lunes, 3 de noviembre de 2014

Arij La pequeña esclava (2do Capitulo).


                                 Capitulo II

*La Marca de la esclava*


    Sel-Leen en su lucha, se retorcía para soltarse de sus ataduras, cosa que le era en vano; aquellos hombres eran expertos en capturar esclavas y por consiguiente, sus nudos y ataduras eran imposibles de soltar. O al menos lo era para ella. Por fortuna aun estaba vestida, la sola idea de que la desnudasen la aterraba, y más cuando el enorme Guerrero Turnock, la había amenazado en varias ocasiones,  si no guardaba silencio, por lo que termino poniéndole una mordaza.-

       No supo en realidad el tiempo que permaneció tirada dentro de la carreta, por el cansancio y las ganas enormes que tenia de dormir,  dedujo que seria ya de noche, se dio cuenta que pronto volverían a emprender camino hacia su destino.Comenzando a moverse nuevamente esta vez con mayor brusquedad.-

       Durante todo el viaje, la joven sintió cada piedra con que se topaban en el camino, cada salto que las ruedas del carro daban, lo sentía ya en su ya dolorido cuerpo. Estaba aun donde la habían lanzado, como si ella fuera un saco de harina, se encontraba realmente adolorida y es que la posición en la cual estaba y llevaba así, ya muchos ahns. (En Gor, el tiempo no es medido por la electricidad como lo es en la Tierra. Los Goreanos usan preciosos relojes de sol, relojes de luna y, cuando están dentro de casa, se guían mediante relojes de agua. Las relaciones de sus medidas con las nuestras, son:
Ihn. Segundo Goreano
Ehn. Minuto Goreano, equivalente a 80 ihn
Ahn. Hora Goreana, equivalente a 40 ehn o 3200 ihn)


         Al verse así, un recuerdo llego a su mente, ver el cuerpo de su padre tirado en el suelo, yacía sin vida,  mientras ella era lanzada sobre el hombro del Guerrero, jamás la olvidaría. Sel-leen cerro sus ojos y lloro amargamente, jamás volvería a verle, ni mucho menos podría darle una sepultura digna a su amado Padre. Su destino ahora era incierto pero ya no le importaba, no deseaba vivir sin su querido padre. El odio que sentía hacia aquellos hombres jamás se calmaría, jamás pensó que sería capaz de usar un arma contra una vida, sea cual fuera, pero esta vez era diferente, esta vez había una razón y se juro que jamás lo perdonaría.

      Llegaron a destino ya entrada la noche, pero no era aun su destino, Puerto Kar, (Puerto Kar es una conocida guarida de piratas y su nombre es sinónimo de crueldad y piratería. La viciosa ciudad de Puerto Kar, la escoria del brillante Mar de Thassa, es una vasta y disgregada masa de edificios, cada uno de ellos casi una fortaleza, en Puerto Kar no hay ni una sola torre, dividida y cruzada por cientos de canales, que acaban en el delta del golfo que forma el Tamber; es de hecho una ciudad amurallada, aunque sus muros no son los convencionales. Sus edificios, los que tienen vista hacia el Delta o el Golfo de Tamber carecen de ventanas en aquella dirección, dichos muros son  hechos de muchos centímetros de espesor, con tejados en forma de almenas. En los últimos años han sido protegidos por grandes puertas de hierro con gruesos barrotes que penetran en las peligrosa aguas del Thassa impenetrable y sin salidas.),de eso estaba segura, lo dedujo por el tiempo que llevaban andando, sabía que aun faltaba camino por recorrer, si era que llegaran por tierra, mas sin embargo puedo percibir el olor peculiar del Mar y a pescado, se dijo que estarían en algún muelle, embarcaron desde allí, rumbo al Thassa, tal vez a Cos o Tyros… pidió en silencio a los reyes sacerdotes que no fueran a temida ciudad de  Puerto Kar.

         Fuera de donde ella estaba, se oían hombres gritando y dando órdenes, el ruido que causaban al mover de jaulas, y barriles, los latigazo restallaban en los cuerpos azotando a los esclavos mientras eran apresurados a desembarcar los carros llenos de mercancía para abordar en el muelle; pudo incluso escuchar gritos de mujeres, “¡Esclavas capturadas!” lo dedujo por los diferentes idiomas que en ellas rogaban asustadas, a las que posiblemente marcarían y venderían más tarde en alguna plaza. Eran Mercaderes de Ar, sus sentidos se pusieron en alerta, ya que ella misma correrían esa suerte, o “no fue eso lo que le había dicho el Guerrero del Casco”.

            La lona que cubría el carro en donde ella era transportada, se abrió al cabo de un rato y enseguida apareció a su lado un hombre, era el mismo del casco, pero ya no lo llevaba puesto, estaba oscuro pero lo reconoció por su túnica de Guerrero, el hombre se arrodillo a su lado le quitó la mordaza y la puso de costado.

-¡Abre la boca pequeña!. – le ordeno, mientras la ayudaba a incorporarse de a poco sobre su codo, e inclinando el cuenco dejó caer el agua sobre sus labios. Le dio de beber.

           Sel-leen pudo ver mejor el rostro del Guerrero, reconoció que era en verdad un hombre muy atractivo de ciertos rasgos un tanto toscos, pero su nariz perfilada y pequeña le daban un aspecto atractivo; y allí estaban sus enormes y bellos ojos, poblados de espesas pestañas y grandes cejas, el sentir sus manos sostener su cabeza detrás de su nuca la estremeció de pies a cabeza, pero al recordar los anteriores hechos se le revolvió el estómago y se le estrujo el corazón. Intentó separarse de él, pero sus fuertes manos se lo impidieron, así que bebió el preciado líquido, el cual resbalo por un costado de su boca mojándola de un lado. El guerrero la dejo caer suavemente sobre el  suelo, esta vez no la amordazo. Busco entre sus cosa y sacó de sus pertenecías un saquito de piel, de allí cogió entre sus dedos unos dátiles los cuales le introdujo entre su labios apretados y le lleno la boca, la miró con expresión tranquila y le ordenó comer.

             Sel-leen mastico con dificultad y lentamente fue saboreando lo que le había dado y trago. Bajo la mirada y se acurruco en donde estaba, su cuerpo temblaba de ira contenida al portarse tan dócil delante del asesino de su padre.

               El Guerrero se incorporó y se paseo por la tienda, acomodando ciertas cosas que sel-leen no pudo ver ya que en verdad era muy poca la luz que se filtraba por la abertura de la tienda.

-¡Enterramos al Anciano!. –dijo mientras caminaba hacia la entrada. -¡Yo mismo me encargue de ello!. 

              Sel-lee se sorprendió y levantó su rostro, lo miró con ojos muy abierto impresionada por lo que había escuchado de aquel hombre, este desde donde estaba ni siquiera la miró, sus palabras sonaron calmadas con un tono de sinceridad que la confundió, ningún pirata desalmado haría tal cosa al menos que no lo fuera.

          El hombre salió de la tienda y cerró nuevamente cuando bajo del carro. Sel-leen nuevamente comenzó a llorar esta vez sus sollozos eran quedos pero no se atrevió a decir palabra alguna, ni siquiera le agradeció, y no tendría por qué hacerlo si el mismo había dado muerte a su padre, era su deber, su responsabilidad, era lo menos que podía hacer después de su acto de vandalismo. Aunque si mal no recordaba, aquel extraño hombre no estaba entre los seis piratas que ella había contado. No recordaba haber visto a ninguno con casco y menos vestido de guerrero.

             Nuevamente el carro volvió a ponerse en marcha, volvían nuevamente a seguir su rumbo, pero ¿Acaso no eran de Puerto Kar?, ¿Hacia dónde se dirigían? Sel-leen comenzó a temer por su vida. Un brusco movimiento la hizo rebotar golpeándose la cadera contra las tablas duras con conformaban el suelo del carro. No había pasado mucho rato, desde que emprendieron de nuevo el viaje cuando se escuchó nuevamente dar la orden de que se detuvieran, esta vez el alto rubio fue quien entro a la tienda, la levanto del suelo, se la echó sobre el hombro sacándola del carro.

                 Sel-leen gimió en señal de protesta, gritando y retorciéndose para liberarse. No funciono. El alto rubio la saco llevándola hacia atrás y la depositó sobre la tierra y con un cuchillo pequeño rasgó la túnica que ella llevaba, y arrancó el chaleco con capucha que llevaba para ocultar su hermoso cabello. Dejándola completamente desnuda, sel-leen grito.

-¡Nooo, no por favor! – grito mientras intentaba ocultar su desnudez encogiéndose arrodillada en la tierra. Temía lo peor, sabía, por las historias de su padre que los piratas y todos los hombres en particular violaban a las mujeres que capturaban y luego eran vendidas a los Mercados de Esclavas, como carne de collar. El rubio, la cogió del cabello le levantó el rostro y la golpeó en el rostro con el dorso de su enorme mano, haciéndola caer sobre el suelo, sel-leen enseguida sintió el sabor de la sangre dentro de su boca, intento incorporarse, pero sus muñecas atadas se lo impidieron. El alto Turnock, saco unas fibras que llevaba consigo, dio un paso hacia ella y la levanto del suelo, cogiéndola por un brazo la  alzo sin esfuerzo, la puso de espaldas contra le enorme rueda trasera del carro, la ato fuertemente, sujetando bien su pierna izquierda, sel-leen quien gritaba que la soltase, se movía y retorcía haciendo que al rudo Turnock se le dificultara hacer las debidas ataduras y nudos-

-¡Quédate quieta.! –Trono. -¡Tonto animal, o volveré a golpearte!- Le ordenaba a la joven muchacha quien aun así se resistía, por lo que la sujeto fuerte por el cuello y de un empujón lo presiono contra la rueda del carro, el sentir sus fuertes manos apretar su garganta la hicieron palidecer, le faltaba el aire y sus movimientos poco a poco se fueron calmando a fin de hacer que este la soltara y volviera a entrar el aire a sus pulmones. De repente  justo cuando creía que iba a morir asfixiada, escucho la voz ronca y potente del Guerrero del Casco.-

-¡Suéltala Turnock o juro que te matare yo mismo!. -Grito a la vez que desenvainaba su espada Goreana haciendo presión punzante entre los omóplatos del alto y fornido hombre.- Turnock, la soltó.

            Sel-leen quien volvía a respirar, tosió y aspiro aire desesperada, a su rostro volvía nuevamente el color poco a poco, de su boca aun mana la sangre de la herida que la había causado Turnock al golpearla. y en la piel de su cuello se comenzaban a ver los moretones en forma de los dedos del libre.

              El alto rubio bajo la cabeza apenada y miro al Guerrero.

-¡Disculpe, Capitán Zaltar, ...pero esta bestia...! -Miro furioso a la muchacha atada a la rueda luchando por  intentar recuperar el aliento.

-¡...No dejaba de moverse, para ser una hembra, tiene mucha fuerza! - Sonrió con picardía.

-¡Bien, Déjalo así yo lo termino! –Dijo Zaltar, acercándose a la muchacha y comprobar por el mismo que estuviera bien atada.

¡Está bien atada, no se moverá!. –Dijo pasando por un lado del alto Turnock. -¡Ahora, busca al herrero y que traiga el hierro caliente, debo marcar a esta esclava!.

            Sel-leen palideció al escuchar semejante atrocidad, la marcaría, sin duda ya nunca más volvería ser libre, a no ser que escapara. Pero como lo haría si estaba atada de pies y manos. Comenzó a moverse enérgicamente, llamando la atención de Zaltar, quien se giró y la miro divertido, con su sonrisa torcida la cual le hacia lucir atractivo mas de lo que realmente era. El sabía que jamás se soltaría.

-¡No. Nooo!. –Gritaba sel-leen con los dientes apretados.-¡No pueden marcarme, no soy una esclava!, ¡Pertenezco a los de la Casta Verde!. -Les decía. Zaltar se acerco y acaricio su rostro con dos de sus dedos, dibujando una línea imaginaria desde su sien hasta la barbilla. Sel-leen aparto bruscamente la cara de su contacto, ya que este mismo la descontrolaba de una manera inusual.

-¡Soltadme sucio Sleen*!.- Le gritó escupiéndole en el rostro. Se arrepintió, pero ya era tarde para enmendar lo hecho, al verle tembló, su expresión cambio, ahora había en su rostro odio y desprecio hacia ella, su mirada se endureció, y en cuanto llego el maestro del hierro el mismo se adelantó, tomó los guantes grueso que traía, se lo colocó con destreza aparente, cogió el hierro candente entre su fuerte mano y él mismo lo presiono contra el muslo izquierdo de sel-leen. Esta gritó tan fuerte como puedo, su rostro palideció y de sus ojos brotaron lágrimas, inundando sus mejillas; el dolor era insoportable, intento moverse, y el olor a carne quemada le llego a su nariz  y la hizo volver el estómago sobre ella misma.
           
            Zaltar la miraba con expresión seria, y fría. Injustamente, él ahora sería su amo y señor, y ella jamás volvería a ser la dulce y tierna niña de su Padre. Jamás volvería a ser una mujer libre. viviría el resto de su vida confinada a la esclavitud, servirá tanto a los hombre y como a las mujeres Libres y aun peor, servirá  al libre que con su espada había causado la muerte de su amado padre, cuánto lo odiaba, jamás le perdonaría.

            Turnock a una señal de su capitán, la desató y dejó caer sobre la tierra, sel-leen se retorcía de dolor en el suelo, enseguida Zaltar sacó de entre su alforjas, un collar, el cual era un pequeño aro de acero, que se ajusto al tamaño exacto de su cuello, Turnock le levantó la cabeza tirando de sus cabellos, y arrastrandola la puso delante de Zaltar, este  la miro, su rostro y cuerpo lleno de polvo, sangre y vómito; poniéndose en cuclillas a un costado de ella, le cerró con un ligero clic, el collar justo detrás del cuello de la ahora, joven esclava.

            Tomo su rostro con una mano aun enguantada y la obligó a mirarle, ella pudo ver en su cara el asco que este sentía al verla como estaba. Se ruborizó. Zaltar se acercó a ella y le susurro al oído.

¿Y ahora quien es la sucia?, esclava!? – Turnock comenzó a reír estruendosamente mientras Zaltar se ponía de pie, y se limpiaba las manos, tras quitarse el guante; con un movimiento de su mano llegaron a el dos kajiras ambas eran hermosas, de delicados rasgos y vestidas con delicadas y diminutas túnicas, ambas vertieron dos cubetas de agua helada sobre sel-leen, quien gritó y por la impresión intentó incorporarse y solo resbaló en el charco que había a causa del agua que le echaron para lavarle. Las dos kajira se burlaban de ella, señalaban su pierna  y reían.

¡Kajira, kajira sucia! –Decían entre risas.

¡La Verde, ahora es una sucia kajira!! -Se-leen lloro, mientras Turnock la cogía nuevamente sobre sus hombros y la llevaba al carro para atarla y dejarla allí.

Justo se disponía a subirse al carro cuando escucho la voz de Zaltar.

-¡Llévala a su perrera Turnock, esta noche la nueva kajira dormirá donde corresponde!. -Turnock reía a mandíbula batiente mientras la llevaba detrás del carro en donde habían varias perreras debajo de uno de los carros que servía como tienda.

        Abrió una de las perreras, y por venganza escogió la más pequeña, la dejo en el suelo, mientras la abría para luego empujarla con el pie dentro de ella. Cerró con llave. Turnock se alejó mientras su risa se perdía en medio de la fiesta que comenzaba a prenderse lejos de donde la habían dejado. Sel-leen atada aun de manos intentó arrodillarse pero la jaula en donde la había metido era demasiado pequeña y ella no podía estar sentada sin tener que doblar la espalda, por lo que decidió echarse de un costado y juntar sus rodillas para resguardarse del frío. El dolor en la pierna le era insoportable, Lloró por largo rato hasta quedarse dormida.-



              No había pasado mucho tiempo, cuando sintió una punzada en un costado, se movió un poco pensando que sería algún calambre por estar así acurrucada tanto tiempo, y no fue sino a la tercera que realmente le dolió que se incorporó sobre un codo y pudo ver frente a su jaula a una chica, bastante delgada, la cual se puso de rodillas frente a ella, su rostro era juvenil y muy bonita, de labios delgados, y de ojos enormes, vestía un simple vestido de rence de color gris, la chica tenía el cabello negro pero corto, sus ojos se veían claros, no pudo percibir bien su color por la oscuridad pero estaba segura que eran muy claros, quizás tendría poco menos de 16 años o quizás ambas eran de la  misma edad. La chica se acerco un poco más y le habló.

-¿Cómo te llamas kajira?- le decía mientras giraba la vara con que la molesto, entre sus dedos.

-¡Sel-lee!. -Le dijo con altivez. -¡Y no soy kajira.! ¿Quién rayos eres tú? -¿Vienes también a burlarte de mi? -La miro molesta y con el rostro desencajado por el dolor.

       La otra chica la miro y negó con la cabeza sentía pena por sel-leen. La joven kajira le mostró una amplia y encantadora sonrisa, con una señal le pidió que le mostrara su pierna, sel-leen dudo por un instante. –¡Tranquila solo vengo ayudarte!. –le dijo a la vez que miraba por encima de su hombre en busca de alguien que las observaran;  de entre sus ropas sacó un envase de barro con un contenido dentro, sel leen sabía que era..

¡Muéstrame tu pierna marcada!.- le volvió a pedir.

Sel-leen aún dudosas se movió y estiro mostrándola su pierna herida por el hierro candente.

-¡Duele mucho! -Le dijo.

-¡Lo sé, pero con esto sanará pronto y no dolerá más, al menos no por un largo rato! –le dijo la joven mientras, metía su brazo por entre los barrotes de la perrera y untaba lo que parecía un ungüento hecho de frías hierbas, que colocó delicadamente con sus finos y delgados dedos sobre la pierna herida.

¡Gracias! –le dijo sel-leen en un susurro. -¿Cómo te llamas? –le pregunta a la joven que ya se ponía de pie para marcharse.

-¡Itzá. Le grito mientras  se marchaba, y en un inh se perdía corriendo en la oscuridad.!

         Sel-leen comenzó a sentir el alivio en su pierna, el extraño lugar la atemorizaba, el ruido de las noches en Gor son en verdad aterradores, infinidad de peligros abundan afuera, y ella estaba a merced de cualquier animal que desease atacar, y no hacía nada con gritar estaba lejos del alcance de los Guerreros y con los ruidos del festejo dudaba mucho que la encontrasen con vida si llegara a aparecer algún animal para atacarla.

         Paso mucho rato, antes de dormirse, imaginándome cosas, llorando por los acontecimientos recientes y la pérdida de su amado Padre, al cabo de poco tiempo se volvió a  quedar profundamente dormida. Soñando con el extraño Guerrero del Casco gris con la abertura en forma de "Y" que caía sobre su pequeña nariz, y esa sonrisa retorcida que la hacía estremecer de pies a cabeza,  sus ojos, eso ojos verdes como las aguas del Mar de Thassa, de repente su rostro se transformó en odio y rencor, sentía sus manos alrededor de su garganta, de pronto su dueño se convertía en un alto y rubio Guerrero, Turnock quien la golpeaba en la cabeza con una vara una y otra y otra vez molestandola sin parar...

Continuará...



*Sleen: mamífero carnívoro de la cual se conocen diferentes variedades, su cuerpo es largo y posee seis patas, algunos pueden llegar a medir hasta 7 metros de largo y pesar por sobre los 70 kg. Tienen dos filas de dientes afilados y cabeza en triangular muy semejantes a una vivora, sus zarpas poseen seis garras. Son animales muy sucios por lo que generalmente huelen muy mal.Cazadores eficientes e incansables, capaces de seguir un rastro durante días hasta alcanzar su cometido.

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