*Los Recuerdos son ahora parte de mi Pasado*
Camine con dificultad, el guardia tiraba de mí por la cuerda que llevaba atada al cuello, llegamos al medio de una enorme plaza, me pareció que eso era, allí se encontraban varios hombres, eran Tarnsmanes con sus poderosas aves, los Tarn, animales que se asemeja a un halcón pero de un descomunal tamaño, posee una cresta como una urraca. Es sorprendentemente ligero a pesar de su gran tamaño, esto debido a lo vacío de sus huesos. A pesar de su ligereza, siguen siendo unas criaturas extremadamente poderosas, estas aves que pueden levantarse desde el suelo con una repentina ráfaga del batir de sus alas, son criatura diurna y asombrosamente carnívoras, su pico curvo les permite devorar y despellejar vivo incluso a un Guerrero Goreano en fracciones de segundos.
Aquel Tarn con sus grandes y afiladas garras protegidas por hierros se agitaba en el suelo impaciente, al parecer iban a emprender un largo viaje, a cada lado de estas bestias colgaban cestos enormes, y al pasar cerca de unos, pude ver o fue lo que me pareció, en uno de aquellos cestos una mata de cabello sobresalir. Enseguida el Guardia me hizo arrodillar junto a un grupo de mujeres desnudas y encadenadas unas a otras, eran las mismas kajiras que estaban aseando en el silo de “La kajira mayor”. Comprendí entonces que había sido parte de una cadena de esclavas y ahora sería vendida a algún hombre, aquello me estremeció y comencé a sollozar. Fue en ese momento que sentí como otro hombre se nos acercaba, este vestía una túnica escarlata, sabía que pertenecía a la Casta de los Guerreros, aunque es la última de las Altas Castas. Rojo, o escarlata, es el color de la Casta del Guerrero, el uniforme usual es la túnica, sandalias y capa.
Se me acerco y me miró con ojos escrutadores me tomo del mentón y abrió mi boca con un dedo y reviso el interior como si yo fuera algún caballo para la venta, retire de mala gana mi cabeza en un movimiento brusco, escupí de un lado al sentir aquel sabor de sus dedos dentro de mi boca; fue mala idea porque el hombre me dio otra bofetada que me hizo sentir nuevamente el sabor a sangre en mi boca, de un tirón me hizo poner de pie y rasgó las pocas vestiduras que llevaba dejando mi cuerpo al descubierto, quise alejarme pero sus fuertes brazos me sujetaron con fuerzas y me terminó de arrancar la tela que cubría mis pechos, mis lagrimas no dejaban de brotar y él me miró a los ojos, e hizo una mueca retorcida en una especie de sonrisa burlona,
Aquel Tarn con sus grandes y afiladas garras protegidas por hierros se agitaba en el suelo impaciente, al parecer iban a emprender un largo viaje, a cada lado de estas bestias colgaban cestos enormes, y al pasar cerca de unos, pude ver o fue lo que me pareció, en uno de aquellos cestos una mata de cabello sobresalir. Enseguida el Guardia me hizo arrodillar junto a un grupo de mujeres desnudas y encadenadas unas a otras, eran las mismas kajiras que estaban aseando en el silo de “La kajira mayor”. Comprendí entonces que había sido parte de una cadena de esclavas y ahora sería vendida a algún hombre, aquello me estremeció y comencé a sollozar. Fue en ese momento que sentí como otro hombre se nos acercaba, este vestía una túnica escarlata, sabía que pertenecía a la Casta de los Guerreros, aunque es la última de las Altas Castas. Rojo, o escarlata, es el color de la Casta del Guerrero, el uniforme usual es la túnica, sandalias y capa.
Se me acerco y me miró con ojos escrutadores me tomo del mentón y abrió mi boca con un dedo y reviso el interior como si yo fuera algún caballo para la venta, retire de mala gana mi cabeza en un movimiento brusco, escupí de un lado al sentir aquel sabor de sus dedos dentro de mi boca; fue mala idea porque el hombre me dio otra bofetada que me hizo sentir nuevamente el sabor a sangre en mi boca, de un tirón me hizo poner de pie y rasgó las pocas vestiduras que llevaba dejando mi cuerpo al descubierto, quise alejarme pero sus fuertes brazos me sujetaron con fuerzas y me terminó de arrancar la tela que cubría mis pechos, mis lagrimas no dejaban de brotar y él me miró a los ojos, e hizo una mueca retorcida en una especie de sonrisa burlona,
-“A ver cómo te va cuando ruegues a una libre que te compre” -no entendí porque me dijo eso, pero intuía que todo iría empeorando.
Rápidamente fuimos conducidas de entre los Tarn, y justo al pasar junto a una de estas bestias, este hizo sonar su enorme pico curvo cerca de mi cabeza, por lo que di un salto y fui a tropezar contra las demás chicas empujándose contra el guardia, este nos miro con odio pero no nos hizo nada, nos condujo hacia unos enormes cestos que estaban a los costados de estos enormes animales, los cuales se cerraban con una tapa ovalada e igualmente de grandes. Fue hasta entonces que puede darme cuenta que la mata de pelo que había visto si era lo que me temía, allí nos iban a llevar a todas.
Unos fuertes brazos me alzaron y metieron dentro del cesto, en el ya habían varias chicas adentro que entre sollozos y gritos se apretujaban allí, cerraron la enorme cesta, asegurándolas con una cuerdas bien atadas a unas especies de asas, dentro, nos encontrábamos apretadas, casi no se podía estar más que agachadas o de rodillas. Se oyeron unos grito, emitiendo una voz de mando, y unos silbidos supuse que de las enormes aves, ya que antes las había escuchado dar ese tipo de chillido, pero ahora los escuchaba muy de cerca, y eran igualmente atemorizantes.
Los Tarn, uno a uno lanzaron estridentes chillidos que sin duda, se escucharían a grandes distancias, supe en ese momento que pronto emprenderíamos el viaje. La sensación fue horrible todas gritaban al sentir el vacio debajo de nuestros pies y la cesta tensarse por el peso al levantar el vuelo de aquellas enormes bestias quienes llevan pesadas cargas. Al cabo de un rato las muchachas dejaron de gritar y lloriquear, yo aun sentía un punzante dolor de cabeza por las bofetadas de los guardias, como los odie por ello, me sentía mareada quizás era el va y ven de la canasta en donde viajábamos, podía sentir otra vez de las hendijas de la canasta la leve brisa que se colaba por lo pequeños orificios y fue allí que volví a darme cuenta de mi desnudez, mis grandes pechos estaban ahora al descubierto, me ruborice, me acurruque tratando de cubrirme, pero tenía las manos atadas a la espalda, jamás había estado completamente desnuda delante de nadie, y sabia que ahora nada lo evitaría y seguiría así...
Recordé entonces:
*“… Aquel día en que mi amo regresaba, de uno de sus tantos y largos viajes y trajo consigo unas bolsa de piel, que solía llevar y traer siempre consigo, pero esta vez había una especialmente envuelta, contenía una especia de cajita en forma de baúl, de madera muy finamente pulida, en ella se acostumbraba a llevar desde prendas, cosméticos, maquillaje hasta ricos dulces y pasteles, esta no era la excepción, estaba llena de ricas golosinas y pasteles el cual saco, para alegría de todas las compartiría con todas nosotras, se la dio a “Sara”, era su otra kajira, la joven de delgado cuerpo, pero igualmente sensual, de largos cabellos, negro azabache que le llegaba hasta las cintura, la conocía bien, fue la otra chica quien me atendió desde que llegue, nos llevábamos relativamente bien, y fue gracias a hikara quien me enseñaba las costumbres del lugar, que supe el por qué no hablaba, al parecer le habían cortado la lengua; en fin ese día era un día especial, o lo fue para mí.
El amo nos dio a cada una un puñado de ricas golosinas, y un pastel el cual había entregado a “Sharina” para que lo partiera después de servir la comida, ese día el amo estaba de muy buen humor, al parecer había concretado algo, en lo que a mí respecta seria algunas buenas ventas, nos permitió comer con él, nos daba de comer de su mano, esta era una extraña costumbre que debíamos de tomar con gran placer, y lo era ya que casi nunca podíamos comer más que insípidas gachas con quizás un trozo de pan y si se nos permitía un pedazo de carne seca de Bosk, pero esto no era siempre, cada amo debía mantener a su kajira en muy buenas forma, conservando así y cuidando nuestras figuras.
Me pregunte, que si alguna vez habría alguna kajira gorda y rechoncha aparte de mi?, reí para mis adentro. Disfrutábamos de su compañía, pero esa noche especial el amo después de haber dado a cada quien su parte del pastel, menos a mí, el enseguida le ordenó a Sara, que trajera un pedazo extra de pastel, así lo hizo esta, yo permanecía aun de rodillas junto a sus pieles, saboreándome aquel delicioso pastel que aun no se me permitía probar. Con un movimiento de sus dedos, envió a todas fuera de sus aposentos, todas excepto a mí. A mí me ordeno, una que habían salido mis hermanas, a que encendiera una lámpara cerca de una de las ventanas de la pequeña habitación, esa noche en especial habíamos estado todas comiendo en sus aposentos, me acerque a la ventana y pude ver como las tres lunas de Gor brillaban en alto en el nublado cielo de Gor, con movimientos rápidos pero con cuidado encendí la delicada luz en el mechero que tenia la lamparita llena de aceite de Tharlarión, el cual estaba impregnado con unas delicadas esencias de flores, para así no resaltara el horrible hedor del aceite de ese extraño reptil del tamaño de un dinosaurio.
Enseguida corrí para seguir a su lado, y allí estaba yo de rodillas en la posición que el mismo me había enseñado, de rodillas con las piernas abiertas ofreciendo mi fuego a disposición del amo y señor, a quien ahora yo pertenecía aun sin tener marca ni poseer un collar que rodeara mi cuello, mis manos se apoyadas sobre mis muslos abiertas hacia arriba, era la postura de una esclava de placer, me sentía orgullosa de estar así, ya que ahora podía realizarla con tanta elegancia y sensualidad que el disfrutaba de mis bien pronunciadas curvas, y yo me sentía feliz de pertenecer a este amo en particular, ya que cuando era bueno lo eran en gran medida, pero cuando era estricto y justo también lo era no había cabida para las contemplaciones, ni los errores, las desobediencias no estaban permitidas, de ninguna manera era aceptable, y menos viniendo de un ser inferior como lo era una kajira.
El me miro como se mira a una mujer que se desea, como mira un amo Goreano a una Kajira, aquella expresión de sus profundos ojos, que ahora me parecían de un profundo verde oscuro, pero de ellos se veía un extraño brillo, que me hacían estremecer de placer, con una mano me hiso ademan de que me acercara a él, y así lo hice, lentamente movió su pierna dejando ver su sandalias atadas entorno a su tobillo, intuí que quería que se las quitara y besara, así lo hice con tanta paciencia y amor fui desatando la cuerda que se ajustaba a sus piernas, mis manos acariciaban adrede sus bien formadas y musculosas pantorrillas, me gustaba sentir su piel, realmente sentía amor por aquel hombre; quite su sandalia y me agache, colocando mis labios cerca de sus pies, los bese cada uno de sus dedos, los lamí y chupe, descaradamente sabía lo que estaba provocando con ello; pero no me importo, de vez en cuando alzaba la mirada para ver su reacción, estaba tranquilo recostado sobre sus pieles y cojines. Alcance a ver en su rostro el deseo y en una ocasión pude ver que me miraba con tanto cariño… en sus manos sostenía el pequeño plano en donde la habían servido un trozo de aquel delicioso pastel el cual desprendía un agradable aroma que me abrió otra vez el apetito, deje de besar sus pies y como un cachorro al que se le llama la atención al sonar sus dedos, alce la cabeza y mire sus manos, el cogió un pedazo entre sus dedos y lo devoro con gusto yo lo seguí con la mirada, me senté sobre mis talones, esta vez con las piernas cerradas, ladee un poco mi cabeza, desvié la mirada y con aire de timidez volví a subir mi cabeza e hice un puchero, con mis labios llenos, dejándole ver que estaba triste, por ni siquiera dejarme probarlo, le había dado a mis hermanas y a mí no me dejo comer, entonces al ver que se llevaba otro buen pedazo de rico pastel a la boca, y chupaba sus dedos índice y pulgar, fruncí el ceño, en actitud de enojo, me arriesgaría a que el creyera que estaba molesta en verdad, pero en el fondo sabia que él lo interpretaría bien y me daría al fin a probar de su mano.
El me miro, y enseguida lanzo una carcajada muy divertido, al parecer se había dado cuenta, por mi expresión, unto sus dedos con la deliciosa crema del paste me hiso una seña para que me acercara mas a él y así lo hice, me arrodille a su izquierda, con mis manos apoyadas en el suelo, quedando así a la altura de su rodilla, coloco sus dedos cerca de mis labios, sin querer y cual si fuera una niña emocionada por un regalo sorpresa, sonreí divertida, sabía que debía de tomarlo de sus dedos y lo hice con gusto, pero lo hice con tanta sensualidad, quería provocar en él su deseo por mí.
Sentía como mi corazón latía fuertemente dentro de mi pecho, dude por un momento de si era lo correcto, lo mire a los ojos, y lamí con la punta de mi lengua sus dedos llenos del rico sabor a la crema, el volvió a llenar sus dedos una vez mas y los acerco a mi boca, yo coloque sin pensar una mano sobre su muslo, fue un acto reflejo ya que por la posición en la que encontraba debía de buscar un apoyo, una mejor comodidad para seguir disfrutando de aquel divino postre, la otra mano la apoyaba cerca de su brazo, creo que ya estaba llegando muy lejos, el considero esta acción como una invitación de mi parte a tomarme, pero quién era yo, una simple esclava a la disposición de una amo, de un bello y sexy amo.
En seguida apartó sus dedos dejándome con la boca a medio abrir, y los llevo a sus propios labios, quitando el resto de dulce con su lengua, me miró y dijo:
-“Eres hermosa mi barbará” coloco el plato a un lado de las pieles y se arrodillo frente a mí, con un movimiento rápido y casi sin darme cuenta puso una mano sobre la parte baja de mi espalda y se fue aproximando más hacia sí, su cuerpo se acercaba mas sobre el mío, haciéndome inclinarme hacia atrás tanto que debí mover mis piernas y sentarme sobre mi cadera izquierda, estirando una de mis piernas para liberar la presión que su cuerpo y su peso ejercían sobre el mío. Quede justo debajo de su bien formado cuerpo, ahora percibía bien la fuerza de aquellos brazos, su pecho demarcado por fuertes músculos, su aroma me invadió, y me deje acostar frente a él sobre las pieles, roce con la punta de mis dedos cada fibra de sus músculos, acaricié su torso desnudo y fibroso, me estremecí de pies a cabeza; mi cuerpo empezó a temblar, pero no era de miedo, deseaba a este hombre, no sabía porque, pero algo en el me atraía, sin pensarlo cerré los ojos, ya que si permanecían abiertos sabia que me perdería en aquellos ojos verdes que tanto me hacían estremecer, abrí mi boca y solo pude decir:
-“Me someto a ti, amo”, y en seguida puse mis brazos delante de él, cruzados como si estuvieran atados, él bajo la mirada, los tomo y separo a la vez que se colocaba sobre mí, con un movimiento audaz, supongo que por su gran experiencia con las esclavas, con sus piernas me separo las mía y sentí como era tocada tan íntimamente, con una mano acaricio uno de mis redondos pechos, acerco sus labios y cerro sus dientes sobre mi pezón ahora duro y sensiblemente erecto; quise gritar pero entonces al mismo tiempo sentí su manos en otra parte de mi cuerpo, arquee mis caderas al sentir sus manos más abajo, entre mis piernas, pude sentir sus dedos jugar dentro de mí, esa zona tan intima y sensible, y de mis labios brotó un gemido de placer el cual el apago con un beso inesperado y explorador.
De su boca, saboree el delicioso sabor del dulce que hacia un rato estábamos disfrutando, aquel beso fue la perdición, su lengua recorría cada rincón de mi boca y yo no quise que se alejara otra vez de mi, así que sin siquiera darme cuenta lo tome de la cara y acerque aun mas, el me tomo de las manos y coloco a ambos lados de mi cuerpo, por un momento dejo de besarme, abrí los ojos, lo vi, con ojos nublados por la pasión, morder su labio inferior y se acerco a mí, creí que volvería a besarme y cerré los ojos, entonces me susurro cerca de mi labios; mi boca se encontraba entre abierta esperando otra vez sentir sus dulces y suaves labios, me susurro: “no te muevas preciosa, y es una orden”, mi cuerpo tembló al oír aquellas palabras y mi excitación fue tal que obedecí de mala gana, deseaba tocarle, acariciarle, besarle, de repente mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando sentí aquel cuerpo viril entrar dentro de mí, sentía su sexo caliente, duro, penetrarme suavemente entre mi piernas, lo sentía latir, y al compás de mi corazón, ya no pude escuchar nada mas, aquel roce, era divinamente doloroso, quise cerrar las piernas al sentirlo, era algo jamás había experimentado, pero el volvió a decirme que no me moviera, lo hice a regañadientes, me quede quieta, temblaba muy a mi pesar, entonces solo escuchaba su respiración agitada que en contraste con las desesperadas mías, no podía creer que algo que causara tanto placer fuera también tan doloroso al principio.
El volvió a acariciar mi otro pecho, ahora tan sensibles como todo en mi, lance un grito de placer al sentir sus dientes también cerrarse en tono a este, divinas e interminables oleadas comenzaban a pasarme desde mi bajo vientre hasta mis pechos, mi corazón latía rápido, creí que se me saldría; mis gemidos y jadeos eran tan fuertes que temí pudieran ser escuchados, así que tuve que morder mi labio inferior para no gritar, abrí los ojos por que el me lo ordeno, -“abre los ojos esclava” aquellas palabras me dolieron, solo eso era para él una esclava.
Había dejado de moverse, de mala gana abrí los ojos y entre mis lagrimas que brotaban de ellos pude ver sus ojos, en ellos había ternura y deseo, y me dijo con voz roca: “Abre tus ojos mi pequeña, que ahora haré que sientas tu primer orgasmo de esclava” y besando mis labios me hizo dejar de morderlos y susurro en mi oído
-“Y deseo oírte grita” -creí que si aquello era la muerte seria un placer morir mil veces de esa manera, sentí como *si subiera en una montaña rusa y bajar de repente si aviso* ((eran pensamiento y recuerdos de mi planeta recuerdos olvidados ya en estas tierras)).
Grite, pero no un grito de dolor, y aunque en parte lo sentí, era porque no aguantaba más, mis manos se posaron en su espalda y clave mis uñas en ella, esta vez el me dejo mientras seguía moviéndose dándome envestidas de su sexo dentro del mío el cual ahora se sentía arder de pasión, mis piernas dobladas casi envolviendo su torso, me apreté mas a él y en ese momento lance un grito suave, que agito sus cabellos que cubrían su frente.
Había logrado subir a la gloria, había tenido mi primer orgasmo; había perdido mi virginidad en aquel lugar inhóspito, sobre una pieles, en el frio suelo, a la luz de una tenue luz, yo, quien lo creería, que soñaba con ser la novia más bella de mi ciudad, casada con el mejor de los hombres, respetada, llevada al altar y luego perdería mi virginidad de manos de mi amado en una lujoso hotel en parís, a la luz de las velas, pero no fue así, y aun así este momento para mí fue lo mejor que había vivido.
Enseguida sentí una vez más sus manos entrar dentro de mi sexo ahora húmedo y caliente, me estremeció por la sensación de aquel rose tan abrupto después del acto inicial, sentí que metió sus dedos, los saco, y llevo dos de ellos a mis labios y los metió dentro de mi boca y me hizo probar de mi propia sangre la cual él había causado al desflorarme aquella noche, este era el acto en el que un amo hacia de una mujer su kajira. No me sentía violada, ya que yo había deseado esto desde un comienzo, y si así era sentirse violada, estaría dispuesta a volverme a dejar… el me miro, yo permanecí allí debajo de su cuerpo que aun respiraba con dificultad, en su rostro pude ver amor, o creí verlo, no se le permite a un libre amar a una kajira; entonces me beso tan suave y tiernamente, que yo me abrace a él y pude sentir su corazón latir junto a mi pecho, empecé a devorar su boca con tanta pasión que enseguida el volvió a encenderse, y emitiendo una suave risa dijo:
-“Pequeña Slin” - y comenzó de nuevo a poseerme esta vez fue más violento, más feroz, mas dominante pero igual lo disfrute y llene de placer la habitación una vez más con mis gemidos, ya no me volvió a pedir que no me moviera, así que puede moverme casi a su ritmo y esa misma noche me volvió a hacer suya y alcance mi segundo orgasmo de esclava ,y esa noche al terminar le dije aun acurrucada entre sus brazos
-“Te amo mi señor, siempre seré tu esclava sumisa y complaciente” -él, ahora ya con la respiración normalizada, me sostenía entre sus fuertes y cálidos brazos, se movió un poco para separarse y así mirarme a los ojos, me tomo del mentón y lo levanto para así mirarme, y sonriendo me contesto:
-“ No, siempre serás mi kajira” -esa noche fui la esclava más feliz de todo Gor”
De vuelta a la realidad; Cuando desperté ya comenzaban a aparecer las tres lunas Goreanas en el horizonte, y por las hendijas de la gran canasta pude ver los enormes prados verdes, y más allá los dorados campos de Sa-Tarna, y más hacia las montañas se empezaban a distinguir las diminutas carpas de muchos colores, parecían un gran mercado, las luces comenzaban agrandarse y poco a poco esas diminutas carpas se acercaban mas al tamaño real, en un movimiento brusco sentí como callo el enorme cesto en el cual íbamos trasportadas; las demás mujeres también despertaron, y comenzaron a agitarse.
-“Hemos llegado?” – Pregunto una, en voz baja- “así es esclava, ahora por más que quieran no desobedezcan las ordenes de los hombres libres, y muéstrense hermosas, deseables” –dijo una que al parecer ya tenía experiencia y sabia a donde nos llevaban y que debíamos hacer
- ¿A dónde nos llevan? – pregunto otra- al mercado de esclavas, nos venderán!
- Oh! -Fue mi exclamación por escuchar aquella atrocidad.
–Recuerden lo que les enseñe! –Seguía diciendo a todas- Deben pedir al amo… que las compren!- decía en voz cada vez más baja, ya que se escuchaba a los guardas descender de los Tarn y aproximarse a las canastas para sacarnos.
- ¿Y cómo debemos pedirlo? –Pregunto otra kajira
-“¡Cómprame amo!” contesto una entre sollozos y que no paraba de llorar.
–“Así es!”, “recuérdenlo muchachas, eso les sera muy util, si no es q les salva la vida!”
Aquellas palabras no las olvide y las repetía en mi mente, no deseaba ser azotada, había visto cómo castigaban a una esclava cuando no se comportaba como tal, y si era desobediente e imprudente al hablar, o simplemente porque el amo quizás estaba de mal humor. estas tierras eran de bárbaros, las cosas que aquí ocurrían jamás las hubiera imaginado, tenía tanto miedo que añoraba mi hogar, si tan solo pudiera saber en dónde estaba mi señor y amo Vlad Von Castein , si él me encontrara, o si simplemente pasaría a ser la esclava de cualquier mercader que me pondría a trabajar sin contemplación, había escuchado que las cadenas de esclavas llevaban a sus mujeres a recintos para ser entrenadas y así aumentar su valor, pero que eran tratadas de la manera más cruel, por otras kajiras, para que así ellas supiesen valorar el llevar su collar con orgullo y sabiduría. Se decía también que mientras una esclava sufría mas, mas complaciente se volvía, y tenía lógica, el vivir experiencias desagradables harían que cualquiera hiciera lo que se le ordenase sin protestar con tal de no volver a sufrir el castigo impuesto por su mala conducta.-
La noche llego, y con ella el bullicio de la gente, los soldados de las tropas de esa ciudad se paseaban de un lado al otro, el humo de las fogatas dejaba un ambiente un tanto opaco a mi vista, los olores se mezclaban entre la multitud, de repente sentí hambre, recordé que no había comido nada, la canasta se abrió y vi como eran sacadas una a una de las canastas, yo aun con las muñecas atadas intente ponerme en pie, pero por el largo rato arrodillada dentro de la canasta no pude hacerlo sola, fue entonces cuando sentí unas fuertes manos sujetarme del cabello, que comenzaba a crecer ya que antes solía llevarlo corto, cuando vivía en mi mundo; eso me irrito mucho y proteste, el hombre se detuvo y me hizo alzar la vista , pero cuando vio mi rostro se percato de que llevaba unos moretones cerca de la boca… su mirada cambio pude ver en su rostro la expresión de sentir compasión y aflojo la mano con la cual me sujetaba del pelo, se me quedó mirando, allí pude ver su mirada y con detenimiento me percate de que era un joven apuesto, sus ojos eran de color miel, sus pestañas y cejas eran espesas, sus cabellos de un castaño claro, era lindo, no sé porque pero aquella mirada me era familiar, me recordaba algo, o a alguien, pero no podía acordarme de a quien; mi cuerpo se estremeció, me ruborice al sentir como mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho, me hizo señal con sus dedos que hiciera silencio y me empujo nuevamente dentro de la canasta, a la vez que miraba de un lado al otro. Y gritaba
Aquellas palabras no las olvide y las repetía en mi mente, no deseaba ser azotada, había visto cómo castigaban a una esclava cuando no se comportaba como tal, y si era desobediente e imprudente al hablar, o simplemente porque el amo quizás estaba de mal humor. estas tierras eran de bárbaros, las cosas que aquí ocurrían jamás las hubiera imaginado, tenía tanto miedo que añoraba mi hogar, si tan solo pudiera saber en dónde estaba mi señor y amo Vlad Von Castein , si él me encontrara, o si simplemente pasaría a ser la esclava de cualquier mercader que me pondría a trabajar sin contemplación, había escuchado que las cadenas de esclavas llevaban a sus mujeres a recintos para ser entrenadas y así aumentar su valor, pero que eran tratadas de la manera más cruel, por otras kajiras, para que así ellas supiesen valorar el llevar su collar con orgullo y sabiduría. Se decía también que mientras una esclava sufría mas, mas complaciente se volvía, y tenía lógica, el vivir experiencias desagradables harían que cualquiera hiciera lo que se le ordenase sin protestar con tal de no volver a sufrir el castigo impuesto por su mala conducta.-
La noche llego, y con ella el bullicio de la gente, los soldados de las tropas de esa ciudad se paseaban de un lado al otro, el humo de las fogatas dejaba un ambiente un tanto opaco a mi vista, los olores se mezclaban entre la multitud, de repente sentí hambre, recordé que no había comido nada, la canasta se abrió y vi como eran sacadas una a una de las canastas, yo aun con las muñecas atadas intente ponerme en pie, pero por el largo rato arrodillada dentro de la canasta no pude hacerlo sola, fue entonces cuando sentí unas fuertes manos sujetarme del cabello, que comenzaba a crecer ya que antes solía llevarlo corto, cuando vivía en mi mundo; eso me irrito mucho y proteste, el hombre se detuvo y me hizo alzar la vista , pero cuando vio mi rostro se percato de que llevaba unos moretones cerca de la boca… su mirada cambio pude ver en su rostro la expresión de sentir compasión y aflojo la mano con la cual me sujetaba del pelo, se me quedó mirando, allí pude ver su mirada y con detenimiento me percate de que era un joven apuesto, sus ojos eran de color miel, sus pestañas y cejas eran espesas, sus cabellos de un castaño claro, era lindo, no sé porque pero aquella mirada me era familiar, me recordaba algo, o a alguien, pero no podía acordarme de a quien; mi cuerpo se estremeció, me ruborice al sentir como mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho, me hizo señal con sus dedos que hiciera silencio y me empujo nuevamente dentro de la canasta, a la vez que miraba de un lado al otro. Y gritaba
-“Todo listo aquí” -las piernas me temblaban no sabía a dónde se habían llevado al resto de las chicas, y este hombre ahora me retenía quien sabe si por buenas intenciones, o pensaba secuestrarme, igual lo obedecí, me acurruque dentro de la canasta, aun sentía mucha hambre. Fuera el bullicio de la gente y los gritos se escuchaban cada vez más lejos y no era que se estuvieran alejando o yo me estuviera marchando el lugar, sin pensar más en el asunto me sumergí en un largo y profundo sueño quías por el casación, o lo débil que estaba al no haberme alimentado bien o quizás tenía una contusión, pensé rabiosa, de los golpes que ese par de idiotas soldados me había causado por simple placer.
No sabía porque pero me sentía tranquila y segura. No fue sino por el ruido de unos animales que pasaban arrastrando lo que a mi parecer era una carreta, los que me despertaron y de pronto sentí un golpe en la canasta, enseguida me incorpore asustada, -“¿En dónde estoy?”- pensé- de repente se volvió a abrir la tapa de la cesta y unos hombres me sujetaros de los brazos y levantaron sin esfuerzo aparente, a pesar de llevar varios días de alimentarme muy poco yo aun era robusta, en comparación al resto de las demás mujeres que hasta entonces había visto. No era el mismo hombre que la noche anterior me volvió a meter dentro del cesto, -¿Y quiénes eran esto? -comencé a temblar de miedo, uno de ellos le dijo al otro en un dialecto que no lograba entender del todo, ya sabía varias palabras y ordenes así como nombres pero aun me faltaba aprender más, y es que como en cada país de mi mundo tienen un idioma o acento diferente supuse que igual pasaba aquí; comprendí que el hombre debía de ir a buscar a alguien o avisar de algo, el otro hombre quien todavía me sostenía del brazo me soltó las muñecas con un cuchillo que saco de la bota, se paro frente a mí y me dijo una palabra, la cual reconocí en seguida y de inmediato me arrodille frente a él con las piernas cerradas y las manos cruzadas detrás de mi espalda, para luego apoyar mi cabeza en al suelo cerca de sus pies, en señal de sumisión y preparándome para ser atada nuevamente.
No sabía porque pero me sentía tranquila y segura. No fue sino por el ruido de unos animales que pasaban arrastrando lo que a mi parecer era una carreta, los que me despertaron y de pronto sentí un golpe en la canasta, enseguida me incorpore asustada, -“¿En dónde estoy?”- pensé- de repente se volvió a abrir la tapa de la cesta y unos hombres me sujetaros de los brazos y levantaron sin esfuerzo aparente, a pesar de llevar varios días de alimentarme muy poco yo aun era robusta, en comparación al resto de las demás mujeres que hasta entonces había visto. No era el mismo hombre que la noche anterior me volvió a meter dentro del cesto, -¿Y quiénes eran esto? -comencé a temblar de miedo, uno de ellos le dijo al otro en un dialecto que no lograba entender del todo, ya sabía varias palabras y ordenes así como nombres pero aun me faltaba aprender más, y es que como en cada país de mi mundo tienen un idioma o acento diferente supuse que igual pasaba aquí; comprendí que el hombre debía de ir a buscar a alguien o avisar de algo, el otro hombre quien todavía me sostenía del brazo me soltó las muñecas con un cuchillo que saco de la bota, se paro frente a mí y me dijo una palabra, la cual reconocí en seguida y de inmediato me arrodille frente a él con las piernas cerradas y las manos cruzadas detrás de mi espalda, para luego apoyar mi cabeza en al suelo cerca de sus pies, en señal de sumisión y preparándome para ser atada nuevamente.
–“Levántate”- me levante, quede arrodillada con la espalda recta y la barbilla bien en alto, no en actitud de arrogante sino como una orgullosa esclava.
- “Umm, eres hermosa pequeña, pagaran muy bien por ti!”
–“Te llevare donde un Verde, quien te vera, pronto y sanaran esas heridas que te hicieron”- el hombre me había mirado con detalle las heridas que habían causado los guerreros al golpearme cuando me llevaban para ser transportada.
–“¡No quedaran marcas”-Dijo observando más de cerca mis heridas- “¡Un buen hombre sabe cómo tratar a una esclava, y este no fue la excepción!”
Asentí con la cabeza y enseguida comenzaron a brotar lagrimas de mis ojos, el hombre me hecho una mirada de reproche y me dijo con voz dura:
Asentí con la cabeza y enseguida comenzaron a brotar lagrimas de mis ojos, el hombre me hecho una mirada de reproche y me dijo con voz dura:
-“El llorar no te salvara de ningún castigo, debes ser obediente y complaciente con tu amo”- lo mire y pude ver por primera vez que tenía razón, que ahí estaba la clave de todo, ese era mi único deber en esta vida, estar a la merced de los hombres de Gor, y obedecer sus caprichos.
Baje mi cabeza y murmure
Baje mi cabeza y murmure
–“si, amo”, El hombre sonrió con satisfacción, y tomo la soga que colgaba de mi collar ajustado a mi garganta, la soltó y ato una cuerda que el mismo llevaba atada en su cinto, no utilizo la anilla del collar que llevaba, me ato la soga directamente en mi cuello, sentía el rose del cuero en mi piel, me disgustaba estar atada así; me ordeno que lo siguiera, me puse en pie y eche a andar a tres pasos lejos de él, sin llegar a entorpecer su andar, así cuando se detuviera no tropezaría con él. En varias ocasiones estuve a punto de tropezar o de quedarme rezagada detrás del bullicio de la gente, de día habían más personas en las calles, se podían ver las grandes tiendas en forma de carpas con sus brillantes colores, y talleres de todo tipo, hombres de la Casta de los Curtidores y los Herreros, miraba con odio y desprecio a aquel hombre que iba sin inmutarse delante de mí, llevaba la cuerda atada a su muñeca, quería que el hombre se fijara en mi y me diera algo con que cubrirme por eso caminaba más pegada a él, sentía las miradas posadas sobre mí, en una ocasión escuche al pasar junto a otras kajiras, como murmuraban y echaban a reír burlándose de mi torpe andar. Como no llevaba las muñecas atadas intente cubrir mi desnudez, supuse que por eso era observada por todos al pasar. Me incomodaba caminar desnuda… luego de repente el hombre paró en seco y fui a dar contra él, me golpee con el enorme escudo que llevaba del lado izquierdo del brazo, y mis manos se sujetaron a él para no caer de golpe, el hombre se volteo, enseguida lo solté y me tire al suelo pidiendo piedad por mi torpeza, me arrodille, estire mis brazos sobre mi cabeza unidas en las muñecas y enterré mi cabeza en el suelo lleno de tierra justo delante de sus sandalias,
-“Piedad, amo”- le implore- El se coloco en cuclillas y me dijo:
-“Kajira, …deberé enseñarte con el látigo, que no debes tocar a tu amo?”- me levanto la barbilla para que lo mirara, y pude ver que no estaba molesto, más bien parecía algo divertido, con su otra mano sacudió mi frente llena de tierra, creo que se había dado cuenta de que solo pretendía cubrirme con su cuerpo de las miradas de burlas de las otras kajiras y los libres al pasar.- Obvio no sabia que sus burlas se debían a que una kajira nunca debe avergonzarse de su desnudes, sino todo lo contrario.
El me sonrió -se levanto me tomo de la muñeca derecha para alzarme, y me condujo entre unas tiendas, allí, en medio de unos barriles me ordenó con un gesto de su mano, que me arrodillara y le esperara, -“Si sabes lo que te conviene, me esperaras aquí”- me ordenó dar la vuelta y colocar mis manos detrás de mi espalda, lo hice y con el resto de la soga que aún estaba atada a mi cuelo ato mis muñecas cruzadas y dejo el sobrante colgar sobre mi hombro derecho, me señalo los barriles para que fuera detrás de ellos y me ocultara, así lo hice, lo vi marcharse y enseguida me arrodille en el suelo entre dos barriles de vino para esconderme. No querías que nadie más me encontrara, nadie que no fuera este joven Guerrero.
Temblaba de miedo, frio y hambre, cada vez sonaban más fuerte mis entrañas exigiéndome alimento, pude ver entre los otros barriles apilados a mi costado, habían cestos basuras, y entre algunos insectos, mire unas hojas como de lechuga, intente coger una y masticarla, pero enseguida su sabor rancio me hizo escupirlas nuevamente, limpiando mi boca, con los barriles, hice un respingón de asco, al mirar las hoja que tire al suelo, “como yo, una muchacha acostumbrada a comer en los mejore restaurantes, o mejor aún me encantaban lo de comida rápida, oh! Una hamburguesa eso me encantaría comer!”
Escuche ruidos, me escondí mas entre los barriles, entonces escuche la voz conocida del joven amo:
El me sonrió -se levanto me tomo de la muñeca derecha para alzarme, y me condujo entre unas tiendas, allí, en medio de unos barriles me ordenó con un gesto de su mano, que me arrodillara y le esperara, -“Si sabes lo que te conviene, me esperaras aquí”- me ordenó dar la vuelta y colocar mis manos detrás de mi espalda, lo hice y con el resto de la soga que aún estaba atada a mi cuelo ato mis muñecas cruzadas y dejo el sobrante colgar sobre mi hombro derecho, me señalo los barriles para que fuera detrás de ellos y me ocultara, así lo hice, lo vi marcharse y enseguida me arrodille en el suelo entre dos barriles de vino para esconderme. No querías que nadie más me encontrara, nadie que no fuera este joven Guerrero.
Temblaba de miedo, frio y hambre, cada vez sonaban más fuerte mis entrañas exigiéndome alimento, pude ver entre los otros barriles apilados a mi costado, habían cestos basuras, y entre algunos insectos, mire unas hojas como de lechuga, intente coger una y masticarla, pero enseguida su sabor rancio me hizo escupirlas nuevamente, limpiando mi boca, con los barriles, hice un respingón de asco, al mirar las hoja que tire al suelo, “como yo, una muchacha acostumbrada a comer en los mejore restaurantes, o mejor aún me encantaban lo de comida rápida, oh! Una hamburguesa eso me encantaría comer!”
Escuche ruidos, me escondí mas entre los barriles, entonces escuche la voz conocida del joven amo:
-“Pequeña?”- donde estas?, sal!” Salí de mi escondite no pude disimular mi alegría por volverle a ver, en eso tropecé con las cuerdas atadas a hora también a mi muñeca, la cual se me había resbalada del hombro y de no haber sido por los fuertes brazos y los bien coordinados reflejos del hombre que lo acompañaba, me hubiera ido de bruces a los pies de ellos.
–“Jajaja” -rió con voz ronca y divertido-“Tan contenta estas, que deseas besar los pies de tu amo?”- lo mire y me ruborice al sentir que sus manos había alcanzado a agarrarme justo en mis enormes pechos, los cuales sostenía con las manos cubriéndolos del todo, me incorpore con su ayuda, un tanto molesta por mi torpeza pero el igual me sonrío, lo mire, de pronto recordaba haber visto aquella sonrisa, esa mirada, enseguida me sentí cautivada, mi corazón dio de nuevo un vuelco al ver aquellos ojos color miel que me miraban con ternura, era el mismo hombre que me había dicho que guardara silencio y me volvió a meter dentro del cesto, junto a él estaba el guerrero que me había sacado esta mañana del cesto.
Continuara...
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