sábado, 29 de noviembre de 2014

Arij la esclava libre. (Capitulo 6)


Capitulo VI

Resignada, y sometida a sus pies.




-Suficiente, suéltala!. -rugió la voz de Zaltar.
          
           Tersite se encontraba de pie junto a la pobre muchacha quien estaba ahora sostenida del tronco con ambos brazos, su cuerpo estaba ladeado y se apoyaba sobre una cadera. En su piel se veían las marcas rojas cruzar todo su cuerpo, marcas en la espalda, nalgas, piernas hombros, e incluso tenía una marca que había dado justo cerca de su mejilla izquierda y le marcaba también el cuello del mismo lado. La joven rubia se había vengado de la pobre sel-leen.

            Tersite se acerco y de un tirón aflojo la cadena que apretaba a sel-leen contra el tronco, una vez suelta, esta  callo en el duro suelo llenándose  de tierra la cara húmeda por las lagrimas, sel-leen estaba sin fuerzas, si voz había sufrido y gritado bastante. Zaltar desde donde estaba le ordeno a tersite que le enseñara cuáles eran sus deberes como esclava, esta sonrió llena de satisfacción. Una vez más levanto su mano y azoto el látigo con fuerzas sobre el ya maltratado cuerpo de sel-leen.
-De rodillas, esclava! –Grito mientras sel-leen gritaba y se colocaba de rodillas.
-Como una esclava de place, tonta!.- y la volvió a azotar.- sel-leen la miro y luego a Zaltar, no encontró en este señal alguna de que podría ayudarle, así que obedeció, adolorida y con las pocas fuerzas se puso derecha se sentó sobre sus talones y separo un poco sus piernas, sus manos las poso sobre sus muslos también adolorido, su mirada bajo hasta posarse en a los pies de tersite. Esta sonrió y miro a Zaltar llena de orgullo por haber dado una orden y sido acatada a la perfección. Zaltar la felicito con una esplendida sonrisa. Se levanto y se dirigía hacia ellas, se puso delante de sel-leen y desde allí esta volvía a escuchar esta vez en estallido del látigo en el aire y enseguida la voz de la esclava tersite le ordeno.
-Sométete a tu amo!. Sel-leen no levanto la mirada más sin embargo levanto sus brazos y cruzando sus muñecas, las ofrecía hacia Zaltar y bajando su cabeza entre ellas dijo con voz ronca y ahoga por las lágrimas que comenzaron a salir.
-Me someto a ti, amo! - Zaltar la miro implacable sin expresión alguna en su rostro más su corazón no dejaba de latir con furia dentro de su pecho.
-Dime, que eres? -Pregunto Zaltar en voz alta y arrogante.
-Una esclava, amo!
-Y que me debes?. La sujeto de las muñecas ajustándolas con sus manos como si las aprisionara.
Sel-leen levanto su bello rostro cubierto de tierra y lágrimas-
-Lealtad y obediencia absoluta, amo.-
Dicho esto Zaltar sonrió satisfecho, y ordenó a tersite la bañase y la arreglara para él.  
             Tersite comenzó lavando el cuerpo de la muchacha con agua fría y restregó con un cepillo, el mismo que utilizaban para lavar a los boskos, sel-leen se retorcía ante aquella maldad de la joven kajira, una vez que termino la llevo a dentro de la cabaña y comenzó a cepillar su hermoso y largo cabello, sin tener cuidado de no jalarle en los enredados nudos que se hacían rebeldes al peine de huesos. Sel-leen aguantaba tranquila se decía a si misma que la venganza seria dulce y  como un plato de gachas, fría.
          Una vez terminado la acicalo perfumándola con aceites y perfumes de kajiras, la maquillo y adorno su bello cuerpo con cascabeles de esclavas y le puso una hermosa seda de color blanco, con bordes y diminutas rallas doradas, en su muñeca izquierda coloco una cadenillas de varias vueltas llena de diminutas cuentas que sonaban como cascabeles. Se alejo un poco de sel-leen y le ordeno ponerse en pie.
-De pie esclava! –Sel-leen obedeció, tersite sonrió satisfecha de lo que había logrado con la joven que hacia momentos estaba sucia y andrajosa, ahora era toda una belleza salvaje.-
          Tersite llego a donde se encontraba Zaltar, este llevaba una jarra de cerveza fría, le estaba dando un sorbo cuando escucho las campanillas de esclava de tersite, se giro y la miro allí de pie es su rostro había una alegría bien justificada ya que había hecho todo cuanto el libre le habría ordenado.
-He hecho todo cuanto me ha ordenado, amo!- Zaltar se acerco a la joven kajira, la acaricio con el dorso de su mano derecha en la mejilla de la joven y esta se pego a él como una gatita en busca de cariño, el volvió a sonreír con placer, se alejo  mientras le decía: 
-¡Bella tersite, Puedes tomar lo que desees del baúl!. –Se detuvo volteo y la miro por encima de su hombro. - ya sabes cual! –tersite se giro y  lo miro con los ojos bien abiertos de la emoción  y con  una esplendida sonrisa,  puesto que el sabia ya los gustos de la muchacha, pero justo antes de salir en dirección al baúl se detuvo y le miro como esperando alguna reacción negativa o peor aun como si temiera ser castigada.
-¡Tranquila yo hablare con Turnock el estará de acuerdo, ve corre toma lo tuyo y vete a casa con tu amo!.-
            Tersite obedeció, lo que a ella más le gustaba eran los cosméticos, se moría por lucir bella y radiante, sabía que las sedas no eran tan importante, como los cosméticos y las baratijas o prendas, su mejor vestido lo llevada puesto siempre, su desnudez.
        La pequeña sel-leen se encontraba atada a la cama de su amo Zaltar, atada a la anilla que se ubicaba justo al pie  de esta, ella estaba bellísima, radiantemente vestida con sus sedas de virgen, aunque para algunos amos Goreanos, el hecho de que algunas kajiras fueran o no virgen no tenia mayor valor, al contrario lo tendria si si se tratase de una muchacha bien entrenada. Sel-leen estaba temblado de miedo y de excitación a pesar de todo el tenía un efecto extraño en sus emociones.  Su cuerpo se tenso cuando escucho abrirse la pesada puerta que conducía a la habitación en donde ella estaba. Incapaz de verle, permaneció allí de rodillas en la posición de la esclava de placer, su espalda estaba recta lo que hacía resaltar sus bellos y redondeados pechos pegados a la delgada tela, en su cintura daba varias vueltas un cordón de color dorado que tersite ajusto bien para resaltar la belleza que ya ella tenía. Sus delicadas manos reposaban sobre sus muslos con las palmas hacia arriba. Su cabeza girada y gacha hacia su lado izquierdo lo que hacía que su cabello callera un poco ocultando  su perfil.
            Zaltar se sentó en el borde de la cama justo delante de ella, sus piernas estaba separadas dejándola a ella justo entre ellas.
– ¿Cómo te llamas esclava?- la pregunta la sobre salto, era cierto que el jamás se había molestado en saber su nombre, su voz sonó dura y cruel.
-¡Como el amo desee llamarme!. –Fue su respuesta, sin siquiera mirarlo.
-¿Cómo te llamaban cuando eras libre? – dijo con tranquilidad.
Sel-leen suspiro hondo, lentamente levanto su mirada y lo miro directo a los ojos-
-¡Sel-leen!-
Volvió a bajar la mirada al suelo.
–¡Si al amo le complace!. –escucho la risa por lo bajo de Zaltar el cual denotaba satisfacción; daba por hecho que ya había domado a ese animal.
            Zaltar  se apoyo sus enormes manos en cada una de sus rodillas.
- ¡Sel-leen es un nombre muy bonito para una esclava!. –Sel-leen lo miro sorprendida, ¿acaso le iba a cambiar el nombre?
Tengo un mejor nombre para mi nuevo animal!- dijo scon una sonrisa sarcástica.
Sel-leen apretó sus pequeños puños, pero al  darse cuente que este la estaba mirando se relajo un poco. La joven muchacha temblaba de rabia pero su cuerpo permanecía con la mejor postura de una kajira.
            Zaltar se inclino hacia delante y tomo un mechón del pelo de de sel-leen, lo llevo hasta sus labios y aspiro su aroma mientras este cerraba sus ojos, permaneció unos segundos y se enderezo en su cara había diversión. Tomo a la joven de la barbilla y la obligo a mirarle.
-Ummm, aun huele a estiércol! –la miro he hiso un gesto de desagrado
-ummmm. -hiso como si pensara en algo importante  
-¿Lindo nombre, no te parece esclava?.-La miro con una sonrisa maligna y descarada.
            Se-leen abrió sus labios en señal de protesta pero solo se limito a morderse el labio inferior y a bajar su mirada a piso. Su cuerpo comenzó a temblar  por los sollozos.
-Por favor amo, no me ponga ese nombre!. -Le dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
-Acaso  tu me estás diciendo lo que debo hacer esclava?- dijo con expresión de enfado y en Tono dominante, pero la verdad es que se estaba divirtiendo en grande con la reacción de la joven muchacha. 
        Zaltar de un movimiento se puso de pie y sel-leen se lanzo a sus pies para rogar  piedad por ella.
-Perdón amo, no fue esa mi intención, piedad, piedad! –decía mientras esta besaba y lamia los pies de Zaltar quien desde su posición sonreía y al verla así; sentía un poco de  compasión por la pequeña muchacha pero debía de demostrarle quien manda.
            Zaltar la cogió del cabello y la arrastro hasta un rincón de la habitación, allí con un movimiento rápido de su mano le arranco la seda que tan hermosamente lucia, y la arrojo a un lado de la cama, sel-leen ahogo un grito de terror miro a Zaltar y vio en él la furia que ella había causado lloro y rogo por qué no la azotara.
            Zaltar la soltó y esta callo al frio suelo, el, la contemplo un largo momento allí, completamente desnuda coincidió en que se veía mejor así, aun tenia las marcas rojas de los azotes en su delicada piel, y aun así su cuerpo se veía tan radiante y excitante.-
-Sométete! – le grito. –la muchacha se puso de rodillas y cruzo sus muñecas, bajo y puso su cabeza entre ellas y  subió sus brazos ofreciéndose a su amo.
-Me someto a ti, amo!- dijo la joven con lagrimas en los ojos.
-Que eres? -Pregunto Zaltar de pie frente a ella.
-Una esclava, amo, tu esclava!,- dijo entre sollozos.
-Y que le debes a tu amo?
-Obediencia absoluta.
-Y como te llamaras?- sel-leen, lo miro con sus ojos bien abierto, no podía cree lo que estaba a punto de hacer ese hombre. El la contemplaba divertido, pero con expresión seria.
-Como el amo desee llamarme?. –bajo otra vez la mirada derrotada.
Zaltar rio en voz alta, la cogió por el collar y tiro hacia él para ponerla de pie.
-Te llamare “estiércol”! –la joven al oír esto sitio como sus piernas se desmallaban, lo miro con suplicas en sus bellos ojos, pero su amo no tuvo compasión.
-Ahora “estiércol” sírveme vino. Esta noche me demostraras lo buena esclava que eres. –Y río mientras veía a la muchacha intentar recuperarse de tal conmoción, ella sabía que llevar ese nombre seria victima de burlas y degrades ante todos los libres e incluso de otras esclavas, jamás  podría soportarlo, sin contar el hecho de que ese sería el día en que perdería su virginidad.-  

           la joven  Se levanto y se dirigió al otro extremo de la habitación allí ya habían dejado una botella de vino de Turia una  hermosa fuente de vidrio llena de frutas, vallas y nueves, también había una bellísima copa de oro con detalles hechos a manos, donde se podía ver la figura de un Guerrero intentando domar a un Tarn, y a un lado de este una hermosa muchacha atada y arrodillada a los pies del amo Guerrero. Un rectángulo de seda doblado en tres, era para limpiar bien la copa. Sel-leen se giro y miro a Zaltar quien seguía todos y cada uno de sus movimientos.Todo lo había planeado tersite ella le había enseñado todo lo que tenia que hacer ahora debía  hacerlo  ante el hombre que mas odiaba en este mundo, pero que extrañamente también sentía algo mas por el.

La dueña solo de este blogs







Continuara…

jueves, 20 de noviembre de 2014

Arij la esclava Libre (5to Capitulo)

Capitulo V 

Por Perturbar La Paz de su Amo



               La mañana llego, sel-leen se estiro entre las pieles, sin darse cuenta se volvió a quedar quietecita, no supo cuando se había quedado dormida; se giro y dio cuenta que se hallaba sola, envuelta aun en las pieles,  aun permanecía atada a la anilla. Rápidamente se levanto bajo del lecho del que ahora era su amo y se acurruco en un costado, justo en ese momento entro Zaltar dando un golpe a la pesada puerta, sel-leen se sorprendió al verle entrar de repente, ella se ruborizo por completo, el estaba parado en el vano de la puerta completamente desnudo.
                Zaltar había pasado al parecer muy mala noche entre todo el paga que había bebido algo le hiso revolver el estomago y había pasado toda la noche volteándolo a fuera. Sel-leen se aparto justo en el momento en que este se sentaba sobre el lecho y se sujetaba la cabeza con amabas manos, al perecer sufría un fuerte dolor de cabeza.
-Si desea, amo, puedo preparar algo para aliviar su malestar? –Dijo sel-leen con verdadera timidez.
               Zaltar la miro con sus ojos entrecerrados. su rostro estaba pálido y sus labios apretados.
-Debo confiar en ti pequeña eslín? – Dijo con ironía, volvió a sujetar su cabeza entre sus manos.
-Oh, por mi está bien, no soy yo quien sufre de ese horrible malestar!. –Dijo mientras apoyaba su barbilla en sus rodillas y se mecía con calma aparente. Zaltar la miro esta vez un tanto desconfiado, pero ella tenía razón, él sabía que ella era una Verde y algo debía saber para curarlo, se levanto, busco entre sus cosa la llave de las cadenas la desato y le dijo:
-Bien vamos pequeña eslín, ayúdame a quitarme este maldito dolor que está volviendo loco.  -Sel-leen se apresuro a levantarse sin siquiera verlo pero enseguida sintió el tirón de su collar atado a la cadena que Zaltar aun sostenía en su mano. Sel-leen se giro al sentir su cuello lastimarse.
-Creíste que te dejaría ir sola?- dijo con voz ronca. Sel-leen lo miro con ojo abierto, la verdad no tubo intenciones de escapar pero si de alejarse de aquella situación aunque sea mientras preparaba el brebaje para aliviar el mal  de su amo.
Zaltar se levanto, la miro como todo un Goreano, sel-leen se puso de rodillas, bajo su mirada y se disculpo.
-No, no pretendí escapar,…amo!. Aquellas palabras eran ciertas pero él no le creería.   Zaltar apresuro a pasar a su lado y tiro fuerte de la cadena haciendo sonar sus eslabones, sonido que detestaba sel-leen, ella se puso en pie con dificultad y lo siguió.
            Legaron a la cocina saltar se acomodo en la esquina de  una mesa soltó la cadena que ataba a sel-leen y la dejo andar libremente en la cocina.
  –No intentes nada pequeña arpía. –le dijo con la misma dureza de su mirada.
                Sel-leen evitaba verle, ya que su propia desnudes la intimidaba y mas la de él, quien estaba sentado tan naturalmente en la silla con sus rodillas separadas y sus codos apoyados en ellas para sostener su cabeza entre sus manos, al parecer el dolor era terrible y de verdad lo estaba perturbando. Sel-leen sintió en verdad pena por él.      
               Se movió de un lugar a otro buscando varias especies, rebusco en unos baúles y saco varias bolsitas de hojas; y de un barril saco agua la puso al fuego y en un mortero comenzó a triturar varias especies. De vez en cuando le echaba una miraba rápida a Zaltar quien no dejaba de quejarse y de agarrarse fuerte sus sienes. Por un momento sel-leen se perdió en sus pensamientos mientras sin siquiera darse cuenta miraba a su amo, allí sentado completamente desnudo, tuvo que reconocer que tenía una figura esplendida, con músculos bien delineados, y sus ojos, dios aquellos ojos eran en verdad  enloquecedores, sus pobladas cejas le daban un aspecto misterioso, y si debía de compararlos con algo entre hermoso y peligroso el Mar de Thassa era el símil más cercano.
               Sel-leen casi se muere del susto al darse cuenta que Zaltar la estaba viendo con cara atontada mientras ella estaba perdida en sus pensamientos y trituraba las yerbas. Su voz fue lo que la sacó de sus pensamientos.

-Jajaja, espero pequeña que no esté preparando algo para envenenarme? –Sel-leen bajo la mirada completamente ruborizada.
-Te hare probarlo antes, lo sabes verdad?- dicho esto último Sel-leen coloco las yerbas en agua hirviendo y al cabo de unos ehns lo retiro del fuego, y vertió el contenido humeante en un cuenco y con una cuchara de madera lo revolvió coloco un poco de miel para endulzar, estuvo tentada a no hacerlo para hacerle pasar el desagradable sabor, pero pensó que si él se enteraba de ello sería castigada. Además deseaba llevar la fiesta en paz y por si fuera cierta su amenaza de que ella lo probaría antes, era mejor mejorar su sabor.

               Se arrodillo frente a él evitando ver su desnudez.
- Desea el amo lo pruebe antes? – le dijo con inocencia y con una bellísima sonrisa que lo cautivo; pero con un todo de ironía en su voz.

                Zaltar la miro, en sus ojos y en su boca había una mueca que asomaba a una sonrisa picara. Sel-leen le estiraba sus brazos para ofrecer la bebida y justo a la mitad Zaltar también alargo sus manos y cogió el cuenco cubriendo las de sel-leen, las retuvo entre las de el por unos instantes, sabía que ella no podría soltar el cuenco hirviendo o ella misma se quemaría ya que estaban justo a la altura de sus muslos. Zaltar sabia el efecto que el causaba en la joven esclava.
                Estaba divertido por ello y sobre todo porque la culpaba a ella por su actual estado. Ya que de no ser tan bella, tan deseable jamás se hubiera ido a beber y divertirse  con otra kajira para borrarla de su mente.
                Con toda calma y sin dejar de mirarla, sujeto el asa  del cuenco con una mano y dejo que sel-leen sacara la suyas, las cuales sacudió por el calor que emitía el cuenco caliente en la palma de sus manos. Se alejo unos pocos pasos de Zaltar y arrodillada como estaba solo miraba el suelo, esperando que el bebiera el remedio que ella le había preparado para su malestar.
                    Zaltar bebió con calma todo el preparado, y al terminarlo lo coloco sobre la mesa y se levanto, cogió la cadena que estaba a un lado de las piernas de sel-leen se paró a su lado y le ordeno que lo siguiera. Sel-leen lo hiso, caminando a su ritmo sin intentar toparse con él, no quería verle desde allí desnudo, el se detuvo de repente y ella tropezó con el esplendido cuerpo emitiendo un grito de sorpresa. Zaltar se giro un tanto fastidiado y aparentando enfado.
-!Eres una torpe kajira, de ahora en adelante mientras estés desnuda caminaras frente a mí, así seré yo quien pueda admirar tu figura y por si me descuido tropezar con tu bello cuerpo!.-sel-leen se aparto de prisa y se adelanto unos pasos con timidez.
                Al pasar a su lado lo miro sorprendida y este le guiño un ojo. Molesta sel-leen camino delate de él, esta vez se irguió y levanto su delicado mentón y se detuvo frente a él como si de una libre cubierta se tratara, esperaba su orden de avanzar. A este hecho Zaltar rompió a reír de una manera que a sel-leen le molesto más que oír las pesadas cadenas que sujetaban su cuello.
                Zaltar la llevo esta vez a las afuera de su casa, la llevo hasta un costado del carro donde acostumbraba a viajera llevando consigo su valiosa mercancía, subió a la parte de atrás y trajo consigo unas fibras  se paro detrás de sel-leen y le ordeno que se colocara en la posición para  atarla, le ato las muñecas a la espalda y junto sus tobillos para atarlos igualmente, cogió la cadena de su collar y la ato a una anilla justo debajo del carro, se giro y  y sin mirarla le ordeno que se quedara en silencio y de rodillas, luego de esto se volvió a meter dentro de su casa, cerro tras de sí la puerta.
-!Y no te muevas o tendré que azotarte!. 
                Sel-leen estaba allí sola sin moverse, completamente desnuda. Escucho ruidos a su espalda y cuidando de que no la vieran se agacho para ver quien andaba, se metió a medio cuerpo debajo del carro y pudo ver a una corta distancia como comenzaban a pasar carros y hombres en su mayoría campesinos, iban a trabajar los campos. Pudo reconocer también las piernas de varias kajiras, las cuales llevaban a sus espaldas cestos y otras tanto iban atadas llevando arados a cuestas, se estremeció al pensar que su amo la pudiese vender a los campesinos.
                 Se giro enseguida para echar un vistazo hacia la casa, comprobando que su amo ni siquiera estaba cerca. Se agacho más y quede debajo del carro, desde allí pudo ocultarse de las miradas curiosas. Y estaba a punto de inclinarse más, cuando vio que un grupo de mujeres libres apuraban el paso hacia donde estaba ella, sintió como algo o más bien alguien tiraba de su pierna sujetándola por sus tobillos atados, el tirón la hiso caer sobre su estomago y se hubiera roto la boca si no hubiera reaccionado rápido y levantado la cabeza segundos antes de caer y salir de debajo del carro se giro y cuál fue su sorpresa, era el alto y rubio Turnock. Estaba allí parado con las piernas separadas y su cuerpo entre ellas. Ahora estaba desnuda y llena de tierra hasta el cuello.
-Oye Zaltar que no has enseñado a tu esclava a que debe permanecer limpia.!- Grito  esto el alto Turnock sin deja de mirarla, se agacho y la cogió del cabello levantándola de un tirón, sel-leen no hiso más que gemir en protesta e intentar resistirse, de sus ojos brotaron lagrimas de dolor e humillación. La hiso quedar de nuevo en la posición de esclava torre. Sel-leen temblaba y más aun cuando vio venir a su amo Zaltar, ahora vestido con sus túnicas de Mercader. La expresión en su rostro era dura como típico amo Goreano implacable, ella humillo la mirada y bajo la cabeza hasta besar sus pies, en cuanto este llego a su lado.
-Que no la has azotado como se merece, si no prueba el beso del látigo jamás será una buena esclava!.- sel-leen lo miro con sus ojos llenos de lagrimas ahora su rostro estaba también sucio.
Zaltar la miro con sus brazos cruzados en su pecho sin cambiar su expresión.
-Que quieres Turnock?. Se aparto de ella alejando de golpe sus pies que aun permanecía bajo sus labios. Sel-leen se acurruco cerca de una de las ruedas del carro cuando sintió un punta pie de Zaltar al abrirse camino hacia la parte posterior de carro.
-Necesito comprar regalos, sabes, sedas, cosméticos, mi bella esclava bien los merece!. –le dijo en un susurro.
Zaltar lo miro de soslayo y se subió al carro, y desde allí le grito,
-Sabes que aun no pagas tu anterior pedido.-Le saco una bolsa donde dentro había metido varias seda, una caja de cosméticos y unas cadenas que por el sonido resultaba ser campana de esclavas.-
                El alto y rubio Turnock aguardaba afuera impaciente miraba a todos lados como si creyera que alguien lo pudiera estar vigilando, agarro el pequeño saco y lo guardo dentro del suyo propio. Cuando se disponía marcharse se detuvo junto a sel-leen la levanto de la barbilla y soltó una sonora carcajada, esta aparto su cara con desagrado de las rusticas manos del Turnock. Este al verla con altivez levanto su mano para golpearla pero justo en ese momento Zaltar saltaba de arriba del carro para quedar frente a él.
-Ya tienes lo que buscabas?, a hora largo o tu querida esclava de seguro te vuelve a salar el potaje de la mañana. El alto Turnock se levanto y parado junto a Zaltar, se veía más fuerte, incluso más feroz pero solo se limito a bajar la mirada ante aquella actitud arrogante y temible de su amo. Sel-leen supo entonces que este jamás lo retaría.
- Si, Gracias. -Camino de regreso por donde vino. Ahora sel-leen y el estaban solos, y comenzó a temblar seguro, su amo estaba molesto al haberse despertado.
-Te gusta desobedecer mis órdenes?- sel leen, levanto la mirada y allí estaba el parado con sus brazos a los costados en uno de ellos ya sujetaba el kurt. La chica abrió enorme sus ojos y se pego mas a la rueda juntando sus rodillas a su pecho.
                Zaltar ladeo la cabeza un tanto  comprendiendo el temor aparente de la chica, saco el kurt y abanico sobre su otra mano, con la palma abierta se escuchaba el “plas, plas” del cuero sobre su mano.
-¡No, nooo amo, po-po por favor piedad, no me golpees, no quise desobedecerte!. -Sollozaba sel-leen desde donde estaba, su cabeza se movía de un lado al otro y su voz sonaba histérica. En el rostro de Zaltar brillaba un toque de malicia, y antes de que el alto Turnock se alejara demasiado este le silbo con cierto tono que el rubio alto respondió y emprendió su regreso, cuando se hallaba cerca de ellos, Zaltar si dejar de abanicar el kurt le pregunto a donde estaba su esclava. Turnock quien entendía bien la intención de Zaltar, miro a la joven acurrucada y temblando de miedo  se hecho a reír y le señalo con la cabeza el carro de donde este provenía.
-¡Te saldo la deuda, si me la prestas un buen rato!.- Sel-leen miraba a uno y luego al otro sin adivinar lo que le pasaría luego mas tarde.
                El alto Turnock se regreso y al cabo de un rato sel-leen escucho campanas de esclava moverse y pararse junto a ella, al girar su cabeza se llevo la mayor de sus sorpresas. Era la rubia de la otra noche, sel-leen palidecía ahora sabía lo que su amo haría.
                Ella bien sabia que los amos a veces para castigar a sus muchachas enviaban a la "primera kajira" a darle los latigazos para así no dejarles marcar que ellos pudieran no medir al golpearlas estando molestos, lo que no sabía al parecer su amo es que ella estaría tan molesta que de seguro le pegaría muy fuerte, aunque no tanta ya que si ella causara alguna herida que marcara a la kajira de manera permanente devaluando así su precio al momento de venderla, estaría en peligro ella también.
                Le hermosa y despampanante rubia vestía una breve túnica traslucida de color turquesa pálido, que dejaba ver sus hermosas y bien definidas curvas; en su rostro no había marca alguna de la noche anterior cuando sel-leen la hizo estrellarse contra las rejas de la jaula en ella se encontraba metida después de ser marcada.
-Que desea el amo que esta esclava haga, para complacerle!- le dijo con voz de manera  felina y sensual pero a la vez tan cargada de ironía hacia ella.
                Zaltar la miraba como un amo mira a su esclava, ella sabía qué efecto causaba en los hombres era incluso muy astuta. Zaltar se alejo un poco de ella, mientras prolongaba la agonía de la pequeña muchacha. Tersites, que era si como se llamaba la rubia joven, se levanto contoneando sus sensuales caderas se acerco al libre Zaltar y minuciosamente, y con descaro le acaricio el brazo intentando provocar de el unas caricias hacia ella, sel-leen la miro desde donde estaba con furia en sus ojos, apretó sus pequeños puños pensando cómo se desquitaría si no estuviera atada como estaba.
                 Zaltar se giro tomo a Tersites de la cintura y bajo sus manos de una manera tan vulgar y descarada hasta quedar justamente sobre la redondez de sus glúteos y apretándola de repente para pegarla a él, Tersites soltó una exclamación aguda que lleno los sentidos de Zaltar, lo supo por su reacción al besarla apasionadamente, y con fuerzas en los labios, esta se prendió a su cuello como si fuera una parte más de su túnica de Mercader.
                 Zaltar la lastimo en su beso feroz, lo supo sel-leen al verle lo rojo que quedaron sus labios, y aparto su vista de ellos.
                Se escucho entonces la risa ronca y sensual de su amo  ordenandole a la bella esclava  que cogiera el kurt y le diera a sel-leen 7 latigazos, uno por cada letra de la palabra kajira, y luego debía de darle 7 más por provocar la ira de su amo al no dejarlo dormir.
-Bella Tersites. –le dijo mientras sostenía su mentón por un instante y la miraba a los ojos.
 -Darás a la esclava 7 latigazos que le recuerden su condición de kajira!. – Se detuvo frente a sel-leen.
- Y luego darás 7 más por hacerme pasar muy mala noche!. –con gesto fastidiado se giro sobre sus talones y se fue a sentar debajo de un árbol, para estar cómodo mientras presenciaba la que iba a ocurrir.
                A esto ultimo Tersites se giro hacia sel-leen y la miro levantado una ceja e inspeccionando a la esclava atada en busca de las marcas de pasión. ¡La muy perra ya no sería una seda blanca!, pensó.
-¿Creería incluso que sel-leen ya había sido del libre?. Estos pensamientos se apartaron de la joven cuando ella también la miro y cruzaron miradas  y sosteniéndoselas por un buen rato.
                 Sel-leen demostrando odio y tersites intriga y satisfacción.-
             Tersites cogió el kurt entre sus dientes para tener acceso a sus manos y desatar a sel-leen de la anilla, la arrastro hacia donde estaba el poste en el que ataban a los boskos. Allí metió la cadena de sel-leen,  que colgaba de su collar y lo paso por la anilla y con ambas manos y apoyando un pie en la base del poste lo halo hasta dejarla con la cabeza pegada a le punta  plana del poste, sel-leen grito de dolor, pero no dijo nada mas.
                Allí estaba sel-leen atada de manos a la espalda y sus tobillos igualmente atados y juntos, permaneció de rodillas inclinada sobre el poste bajo donde Zaltar acostumbraba a atar las riendas de sus boskos cuando estaba a punto de salir de viaje. Se veía extraordinariamente bella, su trasero hacia una bella forma redondeada y así atada lo exponía mas. Zaltar comenzó a sentir como esa muchacha le comenzaba a alterar nuevamente sus sentidos y despertando en el los deseo de un hombre.
                La esclava tersite se coloco justo detrás de sel-leen le aparto el cabello con la punta del látigo, haciendo que las tiras del cuero le hicieran cosquillas en su piel, a lo que sel-leen se estremeció, a ella jamás nadie la había golpeado y menos con un látigo.    
              Tersite miro a Zaltar echando su cabeza hacia atrás y apartando con el movimiento sus preciosos cabellos dorados los que relucían con el sol que comenzaba a caer ahora sobre el cuerpo desnudo y ahora perlado de sudor de sel-leen. Alzo su brazo y miro a Zaltar esperando de este la aprobación, en sus cara se dibujo una bella sonrisa de satisfacción por la tarea que le habían encomendado,  dejo caer el primer golpe en la espalda de la joven, a un movimiento que solo ella percibió e Zaltar, la dejo caer con  todas sus fuerzas a la vez que  grito con su voz suave pero cargada odio.
-  Uno. –Sel-leen comenzó a gritar lastimeramente y de sus ojos brotaron las lagrimas más amargas que jamás hubieran salido de ella.-

Continuara.-

lunes, 10 de noviembre de 2014

Arij, La esclava Libre. (4to Capitulo)



Capitulo IV
La Enseñanza



Sel-leen fue depositada sobre las suaves y delicadas pieles, su cuerpo temblaba y no era precisamente por el frió, su cuerpo estaba experimentando nuevas y extrañas sensaciones, sus pechos estaban erizados, haciendo que sus pequeños pezones se endurecieran, el recuerdo de aquel contacto, aquel beso, aun permanecían en su piel, recuerdos del rose de aquellas manos expertas, manos cansadas de tener a infinidades de esclavas.

Zaltar de pie frente a ella, la miraba, no perdía detalle de las sensaciones por la que estaba pasando sel-leen, había descubierto ya como activar su sensualidad, disfrutaría enseñándole a ella como reaccionar a cada caricia de él, a cada señal, el era eran incluso capaz de hacerla sentir de muchas maneras, y si hubieran sido otras las circunstancias, sin duda ella estaría perdida.-

Sus ojos permanecía aun cerrados, sus sensuales labios aun entre abiertos en espera de seguir sintiendo sus crueles pero sensuales besos, Zaltar aun de pie junto a ella, sonrió, la miraba incapaz de resistirse al simple hecho de que sel-leen aun era virgen. Él lo sabía, y deseaba con cada fibra de su ser poseerla, lo deseo incluso desde el misma instante en que la descubrió escondida, con el arco y las flechas cortas, bajo aquellos harapos que usaba como túnica de muchacho, Zaltar se dio cuenta cuando la rodeo con sus brazos y sintió las delicadas curva de sus senos, eso fue lo que le impidió matarla en ese mismo instante, justo después de verla como apuntaba y daba muerte a uno de sus hombre.

Zaltar era en verdad Mercader de Ar, acostumbrado a viajar por tierra y por mar; y de cada viaje recolectar lo mejor de los mundos, llevaba y traía mercancías de todos los rincones de Gor desde las frías montañas de Thentis hasta las planicies de Turia, en su recorrido había comprado y vendido a miles de esclavas, había incluso luchado en batallas por la conquista y el poder y contrabandeaba luego lo poseído; se valía todo en Gor. Se había hecho ya de una pequeña fortuna, y aunque se había debatido entre la vida y la muerte en muchas ocasiones, todo era por defender su honor y su valiosa mercancía.

Del filo de su espada había limpiado mucha sangre, pero jamás había asesinado en vano; no supo porque sus hombre habían irrumpido en aquella casa alejada de Turia, él la conocía bien, conocía incluso al viejo Medico; el mismo en sus viajes de paso por esas tierras, le había comprado medicinas y vendido yerbas al padre de sel-leen.

Zaltar vagamente recordaba que en más de una ocasión había visto de lejos al muchacho, hijo del viejo Aarago, Medico de Turia; incluso llego a conoce a la madre cuando ella aun estaba embarazada de sel-leen; ella quien había quedado en cinta ya entrada en años, y por los cuidados y atenciones del viejo Aarago llego a su término. Aunque poco después muriera de una extraña afección que el viejo aun con todos sus conocimientos no pudo curar.

Cuando Zaltar en uno de sus viajes supo que había muerto la esposa del Viejo Medico, intento ofrecerse como tutor; sabía que tarde o temprano el muchacho quedaría solo y desamparado, a merced de algunos esclavista; o peor aun de bandalos piratas o proscriptos que pudiesen necesitar los servicios de algún Verde para curar a sus tropas mercenarias.

Zaltar en muchas ocasiones, y a medidas que el niño iba creciendo, le decía a Aarago que debía de entregarlecelo, que él lo llevaría a través del mundo y que durante sus viajes aprendería del mejor; haciendo del joven muchacho un valiente Guerrero o incluso seria un Mercader como él; pero siempre por alguna extraña razón el viejo le entregaba despues de entregarle su pedido, pagale su mercancía, lo evadiendo y sus propuestas y comentarios eran silenciados por palmadas en la espalda miestras lo escoltaba y lo acompañaba hasta sus carros para que se marchara, esta actitud siempre divertía a Zaltar, por lo que cada vez que se subía y tomaba las riendas de sus Bosk le gritaba al viejo antes de irse.

-“ Jajaja, Ya verás viejo, te arrepentirás de no dejarlo ser un verdadero hombre!”, y riendo a mandíbula batiente se ponía en marcha.

Ahora Zaltar sabia la verdadera razón, del viejo Aarago, este no había tenido un hijo, sino una hija, a la cual había criado bien, de eso no le cabía la menor duda. La chica sabía defenderse y sabía bien usar las armas, pero ahora eso sería un arma de doble filo.

Ahora Zaltar haciendo un esfuerzo sobre humano, controlando sus deseos intensos por poseerla. Verla así, una mujer tan vulnerable y además hermosa le perturbaba y nublaba los sentidos, no podía permitirse debilidad alguna y menos por una bestia, como lo era ella ahora. Debía salir a tomar algo, y algo muy fuerte, ya que aun sentía sus labios tibios y tiernos entre los de él, y en sus manos hormigueaba la sensación de tener su suave y redondeado trasero. Sacudió la cabeza, ella estaba haciéndole daño, verla así, despertaba su hombría al máximo, un ihn mas y no podría detenerse.

Para sorpresa de se-leen, sintió en su rostro como le lanzaban una piel para cubrirla y así con ella secara su cuerpo aun húmedo del agua que había usado para asearse.

Zaltar se movió a un costado, cogió una cadena que prendía de la anilla puesta al pie del lecho, lo tomo y con un clic la engancho al collar de acero de sel-leen, se dio media vuelta y se marcho cerrando tras de sí la pesada puerta.

Sel-leen abrió los ojos, todo había pasado muy rápido, y para su sorpresa y frustración se encontraba sola y tapada, bajo las pieles se encogió acurrucándose por la humillación de sentirse débil ante aquel hombre extraño, aparto furiosa las pieles. Aun no comprendía la razón, si tanto odiaba a aquel hombre por que estaba molesta por no terminar lo que había comenzado, sel-leen se odio por dejar que su cuerpo, le dominara la mente, que tonta debió verse acostada con los ojos cerrados y temblando de deseo por seguir sintiendo las manos de aquel hombre, bárbaro, sucio y ruin, sobre su piel.

El frio de las noches Goreana le heló la piel, Tembló al sentir el frió que se colaba por una ventana, en su cuerpo aun desnudo, volvió a tomar las pieles y se tapo.

Avergonzada por su reacción, por lo que había estado a punto de suceder, se cubrió el rostro con las pieles, se giro de un costado y sintiendo enseguida el sonido de las pesadas cadenas que le recordaban su verdadera condición. Esa noche no hiso otra cosa que llorar.

- ¡Esclava!. –Grito mientras se sentaba frente a una mesa dentro de una taberna de paga.

Zaltar miro al entrar, que el lugar estaba casi vacío, comenzaban a llegar los clientes, atenta en una esquina se encontraban las esclavas,quienes a la espera de una señal correrían a atenderle; con una gesto de su mano capto su atención de una y le grito.

-Quiero paga, Har-ta- Enseguida la muchacha corrió hacia donde el se había sentado con las piernas cruzadas alrededor de la mesa. Llevaba con sigo la botella de paga.

Zaltar había pagado cuatro discotarns de cobre por esa botella de Paga.

El tintineo de los cascabeles a su izquierda le anunció la presencia de una joven, vestida de seda amarilla. Era morena y se arrodillo a su lado encuanto llego.

— ¿Paga, amo? —preguntó, Zaltar asintió inmediatamente, la joven lleno la copa. La bebió de un trago y sin darle tiempo de marcharse, la joven muchacha que serbia se volvió y arrodilló de nuevo junto a el, comprendió que no debía de levantarse. 

— ¿Deseáis más, amo?- pregunto con una mirada encantadoramente seductora y con gesto interrogante.

— ¿Cómo te llamas? —pregunto, tomando de entre sus dedos el cabello sedoso de la chica.

Ella le miró de reojo, mientras volví a llenar su copa que otra vez había vaciad de golpe.

—Tellisa, si le parece bien al amo!.

Era un nombre Turiano. Las esclavas en Turia suelen ser muy codiciadas, no de extrañarse que en esa taberna se atendiera de la mejor manera sus clientes.

-¡Me complace, esclava!.- le dijo mientras metía una mano por un lado de su túnica, acariciando la redondez de sus caderas.

La esclava, le miro y sonrió divertida, acostumbrada a estos tratos de los hombres, muchos llegaba solo a beber una botella y a usarlas, si así les placía. Recibió de muy buena manera las caricias del Mercader, sin titubear ella le ofreció de una manera tan descarada, tan acostumbrada en las esclavas del placer, sonrió con su mejor sonrisa. Zaltar sabía que él y sus caricias eran bien recibidas por cualquier esclava e incluso sabia que él era motivo de envidas entre muchos otros hombres y Guerreros de Gor. Se rumoreaba incluso entre las esclavas que era un hombre insaciable con respecto a ellas. Que sabía dar buen uso de sus esclavas. Y que a su paso cuando usaba a una mujer solo lo hacia una vez, consiguiendo absolutamente todo de ella. Jamás se había quedado con una por mucho tiempo, y luego sin importar le vendía. Zaltar le gustaban los retos en la guerra de los sexos; prefería a las libres ya que eran capaz de dar batalla cuando se les capturaba, disfrutando de su agonía y del hecho de dominarlas para hacerlas esclavas, le complacía grandemente.

Zaltar ya iba por la segunda botella de paga, la esclava reía complacida de las caricias y las atención que había lograda captar de él. La verdadera razón por la que Zaltar se encontraba en ese lugar bebiendo hasta casi perder el sentido, era el calmar sus instintos de hombre ante, instintos antes despertados por una joven inocente y vulnerable, la cual aun permanecía irónicamente entre sus pieles. La simple idea le revolvía sus impulsos y alborotaba una innegable necesidad, el deseo por saciar sus ganas; no se espero mas, cogió a la joven esclava vestida de seda amarilla, y con un movimiento ágil le arranco las sedas y de un tirón de su brazo la puso sobre su regazo, acariciando ahora uno de sus redondeados y firmes pechos, desnudos, la kajira se quedo quieta dejando que su amo se deleitara con su exuberante cuerpo, Zaltar la tomo del cabello detrás de su nuca y con fuerzas la beso, en un beso que mas que disfrutar le serviría para borras los tiernos y rojos labios de sel-leen. Sus nalgas hacían presión en la virilidad ahora creciente de Zaltar.

Descaradamente Tellisa, moví sus anchas caderas, haciendo con este roce descontrolar y conseguir así el placer de excitarlo y así le permitiera complacerlo sobre las pieles.

Zaltar que ya estaba bien bebido, de un tirón la bajo de su regazo y se puso en pie, la esclava se lanzo a los pies del amo temblando y llorando, besando con ferviente deseo y placer sus botas, creyendo que quizás ella había hecho algo que él no aprobaba, pero mas bien era una artimaña utilizada para despertar sus instintos de dominación.Con un gesto pidió al cantinero le diera una habitación a donde poder llevar a Tellisa. La cogió de un brazo la alzo sobre su hombro izquierdo y la llevo hasta una pequeña habitación que se encontraba en la parte de arriba de la taberna, se subía a ella por una pequeña escalera. El rostro de la muchacha se iluminaba al pasar por las lámparas de aceite de Tharlarion que colgaban de las paredes.

Una vez arriba Zaltar la dejo caer en el suelo frió a tellisa y justo allí le ordeno quedarse quieta, se paro detrás de ella y sin piedad la uso.

Un ruido llamo la atención de sel-leen, se apresuro en sentarse, el sonido de la cadena la confundió, observo atenta a su alrededor, ¿que sería ese extraño ruido?. y justo cuando se disponía a acostarse nuevamente, volvió a escucharlo, esta vez estaba segura de que provenía de la habitación en donde estaba. Debido a la oscuridad sus ojos se enfocaron en varios puntos, y aunque se había habituado a ella, la débil luz que se filtraba por la ventana no era que dejara mucho que ver; más sin embargo la luz que se colaba por la ventana llegaba a iluminar una amplia zona justo en una esquina de la habitación en la cual había un enorme cajón, parecía mas bien un baúl. Guardo silencio y espero. Otra vez el ruido y para su sorpresa apareció un diminuto Smufit. 

Los smufit son pequeños mamífero utilizado como mascota por las muchachas, son de grandes ojos y de dientes muy afilados, pero realmente inofensivos si se les cría desde pequeños o se les adiestra. Se dice que las Libres los tienen de mascotas en sus alcobas porque se alimentan de los parásitos que se alojan en las pieles, sel-leen sonrió e intento llamar su atención, busco a su alrededor y vio unas migajas de pan cerca de donde estaba, al parecer su amo no era muy pulcro que se diga o no tenia kajira que le sirviera. ¡Ahora sí!, pensó, haciendo una mueca de ironía en sus delicados labios.

Le lanzo una migaja a unos pocos centímetros entre ella y el smufit. Este enseguida llego hasta él, no parecía tímido, así que traerlo no le fue inconveniente. Lanzo otra miga un poco más cerca de donde ella estaba y poco a poco el smufit llego a solo un pasmo de su mano la ultima miga la cogió de entre sus dedos, haciéndole cosquillas al posar sus patitas en ellos y agarra con su pequeño hocico el ultimo pedazo de miga de pan que había en la habitación. El pequeño animalito la miro en espera de más.

– Lo siento amiguito era el ultimo! – le dijo a pequeño animalito, quien olfateo el lugar, se sentó sobre sus cuatros traseros y alzo una patita y se comenzó a rascar detrás de su oreja, para luego de un golpe salir corriendo en dirección hacia donde había salido.

 El ruido que lo hiso huir era el sonido de la pesada puerta al abrirse con la llegada de Zaltar.

Se veía bastante mareado sel-leen se encogió entre las pieles y se acurruco en un costado justo al pie del lecho, tapándose aun con la piel que este le lanzara ante se marcharse. Zaltar en el momento en que abrió la puerta alcanzo a ver a sel-leen y junto a ella al pequeño roedor.

-Veo que ya conoces a “Tot”!. – le decía mientras daba tras pies y caminaba con dificultad debido a que había bebido mucho. Sel-leen no se movió, estaba asustada y temblaba. El sonido de las cadenas le desagradaba. Zaltar se detuvo justo frente a ella, desde allí, ella parecía mucho más pequeña, mucho más vulnerable se veía incluso mucho más hermosa. Pensó.

Zaltar creyó que quizás fue mala idea regresar así; sentía que aun después de haber saciado sus deseos, dos veces con la bella tellisa, regresar a casa, y verla allí, volvía a despertar en él, nuevas y extrañas sensaciones.-

-Tot, maldito animal!!. -decía mientras miraba el lugar por donde se había escurrido el pequeño animalito.

-¡Nunca se ha dejado atrapar, por mi!. - Decía mientras se despojaba con dificultad de sus ropas.

–Como has conseguido que se acerque tanto? - tropezó y casi cae. -¡Yo si acaso le tiro migas para alimentarlo! Argrrrr!- gruño mientras intentaba quitarse una de sus enormes botas, y la lanzaba a una esquina de la habitación. Miro a sel-leen quien permanecía asombrada y asustada.

Zaltar arqueo una ceja de manera arrogante al verla así callada, sabía que había aprendido la lección. No le era permitido hablar si no se le ordenaba antes.

-jajaja. – rio por lo bajo.- ¡Puedes hablar kajira!. – Sel-leen bajo la mirada y respondió en un murmullo.

-Q-qui- quizás no se acerque porque te tiene miedo, y p-pie -piensa que lo vas a matar. Respondió sel-leen temblando y sin mirarle.

- ¿Igual que tu pequeña eslín?- sel-leen levanto la mirada y se encontró con aquellos ojos que ahora la miraban divertido y la hiso sentir nuevamente extraña. Volvió a mirar el suelo.

-jajajaja. -Zaltar rompió el silencio con una sonora carcajada, lo que disgusto a sel-leen, aquella risa odiosa la hería donde más le dolía, en su orgullo. La joven se abrazo las rodillas y puso su barbilla sobre ellas, Zaltar termino de quitarse las botas y el resto de su túnica y quedo completamente desnudo, sel-leen quien no se había percatado de ello, permaneció quieta hasta que él le arranco la piel con que se cubría su desnudes y le ordeno empujándola con un pie que se apartara de allí.

Fue cuando este se acostó sobre las pieles que sel-leen se percato de su denudes y ahogando un grito de horror entre sus manos, se giro y le dio la espalda. Zaltar volvió a reír.

-¿Si desea pasar frió, por mi está bien!.- Zaltar se giro para quedar de frete a la espalda de ella y apoyado sobre un codo le ordeno.

-Mírame, esclava!- sel-leen no respondió. Zaltar se movió con intención de levantarse y a la vez que decía.

-Veo que tendré que... –no termino la frase, sel-leen se había puesto de rodillas frente a el, con la cabeza gacha y cubriéndose sus pechos con sus brazos. Zaltar rió.

Con una mano levanto las pieles dejando ver su torso desnudo y parte de su entrepierna, le ordeno con un gesto a sel-leen que se acostara junto a él. Ella de mala gana obedeció, sabia que el frió era implacable.

Sel-leen se metió entre las pieles y debió pegarse a él por que las pieles eran pequeñas y solo le cubrían parte de su cuerpo dejando al frió nocturno su redondeado trasero. Se pego mas, sintiendo su proximidad quemarle la piel, sus sentidos se alertaron, su corazón volvió a latir con descontrolado desenfreno. Temió que Zaltar pudiese oír sus fuertes latidos, latidos que la dejaban sorda.

Zaltar paso el brazo al rededor de sus hombros, cubriéndola con su cálido cuerpo y como para estar el mas cómodo la rodeo también con una pierna, que paso por encima de su cadera, dejando a sel-leen boquiabierta al percatarse que de su costado, justo a su cadera izquierda pegaba el sexo de su amo, suave y cálido y que comenzaba a ponerse duro. Tembló entre sus brazos esperando un desenlace inevitable.

Zaltar la tomo de la barbilla de sel-leen obligandola a verle a los ojos, y en un gesto calmado la cubrió con sus labios, envolviéndola en una nueva sensación de entrega, sel-leen abrió sus labio en espera de volver a sentir los de Zaltar, quien con su lengua descarada hurgo dentro de su ser, dejándola sin aliento, y un tanto mareada, ya que de su boca podía percibir el sabor al vino de paga que este había bebido en la taberna. Su aroma la embriagaba dejándola a ella quizás igual de bebida que el. Ese día de haberlo querido, Zaltar la hubiera usado como uso a la esclava Tellisa.

Sel-leen comenzó de nuevo a vivir los acontecimientos de esa noche antes de llegar allí, cuando en el bosque, mientras estuvo atada al carro su captor y ahora dueño la había besado.

Sintió como Zaltar se ajustaba mejor a su cuerpo, enseguida dejo de besarle, se metió entre su cuello y sel-leen, en ese momento temió que pronto la cubriera con su enorme y músculos cuerpo haciendo que lo inevitable pasara.

Pero para su sorpresa solo escucho el sonido de una respiración pausada y calmada, y que cada vez era más tranquila, y lo que escucho a continuación la hiso abrir los ojos, los ronquido que este emitió cerca de su oído no la dejaron dormir en mucho rato.

Continuara...

jueves, 6 de noviembre de 2014

Arij, La Pequeña Esclava (3er Capitulo)

3er Capitulo
De Niña a Esclava






Algo en su sueño la atemorizo, Turnock la estaba golpeando con su puño.

Sel-leen se movió abruptamente dentro de su jaula, estaba soñando, mientras abría sus ojos sintió que el golpe era real, la única diferencia era que no eran de los puños del alto y rubio guerrero, sino de unos delicados pies de una kajira.

Sel-leen se despertó, intentando ver que o quien era su agresor, escucho risas y voces de varias mujeres; ella permanecía a gachas dentro de la pequeña jaula, sus brazos sostenían su torso ya que se apoyaba en su cadera para poder ver a su al redero, no podía incorporarse mas.

-Que les pasa? -Dijo con voz adormilada, a la vez que veía que se trataba de kajiras. -Tontas esclavas!. –Les dijo.

Por un instante había olvidado que ya no era el joven Selt, molesta se acomodo mejor para ver a quienes la estaban molestando.

Las kajiras comenzaron a reír burlándose de su reacción.

-jajajaja, miren, la sucia kajira nos llama tontas! – mirándola con odio.

Sel-leen vio cerca de la jaula a una de las muchacha, la que la había despertado dándole patadas en su cabeza, la muchacha era alta de piernas esbeltas, su cuerpo era delgado y su cara de finos rasgos, sus anchas caderas estaba adornadas con diminutas cadenillas que colgaban hasta su sexo, y de un busto exuberante, le daba la apariencia de ser un tanto exótica, de no ser por su tono de piel, que era de un rosa pálido y sus cabellos dorados como rayos de sol, hubiera creído que venía de tierras cercanas a las costas soleadas. Sus cabellos eran aun más largos que los de Sel-leen, incluso le llegaban hasta detrás de sus rodillas.

Las otras dos eran más bajitas que Sel-leen su tono de piel también era blanca, sus cabellos largos eran de color castaño claro, las tres vestían sedas muy bonitas, abiertas al frente dejando ver sus curvas, eran de un color amarillo claro, que se traslucía al ceñirse a sus cuerpos. A rededor de sus caderas llevaban atadas la cuerdas de fibra, haciéndolas resaltar, eran sedas cortas que dejaba al descubierto sus bien formadas piernas, incluso la de alta rubia dejaba ver su marca en la pierna izquierda la cual lucia con orgullo, llevaba marcada la letra “K”.

De sus tobillos y muñecas prendían cadenas con campanillas. Sel-leen noto que la más alta tenía un diminuto aro en la nariz.

Sin percatarse sel-leen vio como la rubia se ponía de rodillas delante de ella, ocultando sus manos.

-Jajajaja, que te crees? tonta y sucia eres, kajira! -Le grito.

La otra joven se acerco y le escupió en el rostro. Todas rieron, y justo cuando sel-leen intento sacar su mano para agarrarlas, sintió como la rubia le lanzo directo al rostro una bola de estiércol que había metido por entre los barrotes; sel-leen no se lo esperaba, y grito por la repulsión que le dio sentir aquello y más aun, percibir el hedor a estiércol; enseguida se intento limpiar con sus manos, y comenzaron las demás a lanzarle bolas y mas bolas de estiércol de Bosk desde donde estaban.

Sel-leen intentaba esquivar pero era casi imposible moverse en tan diminuta jaula. Solo podía grita que la dejara. Las kajiras se divertían a sus expensas, por detrás de ella una de las kajiras tiro de su largo cabello negro, alcanzándolo por entre los barrotes e intentando así atarlos para inmovilizarla. Pero los movimientos bruscos de sel-leen les dificultaba la tarea.

otra de ellas, la amenazaba con un cuchillo que tenía en sus manos, le decía que iba a cortárselo, sel-leen intento Safar su hermoso cabello.

–haremos tiras para hacer sogas que sujeten nuestros casmik!. –le gritaban mientras reían.-

Eran tres contra una, lo cual no era justo, sel-leen sabía que si ellas querían la podría fastidiar y no habría nadie al rededor que la pudiera ayudar.

En ese momento una de las kajiras, la alta y rubia intento volver a meter la mano para restregarle en el rostro de sel-leen, más estiércol, cuando de repente, con un movimiento rápido y ágil, sel-leen logro asirse con una mano, del largo y hermoso cabello de la chica y la halo con todas sus fuerzas, haciéndola pegar fuertemente su delicado rostro contra los barrotes de la jaula.

El sonido fue música para los oídos de sel-leen quien rio con malicia, las demás kajira al escuchar el grito de dolor que emitia su amiga, la soltaros y corrieron a su lado para intentar ayudar a su compañera.

Sel-leen quien se había criado como un verdadero varón, no aflojo el brazo, lo que hiso fue sacar un poco su brazo de entre los barrotes, por lo que la rubia creyó que la había liberado, y en ese momento volvio a halar con todas sus fuerzas haciéndola estrellar otra vez su ya lastimado rostro contra los barrotes nuevamente, esta vez le hiso mucho mas daño, de su nariz y de su boca, manaba la sangre.

Una de las otras dos kajiras al ver horrorizada como de su amiga salía mucha sangre de los labios, se alejo corriendo y gritando en busca de ayuda.

Sel-leen no pretendía soltarla al contrario apoyo sus piernas de la jaula para intentar tirar del cabello de la rubia, echando el peso de su cuerpo hacia atrás, con la intención de arrancarlo de raíz, estaba en verdad furiosa.

-Perras, querían cortar mi cabello, jajaj- reía con malicia. – dime, ahora quien es la que se quedara sin su cabello, dimeee!.

-Suéltame, sucia, suéltame. –gritaba la rubia, mientras su amiga la ayudaba a zafarse de su agresora.

En seguida se escucharon pasos y voces provenir de la dirección por donde había corrido la tercera kajira. Sel-leen alzo la vista, hacia la alta figura que se acercaba con una antorcha en su mano derecha. Era Zaltar.

-Suéltala kajira!-Trono con tono amenazador.

Sel-leen no obedeció y volvió a halarla haciéndola golpearse nuevamente el rostro de la rubia, que ya comenzaba a amoratarse e hincharse.

-Que la sueltes!- dijo esta vez con los dientes apretados. -Sel-leen le hecho una mirada a la rubia quien lloraba y chillaba como animal herido y muy adolorido y obedeció. Sabía que si Zaltar volvía a dar una orden y esta volvía desobedecer sería peor para ella.

La esclava cayó de rodillas a los pies de Zaltar, cubriéndose la cara con ambas manos, a sus costados las otras dos igualmente cayeron de rodillas ante él. La alta y rubia aun lloraba a mares y gritaba de dolor, sus amigas intentaron ayudarla abrazándola. Zaltar les ordeno que se levantara y marcharan en busca de algún Verde que la pudiera atender. Enseguida las tres esclavas se levantaron y salieron corriendo con su amiga aun llorando y gritando de dolor.

Sel-leen rio por lo bajo, estaba orgullosa de lo que había hecho, mientras intentaba quitarse el estiércol del rostro y partes de su cuerpo, pensó, “que si el libre le hubieran pedido a ella que la curara se habría negado”. Se sintió orgullosa de cómo se había defendido, “seguro lo pensarían dos veces antes de volver a meterse conmigo”.

Zaltar espero a que se hubiera marchado, miro con severidad a sel-leen.

–Que crees que haces pequeño Eslín de rio? -sel-leen lo miro molesta y se dio media vuelta para cubrir su desnudes.

-Ellas empezaron! –le grito con voz chillona y le mostró sus manos llenas de estiércol.

-Vinieron aquí a molestarme. -Zaltar la miro serio, busco entre sus cosas y saco una llave.

-Te he dado permiso de hablar bestia? -le dijo a la vez que se ponía en cuclillas y abría la jaula. Sel-leen bajo la cabeza y callo.

–Afuera, esclava y de rodillas!. –La puerta de la pequeña jaula se abrió y Sel-leen dudo un momento antes de salir, al hacerlo puso sus manos en el suelo para apoyarse y salir y justo en el preciso momento en que se coloco a gachas a unos pasos de Zaltar, se levanto e intento salir corriendo, pero los movimientos agiles y rápidos de Zaltar se lo impidió.

El conocimiento que había adquirido y sus experiencias con esclavas furtivas le habían dado la destreza de saber sus intenciones antes de tan siquiera realizarlas.

Zaltar en un movimiento veloz estiro rápidamente su brazo y metió sus dedo entre el collar de sel-leen sujetándola con fuerzas y haciéndola pegar su espalda al pecho de él.

Zaltar levanto su brazo haciendo que sel-leen quedar casi guindando, en punta de pie sosteniendo ella también con sus propios dedos su collar para intentar así aflojar la presión que ejercía Zaltar al intentar detener su huida.

-A donde crees que vas, tonta kajira? -Le dijo cerca de su rostro.

Ahora sel-leen había enfadado al guerrero más de lo que se podía. Zaltar miro como el rostro de sel-leen palidecía al faltarle el aire.

–¡Veo que te gusta hacer enfadar a los hombre!, veremos qué pasa contigo cuando te venda como esclava de placer o como esclava de alguna pobre taberna de paga!


Sel-leen rogaba casi sin aliento ni voz que la liberara. Zaltar por fin aflojo su brazo y la dejo caer a sus pies.

– ¡Y esto es para que no vuelvas a intentar escapar!

Diciendo esto, Zaltar levanto su brazo y golpeo a sel-leen con la fuerza justa en su rostro, la intención era hacerla sentir el sabor de la sangre dentro de su boca.

Sel-leen sintió que se le apagaban las luces, el dolor fue inminente, callo de costado, lastimándose la pierna marcada; comenzó a sollozar y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas, lágrimas de dolor y de odio hacia aquel hombre, odio por quien la había marcado con el hierro candente; odio por el asesino de su amado padre.-

Zaltar la miraba sin ningún tipo de piedad, ni sentimiento; se acerco y la sujeto por el cabello,y asi la arrastro todo el camino hasta detrás de unos carros, sel-leen gritaba que la soltara,

-Suéltame…Eres un… -no termino su frase sabía que, si le decía lo que pensaba, sería su fin.

–Suéltame!-volvió a gritar. -Suéltame..! -Mientras se sujetaba a la mano cerrada de Zaltar quien tenía enredado en su puño su hermoso y largo cabello.

La llevo hasta detrás de unos carros no lejos de donde ella estaba enjaulada; allí la soltó y con la punta de la bota la golpeo en el muslo para que se acomodara, la ato del collar a la anilla de esclavos de uno de los carros, con las sogas que el llevaba en su túnica.

Sel-leen lo miro en su recorrido. Mientras se dirigió hacia un costado del carro perdiéndose de vista por unos segundos, para regresar luego con dos enormes cubetas llenas de agua. Las coloco frente a ella, y le entrego en sus manos un estropajo y jabón.

-Ahora sucia esclava, si deseas quedarte en mi carro deberás quitarte todo ese estiércol de bosko de encima.

-Le miro su hermoso cuerpo, de enormes y firmes pechos, recorrió con su mirada desde las piernas gruesas y largas hasta subir por su plano vientre, y justo cuando se detuvo en sus pechos sel-leen sintió como el color le subía al rostro, su reacción fue cubrirse los pechos con sus brazos.- Zaltar sonrió, torciendo su boca de lado, algo que se le daba natural; no le extrañaba la reacción de la chica, tarde o temprano se acostumbraría, de eso el mismo se encargaría.

En su mirada no había seriedad también deseo, y a la vez sentía pena por ella, aunque sel-leen no podía ver eso, solo veia en el brillo odioso de aquellos ojos verdes, que ahora parecía oscuros grilletes de acero que la mantenía presa de su destino incierto.

-Sabes kajira, asi como estas... –le decía mientras acercaba su rostro al de ella. -No eres del gusto ni siquiera de un esclavo.- la miro de pies a cabeza con arrogancia y se marcho.

A sel-leen este ultimo comentario le dolió más que si la hubiera abofeteado otra vez, cogió el estropajo y el jabón y comenzó a fregar y tallar su cuerpo con rabia.

Zaltar se movió en dirección hacia un camino que conducía a un sendero oculto entre la maleza espesa, estaba tan oscuro, que le dio la ventaja de ocultarse de la vista de sel-leen. Esta de repente al voltear y no verle por ningún lado, comenzó a inquietarla, “èl se había ido!”, se detuvo un momento y observo a su alrededor. Y si regresaban las kajiras? y si alguien más venia?. Tuvo miedo y su cuerpo se erizo por la fría briza que le recorrió el cuerpo que había comenzado a lavar, haciendo que sus pezones de pusieran erectos y su piel erizada.

Sel- leen se los cubrió con su brazos abrazando sus pechos y justo cuando pensó en la posibilidad de estar sola y volver a escaparse, se movió pero no con la intención de llegar hasta la anilla y desatarse sino para asegurarse, escucho la voz fría y ronca de Zaltar provenir de algún lugar en la oscuridad.

-Ni siquiera lo intentes kajira! …A no ser que quieras pasar la noche atada de pies y manos mientras te pongo de cabezas a colgar de poste?

Sel-leen se estremeció de tan solo pensarlo. Negó con la cabeza enérgicamente.

-Continúa aseándote, o tendré que azotarte en verdad.-

Su voz sonaba dura y fría, pero la verdad era que Zaltar se estaba divirtiendo. Sus labios se retorcían en una encantadora mueca la cual era su sonrisa natural, toda la situación le divertía en realidad, a el le encantaba los retos y esta nueva esclava prometía darle horas interminables de verdadero placer y distracción.-

Sel-leen termino de asearse, se sentía mejor, lo malo era que con el agua y el jabón se había ido también el ungüento que la esclava Itzá le había colocado en su pierna y esta comenzaba a molestarle nuevamente. Coloco el jabón dentro de la cubeta y espero a su amo.

Comenzaba a impacientarse, a donde se había ido? –Su cuerpo comenzó a temblaba por la fría briza y como no tenia con que secar su húmedo cuerpo abrazo sus hombros con sus manos y llamo quedamente.

-eh… donde estas…?. –Se rehusaba a usar la palabra “amo” al término de sus frases, pero sabía bien que de no hacerlo él se lo condenaría. –en donde estas…amo!”-repitió esta vez terminando la frase.

Una carcajada la sorprendió, Zaltar salió de su escondite hasta ahora oculto, salió de tan solo unos metros de donde ella estaba. Sus risas la enfadaron pero no dijo nada solo se limito a temblar y abrazar y frotar sus brazos.

Zaltar se le acerco tomo entre sus dedos un mecho de su negro cabello y lo llevo hasta su nariz para oler su perfume. Sel-leen aquel contacto la perturbaba y no sabía por qué; no conocía ese hombre, además el era su enemigo ahora.

-Ummmm, aun tiene algo del olor a bosko, pero. –Hiso una pausa, soltó el mechón de cabello y se movió para ponerse frente a ella y tomándola de sus hombros, La examino largo rato, agregando luego. -Podrás dormir sobre las pieles de tu amo, si me lo ruegas claro!

Sel-leen abrio enorme sus ojos, horrorizada por lo que significaban aquellas palabras, que estuvo tentada a darle un punta pie pero se contuvo, cosa que le resultaba sumamente difícil ya que ella estaba acostumbrada a no humillarse delante de ningún hombre, pero ahora era diferente ella ya no era un muchacho, hijo de un Verde, ella ahora era una esclava, sin casta, y al parecer aquel hombre pretendía usarla para hacérselo dejar bien en claro.

Sel-leen se aparto bruscamente del contacto perturbador de aquel hombre y en su intento de alejarse se le olvido que estaba atada a una anilla y sus pies se enredaron con la cubeta y hubiera ido a parar directo a la tierra, ahora endurecida un poco por el agua que ella misma había dejado caer mientras se aseaba; de no sé por los movimientos ágiles y las reacciones a tiempo de Zaltar quien la sujeto de la cintura y la apretó contra sí. El no desaprovecho la ocasión para asirla y así sentir sus enormes pechos erizados por el frío, sobre su piel cálida y seca.-

Sel-leen evito mirarle a los ojos, pero su cercanía la perturbo, Zaltar la ajusto más en la cintura haciendo que esta apoyara sus delicadas manos sobre el pecho desnudo de Zaltar, podía sentir como se aceleraba su pulso y en vano intento zafarse de aquel cuerpo perturbador, que le causaba sensaciones extrañas entre odio y deseo.

Ella era más baja que el aunque no tanto, el la retuvo así hasta que hablo:

-Mírame esclava! -Le ordeno con voz ronca, cargada de deseo, pero firme en sus ordenes.

Sel-leen, dudo por un momento pero algo en esa voz la invitaba a obedecer. Lentamente subió su mirada y su cercanía la hacía estremecer. Zaltar la miraba, admirando su rostro, sus hermosos ojos claros y sus labios rojos, labios provocativos, entre abiertos, como en una sutil invitación a ser besados, devorados pero de la manera más salvaje y descarada, con la presión que un hombre pudiera dar a una hembra.-

Sel-leen se perdió en esos pensamientos irracionales, su cuerpo no reacciono al contacto de aquellos labios tibios que de una manera tan abusiva exploraban los suyos, no sabía qué hacer jamás la habían besado antes. Zaltar abusaba de aquella intimidad a su placer, su enormes manos recorrieron el camino entre su espalda y el comienzo de sus redondeadas nalgas, apretándolas con descaro, a lo que sel-leen reacciono con un grito de sorpresa e intento alejarse de aquel contacto perturbador e intoxicante.- el grito hiso que sel-leen abriera su boca permitiéndole a Zaltar hurgar en ella con su lengua inquieta, y atrevida, recorriendo el interior de aquella dulce boca, saboreando su delicada lengua y chupándola para a traerla dentro de la de el.

Zaltar sabía que sería todo un placer domar y amoldar a aquella joven kajira a sus preferencias y gustos solo para darse placeres.

De repente Zaltar la tomo entre sus brazos la alzo en vilo sobre su hombro izquierdo, con una mano la sostenía justo debajo de sus redondeadas nalgas, haciéndola caer por detrás de su espalda colgando boca abajo, mientras que con la otra desataba el nudo que la mantenía atada a la anilla, para dirigirse rombo a su carro en donde sin duda esa noche pasaría la pequeña sel-leen la transición de toda seda blanca.

En donde pasaría de ser niña a ser esclava.




CONTINUARÁ…

lunes, 3 de noviembre de 2014

Arij La pequeña esclava (2do Capitulo).


                                 Capitulo II

*La Marca de la esclava*


    Sel-Leen en su lucha, se retorcía para soltarse de sus ataduras, cosa que le era en vano; aquellos hombres eran expertos en capturar esclavas y por consiguiente, sus nudos y ataduras eran imposibles de soltar. O al menos lo era para ella. Por fortuna aun estaba vestida, la sola idea de que la desnudasen la aterraba, y más cuando el enorme Guerrero Turnock, la había amenazado en varias ocasiones,  si no guardaba silencio, por lo que termino poniéndole una mordaza.-

       No supo en realidad el tiempo que permaneció tirada dentro de la carreta, por el cansancio y las ganas enormes que tenia de dormir,  dedujo que seria ya de noche, se dio cuenta que pronto volverían a emprender camino hacia su destino.Comenzando a moverse nuevamente esta vez con mayor brusquedad.-

       Durante todo el viaje, la joven sintió cada piedra con que se topaban en el camino, cada salto que las ruedas del carro daban, lo sentía ya en su ya dolorido cuerpo. Estaba aun donde la habían lanzado, como si ella fuera un saco de harina, se encontraba realmente adolorida y es que la posición en la cual estaba y llevaba así, ya muchos ahns. (En Gor, el tiempo no es medido por la electricidad como lo es en la Tierra. Los Goreanos usan preciosos relojes de sol, relojes de luna y, cuando están dentro de casa, se guían mediante relojes de agua. Las relaciones de sus medidas con las nuestras, son:
Ihn. Segundo Goreano
Ehn. Minuto Goreano, equivalente a 80 ihn
Ahn. Hora Goreana, equivalente a 40 ehn o 3200 ihn)


         Al verse así, un recuerdo llego a su mente, ver el cuerpo de su padre tirado en el suelo, yacía sin vida,  mientras ella era lanzada sobre el hombro del Guerrero, jamás la olvidaría. Sel-leen cerro sus ojos y lloro amargamente, jamás volvería a verle, ni mucho menos podría darle una sepultura digna a su amado Padre. Su destino ahora era incierto pero ya no le importaba, no deseaba vivir sin su querido padre. El odio que sentía hacia aquellos hombres jamás se calmaría, jamás pensó que sería capaz de usar un arma contra una vida, sea cual fuera, pero esta vez era diferente, esta vez había una razón y se juro que jamás lo perdonaría.

      Llegaron a destino ya entrada la noche, pero no era aun su destino, Puerto Kar, (Puerto Kar es una conocida guarida de piratas y su nombre es sinónimo de crueldad y piratería. La viciosa ciudad de Puerto Kar, la escoria del brillante Mar de Thassa, es una vasta y disgregada masa de edificios, cada uno de ellos casi una fortaleza, en Puerto Kar no hay ni una sola torre, dividida y cruzada por cientos de canales, que acaban en el delta del golfo que forma el Tamber; es de hecho una ciudad amurallada, aunque sus muros no son los convencionales. Sus edificios, los que tienen vista hacia el Delta o el Golfo de Tamber carecen de ventanas en aquella dirección, dichos muros son  hechos de muchos centímetros de espesor, con tejados en forma de almenas. En los últimos años han sido protegidos por grandes puertas de hierro con gruesos barrotes que penetran en las peligrosa aguas del Thassa impenetrable y sin salidas.),de eso estaba segura, lo dedujo por el tiempo que llevaban andando, sabía que aun faltaba camino por recorrer, si era que llegaran por tierra, mas sin embargo puedo percibir el olor peculiar del Mar y a pescado, se dijo que estarían en algún muelle, embarcaron desde allí, rumbo al Thassa, tal vez a Cos o Tyros… pidió en silencio a los reyes sacerdotes que no fueran a temida ciudad de  Puerto Kar.

         Fuera de donde ella estaba, se oían hombres gritando y dando órdenes, el ruido que causaban al mover de jaulas, y barriles, los latigazo restallaban en los cuerpos azotando a los esclavos mientras eran apresurados a desembarcar los carros llenos de mercancía para abordar en el muelle; pudo incluso escuchar gritos de mujeres, “¡Esclavas capturadas!” lo dedujo por los diferentes idiomas que en ellas rogaban asustadas, a las que posiblemente marcarían y venderían más tarde en alguna plaza. Eran Mercaderes de Ar, sus sentidos se pusieron en alerta, ya que ella misma correrían esa suerte, o “no fue eso lo que le había dicho el Guerrero del Casco”.

            La lona que cubría el carro en donde ella era transportada, se abrió al cabo de un rato y enseguida apareció a su lado un hombre, era el mismo del casco, pero ya no lo llevaba puesto, estaba oscuro pero lo reconoció por su túnica de Guerrero, el hombre se arrodillo a su lado le quitó la mordaza y la puso de costado.

-¡Abre la boca pequeña!. – le ordeno, mientras la ayudaba a incorporarse de a poco sobre su codo, e inclinando el cuenco dejó caer el agua sobre sus labios. Le dio de beber.

           Sel-leen pudo ver mejor el rostro del Guerrero, reconoció que era en verdad un hombre muy atractivo de ciertos rasgos un tanto toscos, pero su nariz perfilada y pequeña le daban un aspecto atractivo; y allí estaban sus enormes y bellos ojos, poblados de espesas pestañas y grandes cejas, el sentir sus manos sostener su cabeza detrás de su nuca la estremeció de pies a cabeza, pero al recordar los anteriores hechos se le revolvió el estómago y se le estrujo el corazón. Intentó separarse de él, pero sus fuertes manos se lo impidieron, así que bebió el preciado líquido, el cual resbalo por un costado de su boca mojándola de un lado. El guerrero la dejo caer suavemente sobre el  suelo, esta vez no la amordazo. Busco entre sus cosa y sacó de sus pertenecías un saquito de piel, de allí cogió entre sus dedos unos dátiles los cuales le introdujo entre su labios apretados y le lleno la boca, la miró con expresión tranquila y le ordenó comer.

             Sel-leen mastico con dificultad y lentamente fue saboreando lo que le había dado y trago. Bajo la mirada y se acurruco en donde estaba, su cuerpo temblaba de ira contenida al portarse tan dócil delante del asesino de su padre.

               El Guerrero se incorporó y se paseo por la tienda, acomodando ciertas cosas que sel-leen no pudo ver ya que en verdad era muy poca la luz que se filtraba por la abertura de la tienda.

-¡Enterramos al Anciano!. –dijo mientras caminaba hacia la entrada. -¡Yo mismo me encargue de ello!. 

              Sel-lee se sorprendió y levantó su rostro, lo miró con ojos muy abierto impresionada por lo que había escuchado de aquel hombre, este desde donde estaba ni siquiera la miró, sus palabras sonaron calmadas con un tono de sinceridad que la confundió, ningún pirata desalmado haría tal cosa al menos que no lo fuera.

          El hombre salió de la tienda y cerró nuevamente cuando bajo del carro. Sel-leen nuevamente comenzó a llorar esta vez sus sollozos eran quedos pero no se atrevió a decir palabra alguna, ni siquiera le agradeció, y no tendría por qué hacerlo si el mismo había dado muerte a su padre, era su deber, su responsabilidad, era lo menos que podía hacer después de su acto de vandalismo. Aunque si mal no recordaba, aquel extraño hombre no estaba entre los seis piratas que ella había contado. No recordaba haber visto a ninguno con casco y menos vestido de guerrero.

             Nuevamente el carro volvió a ponerse en marcha, volvían nuevamente a seguir su rumbo, pero ¿Acaso no eran de Puerto Kar?, ¿Hacia dónde se dirigían? Sel-leen comenzó a temer por su vida. Un brusco movimiento la hizo rebotar golpeándose la cadera contra las tablas duras con conformaban el suelo del carro. No había pasado mucho rato, desde que emprendieron de nuevo el viaje cuando se escuchó nuevamente dar la orden de que se detuvieran, esta vez el alto rubio fue quien entro a la tienda, la levanto del suelo, se la echó sobre el hombro sacándola del carro.

                 Sel-leen gimió en señal de protesta, gritando y retorciéndose para liberarse. No funciono. El alto rubio la saco llevándola hacia atrás y la depositó sobre la tierra y con un cuchillo pequeño rasgó la túnica que ella llevaba, y arrancó el chaleco con capucha que llevaba para ocultar su hermoso cabello. Dejándola completamente desnuda, sel-leen grito.

-¡Nooo, no por favor! – grito mientras intentaba ocultar su desnudez encogiéndose arrodillada en la tierra. Temía lo peor, sabía, por las historias de su padre que los piratas y todos los hombres en particular violaban a las mujeres que capturaban y luego eran vendidas a los Mercados de Esclavas, como carne de collar. El rubio, la cogió del cabello le levantó el rostro y la golpeó en el rostro con el dorso de su enorme mano, haciéndola caer sobre el suelo, sel-leen enseguida sintió el sabor de la sangre dentro de su boca, intento incorporarse, pero sus muñecas atadas se lo impidieron. El alto Turnock, saco unas fibras que llevaba consigo, dio un paso hacia ella y la levanto del suelo, cogiéndola por un brazo la  alzo sin esfuerzo, la puso de espaldas contra le enorme rueda trasera del carro, la ato fuertemente, sujetando bien su pierna izquierda, sel-leen quien gritaba que la soltase, se movía y retorcía haciendo que al rudo Turnock se le dificultara hacer las debidas ataduras y nudos-

-¡Quédate quieta.! –Trono. -¡Tonto animal, o volveré a golpearte!- Le ordenaba a la joven muchacha quien aun así se resistía, por lo que la sujeto fuerte por el cuello y de un empujón lo presiono contra la rueda del carro, el sentir sus fuertes manos apretar su garganta la hicieron palidecer, le faltaba el aire y sus movimientos poco a poco se fueron calmando a fin de hacer que este la soltara y volviera a entrar el aire a sus pulmones. De repente  justo cuando creía que iba a morir asfixiada, escucho la voz ronca y potente del Guerrero del Casco.-

-¡Suéltala Turnock o juro que te matare yo mismo!. -Grito a la vez que desenvainaba su espada Goreana haciendo presión punzante entre los omóplatos del alto y fornido hombre.- Turnock, la soltó.

            Sel-leen quien volvía a respirar, tosió y aspiro aire desesperada, a su rostro volvía nuevamente el color poco a poco, de su boca aun mana la sangre de la herida que la había causado Turnock al golpearla. y en la piel de su cuello se comenzaban a ver los moretones en forma de los dedos del libre.

              El alto rubio bajo la cabeza apenada y miro al Guerrero.

-¡Disculpe, Capitán Zaltar, ...pero esta bestia...! -Miro furioso a la muchacha atada a la rueda luchando por  intentar recuperar el aliento.

-¡...No dejaba de moverse, para ser una hembra, tiene mucha fuerza! - Sonrió con picardía.

-¡Bien, Déjalo así yo lo termino! –Dijo Zaltar, acercándose a la muchacha y comprobar por el mismo que estuviera bien atada.

¡Está bien atada, no se moverá!. –Dijo pasando por un lado del alto Turnock. -¡Ahora, busca al herrero y que traiga el hierro caliente, debo marcar a esta esclava!.

            Sel-leen palideció al escuchar semejante atrocidad, la marcaría, sin duda ya nunca más volvería ser libre, a no ser que escapara. Pero como lo haría si estaba atada de pies y manos. Comenzó a moverse enérgicamente, llamando la atención de Zaltar, quien se giró y la miro divertido, con su sonrisa torcida la cual le hacia lucir atractivo mas de lo que realmente era. El sabía que jamás se soltaría.

-¡No. Nooo!. –Gritaba sel-leen con los dientes apretados.-¡No pueden marcarme, no soy una esclava!, ¡Pertenezco a los de la Casta Verde!. -Les decía. Zaltar se acerco y acaricio su rostro con dos de sus dedos, dibujando una línea imaginaria desde su sien hasta la barbilla. Sel-leen aparto bruscamente la cara de su contacto, ya que este mismo la descontrolaba de una manera inusual.

-¡Soltadme sucio Sleen*!.- Le gritó escupiéndole en el rostro. Se arrepintió, pero ya era tarde para enmendar lo hecho, al verle tembló, su expresión cambio, ahora había en su rostro odio y desprecio hacia ella, su mirada se endureció, y en cuanto llego el maestro del hierro el mismo se adelantó, tomó los guantes grueso que traía, se lo colocó con destreza aparente, cogió el hierro candente entre su fuerte mano y él mismo lo presiono contra el muslo izquierdo de sel-leen. Esta gritó tan fuerte como puedo, su rostro palideció y de sus ojos brotaron lágrimas, inundando sus mejillas; el dolor era insoportable, intento moverse, y el olor a carne quemada le llego a su nariz  y la hizo volver el estómago sobre ella misma.
           
            Zaltar la miraba con expresión seria, y fría. Injustamente, él ahora sería su amo y señor, y ella jamás volvería a ser la dulce y tierna niña de su Padre. Jamás volvería a ser una mujer libre. viviría el resto de su vida confinada a la esclavitud, servirá tanto a los hombre y como a las mujeres Libres y aun peor, servirá  al libre que con su espada había causado la muerte de su amado padre, cuánto lo odiaba, jamás le perdonaría.

            Turnock a una señal de su capitán, la desató y dejó caer sobre la tierra, sel-leen se retorcía de dolor en el suelo, enseguida Zaltar sacó de entre su alforjas, un collar, el cual era un pequeño aro de acero, que se ajusto al tamaño exacto de su cuello, Turnock le levantó la cabeza tirando de sus cabellos, y arrastrandola la puso delante de Zaltar, este  la miro, su rostro y cuerpo lleno de polvo, sangre y vómito; poniéndose en cuclillas a un costado de ella, le cerró con un ligero clic, el collar justo detrás del cuello de la ahora, joven esclava.

            Tomo su rostro con una mano aun enguantada y la obligó a mirarle, ella pudo ver en su cara el asco que este sentía al verla como estaba. Se ruborizó. Zaltar se acercó a ella y le susurro al oído.

¿Y ahora quien es la sucia?, esclava!? – Turnock comenzó a reír estruendosamente mientras Zaltar se ponía de pie, y se limpiaba las manos, tras quitarse el guante; con un movimiento de su mano llegaron a el dos kajiras ambas eran hermosas, de delicados rasgos y vestidas con delicadas y diminutas túnicas, ambas vertieron dos cubetas de agua helada sobre sel-leen, quien gritó y por la impresión intentó incorporarse y solo resbaló en el charco que había a causa del agua que le echaron para lavarle. Las dos kajira se burlaban de ella, señalaban su pierna  y reían.

¡Kajira, kajira sucia! –Decían entre risas.

¡La Verde, ahora es una sucia kajira!! -Se-leen lloro, mientras Turnock la cogía nuevamente sobre sus hombros y la llevaba al carro para atarla y dejarla allí.

Justo se disponía a subirse al carro cuando escucho la voz de Zaltar.

-¡Llévala a su perrera Turnock, esta noche la nueva kajira dormirá donde corresponde!. -Turnock reía a mandíbula batiente mientras la llevaba detrás del carro en donde habían varias perreras debajo de uno de los carros que servía como tienda.

        Abrió una de las perreras, y por venganza escogió la más pequeña, la dejo en el suelo, mientras la abría para luego empujarla con el pie dentro de ella. Cerró con llave. Turnock se alejó mientras su risa se perdía en medio de la fiesta que comenzaba a prenderse lejos de donde la habían dejado. Sel-leen atada aun de manos intentó arrodillarse pero la jaula en donde la había metido era demasiado pequeña y ella no podía estar sentada sin tener que doblar la espalda, por lo que decidió echarse de un costado y juntar sus rodillas para resguardarse del frío. El dolor en la pierna le era insoportable, Lloró por largo rato hasta quedarse dormida.-



              No había pasado mucho tiempo, cuando sintió una punzada en un costado, se movió un poco pensando que sería algún calambre por estar así acurrucada tanto tiempo, y no fue sino a la tercera que realmente le dolió que se incorporó sobre un codo y pudo ver frente a su jaula a una chica, bastante delgada, la cual se puso de rodillas frente a ella, su rostro era juvenil y muy bonita, de labios delgados, y de ojos enormes, vestía un simple vestido de rence de color gris, la chica tenía el cabello negro pero corto, sus ojos se veían claros, no pudo percibir bien su color por la oscuridad pero estaba segura que eran muy claros, quizás tendría poco menos de 16 años o quizás ambas eran de la  misma edad. La chica se acerco un poco más y le habló.

-¿Cómo te llamas kajira?- le decía mientras giraba la vara con que la molesto, entre sus dedos.

-¡Sel-lee!. -Le dijo con altivez. -¡Y no soy kajira.! ¿Quién rayos eres tú? -¿Vienes también a burlarte de mi? -La miro molesta y con el rostro desencajado por el dolor.

       La otra chica la miro y negó con la cabeza sentía pena por sel-leen. La joven kajira le mostró una amplia y encantadora sonrisa, con una señal le pidió que le mostrara su pierna, sel-leen dudo por un instante. –¡Tranquila solo vengo ayudarte!. –le dijo a la vez que miraba por encima de su hombre en busca de alguien que las observaran;  de entre sus ropas sacó un envase de barro con un contenido dentro, sel leen sabía que era..

¡Muéstrame tu pierna marcada!.- le volvió a pedir.

Sel-leen aún dudosas se movió y estiro mostrándola su pierna herida por el hierro candente.

-¡Duele mucho! -Le dijo.

-¡Lo sé, pero con esto sanará pronto y no dolerá más, al menos no por un largo rato! –le dijo la joven mientras, metía su brazo por entre los barrotes de la perrera y untaba lo que parecía un ungüento hecho de frías hierbas, que colocó delicadamente con sus finos y delgados dedos sobre la pierna herida.

¡Gracias! –le dijo sel-leen en un susurro. -¿Cómo te llamas? –le pregunta a la joven que ya se ponía de pie para marcharse.

-¡Itzá. Le grito mientras  se marchaba, y en un inh se perdía corriendo en la oscuridad.!

         Sel-leen comenzó a sentir el alivio en su pierna, el extraño lugar la atemorizaba, el ruido de las noches en Gor son en verdad aterradores, infinidad de peligros abundan afuera, y ella estaba a merced de cualquier animal que desease atacar, y no hacía nada con gritar estaba lejos del alcance de los Guerreros y con los ruidos del festejo dudaba mucho que la encontrasen con vida si llegara a aparecer algún animal para atacarla.

         Paso mucho rato, antes de dormirse, imaginándome cosas, llorando por los acontecimientos recientes y la pérdida de su amado Padre, al cabo de poco tiempo se volvió a  quedar profundamente dormida. Soñando con el extraño Guerrero del Casco gris con la abertura en forma de "Y" que caía sobre su pequeña nariz, y esa sonrisa retorcida que la hacía estremecer de pies a cabeza,  sus ojos, eso ojos verdes como las aguas del Mar de Thassa, de repente su rostro se transformó en odio y rencor, sentía sus manos alrededor de su garganta, de pronto su dueño se convertía en un alto y rubio Guerrero, Turnock quien la golpeaba en la cabeza con una vara una y otra y otra vez molestandola sin parar...

Continuará...



*Sleen: mamífero carnívoro de la cual se conocen diferentes variedades, su cuerpo es largo y posee seis patas, algunos pueden llegar a medir hasta 7 metros de largo y pesar por sobre los 70 kg. Tienen dos filas de dientes afilados y cabeza en triangular muy semejantes a una vivora, sus zarpas poseen seis garras. Son animales muy sucios por lo que generalmente huelen muy mal.Cazadores eficientes e incansables, capaces de seguir un rastro durante días hasta alcanzar su cometido.