lunes, 10 de noviembre de 2014

Arij, La esclava Libre. (4to Capitulo)



Capitulo IV
La Enseñanza



Sel-leen fue depositada sobre las suaves y delicadas pieles, su cuerpo temblaba y no era precisamente por el frió, su cuerpo estaba experimentando nuevas y extrañas sensaciones, sus pechos estaban erizados, haciendo que sus pequeños pezones se endurecieran, el recuerdo de aquel contacto, aquel beso, aun permanecían en su piel, recuerdos del rose de aquellas manos expertas, manos cansadas de tener a infinidades de esclavas.

Zaltar de pie frente a ella, la miraba, no perdía detalle de las sensaciones por la que estaba pasando sel-leen, había descubierto ya como activar su sensualidad, disfrutaría enseñándole a ella como reaccionar a cada caricia de él, a cada señal, el era eran incluso capaz de hacerla sentir de muchas maneras, y si hubieran sido otras las circunstancias, sin duda ella estaría perdida.-

Sus ojos permanecía aun cerrados, sus sensuales labios aun entre abiertos en espera de seguir sintiendo sus crueles pero sensuales besos, Zaltar aun de pie junto a ella, sonrió, la miraba incapaz de resistirse al simple hecho de que sel-leen aun era virgen. Él lo sabía, y deseaba con cada fibra de su ser poseerla, lo deseo incluso desde el misma instante en que la descubrió escondida, con el arco y las flechas cortas, bajo aquellos harapos que usaba como túnica de muchacho, Zaltar se dio cuenta cuando la rodeo con sus brazos y sintió las delicadas curva de sus senos, eso fue lo que le impidió matarla en ese mismo instante, justo después de verla como apuntaba y daba muerte a uno de sus hombre.

Zaltar era en verdad Mercader de Ar, acostumbrado a viajar por tierra y por mar; y de cada viaje recolectar lo mejor de los mundos, llevaba y traía mercancías de todos los rincones de Gor desde las frías montañas de Thentis hasta las planicies de Turia, en su recorrido había comprado y vendido a miles de esclavas, había incluso luchado en batallas por la conquista y el poder y contrabandeaba luego lo poseído; se valía todo en Gor. Se había hecho ya de una pequeña fortuna, y aunque se había debatido entre la vida y la muerte en muchas ocasiones, todo era por defender su honor y su valiosa mercancía.

Del filo de su espada había limpiado mucha sangre, pero jamás había asesinado en vano; no supo porque sus hombre habían irrumpido en aquella casa alejada de Turia, él la conocía bien, conocía incluso al viejo Medico; el mismo en sus viajes de paso por esas tierras, le había comprado medicinas y vendido yerbas al padre de sel-leen.

Zaltar vagamente recordaba que en más de una ocasión había visto de lejos al muchacho, hijo del viejo Aarago, Medico de Turia; incluso llego a conoce a la madre cuando ella aun estaba embarazada de sel-leen; ella quien había quedado en cinta ya entrada en años, y por los cuidados y atenciones del viejo Aarago llego a su término. Aunque poco después muriera de una extraña afección que el viejo aun con todos sus conocimientos no pudo curar.

Cuando Zaltar en uno de sus viajes supo que había muerto la esposa del Viejo Medico, intento ofrecerse como tutor; sabía que tarde o temprano el muchacho quedaría solo y desamparado, a merced de algunos esclavista; o peor aun de bandalos piratas o proscriptos que pudiesen necesitar los servicios de algún Verde para curar a sus tropas mercenarias.

Zaltar en muchas ocasiones, y a medidas que el niño iba creciendo, le decía a Aarago que debía de entregarlecelo, que él lo llevaría a través del mundo y que durante sus viajes aprendería del mejor; haciendo del joven muchacho un valiente Guerrero o incluso seria un Mercader como él; pero siempre por alguna extraña razón el viejo le entregaba despues de entregarle su pedido, pagale su mercancía, lo evadiendo y sus propuestas y comentarios eran silenciados por palmadas en la espalda miestras lo escoltaba y lo acompañaba hasta sus carros para que se marchara, esta actitud siempre divertía a Zaltar, por lo que cada vez que se subía y tomaba las riendas de sus Bosk le gritaba al viejo antes de irse.

-“ Jajaja, Ya verás viejo, te arrepentirás de no dejarlo ser un verdadero hombre!”, y riendo a mandíbula batiente se ponía en marcha.

Ahora Zaltar sabia la verdadera razón, del viejo Aarago, este no había tenido un hijo, sino una hija, a la cual había criado bien, de eso no le cabía la menor duda. La chica sabía defenderse y sabía bien usar las armas, pero ahora eso sería un arma de doble filo.

Ahora Zaltar haciendo un esfuerzo sobre humano, controlando sus deseos intensos por poseerla. Verla así, una mujer tan vulnerable y además hermosa le perturbaba y nublaba los sentidos, no podía permitirse debilidad alguna y menos por una bestia, como lo era ella ahora. Debía salir a tomar algo, y algo muy fuerte, ya que aun sentía sus labios tibios y tiernos entre los de él, y en sus manos hormigueaba la sensación de tener su suave y redondeado trasero. Sacudió la cabeza, ella estaba haciéndole daño, verla así, despertaba su hombría al máximo, un ihn mas y no podría detenerse.

Para sorpresa de se-leen, sintió en su rostro como le lanzaban una piel para cubrirla y así con ella secara su cuerpo aun húmedo del agua que había usado para asearse.

Zaltar se movió a un costado, cogió una cadena que prendía de la anilla puesta al pie del lecho, lo tomo y con un clic la engancho al collar de acero de sel-leen, se dio media vuelta y se marcho cerrando tras de sí la pesada puerta.

Sel-leen abrió los ojos, todo había pasado muy rápido, y para su sorpresa y frustración se encontraba sola y tapada, bajo las pieles se encogió acurrucándose por la humillación de sentirse débil ante aquel hombre extraño, aparto furiosa las pieles. Aun no comprendía la razón, si tanto odiaba a aquel hombre por que estaba molesta por no terminar lo que había comenzado, sel-leen se odio por dejar que su cuerpo, le dominara la mente, que tonta debió verse acostada con los ojos cerrados y temblando de deseo por seguir sintiendo las manos de aquel hombre, bárbaro, sucio y ruin, sobre su piel.

El frio de las noches Goreana le heló la piel, Tembló al sentir el frió que se colaba por una ventana, en su cuerpo aun desnudo, volvió a tomar las pieles y se tapo.

Avergonzada por su reacción, por lo que había estado a punto de suceder, se cubrió el rostro con las pieles, se giro de un costado y sintiendo enseguida el sonido de las pesadas cadenas que le recordaban su verdadera condición. Esa noche no hiso otra cosa que llorar.

- ¡Esclava!. –Grito mientras se sentaba frente a una mesa dentro de una taberna de paga.

Zaltar miro al entrar, que el lugar estaba casi vacío, comenzaban a llegar los clientes, atenta en una esquina se encontraban las esclavas,quienes a la espera de una señal correrían a atenderle; con una gesto de su mano capto su atención de una y le grito.

-Quiero paga, Har-ta- Enseguida la muchacha corrió hacia donde el se había sentado con las piernas cruzadas alrededor de la mesa. Llevaba con sigo la botella de paga.

Zaltar había pagado cuatro discotarns de cobre por esa botella de Paga.

El tintineo de los cascabeles a su izquierda le anunció la presencia de una joven, vestida de seda amarilla. Era morena y se arrodillo a su lado encuanto llego.

— ¿Paga, amo? —preguntó, Zaltar asintió inmediatamente, la joven lleno la copa. La bebió de un trago y sin darle tiempo de marcharse, la joven muchacha que serbia se volvió y arrodilló de nuevo junto a el, comprendió que no debía de levantarse. 

— ¿Deseáis más, amo?- pregunto con una mirada encantadoramente seductora y con gesto interrogante.

— ¿Cómo te llamas? —pregunto, tomando de entre sus dedos el cabello sedoso de la chica.

Ella le miró de reojo, mientras volví a llenar su copa que otra vez había vaciad de golpe.

—Tellisa, si le parece bien al amo!.

Era un nombre Turiano. Las esclavas en Turia suelen ser muy codiciadas, no de extrañarse que en esa taberna se atendiera de la mejor manera sus clientes.

-¡Me complace, esclava!.- le dijo mientras metía una mano por un lado de su túnica, acariciando la redondez de sus caderas.

La esclava, le miro y sonrió divertida, acostumbrada a estos tratos de los hombres, muchos llegaba solo a beber una botella y a usarlas, si así les placía. Recibió de muy buena manera las caricias del Mercader, sin titubear ella le ofreció de una manera tan descarada, tan acostumbrada en las esclavas del placer, sonrió con su mejor sonrisa. Zaltar sabía que él y sus caricias eran bien recibidas por cualquier esclava e incluso sabia que él era motivo de envidas entre muchos otros hombres y Guerreros de Gor. Se rumoreaba incluso entre las esclavas que era un hombre insaciable con respecto a ellas. Que sabía dar buen uso de sus esclavas. Y que a su paso cuando usaba a una mujer solo lo hacia una vez, consiguiendo absolutamente todo de ella. Jamás se había quedado con una por mucho tiempo, y luego sin importar le vendía. Zaltar le gustaban los retos en la guerra de los sexos; prefería a las libres ya que eran capaz de dar batalla cuando se les capturaba, disfrutando de su agonía y del hecho de dominarlas para hacerlas esclavas, le complacía grandemente.

Zaltar ya iba por la segunda botella de paga, la esclava reía complacida de las caricias y las atención que había lograda captar de él. La verdadera razón por la que Zaltar se encontraba en ese lugar bebiendo hasta casi perder el sentido, era el calmar sus instintos de hombre ante, instintos antes despertados por una joven inocente y vulnerable, la cual aun permanecía irónicamente entre sus pieles. La simple idea le revolvía sus impulsos y alborotaba una innegable necesidad, el deseo por saciar sus ganas; no se espero mas, cogió a la joven esclava vestida de seda amarilla, y con un movimiento ágil le arranco las sedas y de un tirón de su brazo la puso sobre su regazo, acariciando ahora uno de sus redondeados y firmes pechos, desnudos, la kajira se quedo quieta dejando que su amo se deleitara con su exuberante cuerpo, Zaltar la tomo del cabello detrás de su nuca y con fuerzas la beso, en un beso que mas que disfrutar le serviría para borras los tiernos y rojos labios de sel-leen. Sus nalgas hacían presión en la virilidad ahora creciente de Zaltar.

Descaradamente Tellisa, moví sus anchas caderas, haciendo con este roce descontrolar y conseguir así el placer de excitarlo y así le permitiera complacerlo sobre las pieles.

Zaltar que ya estaba bien bebido, de un tirón la bajo de su regazo y se puso en pie, la esclava se lanzo a los pies del amo temblando y llorando, besando con ferviente deseo y placer sus botas, creyendo que quizás ella había hecho algo que él no aprobaba, pero mas bien era una artimaña utilizada para despertar sus instintos de dominación.Con un gesto pidió al cantinero le diera una habitación a donde poder llevar a Tellisa. La cogió de un brazo la alzo sobre su hombro izquierdo y la llevo hasta una pequeña habitación que se encontraba en la parte de arriba de la taberna, se subía a ella por una pequeña escalera. El rostro de la muchacha se iluminaba al pasar por las lámparas de aceite de Tharlarion que colgaban de las paredes.

Una vez arriba Zaltar la dejo caer en el suelo frió a tellisa y justo allí le ordeno quedarse quieta, se paro detrás de ella y sin piedad la uso.

Un ruido llamo la atención de sel-leen, se apresuro en sentarse, el sonido de la cadena la confundió, observo atenta a su alrededor, ¿que sería ese extraño ruido?. y justo cuando se disponía a acostarse nuevamente, volvió a escucharlo, esta vez estaba segura de que provenía de la habitación en donde estaba. Debido a la oscuridad sus ojos se enfocaron en varios puntos, y aunque se había habituado a ella, la débil luz que se filtraba por la ventana no era que dejara mucho que ver; más sin embargo la luz que se colaba por la ventana llegaba a iluminar una amplia zona justo en una esquina de la habitación en la cual había un enorme cajón, parecía mas bien un baúl. Guardo silencio y espero. Otra vez el ruido y para su sorpresa apareció un diminuto Smufit. 

Los smufit son pequeños mamífero utilizado como mascota por las muchachas, son de grandes ojos y de dientes muy afilados, pero realmente inofensivos si se les cría desde pequeños o se les adiestra. Se dice que las Libres los tienen de mascotas en sus alcobas porque se alimentan de los parásitos que se alojan en las pieles, sel-leen sonrió e intento llamar su atención, busco a su alrededor y vio unas migajas de pan cerca de donde estaba, al parecer su amo no era muy pulcro que se diga o no tenia kajira que le sirviera. ¡Ahora sí!, pensó, haciendo una mueca de ironía en sus delicados labios.

Le lanzo una migaja a unos pocos centímetros entre ella y el smufit. Este enseguida llego hasta él, no parecía tímido, así que traerlo no le fue inconveniente. Lanzo otra miga un poco más cerca de donde ella estaba y poco a poco el smufit llego a solo un pasmo de su mano la ultima miga la cogió de entre sus dedos, haciéndole cosquillas al posar sus patitas en ellos y agarra con su pequeño hocico el ultimo pedazo de miga de pan que había en la habitación. El pequeño animalito la miro en espera de más.

– Lo siento amiguito era el ultimo! – le dijo a pequeño animalito, quien olfateo el lugar, se sentó sobre sus cuatros traseros y alzo una patita y se comenzó a rascar detrás de su oreja, para luego de un golpe salir corriendo en dirección hacia donde había salido.

 El ruido que lo hiso huir era el sonido de la pesada puerta al abrirse con la llegada de Zaltar.

Se veía bastante mareado sel-leen se encogió entre las pieles y se acurruco en un costado justo al pie del lecho, tapándose aun con la piel que este le lanzara ante se marcharse. Zaltar en el momento en que abrió la puerta alcanzo a ver a sel-leen y junto a ella al pequeño roedor.

-Veo que ya conoces a “Tot”!. – le decía mientras daba tras pies y caminaba con dificultad debido a que había bebido mucho. Sel-leen no se movió, estaba asustada y temblaba. El sonido de las cadenas le desagradaba. Zaltar se detuvo justo frente a ella, desde allí, ella parecía mucho más pequeña, mucho más vulnerable se veía incluso mucho más hermosa. Pensó.

Zaltar creyó que quizás fue mala idea regresar así; sentía que aun después de haber saciado sus deseos, dos veces con la bella tellisa, regresar a casa, y verla allí, volvía a despertar en él, nuevas y extrañas sensaciones.-

-Tot, maldito animal!!. -decía mientras miraba el lugar por donde se había escurrido el pequeño animalito.

-¡Nunca se ha dejado atrapar, por mi!. - Decía mientras se despojaba con dificultad de sus ropas.

–Como has conseguido que se acerque tanto? - tropezó y casi cae. -¡Yo si acaso le tiro migas para alimentarlo! Argrrrr!- gruño mientras intentaba quitarse una de sus enormes botas, y la lanzaba a una esquina de la habitación. Miro a sel-leen quien permanecía asombrada y asustada.

Zaltar arqueo una ceja de manera arrogante al verla así callada, sabía que había aprendido la lección. No le era permitido hablar si no se le ordenaba antes.

-jajaja. – rio por lo bajo.- ¡Puedes hablar kajira!. – Sel-leen bajo la mirada y respondió en un murmullo.

-Q-qui- quizás no se acerque porque te tiene miedo, y p-pie -piensa que lo vas a matar. Respondió sel-leen temblando y sin mirarle.

- ¿Igual que tu pequeña eslín?- sel-leen levanto la mirada y se encontró con aquellos ojos que ahora la miraban divertido y la hiso sentir nuevamente extraña. Volvió a mirar el suelo.

-jajajaja. -Zaltar rompió el silencio con una sonora carcajada, lo que disgusto a sel-leen, aquella risa odiosa la hería donde más le dolía, en su orgullo. La joven se abrazo las rodillas y puso su barbilla sobre ellas, Zaltar termino de quitarse las botas y el resto de su túnica y quedo completamente desnudo, sel-leen quien no se había percatado de ello, permaneció quieta hasta que él le arranco la piel con que se cubría su desnudes y le ordeno empujándola con un pie que se apartara de allí.

Fue cuando este se acostó sobre las pieles que sel-leen se percato de su denudes y ahogando un grito de horror entre sus manos, se giro y le dio la espalda. Zaltar volvió a reír.

-¿Si desea pasar frió, por mi está bien!.- Zaltar se giro para quedar de frete a la espalda de ella y apoyado sobre un codo le ordeno.

-Mírame, esclava!- sel-leen no respondió. Zaltar se movió con intención de levantarse y a la vez que decía.

-Veo que tendré que... –no termino la frase, sel-leen se había puesto de rodillas frente a el, con la cabeza gacha y cubriéndose sus pechos con sus brazos. Zaltar rió.

Con una mano levanto las pieles dejando ver su torso desnudo y parte de su entrepierna, le ordeno con un gesto a sel-leen que se acostara junto a él. Ella de mala gana obedeció, sabia que el frió era implacable.

Sel-leen se metió entre las pieles y debió pegarse a él por que las pieles eran pequeñas y solo le cubrían parte de su cuerpo dejando al frió nocturno su redondeado trasero. Se pego mas, sintiendo su proximidad quemarle la piel, sus sentidos se alertaron, su corazón volvió a latir con descontrolado desenfreno. Temió que Zaltar pudiese oír sus fuertes latidos, latidos que la dejaban sorda.

Zaltar paso el brazo al rededor de sus hombros, cubriéndola con su cálido cuerpo y como para estar el mas cómodo la rodeo también con una pierna, que paso por encima de su cadera, dejando a sel-leen boquiabierta al percatarse que de su costado, justo a su cadera izquierda pegaba el sexo de su amo, suave y cálido y que comenzaba a ponerse duro. Tembló entre sus brazos esperando un desenlace inevitable.

Zaltar la tomo de la barbilla de sel-leen obligandola a verle a los ojos, y en un gesto calmado la cubrió con sus labios, envolviéndola en una nueva sensación de entrega, sel-leen abrió sus labio en espera de volver a sentir los de Zaltar, quien con su lengua descarada hurgo dentro de su ser, dejándola sin aliento, y un tanto mareada, ya que de su boca podía percibir el sabor al vino de paga que este había bebido en la taberna. Su aroma la embriagaba dejándola a ella quizás igual de bebida que el. Ese día de haberlo querido, Zaltar la hubiera usado como uso a la esclava Tellisa.

Sel-leen comenzó de nuevo a vivir los acontecimientos de esa noche antes de llegar allí, cuando en el bosque, mientras estuvo atada al carro su captor y ahora dueño la había besado.

Sintió como Zaltar se ajustaba mejor a su cuerpo, enseguida dejo de besarle, se metió entre su cuello y sel-leen, en ese momento temió que pronto la cubriera con su enorme y músculos cuerpo haciendo que lo inevitable pasara.

Pero para su sorpresa solo escucho el sonido de una respiración pausada y calmada, y que cada vez era más tranquila, y lo que escucho a continuación la hiso abrir los ojos, los ronquido que este emitió cerca de su oído no la dejaron dormir en mucho rato.

Continuara...

No hay comentarios:

Publicar un comentario