miércoles, 28 de octubre de 2015

Ker the Lydius (Capitulo 7mo)


Ha arribado a la peligrosa ciudad de Puerto Kar; morada de proscritos, ladrones y  piratas, el barco insignia “El Tarn Negro”; Tripulado por Marinos bajo las ordenes del Capitán Bosko de Puerto Kar, pero esta vez no solo  trae consigo un sin fin de  mercancía, provenientes de las costas de Tyros y Cos, sino una, muy especial de Lydius; en ese barco, además de las bellas y más salvajes esclavas,  las lujosas piezas de oro y plata; a arribando  algo  que será mucho más que una gran competencia, alguien que llegara a ser quizás codiciado y envidiado por muchos,  un nuevo habitante para esta gran ciudad,  un joven pirata, proveniente de Port Lydius, ciudad porteña, creada por la casta de los mercaderes, situada en la desembocadura del rió Laurius, fue siempre una ciudad pacífica porque recibe con agrado a los extranjeros, pues está acostumbrada a que gentes de todo Gor la visiten y la utilicen para cerrar negocios y alianzas mercantiles.

Dicen las malas lenguas, que este joven,  gano su pase de abordaje en el Tran Negro, con una apuesta, que gano limpiamente y que tuvo lugar en los muelles del Puerto. 

Es la primera vez que pone un pie en el muelle de Puerto Kar, o en tierra firme, después de tantas lunas en el terrible mar de Thassa, Ker, Joven diestro y hábil en el uso del arco y las flechas, aunque por lo demás torpe para otras tantas, pero aun así,  él es  quien acabara  ganando la  confianza de muchos Libre, tanto hombres y mujeres por igual; pero su meta es alta, llegar a pertenecer a las tropas del  único Capitán del Consejo, envidiado por muchos,  que codician su suerte y su fortuna; Capitán Aron Thorr a quien desde ya, ha venido a buscar.

Ha arribado al canal que conduce a los muelles de Puerto Kar,  atascando, el hermoso barco insignia el Tran Negro, sus velas latinas recogidas en los largos mástiles. Es el más un hermoso barco de Guerra. Del mástil ondean sus dos banderas, la de puerto Kar y la otra blanca con barras verdes verticales y la cabeza de un gigantesco Bosko. Las kajiras a la orilla del muelle, se agitan  y saludan entusiasmadas al ver como los marineros ansiosos por bajar le miran y lanzan piropos para asi ganar su atención, los hombres impacientes, a su vez les saludan, sabiendo que pronto el capitán, , les compensara con lo justo, debido a su buen trabajo y lealtad: “saciar su sed de lujuria”.

Guru había estado justo a mi lado, cuando miraba con ojos enormes los hermosos cilindros que bordeaban las calles y canales de Puerto Kar, que a pesar de ser edificaciones  viejas y deterioradas lucían imponente ante los hermosos rayos del Torvis, además este sería el lugar al el que tanto había deseado venir, de aquí lograría sin dudas salir de este extraño mundo en el cual llevaba ya... no se ni cuánto tiempo había pasado desde que llegase a Gor, pero este sería el fin de mi búsqueda, pronto regresare a mi tierra, a mi mundo.

-¡Vamos Ker que te sucede?, no estás emocionado por a celebrar la buena fortuna del Tarn negro?; saciar la sed,*guiñándome unojo* ¡hasta emborracharte en una de esas tabernas…!  O ir a usar alguna de esas bestias!!? –golpeándome en el hombro animadamente mientras le sonríe.

Ker hiso un respingón al ver a una kajira de piel pálida y de  cabellos dorados como los rayos del sol, quien con entusiasmo batía sus manos hacia el más joven de los marino, la chica tendría más o menos la misma edad de ker, por lo que al verla,  elevo una ceja irónica y poniendo sus ojos en blanco por lo tonta que se vería, si descubriera que ella no es un hombre*

-¡Sii …Guru sin dudas .. *Se aclaro la voz* - Estoy deseoso de bajar ya! – y  aparto de él  corrió a la bodega donde guardaba sus cosas. Allí volvió a contar nuevamente y por tercera vez sus monedas, las que le robara al libre en puerto Lydius, se sonrió al recordarlo, que tonto, estaría como loco buscándolo cuando despertara con un terrible dolor de cabeza.  

El capitán Kron les había dado  a todos una pequeña fortuna para que bajasen al Puerto, y más a él quien se quedaría en definitivo, negándose así a la nueva invitación a partir dentro de tres lunas,  ya que ellos solo andaban allí de paso. Y es que esa es la vida de un verdadero pirata, navegar por lo  ancho y largo del verde Mar del Thassa.

La mayoría de las bestias en puerto Kar pertenecen  a los dueños de las posadas y tabernas del puerto, su único deber es el de traer clientes a disfrutar, tanto  de ellas como de  gastar por  el servicio de vino y  comida, pero por sobre todo, para disfrutar del baile de estas hermosas mujeres como lo son las kajiras de Puerto Kar; que cada noche deleitan a los Libres capaces de pagar por el uso de estas kajiras.

Humilladas y rebajadas, se venden al mejor postor, ellas deben mostrar su potencial, para eso viven, para eso fueron compradas y entrenadas, o si no, sus amos les castigan severamente, y están en todo su derecho, ya que ellas le han costaron bastante dinero como para malgastar un Tasko mas; es por ello que cada hombre que logren convencer  de hospedarse le dará gusto a sus dueños y por lo tanto les perdonara al menos por esa vez.

La taberna que le habían recomendado era la que se encontraba al final de las calle frente al muelle de llegada a puerto Kar, era una gran taberna, de unos dos pisos, tiene un gran patio abierto con el suelo de madera, y  un pabellón circular excavado a unos  metros de profundidad, y sobre el dos balconadas circulares de unos dos metros de altura, esa noche sin dudas la taberna estaría atestada con los recién llegados; Ker se dirigiría  allí.  Pasando cerca de las  esclavas, clientes y habitantes se abrió paso hacia la gran ciudad. Hombres y mujeres iban y venían por la rampa de madera que conducía al muelle principal. Ker Alcanzo a leer en  las sedas de la pequeña esclava rubia que le saludara desde el muelle, las palabras. “Soy Arrela. Puedes poseerme en el Pequeño Vulo” La chica estaba arrodillada en una línea de unas seis o siete esclavas, anunciando todas los precios de los respectivos establecimientos, para los cuales trabajaban.

-Poséeme en el Pequeño Vulo, amo!- suplico la esclava a un marinero, quien molesto la aparto de su camino abofeteándola con el dorso de su mano, tirándola al suelo, la pobre chica cayó sobre su hombro, sentí repulsión hacia aquella actitud de las mujeres en este planeta, no era posible que se dejaran tratar de esa manera. La joven volvió a levantarse y corrió al siguiente marinero quien no le hiso el menor caso, Ker pudo ver el desespero de la joven y mirándola se hecho el bolso de piel al hombro, donde también colgaba su carcaj y su Arco, allí  se acomodo subiéndose la capucha y cubriendo su rostro con el turbante a la altura de sus labios llenos y rojos., los cuales siempre disfrazaba al comer la fruta de larma que por su tonalidad siempre le dejaba los labios mas rojos, esto era siempre motivo de risa entre los marinos del Tarn Negro, pero casi no se molestaba, mas bien la tranquilizaba pues como siempre jamás creerían que él, fuera una mujer disfrazada.

Las enormes botas y el abrigo que se arrastraba por los tablones del muelle llegaron a posarse frente a la joven kajira.  Esta sin elevar su mirada, tan solo con verle los pies,  se tiro sobre su vientre y manchando sus labios con el barro de sus botas, mientras no paraba de besarlas, le suplico gimiendo que aceptara ir con ella al Pequeño Vulo; Ker enseguida quito su pies y agachándose a la mitad,  la sujeto de los cabellos con fuerzas haciéndola doblar en arco su espalda, la pobre muchacha gimió y rogo piedad.

-¡Aahh,..ven al Pequeño Vulo, amo se lo ruego!- ¡No, no me golpeen mas, amo!

-¡Kajira insolente y lasciva!. -Murmuro entre dientes cerca de su oído, a la vez que la soltó de golpe dejándola caer otra vez a sus pies.

-¡Poséeme en el Pequeño Vulo, amo!- volvió a rogar a sus pies.

 -Llévame a la posada de tu amo! -y le dejo caer el bolso de piel sobre su espada para que lo llevara. La joven lo cogió y llevo entre sus brazos, erguida y orgullosa caminaba delante de Ker moviéndose instintivamente para atraer la atención de los libres, para desgracias de Ker se pasearon por delante del capitán Kron y Clitus, quienes comenzaron a vitorear y aplaudir golpeado sus hombros con la mano derecha, Ker se ruborizo ante el hecho de lo que ellos pensarían que iba a hacer con la desdichada kajira. Por fortuna el turbante cubría su rostro y ni hablar de la capucha a la cual ya ellos estaban habituados, deducían que el joven era un friolento, pero que ya se le pasaría de llevar una corta temporada en el ardiente calor de Puerto kar. Las risas de Guru y el resto de los tripulantes del Tarn comenzaron a molestarlo y comenzaron a bromear al respecto, Ker les ignoro deliberadamente. La kajira por demás iba inflada de orgullo.

      Llegaron a la Taberna,  al parecer  no estaba ten concurrida, solo un par de libres quienes ni se inmutaron de verle entrar, al fondo estaba el posadero limpiando varias copas y con cara de pocos amigos solo hiso un ademan de saludo con la frente. La kajira se detuvo y se arrodillo delante de él en su más bella posición a lo que Ker al verla mostrando su fuego, le pateo en los muslos para que así cerrara las piernas, la joven quedo desconcertada pero aun así obedeció. Ker le hiso una seña y se dirigió a una apartada mesa baja en el rincón más oscuro del lugar y se sentó seguido de la bestia quien en silencio se arrodillo delante de él en la posición torre. La joven saga se mantuvo erguida y expectante a cualquier movimiento, pero Ker le ignoro deliberadamente, mientras le quitaba el saco de su espalda y lo llevaba a un costado de él, lo abría y sacando unos papiros, los  desenrollo delante de él, y con detenimiento los estudio por unos ehns, de tanto en tanto alzaba su cabeza,  y le echaba una mirada seria a la kajira quien en seguida bajo su cabeza con la mirada humillada ante la seriedad de Ker, quien al verla actuar así, sonreía ante el poder que le daba el hecho de ser un libre y por demás hombre, negó lentamente a modo de sarcasmo y continuo en lo suyo.

      Un ahns mas tarde voces de hombres riendo y de kajiras remilgosas,  me sacaron de mi concentración, mire a saga quien estaba ahora contenta de que mas hombres llegaran a la taberna de El Pequeño Vulo, con una señal le pedí que se fuera a servir a los libres, al abrirse de nuevo las puertas se pude oler la sal y el pescado, que provenían de la brisa del puerto, para mi sorpresa en ese abrir y cerrar de puerta vi con horror que eran Clitus y el capitán Kron acompañados de más de la mitad de los tripulantes del barco insignia. Con disimulo metí los rollos dentro del saco y nuevamente volví a cerrarlo  y a colocarlo entre mis piernas debajo de la pequeña mesa donde me encontraba sentado.

-¡El pequeño Ker! -Gritaron al verme dos de los marinos.

-¡Saludos pequeña Cría! – se sumo el saludo cariñoso el capitán, sentándose a un lado, por lo que debí reaccionar rápido y quitar de un salto mi pequeño arco y carcaj,  o lo hubiera roto con su pesado cuerpo, que este cayó de golpe, sentándose sobre los cojines y almohadones que rápidamente pusieron las kajiras que venían con ellos;  al parecer ya habían empezado a beber desde antes de bajar al muelle.

      Un golpe en el hombro, casi me hace ahogar con el tercer vaso de pa-ga que ya me habían obligado a beber, sentía mis mejillas arder, la verdad es que aquella bebida era muy fuerte para mis gustos,  mis compañeros de viaje estaba realmente bebidos y muy contentos, reía y vitoreaban por la maravillosa ganancia del botín obtenido por el barco insignia. De tanto en tanto le daba a beber a las kajiras que se arriesgaban a cercárseme ya sea por órdenes del capitán Kron o por voluntad propia. Debía evitar que se me arrimaran para seducirme ya que tal acto seria perjudicar para mí y más aun para no embriagarme con esa bebida o no sabría como acabaría todo.  

-¿Necesitas una esclava, amo? – pregunto Lehna. La bailarina de la Taberna El Pequeño Vulo, era una esclava exuberante, de piel de ébano y cabellos rizado negro como la noche, sus ojos eran de un verde esmeralda que me recordaban a alguien, en ellos pude ver la profundidad y peligrosidad del… mar… “me recordaron los ojos del libre que encontré en Puerto Lydius, el mismo de la cabaña”, la joven se me acerco justo en el preciso momento en que me había logrado librar de los agarres de los hombres y no me habían visto cuando había calado mi bolso y tomado mi arco y carcaj y me disponía a salir del reciento; la joven y hermosa kajira, extendió tímidamente la mano para tocar mi rodilla.

 – ¡Cómprame amo!- susurro  ¡Te serviré Bien!. –Los marineros rieron al ver mi estupor, el capitán Kron me miro y se levanto de un salto, volvió a golpear mi hombro empujándome hacia la experimentada kajira, que para mi alivio solo estaba montando el numero de su primer baile; cuando en el salón comenzaron a sonar los ritmos del cuarteto, Kron se movió entre tropezones y cogió a la esclava entre sus brazos y la beso, yo estaba parada justo delante de ello y presencie aquel beso, tan cargado de pasión, y dolor, él la beso con la furia que puede haber en los labios de un amo Goreano, haciéndola sangrar con en el dolor más hermoso apreciado por el amor de un dócil y bien entrenada animal;  justo cuando la soltó ella le miro con la pasión que solo se ve en el reflejo de una mujer que puede amar a un hombre así; una esclava; Kron alzo su mano, para después  dejarla caer con fuerzas sobre su rostro, abofeteándola; todos rieron, y yo a duras penas me contuve. En ese instante había presenciado el verdadero significado de ser una esclava y pertenecer a un hombre.

      La joven callo a sus pies rendida, besándolos y adorándolos para luego alzar la vista hacia él con ojos suplicante le miro, el,  la miraba como solo un amo mira a una esclava, ella desde el suelo asustada solo bajo su rostro ocultándolo bajo su espeso pelo bañando el suelo adosado de la taberna, dignándose solo a retirase, a gatas hacia el centro de la arena, donde danzaría con todo su fuego encendido, al volver a ver a quien le marcara, cuyo nombre yace en el collar que prendiera de su cuello,  la rabia que sentí hacia esa absurda acción de los libres, me hicieron enojar.

-¡Baila para todos nosotros Zorra de la Tierra!- su acento la había delatado, me detuve y la mire aquella esclava seria la clave para salir de este temible lugar antes que fuera demasiado tarde...

-¡Sí, amo!. –Gimió con débil y quebradiza voz.

      Y allí ante nosotros, al ritmo de la música. Lehna bailo con lágrimas en los ojos, ante verdaderos  amos Goreanos, como sin dudas lo era Capitán Kron, su amo, el dueño de Lehna; luego de terminar  callo rendida a sus pies,   él la miro, y sonriente acepto con alegría que había cumplido su cometido, la joven ahora reía entusiasmada y a una señal de él salió corriendo, sin dudas, a los aposentos del Capitán quien unos Inhs mas tardes se despidió dejando la cuenta abierta para todos sus marinos, que no dejaban de beber y de abusar de las más bellas bestias que atendían la Taberna.

      Para entonces yo también  me había marchado hacia una de las habitaciones del reciento, alejada ya del barullo y el olor a paga y sexo, me despoje de mis ropas dejándolas caer descuidadamente sobre el suelo, metiéndome en la tina que había mandado a prepara antes de subir con la kajira arella, ella pronunciaba su bello nombre cada vez que yo le nombraba, aun me costaba manejarme con su dialecto.

- ¿Es, Arella, (ah-rehl-lah) amo! -Ella se había esmerado en servirme, y no disimulo su enojo y frustración cuando le desprendí dejando en su boca un pellizco de tasko por su servicio y sacándola de la habitación casi a empujones;  cerrando tras de mi la pesada puerta de madera. Recostada en la tibia tina, recordé, y para mi sorpresa me sentí relajada y ya  no estaba disgustada, incluso pensé que había disfrutado de los ágiles y sensuales movimientos de las esclavas, que danzaban, kajiras que lucha por dar a conocer sus placeres a los hombres y que son capaces de encender así, sus más bajos instintos; al recordar aquella danza me ruborice, por un momento me imagine desnuda como estaba ahora vistiendo tan solo un frió aro de metal en mi cuello, bufe enojada y me sumergí bajo el agua por unos inhs, las burbujas comenzaron a salir hasta que no aguante,  Salí y sacudí con fuerzas  mi cabeza tratando de espantar así las espantosa idea de que yo jamás danzaría algún día como una de aquella bestias, con esa gracias  tan sutil y salvaje pero tan  significativa que inducirían a la admiración del hombre más poderoso y malvado que jamás pudiera doblegar su corazón ante un bellos ser, una mujer.


Continuara…

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