, se acerco a la jaula, las demás chicas se amontonaron frente a él para mostrarse y lucir bellas, incluso escuche a una decir: “Cómprame amo!” Con una voz tan sensual que invitaba a que si se decidían a comprarla no dejaría ni un solo instante en complacerle, y no se lamentarían de tal inversión.- sentí celos de aquella mujer eran esbelta de muy buena figura, yo en cambio era robusta de baja estatura, eso sí de enorme trasero y de pechos muy grandes también. El miro por encima de ella y le hiso señal de que se apartaran obedecieron todas, con un gesto me llamo, yo me dirigí hacia donde él estaba y con lagrimas en los ojos le dije: “¡amo no me dejes!” –el solo se limito a mirarme y sonrió y me guiño un ojo, no entendí, pero tenía la extraña sensación de que esa sería  la última vez que lo vería.-
                Pasaron varios días desde mi llegada a Ar, llevaba ya 5 días encerrada en los corrales de esclavas, en espera de si seriamos o no vendida; poco a poco la jaula en donde habíamos diez y ocho muchachas esperando la noche de la venta una a una se fue vaciando y ya solo quedábamos cuatro. Me habían examinado muy exhaustivamente, fue un examen muy detallado y me suministraron, mientras yo permanecía atada e indefensa, una serie de dolorosas inyecciones cuyo propósito no entendí hasta ese día.
                 Los llamaban los sueros estabilizadores.  — ¿Para qué son los sueros estabilizadores? —le había preguntado a una de las esclavas que estaban en la jaula junto conmigo.  —Te mantendrán tal y como estas ahora —había dicho—, “joven y bella” —y enseguida se hecho a reír. Lo hiso en señal de burla por mi figura, -¿Quién querría a una kajira tan robusta? – Dijo con expresión de desagrado, Las demás también se rieron, yo simplemente me limite a bajar la cabeza y a sentarme en un rincón.-
                Los días pasaron y ya solo quedábamos dos chicas su nombre era Dina, la chica que siempre se burlaba de mi, era una chica muy esbelta de largas piernas, y anchas caderas de busto firmes y llenos, sus cabellos eran de un color cobrizo radiante, al parecer estaba muy orgullosa de él lo cuidaba bien, caso contrario al mío que a duras penas lograba mantenerlo lacio.  Una mañana después de ser alimentada con una frio y espeso potaje y un poco de agua, mi amo Brando entraba al lugar, me acerque a la jaula cuidado que no hubiera ningún guardia cerca, le llame, le hice señas…el si me había visto solo me estaba ignorando o quizás esperando que nadie lo viera, me quede tranquila y aguarde paciente con lagrimas en los ojos, a que él se dignara a verme, de pronto vi que dirigía su mirada hacia mí. Me apreté contra los barrotes y saque mi mano para alargarla hacia él, él comenzó a acercarse. -Oh!, amo, déjame Salir – fueron mis primeras palabras- ¿Valla, Ylram, que malos modales tienes?, acaso no debes de arrodillarte y saludar a tu amo?-  lo mire desconcertada, pero enseguida me puse de rodillas en la típica posición de la esclava de placer. – “Tal, amo. … amo, no me venderás, verdad?, verdad? -Y alce la vista para mirarle a los ojos, y buscar en ellos alguna respuesta. El me miraba de soslayo, -“No vales nada pequeña Ylram”, ni siquiera estas bien entrenada” “El amo no me venderá, verdad, amo”  -insistí, puse mis manos en sus sandalias como queriendo sentir su calor y trasmitirle mi temor, el se puso en cuclillas y me sujeto de ambas manos y jalo de ellas acercándome más a los barrotes –“Te castigare por lo que me has hecho!, no creas que he olvidado tu descaro kajira, tu marca la llevo en mi brazo, y por ello tu llevaras la marca de tantos hombres que desearas que te echen a los Slines, “Sucia carne de collar” – sus palabras me herían así como sus manos cerradas en torno a mis muñecas, el se levanto y llamo al guardia, y pidió que me sacaran de allí y me subieran a la tarima, el guardia me saco me coloco en el cuello una especie de cadena en donde colgaba de él un letrero oval como el que tenían mis demás compañeras de celda. Fuera de las jaulas se escuchaba un gran alboroto en su mayoría gritos de hombres pujando por conseguir una mejor oferta…”Oh no!”…, me di cuenta horrorizada que sería subida a la tarima para que el mejor postor me comprase, intente voltearme para salir, fue un acto reflejo involuntario, lo que lamente luego por que el guardia me tomo de la cuerda que colgaba de mi cuello y tiro fuerte de mi, caí al suelo sentada, allí me exigió me colocara en la posición típica para ser atada, llore, pero fue en vano, mi numero era el 1.976 jamás lo olvidare, irónicamente coincidía con mi fecha de nacimiento.
                Salí, y comencé a subir las extraña escalera de madera desgastada quizás por las incontables esclavas que habían subido descalzas y completamente desnudas para dar fin a su destino, o quizás comienzo; yo ahora no sabía que me sucedería.-
                Al llegar al último escalón el guardia me ordeno que me colocase bien erguida, y al pasar junto al pequeño hombre, quien parecía ser el que anotaba los rasgos de cada kajira me ordeno con un gesto que me pusiera en frente de  él, allí, el otro guardia me señalo que me pusiera mas al frente,  pude ver a la multitud, aguardaban entre silencios y murmullos... desconcertada solo alcance a ver en la primera fila algo que llamo mi atención, habían mujeres, mujeres libres,  con sus extraños velos cubriéndoles el rostro, ellas también compraban esclavas, me alegre pensando en quizás que una de ellas pudiera comprarme y hacerme su esclava, no tendría más que sentir el látigo ni los abusos de los hombres. Escuche una vos que reconocí de inmediato, “Ofrezco medio  Tarskos de cobre,  por esa Bestia” -en estrepitosa estampida todos rieron, me pareció cruel el comentario de Brando, baje mi cabeza y enseguida sentí como mis lagrimas pugnaban por salir.
                El hombre detrás de mi me ordeno que me pusiera de rodillas,  por alguna extraña razón no lo hice, creo que ver la multitud me paralizo por completo, entonces fue cuando sentí en mi espalda el cruel latigazo de la mano de mi castigador, sentí como me escoció la piel, impulsivamente grite y no fue sino al segundo golpe del látigo de esclava y que volvió a cruzar mi espalda que reaccione y me arrodille pero no con la debida elegancia y dedicación más bien fue en un acto de resguardarme de los golpes, en la posición de suplica, cinco latigazos mas caían sin compasión sobre mis espalda, caderas y brazos, grite con cada golpe, se me volvió a ordenar que me pusiera de rodillas. –“De rodillas esclavas” - grito el hombre quien ahora acariciaba el mango de su látigo.
                Aguante el dolor y me arrodillen frente al público, con mi espalda bien recta, me mostré hermosamente complaciente, estuve lo más digna que podía, ladee mi cabeza hacia la izquierda y baje la mirada. Mi rostro estaba bañado en lagrimas, los pujes comenzaron a escucharse en estruendosa exclamación -“Un tarskos de cobre”- se escucho mas atrás- “Dos tarskos de cobre”- de pronto se escucho la voz de una mujer- “Un tarskos de plata, …servirá para asear los baños”- “jajajaja” -Rieron otra vez- logre ver a Brando, quien me observaba con sus ojos claros, estaba parado justo enfrente su arrogancia me enfureció, estaba de brazos cruzados, indiferente hacia mi; sus ojos estaban  entrecerrados por las luces del lugar tan claras como el sol,  de repente todo quedo en silencio, lo mire, el volteo sorprendido al escuchar una voz, una voz extraña y fuerte, demandaba severidad, el grito  -“Dos Tarn de oro” “Será esa Barbará de mi propiedad”- “y ofrezco dos más por la joven que esta al pie de la escalera!”, era Dina.
                No pude ver de dónde provenía la voz solo supe que nadie más pujo, de hecho nadie más hablo, al parecer aquel hombre era muy respetado y de gran autoridad, lo que él decía eso se obedecía y parecía ser la ley.-
                Unos brazos fuertes me ayudaron a levantar y me ataron nuevamente a la cadena de esclavas,  un nuevo collar de acero se volvió a cerrar en torno a mi cuello, llevaba una inscripción la cual no supe que decía, no sabía leer Goreano,  me sujetaron a la quinta línea de la cadena en donde estaba las demás muchachas que antes habían subido al escenario, incluyendo a Dina quien se mostro molesta por haber costado lo mismo que ella. Más Tarde me encontraría lista para ser llevada hacia mi nuevo destino en este caso al nuestro ya que ella también estaría conmigo.
                 Por alguna extraña razón yo me encontraba sola en una jaula lista, me habían bañado peinado e incluso perfumado, y puesto unas sedas nuevas y muy reveladoras;  en una de las alas del lugar había varias habitaciones cilíndricas ubicadas muy  convenientemente, en ellas unas kajiras me ayudaron a arreglarme. – ¿“Porque no tienes marca de kajira?”- me habían preguntado- “Es que acaso tu amo no te quería”- no entendía el asombro de estas muchachas, jamás había presenciado como alguna de ellas recibían sus marca; por cómo se expresaban y enorgullecían de sus marcas en el muslo, supuse que debía de ser algo especial, eso pensé. – “Saben acaso, quien me compro?”, -pregunte a una de ellas- “Saben, ustedes quien era esa hombre, que ofreció tanto por mi”?- les mire y pregunte con timidez- “Oh…! Era algún, miembro de una de las mejores Castas, pertenece a la guardia del amo Marlenus, el Ubar de Ubares..- dijo la muchacha quien me estaba cepillando el cabello, la mire a través  del espejo, entorne los ojos en señal de interrogante- “Bueno es en representación de él;  el Amo Marlenus ya no está, - dijo esto con evidente tristeza- miro hacia los lados y se me quedo viendo directo a los ojos, se agazapo aun mas y bajo la voz para decir:- “Hay quienes dicen que está vivo, pero nadie lo ha vuelto a ver desde su destierro!”- levante una ceja y me voltee a verle directo a los ojos- “¿Entonces como alguien que no está pude comprarme?”- quise saber, la chica tiro fuertemente de mi pelo, se molesto porque la había hecho perder el peinado que me estaba dando; -“Solo te diremos que debes ser muy complaciente,”- dijo ahora un tanto irritada por mi comentario- “debes obedecer y si eres sumisa…” -“Oh!?”- exclamo la otra chica con una mirada irónica y maliciosa-  “Si, muuuy sumisa”,-dijo con una amplia sonrisa- “Nunca  volverás a sentir el látigo en tu cuerpo como señal de castigo”, -ambas rieron en una carcajada llena de burla, intuí que me habían visto cuando me azotaron en la tarima esa tarde cuando me ofrecían a la venta. Pero sus sonrisas  se borraron de repente – “Entiendes kajira?!”- se apresuro a decir a la vez que se erguía delante de mí, asentí con la cabeza, también sentí la presencia de alguien más en la habitación; supuse que ese alguien, que había llegado, observaba a las esclavas mientras me arreglaban el cabello y acicalaban,  en seguida, supongo que a una señal de ese alguien que permanecía parado en el vano de la puerta, ambas muchachas se pusieron de pie y salieron a través de ella.
                Yo permanecí inmóvil, temblé al escuchar sus pisadas, cada vez más cerca de mí, enseguida adopte la postura típica de una esclava  al ponerme erguida,  baje la cabeza. –“De pie Kajira!!” – me apresure a hacerlo, pero de no haber sido por una fuertes mano que me sujeto del codo me hubiera caído, lo cierto fue que en mi alzada,  y a causa de mi dolor en las piernas y todo el cuerpo, no reaccione como siempre,  no fue para nada elegante ni digna de una kajira. Me ruborice por mi torpeza, y él también  lo noto, su risa resoplo roncamente entre sus labios y nariz. Ladee las caderas del lado izquierdo juntando mis tobillos y flexionando la rodilla,  enseguida puse mis manos cruzando mis muñecas detrás de mi espalda a la altura de mis caderas, y ladee la cabeza, estaba en la posición que se empleaba para ser examinada y evaluada cual animal en venta.  –“! Ummm muy bien kajira” aun no le miraba a la cara, sabía que se no debía hacerlo si él no me lo ordenaba.
                Lentamente se acerco a mí, se coloco de frente y con una mano me tomo del mentón y me hiso alzar la cara, mis ojos aun no lo miraban. “Mírame kajira” – su orden fue más un susurro en el silencio de la habitación, lentamente fui subiendo la mirada y mis ojos se abrieron desmesuradamente al verlo.- “Ohh!” Fue mi queda exclamación!


jueves, 17 de julio de 2014

Mi Historia Como Un Kajira- 3er Capitulo-

 *Los Recuerdos son ahora parte de mi Pasado*


              Camine con dificultad, el guardia tiraba de mí por la cuerda que llevaba atada al cuello, llegamos al medio de una enorme plaza, me pareció que eso era, allí se encontraban varios hombres, eran Tarnsmanes con sus poderosas aves,  los Tarn, animales que se asemeja a un halcón pero de un descomunal tamaño, posee una cresta como una urraca. Es sorprendentemente ligero a pesar de su gran tamaño, esto debido a lo vacío de sus huesos. A pesar de su ligereza, siguen siendo unas criaturas extremadamente poderosas, estas aves que pueden levantarse desde el suelo con una repentina ráfaga del batir de sus alas, son criatura diurna y asombrosamente carnívoras, su pico curvo les permite devorar y despellejar vivo incluso a un Guerrero Goreano en fracciones de segundos. 

                Aquel Tarn con sus grandes y afiladas garras protegidas por hierros se agitaba en el suelo impaciente, al parecer iban a emprender un largo viaje, a cada lado de estas bestias colgaban cestos enormes, y al pasar cerca de unos, pude ver o fue lo que me pareció, en uno de aquellos cestos una mata de cabello sobresalir. Enseguida el Guardia me hizo arrodillar junto a un grupo de mujeres desnudas y encadenadas unas a otras, eran las mismas kajiras que estaban aseando en el silo de “La kajira mayor”. Comprendí entonces que había sido parte de una cadena de esclavas y ahora sería vendida a algún hombre, aquello me estremeció y comencé a sollozar. Fue en ese momento que sentí como otro hombre se nos acercaba, este vestía una túnica escarlata, sabía que pertenecía a la Casta de los Guerreros, aunque es la última de las Altas Castas. Rojo, o escarlata, es el color de la Casta del Guerrero, el uniforme usual es la túnica, sandalias y capa.

                          Se me acerco y me miró con ojos escrutadores me tomo del mentón y abrió mi boca con un dedo y reviso el interior como si yo fuera algún caballo para la venta, retire de mala gana mi cabeza en un movimiento brusco, escupí de un lado al sentir aquel sabor de sus dedos dentro de mi boca; fue mala idea porque el hombre me dio otra bofetada que me hizo sentir nuevamente el sabor a sangre en mi boca, de un tirón me hizo poner de pie y rasgó las pocas vestiduras que llevaba dejando mi cuerpo al descubierto, quise alejarme pero sus fuertes brazos me sujetaron con fuerzas y me terminó de arrancar la tela que cubría mis pechos, mis lagrimas no dejaban de brotar y él me miró a los ojos, e hizo una mueca retorcida en una especie de sonrisa burlona,


 -“A ver cómo te va cuando ruegues a una libre que te compre” -no entendí porque me dijo eso, pero intuía que todo iría empeorando.

                Rápidamente fuimos conducidas de entre los Tarn, y justo al pasar junto a una de estas bestias, este hizo sonar su enorme pico curvo cerca de mi cabeza, por lo que di un salto y fui a tropezar contra las demás chicas empujándose contra el guardia, este nos miro con odio pero no nos hizo nada, nos condujo hacia unos enormes cestos que estaban a los costados de estos enormes animales, los cuales se cerraban con una tapa ovalada e igualmente de grandes. Fue hasta entonces que puede darme cuenta que la mata de pelo que había visto si era lo que me temía, allí nos iban a llevar a todas.

                Unos fuertes brazos me alzaron y metieron dentro del cesto, en el ya habían varias chicas adentro que entre sollozos y gritos se apretujaban allí, cerraron la enorme cesta, asegurándolas con una cuerdas bien atadas a unas especies de asas, dentro, nos encontrábamos apretadas, casi no se podía estar más que agachadas o de rodillas. Se oyeron unos grito, emitiendo una voz de mando, y unos silbidos supuse que de las enormes aves, ya que antes las había escuchado dar ese tipo de chillido, pero ahora los escuchaba muy de cerca, y eran igualmente atemorizantes.

           Los Tarn, uno a uno lanzaron estridentes chillidos que sin duda, se escucharían a grandes distancias, supe en ese momento que pronto emprenderíamos el viaje. La sensación fue horrible todas gritaban al sentir el vacio debajo de nuestros pies y la cesta tensarse por el peso al levantar el vuelo de aquellas enormes bestias quienes llevan pesadas cargas. Al cabo de un rato las muchachas dejaron de gritar y lloriquear, yo aun sentía un punzante dolor de cabeza por las bofetadas de los guardias, como los odie por ello, me sentía mareada quizás era el va y ven de la canasta en donde viajábamos, podía sentir otra vez de las hendijas de la canasta la leve brisa que se colaba por lo pequeños orificios y fue allí que volví a darme cuenta de mi desnudez, mis grandes pechos estaban ahora al descubierto, me ruborice, me acurruque tratando de cubrirme, pero tenía las manos atadas a la espalda, jamás había estado completamente desnuda delante de nadie, y sabia que ahora nada lo evitaría y seguiría así...

Recordé entonces:

*“… Aquel día en que mi amo regresaba, de uno de sus tantos y largos viajes y trajo consigo unas bolsa de piel, que solía llevar y traer siempre consigo, pero esta vez había una especialmente envuelta, contenía una especia de cajita en forma de baúl, de madera muy finamente pulida, en ella se acostumbraba a llevar desde prendas, cosméticos, maquillaje hasta ricos dulces y pasteles, esta no era la excepción, estaba llena de ricas golosinas y pasteles el cual saco, para alegría de todas las compartiría con todas nosotras, se la dio a “Sara”, era su otra kajira, la joven de delgado cuerpo, pero igualmente sensual, de largos cabellos, negro azabache que le llegaba hasta las cintura, la conocía bien, fue la otra chica quien me atendió desde que llegue, nos llevábamos relativamente bien, y fue gracias a hikara quien me enseñaba las costumbres del lugar, que supe el por qué no hablaba, al parecer le habían cortado la lengua; en fin ese día era un día especial, o lo fue para mí.

     El amo nos dio a cada una un puñado de ricas golosinas, y un pastel el cual había entregado a “Sharina” para que lo partiera después de servir la comida, ese día el amo estaba de muy buen humor, al parecer había concretado algo, en lo que a mí respecta seria algunas buenas ventas, nos permitió comer con él, nos daba de comer de su mano, esta era una extraña costumbre que debíamos de tomar con gran placer, y lo era ya que casi nunca podíamos comer más que insípidas gachas con quizás un trozo de pan y si se nos permitía un pedazo de carne seca de Bosk, pero esto no era siempre, cada amo debía mantener a su kajira en muy buenas forma, conservando así y cuidando nuestras figuras.

       Me pregunte, que si alguna vez habría alguna kajira gorda y rechoncha aparte de mi?, reí para mis adentro. Disfrutábamos de su compañía, pero esa noche especial el amo después de haber dado a cada quien su parte del pastel, menos a mí, el enseguida le ordenó a Sara, que trajera un pedazo extra de pastel, así lo hizo esta, yo permanecía aun de rodillas junto a sus pieles, saboreándome aquel delicioso pastel que aun no se me permitía probar. Con un movimiento de sus dedos, envió a todas fuera de sus aposentos, todas excepto a mí. A mí me ordeno, una que habían salido mis hermanas, a que encendiera una lámpara cerca de una de las ventanas de la pequeña habitación, esa noche en especial habíamos estado todas comiendo en sus aposentos, me acerque a la ventana y pude ver como las tres lunas de Gor brillaban en alto en el nublado cielo de Gor, con movimientos rápidos pero con cuidado encendí la delicada luz en el mechero que tenia la lamparita llena de aceite de Tharlarión, el cual estaba impregnado con unas delicadas esencias de flores, para así no resaltara el horrible hedor del aceite de ese extraño reptil del tamaño de un dinosaurio.

     Enseguida corrí para seguir a su lado, y allí estaba yo de rodillas en la posición que el mismo me había enseñado, de rodillas con las piernas abiertas ofreciendo mi fuego a disposición del amo y señor, a quien ahora yo pertenecía aun sin tener marca ni poseer un collar que rodeara mi cuello, mis manos se apoyadas sobre mis muslos abiertas hacia arriba, era la postura de una esclava de placer, me sentía orgullosa de estar así, ya que ahora podía realizarla con tanta elegancia y sensualidad que el disfrutaba de mis bien pronunciadas curvas, y yo me sentía feliz de pertenecer a este amo en particular, ya que cuando era bueno lo eran en gran medida, pero cuando era estricto y justo también lo era no había cabida para las contemplaciones, ni los errores, las desobediencias no estaban permitidas, de ninguna manera era aceptable, y menos viniendo de un ser inferior como lo era una kajira.

     El me miro como se mira a una mujer que se desea, como mira un amo Goreano a una Kajira, aquella expresión de sus profundos ojos, que ahora me parecían de un profundo verde oscuro, pero de ellos se veía un extraño brillo, que me hacían estremecer de placer, con una mano me hiso ademan de que me acercara a él, y así lo hice, lentamente movió su pierna dejando ver su sandalias atadas entorno a su tobillo, intuí que quería que se las quitara y besara, así lo hice con tanta paciencia y amor fui desatando la cuerda que se ajustaba a sus piernas, mis manos acariciaban adrede sus bien formadas y musculosas pantorrillas, me gustaba sentir su piel, realmente sentía amor por aquel hombre; quite su sandalia y me agache, colocando mis labios cerca de sus pies, los bese cada uno de sus dedos, los lamí y chupe, descaradamente sabía lo que estaba provocando con ello; pero no me importo, de vez en cuando alzaba la mirada para ver su reacción, estaba tranquilo recostado sobre sus pieles y cojines. Alcance a ver en su rostro el deseo y en una ocasión pude ver que me miraba con tanto cariño… en sus manos sostenía el pequeño plano en donde la habían servido un trozo de aquel delicioso pastel el cual desprendía un agradable aroma que me abrió otra vez el apetito, deje de besar sus pies y como un cachorro al que se le llama la atención al sonar sus dedos, alce la cabeza y mire sus manos, el cogió un pedazo entre sus dedos y lo devoro con gusto yo lo seguí con la mirada, me senté sobre mis talones, esta vez con las piernas cerradas, ladee un poco mi cabeza, desvié la mirada y con aire de timidez volví a subir mi cabeza e hice un puchero, con mis labios llenos, dejándole ver que estaba triste, por ni siquiera dejarme probarlo, le había dado a mis hermanas y a mí no me dejo comer, entonces al ver que se llevaba otro buen pedazo de rico pastel a la boca, y chupaba sus dedos índice y pulgar, fruncí el ceño, en actitud de enojo, me arriesgaría a que el creyera que estaba molesta en verdad, pero en el fondo sabia que él lo interpretaría bien y me daría al fin a probar de su mano.

      El me miro, y enseguida lanzo una carcajada muy divertido, al parecer se había dado cuenta, por mi expresión, unto sus dedos con la deliciosa crema del paste me hiso una seña para que me acercara mas a él y así lo hice, me arrodille a su izquierda, con mis manos apoyadas en el suelo, quedando así a la altura de su rodilla, coloco sus dedos cerca de mis labios, sin querer y cual si fuera una niña emocionada por un regalo sorpresa, sonreí divertida, sabía que debía de tomarlo de sus dedos y lo hice con gusto, pero lo hice con tanta sensualidad, quería provocar en él su deseo por mí.

        Sentía como mi corazón latía fuertemente dentro de mi pecho, dude por un momento de si era lo correcto, lo mire a los ojos, y lamí con la punta de mi lengua sus dedos llenos del rico sabor a la crema, el volvió a llenar sus dedos una vez mas y los acerco a mi boca, yo coloque sin pensar una mano sobre su muslo, fue un acto reflejo ya que por la posición en la que encontraba debía de buscar un apoyo, una mejor comodidad para seguir disfrutando de aquel divino postre, la otra mano la apoyaba cerca de su brazo, creo que ya estaba llegando muy lejos, el considero esta acción como una invitación de mi parte a tomarme, pero quién era yo, una simple esclava a la disposición de una amo, de un bello y sexy amo.

          En seguida apartó sus dedos dejándome con la boca a medio abrir, y los llevo a sus propios labios, quitando el resto de dulce con su lengua, me miró y dijo: 

-“Eres hermosa mi barbará” coloco el plato a un lado de las pieles y se arrodillo frente a mí, con un movimiento rápido y casi sin darme cuenta puso una mano sobre la parte baja de mi espalda y se fue aproximando más hacia sí, su cuerpo se acercaba mas sobre el mío, haciéndome inclinarme hacia atrás tanto que debí mover mis piernas y sentarme sobre mi cadera izquierda, estirando una de mis piernas para liberar la presión que su cuerpo y su peso ejercían sobre el mío. Quede justo debajo de su bien formado cuerpo, ahora percibía bien la fuerza de aquellos brazos, su pecho demarcado por fuertes músculos, su aroma me invadió, y me deje acostar frente a él sobre las pieles, roce con la punta de mis dedos cada fibra de sus músculos, acaricié su torso desnudo y fibroso, me estremecí de pies a cabeza; mi cuerpo empezó a temblar, pero no era de miedo, deseaba a este hombre, no sabía porque, pero algo en el me atraía, sin pensarlo cerré los ojos, ya que si permanecían abiertos sabia que me perdería en aquellos ojos verdes que tanto me hacían estremecer, abrí mi boca y solo pude decir: 

-“Me someto a ti, amo”, y en seguida puse mis brazos delante de él, cruzados como si estuvieran atados, él bajo la mirada, los tomo y separo a la vez que se colocaba sobre mí, con un movimiento audaz, supongo que por su gran experiencia con las esclavas, con sus piernas me separo las mía y sentí como era tocada tan íntimamente, con una mano acaricio uno de mis redondos pechos, acerco sus labios y cerro sus dientes sobre mi pezón ahora duro y sensiblemente erecto; quise gritar pero entonces al mismo tiempo sentí su manos en otra parte de mi cuerpo, arquee mis caderas al sentir sus manos más abajo, entre mis piernas, pude sentir sus dedos jugar dentro de mí, esa zona tan intima y sensible, y de mis labios brotó un gemido de placer el cual el apago con un beso inesperado y explorador. 


          De su boca, saboree el delicioso sabor del dulce que hacia un rato estábamos disfrutando, aquel beso fue la perdición, su lengua recorría cada rincón de mi boca y yo no quise que se alejara otra vez de mi, así que sin siquiera darme cuenta lo tome de la cara y acerque aun mas, el me tomo de las manos y coloco a ambos lados de mi cuerpo, por un momento dejo de besarme, abrí los ojos, lo vi, con ojos nublados por la pasión, morder su labio inferior y se acerco a mí, creí que volvería a besarme y cerré los ojos, entonces me susurro cerca de mi labios; mi boca se encontraba entre abierta esperando otra vez sentir sus dulces y suaves labios, me susurro: “no te muevas preciosa, y es una orden”, mi cuerpo tembló al oír aquellas palabras y mi excitación fue tal que obedecí de mala gana, deseaba tocarle, acariciarle, besarle, de repente mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando sentí aquel cuerpo viril entrar dentro de mí, sentía su sexo caliente, duro, penetrarme suavemente entre mi piernas, lo sentía latir, y al compás de mi corazón, ya no pude escuchar nada mas, aquel roce, era divinamente doloroso, quise cerrar las piernas al sentirlo, era algo jamás había experimentado, pero el volvió a decirme que no me moviera, lo hice a regañadientes, me quede quieta, temblaba muy a mi pesar, entonces solo escuchaba su respiración agitada que en contraste con las desesperadas mías, no podía creer que algo que causara tanto placer fuera también tan doloroso al principio.

                 El volvió a acariciar mi otro pecho, ahora tan sensibles como todo en mi, lance un grito de placer al sentir sus dientes también cerrarse en tono a este, divinas e interminables oleadas comenzaban a pasarme desde mi bajo vientre hasta mis pechos, mi corazón latía rápido, creí que se me saldría; mis gemidos y jadeos eran tan fuertes que temí pudieran ser escuchados, así que tuve que morder mi labio inferior para no gritar, abrí los ojos por que el me lo ordeno, -“abre los ojos esclava” aquellas palabras me dolieron, solo eso era para él una esclava.

            Había dejado de moverse, de mala gana abrí los ojos y entre mis lagrimas que brotaban de ellos pude ver sus ojos, en ellos había ternura y deseo, y me dijo con voz roca: “Abre tus ojos mi pequeña, que ahora haré que sientas tu primer orgasmo de esclava” y besando mis labios me hizo dejar de morderlos y susurro en mi oído

 -“Y deseo oírte grita” -creí que si aquello era la muerte seria un placer morir mil veces de esa manera, sentí como   *si subiera en una montaña rusa y bajar de repente si aviso* ((eran pensamiento y recuerdos de mi planeta recuerdos olvidados ya en estas tierras)).

          Grite, pero no un grito de dolor, y aunque en parte lo sentí, era porque no aguantaba más, mis manos se posaron en su espalda y clave mis uñas en ella, esta vez el me dejo mientras seguía moviéndose dándome envestidas de su sexo dentro del mío el cual ahora se sentía arder de pasión, mis piernas dobladas casi envolviendo su torso, me apreté mas a él y en ese momento lance un grito suave, que agito sus cabellos que cubrían su frente.

        Había logrado subir a la gloria, había tenido mi primer orgasmo; había perdido mi virginidad en aquel lugar inhóspito, sobre una pieles, en el frio suelo, a la luz de una tenue luz, yo, quien lo creería, que soñaba con ser la novia más bella de mi ciudad, casada con el mejor de los hombres, respetada, llevada al altar y luego perdería mi virginidad de manos de mi amado en una lujoso hotel en parís, a la luz de las velas, pero no fue así, y aun así este momento para mí fue lo mejor que había vivido.

         Enseguida sentí una vez más sus manos entrar dentro de mi sexo ahora húmedo y caliente, me estremeció por la sensación de aquel rose tan abrupto después del acto inicial, sentí que metió sus dedos, los saco, y llevo dos de ellos a mis labios y los metió dentro de mi boca y me hizo probar de mi propia sangre la cual él había causado al desflorarme aquella noche, este era el acto en el que un amo hacia de una mujer su kajira. No me sentía violada, ya que yo había deseado esto desde un comienzo, y si así era sentirse violada, estaría dispuesta a volverme a dejar… el me miro, yo permanecí allí debajo de su cuerpo que aun respiraba con dificultad, en su rostro pude ver amor, o creí verlo, no se le permite a un libre amar a una kajira; entonces me beso tan suave y tiernamente, que yo me abrace a él y pude sentir su corazón latir junto a mi pecho, empecé a devorar su boca con tanta pasión que enseguida el volvió a encenderse, y emitiendo una suave risa dijo: 

-“Pequeña Slin” - y comenzó de nuevo a poseerme esta vez fue más violento, más feroz, mas dominante pero igual lo disfrute y llene de placer la habitación una vez más con mis gemidos, ya no me volvió a pedir que no me moviera, así que puede moverme casi a su ritmo y esa misma noche me volvió a hacer suya y alcance mi segundo orgasmo de esclava ,y esa noche al terminar le dije aun acurrucada entre sus brazos 

-“Te amo mi señor, siempre seré tu esclava sumisa y complaciente” -él, ahora ya con la respiración normalizada, me sostenía entre sus fuertes y cálidos brazos, se movió un poco para separarse y así mirarme a los ojos, me tomo del mentón y lo levanto para así mirarme, y sonriendo me contesto: 

-“ No, siempre serás mi kajira” -esa noche fui la esclava más feliz de todo Gor”

               
       De vuelta a la realidad; Cuando desperté ya comenzaban a aparecer las tres lunas Goreanas en el horizonte, y por las hendijas de la gran canasta pude ver los enormes prados verdes, y más allá los dorados campos de Sa-Tarna, y más hacia las montañas se empezaban a distinguir las diminutas carpas de muchos colores, parecían un gran mercado, las luces comenzaban agrandarse y poco a poco esas diminutas carpas se acercaban mas al tamaño real, en un movimiento brusco sentí como callo el enorme cesto en el cual íbamos trasportadas; las demás mujeres también despertaron, y comenzaron a agitarse.

-“Hemos llegado?” – Pregunto una, en voz baja- “así es esclava, ahora por más que quieran no desobedezcan las ordenes de los hombres libres, y muéstrense hermosas, deseables” –dijo una que al parecer ya tenía experiencia y sabia a donde nos llevaban y que debíamos hacer 

- ¿A dónde nos llevan? – pregunto otra- al mercado de esclavas, nos venderán! 

- Oh! -Fue mi exclamación por escuchar aquella atrocidad. 

–Recuerden lo que les enseñe! –Seguía diciendo a todas- Deben pedir al amo… que las compren!- decía en voz cada vez más baja, ya que se escuchaba a los guardas descender de los Tarn y aproximarse a las canastas para sacarnos. 

- ¿Y cómo debemos pedirlo? –Pregunto otra kajira

-“¡Cómprame amo!” contesto una entre sollozos y que no paraba de llorar. 

–“Así es!”, “recuérdenlo muchachas, eso les sera muy util, si no es q les salva la vida!”

        Aquellas palabras no las olvide y las repetía en mi mente, no deseaba ser azotada, había visto cómo castigaban a una esclava cuando no se comportaba como tal, y si era desobediente e imprudente al hablar, o simplemente porque el amo quizás estaba de mal humor. estas tierras eran de bárbaros, las cosas que aquí ocurrían jamás las hubiera imaginado, tenía tanto miedo que añoraba mi hogar, si tan solo pudiera saber en dónde estaba mi señor y amo Vlad Von Castein , si él me encontrara, o si simplemente pasaría a ser la esclava de cualquier mercader que me pondría a trabajar sin contemplación, había escuchado que las cadenas de esclavas llevaban a sus mujeres a recintos para ser entrenadas y así aumentar su valor, pero que eran tratadas de la manera más cruel, por otras kajiras, para que así ellas supiesen valorar el llevar su collar con orgullo y sabiduría. Se decía también que mientras una esclava sufría mas, mas complaciente se volvía, y tenía lógica, el vivir experiencias desagradables harían que cualquiera hiciera lo que se le ordenase sin protestar con tal de no volver a sufrir el castigo impuesto por su mala conducta.-

              La noche llego, y con ella el bullicio de la gente, los soldados de las tropas de esa ciudad se paseaban de un lado al otro, el humo de las fogatas dejaba un ambiente un tanto opaco a mi vista, los olores se mezclaban entre la multitud, de repente sentí hambre, recordé que no había comido nada, la canasta se abrió y vi como eran sacadas una a una de las canastas, yo aun con las muñecas atadas intente ponerme en pie, pero por el largo rato arrodillada dentro de la canasta no pude hacerlo sola, fue entonces cuando sentí unas fuertes manos sujetarme del cabello, que comenzaba a crecer ya que antes solía llevarlo corto, cuando vivía en mi mundo; eso me irrito mucho y proteste, el hombre se detuvo y me hizo alzar la vista , pero cuando vio mi rostro se percato de que llevaba unos moretones cerca de la boca… su mirada cambio pude ver en su rostro la expresión de sentir compasión y aflojo la mano con la cual me sujetaba del pelo, se me quedó mirando, allí pude ver su mirada y con detenimiento me percate de que era un joven apuesto, sus ojos eran de color miel, sus pestañas y cejas eran espesas, sus cabellos de un castaño claro, era lindo, no sé porque pero aquella mirada me era familiar, me recordaba algo, o a alguien, pero no podía acordarme de a quien; mi cuerpo se estremeció, me ruborice al sentir como mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho, me hizo señal con sus dedos que hiciera silencio y me empujo nuevamente dentro de la canasta, a la vez que miraba de un lado al otro. Y gritaba 

-“Todo listo aquí” -las piernas me temblaban no sabía a dónde se habían llevado al resto de las chicas, y este hombre ahora me retenía quien sabe si por buenas intenciones, o pensaba secuestrarme, igual lo obedecí, me acurruque dentro de la canasta, aun sentía mucha hambre. Fuera el bullicio de la gente y los gritos se escuchaban cada vez más lejos y no era que se estuvieran alejando o yo me estuviera marchando el lugar, sin pensar más en el asunto me sumergí en un largo y profundo sueño quías por el casación, o lo débil que estaba al no haberme alimentado bien o quizás tenía una contusión, pensé rabiosa, de los golpes que ese par de idiotas soldados me había causado por simple placer.

           No sabía porque pero me sentía tranquila y segura. No fue sino por el ruido de unos animales que pasaban arrastrando lo que a mi parecer era una carreta, los que me despertaron y de pronto sentí un golpe en la canasta, enseguida me incorpore asustada, -“¿En dónde estoy?”- pensé- de repente se volvió a abrir la tapa de la cesta y unos hombres me sujetaros de los brazos y levantaron sin esfuerzo aparente, a pesar de llevar varios días de alimentarme muy poco yo aun era robusta, en comparación al resto de las demás mujeres que hasta entonces había visto. No era el mismo hombre que la noche anterior me volvió a meter dentro del cesto, -¿Y quiénes eran esto? -comencé a temblar de miedo, uno de ellos le dijo al otro en un dialecto que no lograba entender del todo, ya sabía varias palabras y ordenes así como nombres pero aun me faltaba aprender más, y es que como en cada país de mi mundo tienen un idioma o acento diferente supuse que igual pasaba aquí; comprendí que el hombre debía de ir a buscar a alguien o avisar de algo, el otro hombre quien todavía me sostenía del brazo me soltó las muñecas con un cuchillo que saco de la bota, se paro frente a mí y me dijo una palabra, la cual reconocí en seguida y de inmediato me arrodille frente a él con las piernas cerradas y las manos cruzadas detrás de mi espalda, para luego apoyar mi cabeza en al suelo cerca de sus pies, en señal de sumisión y preparándome para ser atada nuevamente.

 –“Levántate”- me levante, quede arrodillada con la espalda recta y la barbilla bien en alto, no en actitud de arrogante sino como una orgullosa esclava.

- “Umm, eres hermosa pequeña, pagaran muy bien por ti!” 

–“Te llevare donde un Verde, quien te vera, pronto y sanaran esas heridas que te hicieron”- el hombre me había mirado con detalle las heridas que habían causado los guerreros al golpearme cuando me llevaban para ser transportada. 

–“¡No quedaran marcas”-Dijo observando más de cerca mis heridas- “¡Un buen hombre sabe cómo tratar a una esclava, y este no fue la excepción!”

            Asentí con la cabeza y enseguida comenzaron a brotar lagrimas de mis ojos, el hombre me hecho una mirada de reproche y me dijo con voz dura: 

-“El llorar no te salvara de ningún castigo, debes ser obediente y complaciente con tu amo”- lo mire y pude ver por primera vez que tenía razón, que ahí estaba la clave de todo, ese era mi único deber en esta vida, estar a la merced de los hombres de Gor, y obedecer sus caprichos.

             Baje mi cabeza y murmure 

–“si, amo”, El hombre sonrió con satisfacción, y tomo la soga que colgaba de mi collar ajustado a mi garganta, la soltó y ato una cuerda que el mismo llevaba atada en su cinto, no utilizo la anilla del collar que llevaba, me ato la soga directamente en mi cuello, sentía el rose del cuero en mi piel, me disgustaba estar atada así; me ordeno que lo siguiera, me puse en pie y eche a andar a tres pasos lejos de él, sin llegar a entorpecer su andar, así cuando se detuviera no tropezaría con él. En varias ocasiones estuve a punto de tropezar o de quedarme rezagada detrás del bullicio de la gente, de día habían más personas en las calles, se podían ver las grandes tiendas en forma de carpas con sus brillantes colores, y talleres de todo tipo, hombres de la Casta de los Curtidores y los Herreros, miraba con odio y desprecio a aquel hombre que iba sin inmutarse delante de mí, llevaba la cuerda atada a su muñeca, quería que el hombre se fijara en mi y me diera algo con que cubrirme por eso caminaba más pegada a él, sentía las miradas posadas sobre mí, en una ocasión escuche al pasar junto a otras kajiras, como murmuraban y echaban a reír burlándose de mi torpe andar. Como no llevaba las muñecas atadas intente cubrir mi desnudez, supuse que por eso era observada por todos al pasar. Me incomodaba caminar desnuda… luego de repente el hombre paró en seco y fui a dar contra él, me golpee con el enorme escudo que llevaba del lado izquierdo del brazo, y mis manos se sujetaron a él para no caer de golpe, el hombre se volteo, enseguida lo solté y me tire al suelo pidiendo piedad por mi torpeza, me arrodille, estire mis brazos sobre mi cabeza unidas en las muñecas y enterré mi cabeza en el suelo lleno de tierra justo delante de sus sandalias, 

-“Piedad, amo”- le implore- El se coloco en cuclillas y me dijo: 

-“Kajira, …deberé enseñarte con el látigo, que no debes tocar a tu amo?”- me levanto la barbilla para que lo mirara, y pude ver que no estaba molesto, más bien parecía algo divertido, con su otra mano sacudió mi frente llena de tierra, creo que se había dado cuenta de que solo pretendía cubrirme con su cuerpo de las miradas de burlas de las otras kajiras y los libres al pasar.- Obvio no sabia que sus burlas se debían a que una kajira nunca debe avergonzarse de su desnudes, sino todo lo contrario.

         El me sonrió -se levanto me tomo de la muñeca derecha para alzarme, y me condujo entre unas tiendas, allí, en medio de unos barriles me ordenó con un gesto de su mano, que me arrodillara y le esperara, -“Si sabes lo que te conviene, me esperaras aquí”- me ordenó dar la vuelta y colocar mis manos detrás de mi espalda, lo hice y con el resto de la soga que aún estaba atada a mi cuelo ato mis muñecas cruzadas y dejo el sobrante colgar sobre mi hombro derecho, me señalo los barriles para que fuera detrás de ellos y me ocultara, así lo hice, lo vi marcharse y enseguida me arrodille en el suelo entre dos barriles de vino para esconderme. No querías que nadie más me encontrara, nadie que no fuera este joven Guerrero.

      Temblaba de miedo, frio y hambre, cada vez sonaban más fuerte mis entrañas exigiéndome alimento, pude ver entre los otros barriles apilados a mi costado, habían cestos basuras, y entre algunos insectos, mire unas hojas como de lechuga, intente coger una y masticarla, pero enseguida su sabor rancio me hizo escupirlas nuevamente, limpiando mi boca, con los barriles, hice un respingón de asco, al mirar las hoja que tire al suelo, “como yo, una muchacha acostumbrada a comer en los mejore restaurantes, o mejor aún me encantaban lo de comida rápida, oh! Una hamburguesa eso me encantaría comer!”

       Escuche ruidos, me escondí mas entre los barriles, entonces escuche la voz conocida del joven amo: 

-“Pequeña?”- donde estas?, sal!” Salí de mi escondite no pude disimular mi alegría por volverle a ver, en eso tropecé con las cuerdas atadas a hora también a mi muñeca, la cual se me había resbalada del hombro y de no haber sido por los fuertes brazos y los bien coordinados reflejos del hombre que lo acompañaba, me hubiera ido de bruces a los pies de ellos. 

–“Jajaja” -rió con voz ronca y divertido-“Tan contenta estas, que deseas besar los pies de tu amo?”- lo mire y me ruborice al sentir que sus manos había alcanzado a agarrarme justo en mis enormes pechos, los cuales sostenía con las manos cubriéndolos del todo, me incorpore con su ayuda, un tanto molesta por mi torpeza pero el igual me sonrío, lo mire, de pronto recordaba haber visto aquella sonrisa, esa mirada, enseguida me sentí cautivada, mi corazón dio de nuevo un vuelco al ver aquellos ojos color miel que me miraban con ternura, era el mismo hombre que me había dicho que guardara silencio y me volvió a meter dentro del cesto, junto a él estaba el guerrero que me había sacado esta mañana del cesto. 


Continuara...